001-344 Goethe y Schiller.qxd:Maquetación 1 - Tusquets Editores
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ve de ayuda para nada y lo único que logra es provocarnos un par<br />
de horas de mal humor». 14<br />
En la segunda mitad de los años setenta del siglo XVIII, las noticias<br />
relativas a los actos de aquellos genios de Weimar se hicieron<br />
más escasas. Pero el concepto de genio, que <strong>Goethe</strong> encarnaba<br />
tan persuasivamente, no perdió nada de su fuerza de irradiación<br />
entre jóvenes como <strong>Schiller</strong> y sus amigos en la Karlsschule. «Genio»<br />
era para ellos un asunto del corazón, un grito de lucha en<br />
las batallas espirituales de su presente, unas batallas en las que<br />
ellos participaban, aunque de momento aún desde la lejanía. El<br />
genio de <strong>Goethe</strong> los deja a todos en la sombra, por ejemplo, a<br />
Klopstock, a quien <strong>Schiller</strong> había venerado inicialmente, como<br />
otrora lo hiciera <strong>Goethe</strong>, que en los comienzos de su desarrollo<br />
intelectual tuvo que liberarse de Klopstock. <strong>Schiller</strong> recorrió la<br />
fase de Klopstock cuando <strong>Goethe</strong> ya la había superado. En las<br />
odas y en el Mesías de Klopstock había encontrado <strong>Schiller</strong> «amor<br />
y agrado» para explayarse «en los espacios infinitos» 15 y, sin embargo,<br />
unir lo enorme con lo minúsculo. Klopstock fue para la<br />
generación de <strong>Schiller</strong> el sonido sublime de los padres:<br />
No me quiero lanzar<br />
al océano universal<br />
de todos los mundos;<br />
sólo quiero flotar<br />
en torno a una gota del cubo,<br />
en torno a la esfera terrenal. 16<br />
También <strong>Schiller</strong> había sentido la postura del rebelde de los<br />
mundos, del ángel caído Abaddona, al que el cielo se le convier -<br />
te en desierto, y el mundo en una nada.<br />
Para <strong>Schiller</strong>, como también para <strong>Goethe</strong> tiempo atrás, Klopstock<br />
había sido un ídolo de la juventud. 17 En esa edad se prefiere<br />
lo gigantesco, porque no se conoce todavía la vida. A diferencia<br />
de ello, <strong>Schiller</strong> aprendió de <strong>Goethe</strong> algo sublime que, al<br />
contrario de Klopstock, no conduce a las estrellas, sino que abraza<br />
de lleno la vida. Cuando todavía era un «esclavo de Klopstock»,<br />
18 <strong>Schiller</strong>, se regalaba con lo supraterrestre sin tocar el suelo;<br />
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