001-344 Goethe y Schiller.qxd:Maquetación 1 - Tusquets Editores
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La inclinación, e incluso el amor, no contribuyen en absoluto a la<br />
amistad. La amistad verdadera, la activa, la productiva, consiste en<br />
que andemos con igual paso en la vida, en que él apruebe mis fines<br />
y yo los suyos, y en que así progresemos juntos de forma permanente.<br />
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Para <strong>Schiller</strong>, semejante forma de amistad es una «relación construida<br />
sobre la base de una perfectibilidad recíproca». 10 Y <strong>Goethe</strong>,<br />
cuando quería expresar con una sola palabra el fruto de esta amistad,<br />
decía que lo había hecho «progresar». Se trataba por tanto<br />
de una alianza, una ayuda recíproca para trabajar en uno mismo;<br />
se trataba de una empresa común de elevación. En la época<br />
clásica de la literatura alemana, la historia de la amistad entre<br />
<strong>Goethe</strong> y <strong>Schiller</strong> es una demostración práctica de la idea de<br />
formación.<br />
<strong>Goethe</strong> confesó una vez que la exhortación «conócete a ti<br />
mismo», de apariencia tan importante y canónica, siempre le había<br />
resultado sospechosa, pues en la mirada a uno mismo nunca<br />
puede distinguirse exactamente entre lo encontrado y lo inventado.<br />
Y recomendaba el rodeo a través del mundo, pues el<br />
hombre sólo se conoce a sí mismo en la medida en que conoce<br />
el mundo y es conocido por él. De acuerdo con ello, dice <strong>Goethe</strong>,<br />
al llegar a los años de madurez, en lugar de perderse en el laberinto<br />
interior de los espejos, centró su atención en «la medida<br />
en que otros quisieran conocerme para que yo en ellos y desde<br />
ellos, como en un espejo, pueda adquirir mayor claridad sobre<br />
mí mismo y mi interior». 11 En este sentido, <strong>Schiller</strong> tuvo que ser<br />
una suerte para él. Apenas pudo encontrar otro espejo de la conciencia<br />
mejor que el de <strong>Schiller</strong>, ese genio de la reflexión. <strong>Goethe</strong><br />
recurrió a <strong>Schiller</strong> para llevar algo de luz a su inmensamente rica<br />
vida interior. ¿Por qué era inmensamente rica? La respuesta es<br />
muy sencilla: porque él había dado entrada en sí mismo a todo<br />
un mundo. «Todo objeto nuevo, si lo observamos atentamente,<br />
abre un nuevo órgano en nosotros.» 12<br />
<strong>Schiller</strong> es diferente. Se queja de su falta de experiencia del<br />
mundo. En 1795 escribe a <strong>Goethe</strong>: «Suele resultarme maravilloso<br />
imaginármelo a usted arrojado al mundo de esa manera, mientras<br />
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