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CUANDO HAY ALGO QUE DECIR, NO SE PUEDE UNO CALLAR ...

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colábamos alguno por la chimenea, era muy estrecha y<br />

tenía una visera para que no entrara la lluvia, pero tanto<br />

ahínco pusimos en la puntería, que al final colamos dos<br />

o tres, gracias según dijo ella después que tenía<br />

tapadera puesta, pues uno impactó encima de ella,<br />

sorprendida porque comenzó a nevar, de que los copos<br />

fueran tan negros y olorosos, se asomó por la puerta<br />

del corral, y por un pequeño agujero comprobó<br />

sorprendida como disfrutábamos haciendo<br />

malabarismos con los moñigos, llamó a la madre del<br />

Juan José, entraron como dos furias en el corral,<br />

enseguida nos dimos cuenta y empezó una persecución<br />

entre las vacas, mulas y burros que por allí había, la<br />

mar de divertida, ellas que ya eran cincuentonas, y<br />

nosotros como pollos de Perdiz nos escurríamos por<br />

entre aquella jungla de animales, gracias a Dios que<br />

eran mansurrones, y agradecían nuestras pasadas por<br />

entre las patas, porque así les espantábamos las<br />

malditas moscas, cansadas y rendidas, terminaron por<br />

perdonarnos, y ya de mayores comentando y<br />

recordando aquellas tropelías con otros lugareños,<br />

reíamos todos en cantidades industriales. Otra de mis<br />

tropelías era quitarles la piedra de la lata de sardinas,<br />

para que los pollos aprendieran a nadar, pero era tal la<br />

sed que tenían y el espacio tan reducido, que alguno<br />

moría en el intento; Una vecina sospechaba que era yo,<br />

pero no estaba muy segura, !yo sí que lo estaba¡ (ahora<br />

reconozco lo cruel que era, pero para que se me juzgue<br />

con equidad, hay que tener presente que era un niño<br />

travieso, nada más), esta lo comentaba con otras<br />

vecinas y yo estaba a la “guay”, un buen día me llamó,-<br />

según dijo después ella- para que la hiciera un recado,<br />

(ir a comprarle alguna cosa) enseñándome una moneda,<br />

pero yo al ir acercándome a ella, me fijé en su<br />

semblante de mala leche y pensé de repente, ¡ya sabe<br />

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