LAS VERDADES DEL ESPIRITISMO copia
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José Aniorte Alcaraz<br />
y la perfección.<br />
La ignorancia y desconocimiento de estas leyes, son la<br />
causa principal de nuestras equivocaciones y actos negativos,<br />
que tantos contratiempos y sufrimientos nos causan.<br />
El Espiritismo viene como una poderosa voz, a despertar<br />
nuestros sentidos adormecidos durante décadas. Demasiado<br />
tiempo ya hemos perdido, considerando la obra divina y las<br />
leyes superiores, desde un punto de vista mezquino y negativo<br />
desde nuestra vida terrena; sin comprender que en el encadenamiento<br />
de nuestras vidas sucesivas y la colectividad de los<br />
mundos, es donde tendremos que encontrar la universal armonía,<br />
la absoluta justicia y la gran ley de la evolución de nuestro<br />
Espíritu, hacia el bien y hacia Dios. La obra divina no puede<br />
medirse ni en el tiempo ni en la extensión. La creación es<br />
incesante, y el Universo inmutable en su infinitud, vive un<br />
proceso de transformación constante en todas sus partes.<br />
Cada planeta que gira en el espacio, es un mundo habitado<br />
por seres humanos o espirituales. La Tierra es uno de los más<br />
mezquinos en la jerarquía de los mundos, y la población terrestre<br />
una de las más inferiores. Pero ella misma se tiene que<br />
perfeccionar, transformar y en último caso, cambiar para que<br />
nuestra esfera sea más habitable y más feliz.<br />
Aspiraciones más elevadas y más nobles harán que esta<br />
humanidad, a lo largo de este siglo, sea conducida por nuevos<br />
caminos para conseguir gradualmente su renovación y su progreso<br />
moral.<br />
Todo se transforma y se renueva con el ritmo incesante de<br />
la vida y de la muerte. Todo se renueva en el Universo; viejos<br />
mundos desaparecen y nuevos se forman continuamente. Los<br />
hombres, igual que los mundos, nacen, viven y mueren; todas<br />
las formas pasan y se desvanecen, mas la vida infinita subsiste y<br />
avanza siempre con su eterno esplendor. Aún así, las existencias<br />
siguen su curso y se desarrollan siglo tras siglo, con sus luces y<br />
sus sombras. Los acontecimientos se suceden sin conexión<br />
aparente, mas la justicia divina infalible fija su curso según<br />
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