PORTADA - Libertas
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POLÍTICAMENTE INCORRECTO<br />
libertas.com.mx<br />
POR RENÉ AVILÉS FABILA<br />
fundacionraf@yahoo.com<br />
PRESIDENCIALISMO<br />
SIN PRESIDENTE<br />
De dos fuentes viene el poder del presidente mexicano<br />
en turno: de un lado, la Constitución le concede un<br />
amplio número de facultades, del otro, la historia y el<br />
tradicional caudillismo nacional, le dan poderes metaconstitucionales.<br />
No hay duda que un presidente de México tiene<br />
una gran fuerza en sus manos; depende de su sabiduría cómo<br />
utilizarla. A veces hay violencia, como en el caso de Gustavo<br />
Díaz Ordaz; en otras la conducta es débil, lo que no significa<br />
que sea negativa, como en el caso de Ernesto Zedillo, y tal vez<br />
el de Miguel de la Madrid. Sin embargo, de pronto el hombre<br />
que ocupa la silla presidencial tiene tendencias autoritarias y<br />
resulta un Carlos Salinas. Desde el inicio mostró que podía ser<br />
un gobernante autoritario, tan es así que hoy ocupa un lugar<br />
destacado en la lista de las aversiones del imaginario popular,<br />
con frecuencia estimulado por los medios de comunicación.<br />
Sea lo que sea, el presidencialismo a la mexicana está allí,<br />
firme y en espera de ver quién sigue en la lista. Puede ser una<br />
persona brutal o francamente suave, respetuosa de los poderes<br />
restantes, incluso atenta a los intereses de la sociedad,<br />
como fue, en un pasado remoto, el general Lázaro Cárdenas.<br />
Ningún otro mandatario como él a lo largo del siglo XX y principios<br />
del XXI.<br />
México necesita todavía transitar de la presidencia fuerte,<br />
brutal, represiva y abusiva a una que conduzca al país con inteligencia<br />
y habilidad, que pueda negociar con legisladores,<br />
con partidos políticos de signo diferente y saber actuar conforme<br />
a los intereses nacionales. Esta pequeña reflexión conduce<br />
a un asunto espinoso: desde hace diez años no hay presidente<br />
o los dos que han operado han cometido tal cantidad de desatinos<br />
que han convertido al nuestro en un Estado fallido. Ni<br />
Vicente Fox ni Felipe Calderón están hechos para gobernar,<br />
por ello el país marcha sin rumbo. El presidente parece no existir,<br />
es un ser transparente, da órdenes que nadie obedece, ni<br />
siquiera sus propios empleados del gabinete. Hay problemas<br />
de toda clase y la oposición puede sin límites ofenderlo, faltarle<br />
el respeto sin que nadie proteste. Parece una contradicción<br />
que vivamos dentro de una nación de sistema presidencialista<br />
y nadie lo tome en consideración. Actúa, se mueve, habla y<br />
vuelve a hablar, pero nadie parece escuchar a Felipe Calderón.<br />
Si antaño el primer mandatario estaba rodeado de políticos<br />
hábiles, de profesionales de la administración pública, hoy<br />
Felipe Calderón, como hace unos pocos años estaba Fox, no<br />
tiene expertos en ninguna materia; prevalece la improvisación<br />
y, lo que es peor, la ineficacia y desde luego la corrupción,<br />
actividad fundamental en México, que los panistas criticaron<br />
con furia para luego, ya en el poder, caer en ella.<br />
No cabe duda que la mejor manera de festejar el Bicentenario<br />
y el Centenario sería haciendo una profunda reforma política,<br />
que permita una serie de poderes capaces de entenderse<br />
entre sí, con una amplia pluralidad y que piense en el país<br />
como interés primordial. La alternancia fue un avance, sí, pero<br />
en más de un aspecto un retroceso. Si los mexicanos elegimos<br />
a un presidente de la república lo hacemos pensando que tomará<br />
decisiones inteligentes y hábiles, no para tener en Los<br />
Pinos a un hombre que se limita a los discursos, que no puede<br />
ocultar sus pasiones y que no hace política, y se limita a intrigar.<br />
Mal está el país a 200 años de arrancada la Independencia<br />
y a 100 de haber hecho un formidable movimiento social, que<br />
pretendía poner a México a la altura de los grandes países. Hoy<br />
somos un remedo de nación tercermundista perfecta.<br />
Siendo más rigurosos, a México le convendría transitar hacia<br />
un régimen parlamentario. ¿Pero, usted cree que los partidos<br />
políticos y en general el sistema que padecemos aceptaría el<br />
cambio?<br />
2 noviembre 20 0