CARAVAGGIO: CRISTO MUERTO, BAJADO DE LA CRUZ Sólo pido ...
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María, junto a la Cruz.<br />
• Que seamos capaces de amar con un<br />
amor sacrificado, es estar dispuestos a<br />
soportar el sufrimiento sin resignarnos a<br />
la derrota.<br />
Y todo esto no se contrapone a otras experiencias<br />
gratificantes del amor, la reciprocidad,<br />
la ayuda mutua, etc. Pero, ciertamente,<br />
éstas también deben estar enraizadas en el<br />
amor de la Cruz, en el amor de Cristo que “me<br />
amó y se entregó a por mí” (Gál 2,20). De otro<br />
modo, serán experiencias pasajeras, sin futuro.<br />
El amor de la Cruz es un “amor de Gracia”.<br />
Es decir, nos lo tiene que regalar el Señor. No<br />
es cosecha nuestra. Nosotros no podemos<br />
amar espontáneamente sin recompensa, sin<br />
gratificación y, mucho menos, recibiendo sufrimiento.<br />
Pero Jesús sí. Jesús ama así. Amó de<br />
una vez para siempre (Cf. Hb 7,27). Y no sólo<br />
nos enseña el camino sino que nos participa<br />
ese amor. Nos lo da. Nos lo regala. “Se trata<br />
de una participación, vital y nacida del fondo<br />
del corazón, en la santidad, en la misericordia,<br />
y en el amor de nuestro Dios” (Catec. nº<br />
2842). Por ello tenemos que orar, recibir la<br />
Gracia en los Sacramentos, permanecer unidos<br />
a la Iglesia. Porque ese es el cauce por<br />
donde llega a nosotros este Amor y “<strong>Sólo</strong> el<br />
Espíritu que es *nuestra Vida* (Gál 5,25)<br />
puede hacer nuestros los mismos sentimientos<br />
que hubo en Cristo Jesús (Cf Fip 2, 1.5)”<br />
(Catec. nº 2843).<br />
Si el Amor de la Cruz “viene de Dios”, también<br />
y por lo mismo, es el que nos acerca más<br />
al Corazón de Dios y a la verdadera alegría.<br />
“Transfigura al discípulo configurándolo con<br />
su Maestro” (Catec nº 2844).<br />
A la luz de este Amor, comprendemos que<br />
los cimientos de nuestra vida no pueden quedarse<br />
en una experiencia exaltante, en maravillosos<br />
sentimientos, sino que han de enraizarse<br />
y fortalecerse en la contemplación de<br />
Cristo y Cristo crucificado que nos ha amado<br />
sin reserva. Él nos da fuerza para “soportar<br />
todo con paciencia y magnanimidad, con alegría”<br />
(Col 1,11).<br />
✒ Sor Cati de la SS. Trinidad, C.P.<br />
Oviedo<br />
Revista Pasionario/135