31.05.2012 Views

La voz de la Estrella nº 2

Revista digital del instituto de enseñanza secundaria La Estrella

Revista digital del instituto de enseñanza secundaria La Estrella

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Tus pa<strong>la</strong>bras<br />

JEAN-MARIE caminaba lentamente a través <strong>de</strong>l frío<br />

pasillo <strong>de</strong>l psiquiátrico. Había intentado resistirse;<br />

<strong>de</strong> hecho, uno <strong>de</strong> los guardas que <strong>la</strong> escoltaban se<br />

resentía <strong>de</strong> un mordisco en el antebrazo, pero el<strong>la</strong><br />

estaba débil por <strong>la</strong> medicación que le suministraban, y<br />

lucía una camisa <strong>de</strong> fuerza, por lo que no tenía nada que<br />

hacer contra los dos gori<strong>la</strong>s que <strong>la</strong> acompañaban por el<br />

pasillo y sus porras. El suelo <strong>de</strong> mármol estaba frío, y el<br />

b<strong>la</strong>nco <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pare<strong>de</strong>s, los muebles, los uniformes <strong>de</strong> los<br />

empleados y los gritos y gemidos <strong>de</strong> los otros internos<br />

hacían que los pelos <strong>de</strong> cualquier persona en su sano<br />

juicio se erizasen. Jean-Marie había vivido toda su vida<br />

en un pequeño pueblo cerca <strong>de</strong> Annecy. Su padre era<br />

pana<strong>de</strong>ro y su madre tenía una pequeña tienda <strong>de</strong> lencería<br />

femenina en <strong>la</strong> Rue du <strong>la</strong>c.<br />

Se pararon en <strong>la</strong> puerta <strong>de</strong>l psicólogo, l<strong>la</strong>maron a <strong>la</strong><br />

puerta y cuando se abrió empujaron a Jean-Marie al interior.<br />

<strong>La</strong> habitación estaba amueb<strong>la</strong>da con un escritorio<br />

<strong>de</strong> roble y una estantería llena <strong>de</strong> libros. <strong>La</strong>s pare<strong>de</strong>s estaban<br />

forradas <strong>de</strong> diplomas académicos y <strong>de</strong> imágenes<br />

<strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s filósofos, como si algo <strong>de</strong> eso fuese a hacer<br />

menos irritable al psicólogo.<br />

-Bonjour Jean-Marie -dijo, sonriente, el psicólogo.<br />

-Bonjour docteur?-preguntó Jean-Marie-. No lo creo,<br />

por <strong>la</strong> mañana me han dado esa maldita medicina que<br />

no sirve para nada, he estado una hora en <strong>la</strong> enfermería<br />

y el resto <strong>de</strong>l día atada a <strong>la</strong> cama. No sé qué concepto<br />

tendrá usted <strong>de</strong> un buen día.<br />

-¿En <strong>la</strong> enfermería otra vez Jean-Marie? ¿Qué te ha<br />

pasado? -preguntó el psicólogo escéptico. Jean-Marie<br />

no le contestó, simplemente se quedó observándole. Era<br />

36 Mayo/Junio 2012 LA VOZ<br />

En <strong>la</strong> profunda oscuridad<br />

un hombre poco mayor que el<strong>la</strong>, y al parecer casado,<br />

cosa que no era una sorpresa, pues era bastante atractivo.<br />

Jean-Marie se preguntó si su mujer sabría que era<br />

un capullo y que cuando una enfermera entraba en su<br />

<strong>de</strong>spacho solía salir con <strong>la</strong>s mejil<strong>la</strong>s coloradas y el pelo<br />

revuelto. No, seguramente no.<br />

-¿Por qué has ido a <strong>la</strong> enfermería? -repitió el psicólogo.<br />

Al ver que Jean-Marie no contestaba, le hizo una<br />

seña a uno <strong>de</strong> los guardas. De manera tosca, <strong>la</strong> levantó<br />

y alzó un bajo <strong>de</strong> sus pantalones, <strong>de</strong>jando ver un gemelo<br />

completamente vendado.<br />

-Mon dieu Jean-Marie, ¿cómo te has hecho esa herida?<br />

-preguntó el psicólogo a<strong>la</strong>rmado.<br />

-No he sido yo docteur, ya <strong>de</strong>bería saberlo -contestó<br />

el<strong>la</strong> irritada. Siempre hacía esa con<strong>de</strong>nada pregunta.<br />

-¿Y me pue<strong>de</strong>s <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> han salido esta vez?<br />

Jean-Marie notaba cómo se enfurecía el psicólogo,<br />

y eso <strong>la</strong> animaba en cierto modo. Se inclinó sobre <strong>la</strong><br />

mesa <strong>de</strong> roble, apoyando los brazos y contestó con una<br />

sonrisa burlona.<br />

-De <strong>la</strong> cerradura <strong>de</strong> mi puerta, docteur.<br />

-¡Mentira!- Estalló el psicólogo.- ¡Eres una insolente!<br />

-¡¿Y cómo esperas que me haga estas heridas?! ¡Me<br />

paso <strong>la</strong> noche atada a esa puta cama sin po<strong>de</strong>r moverme,<br />

jo<strong>de</strong>r!- gritó <strong>la</strong> acusada. Un porrazo <strong>de</strong>l guarda<br />

en <strong>la</strong> tripa acabó con <strong>la</strong> discusión.<br />

Volviendo a su habitación, Jean-Marie miró por una<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong>s ventanas <strong>de</strong>l pasillo, una que daba a <strong>la</strong> calle.<br />

Cómo ansiaba salir <strong>de</strong> aquel lugar, ser libre y po<strong>de</strong>r salir<br />

<strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> injusta prisión. De pequeña, Jean-Marie había<br />

sido como <strong>la</strong>s <strong>de</strong>más niñas <strong>de</strong> su edad, jugaba con muñecas,<br />

<strong>de</strong> mayor quería ser veterinaria y tenía, como<br />

todas <strong>la</strong>s niñas y niños <strong>de</strong> su edad, miedo a <strong>la</strong> oscuridad.<br />

Des<strong>de</strong> que era pequeña, cada vez que su madre<br />

salía <strong>de</strong> su cuarto por <strong>la</strong> noche y apagaba <strong>la</strong> luz, <strong>de</strong> los<br />

muebles y cajones <strong>de</strong> <strong>la</strong> habitación <strong>de</strong> <strong>la</strong> pequeña Jean-<br />

Marie empezaban a surgir espeluznantes criaturas, que<br />

ro<strong>de</strong>aban su cama y empezaban a bur<strong>la</strong>rse <strong>de</strong> el<strong>la</strong> y a<br />

amenazar<strong>la</strong>: sin embargo, ellos nunca <strong>la</strong> tocaron, o por<br />

lo menos su madre le dijo que nunca lo harían.<br />

Se equivocaba.<br />

Su madre <strong>de</strong>cía que esas criaturas no eran reales.<br />

También se equivocaba.<br />

Aquel<strong>la</strong>s criaturas eran reales, y Jean-Marie lo sabía,<br />

solo que nunca pudo <strong>de</strong>mostrárselo al mundo. Nadie <strong>la</strong><br />

creía, el<strong>la</strong> hab<strong>la</strong>ba <strong>de</strong> monstruos y ellos <strong>la</strong> tachaban <strong>de</strong><br />

loca peligrosa. Con diez años, Jean-Marie se armó <strong>de</strong><br />

valor, y una noche, cuando todavía no habían salido, se<br />

<strong>de</strong>stapó, bajó <strong>de</strong> su cama y se fue al cuarto <strong>de</strong> baño sin<br />

encen<strong>de</strong>r <strong>la</strong> luz, pero al salir al pasillo, oyó un crujido en el<br />

suelo, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> el<strong>la</strong>. De repente se quedó paralizada, con<br />

el pulso a mil y los ojos tan abiertos que pensó que se saldrían<br />

<strong>de</strong> sus orbitas. Estaban <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> el<strong>la</strong>, y aunque <strong>la</strong><br />

casa estaba sumida en el silencio, los sentía. Pese a todo<br />

no pudo girarse, el miedo se lo impedía, por esa razón no

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!