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10 INMIGRANTES SE ENAMORARON DE LAS PLAYAS Y EL CLIMA DE PUERTO LA CRUZ “EL ORIENTAL ES FAMILIAR, NOBLE Y BUENA GENTE” Miles de extranjeros llegaron a Anzoátegui por casualidad. Unos por amor, ot ro s por trabajo y el resto para escapar de situaciones difíciles. La mayoría ve a este estado como su hogar y asegura que no tiene planes de regresar a su lugar de origen. Cinco historias recuerdan las bondades del Oriente PO R AILEEN NIETO FOTOS OTTO IRAZÁBAL / CARLOS REYES Por unas vacaciones que han durado 22 años y que no tienen intenciones de terminar. Así fue como Marcelino Portela, colombiano, llegó a Anzoátegui. Quería visitar a una hermana y pasear, pero nunca regresó. Se enamoró de la costa, del clima y de una falconiana que ya había hecho de este estado su hogar. Muchos venezolanos han tenido, alguna vez, la idea de emigrar a otras latitudes para buscar nuevas oportunidades. Casi un millón 200 mil personas, según el último censo del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), encontró en Venezuela la paz, la estabilidad, el amor y las amistades que tanto buscaron en sus tierras natales. Miles de ellos lo hicieron en Anzoátegui. “Ya tengo a casi toda mi familia aquí y las veces que vamos a Colombia no vemos la hora de regresar”. Portela es uno de esos extranjeros que quedó flechado por la magia anzoatiguense, al igual que Irina Filippova, Pe- dro González, Alexandre de Mello y Giovanni Calligiore, cuyas historias recuerdan las bondades de esta entidad. AMOR SIN FRONTERAS En Ortega, un pueblo rural del departamento <strong>El</strong> Tolima, se vive prácticamente del trabajo de campo. Allí nació y vivió Marcelino hasta que se mudó al Caquetá en 1975, con 12 años de edad. Su hermana mayor ya vivía A contarse En diciembre de 2011, el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) había censado 650 extranjeros en Anzoátegui, durante la primera etapa del registro de ciudadanos nacidos en otros países que viven en el estado. Entre enero y febrero de este año, la cifra fue de 250. 18 DE MA RZO DE 2012
en Puerto La Cruz y, en 1990, lo invitó a pasar una temporada con ella. “Cuando vi el paisaje, las playas y el ambiente de desarrollo turístico que se respiraba en esa época, no lo pensé dos veces. Agarré un carro y me puse a prestar servicio de transporte desde el Paseo Colón hasta el Doral Beach, que en ese entonces funcionaba como hotel. A los tres meses ya tenía dinero suficiente y abrí mi tienda de ropa en el centro porteño, la misma que tengo desde entonces, y me va bien”. Dos años después, en el trajín de ese populoso sector de la ciudad, se encontró y se enamoró de Zulibeth Gil, nativa del estado Falcón. Ya no tenía dudas de que este sería su hogar por el resto de su vida. Su trabajo lo llevó a conocer otras regiones, pero ninguna le gustó tanto como para residenciarse. Además, quiere estar cerca de uno de sus lugares favoritos: Isla de Plata. Los Portelo tienen un hijo de 15 años y, poco a poco, han recibido a otros hermanos de Marcelino. “Ayudé a un sobrino a entrar en la Universidad Santa María porque también se enamoró de la zona y de una muchacha. Ese tampoco se regresa ( r i s a s) ”. Por amor también se vino Irina Filippova.Nació en Tas- hkent, capital de Uzbekistán, donde estudió Diseño del Medio Ambiente (paisajismo). Esta carrera la llevó a Almaty, en la vecina Kazakhstan, y cuando trabajaba como decoradora para un evento internacional petrolero, en 2007, conoció a un maracucho por el que se mudó a Venezuela en enero del año 2008. Se casaron en Maracaibo y ese mismo año tuvieron a su hijo Sebastián. No le gustaba mucho esa ciudad por el clima tan caliente, así que cuando su cuñado los invitó a Puerto La Cruz, las maletas prácticamente se hicieron solas. “Aún siento que el tiempo no pasa porque en mi país estamos acostumbrados a las estaciones. Aquí hay un verano eterno, pero las playas, las marinas, la brisa costera y el hecho de que aquí llueva, han facilitado el cambio. Me gusta estar aquí”. Lo más difícil para esta joven inmigrante ha sido encontrar trabajo, pues su carrera no es muy solicitada. Pero el arte corre por sus venas y decidió dedicar- se a fabricar muebles con desechos, principalmente las botellas plásticas del refresco que su esposo toma a montones. Primero lo hizo para entretenerse, pero ahora sus vecinos son sus primeros clientes y hasta le llevan materiales para que continúe su obra. Al mismo tiempo cría a Sebastián, un pequeño bastante activo que seguramente hablará dos idiomas. PAZ AL FIN Durante la primera mitad del siglo XX, Venezuela era considerado el país de las segundas oportunidades para los europeos, cuyo continente atravesaba uno de los momentos más duros de su historia. No fue precisamente el amor lo que atrajo a muchos de ellos a nuestro país, sino más bien el instinto de superviencia.Ped ro Una realidad Maximiliam Koop, profesor y cronista de Lechería, asegura que el estado se ha visto opacado por la falta de políticas públicas. “Si bien en Anzoátegui se puede surgir económicamente, hay gente que no se interesa por radicarse en estas tierras por considerar que el desarrollo que se veía en los años 70 y 80 se ha estancado, hasta el punto de no generarle una adecuada calidad de vida. Muchos vienen por trabajo y luego se regresan a su lugar de or igen.” Pese a todo, reconoce que en Anzoátegui existe una amplia oferta para la recreación: restaurantes, playas y locales nocturnos. 18 DE MA RZO DE 2012 11
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