Información geográfica, hacia el tercer milenio - Inegi

INEGI. Información geográfica, hacia el tercer milenio
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The New World,1616. Gabriel Tatton. Imagen europea del territorio
de la Nueva España.
Como era de esperarse, en los primeros años
después de la Conquista, los cartógrafos europeos
tuvieron que limitarse a representar a la Nueva España
trazando exclusivamente el contorno de sus costas.
Fue hasta 1579 que en el Theatrum Orbis Terrarum
de A. Ortelius pudieron conocerse por fin una buena
cantidad de detalles, rasgos interiores y topónimos
novohispanos representados en el mapa Hispania
Novae publicado como parte de ese Atlas.
Eran tiempos en los que las tierras desconocidas
atraían a exploradores y aventureros, que al penetrar
en ellas, reunían en mapas tanto sus impresiones de
viaje como sus fantasías, sintetizando en documentos
cartográficos imaginación y realidad.
Para finales del siglo XVI y principios del
XVII, la Corona española requirió una serie de
informes detallados a sus colonias americanas
para diversos fines. Las disposiciones reales
especificaban la exigencia de recabar información
completa respecto a diversos aspectos geográficos:
orografía, bahías, caminos, asentamientos, tierras,
habitantes, minas y otros temas, a los que deberían
responder las autoridades civiles y eclesiásticas. De
esa labor resultaron documentos notables,
denominados “Relaciones Geográficas”, como las de
los reinos de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya, Nuevo
León, etcétera.
Mal informados por corsarios, piratas y
aventureros, los cartógrafos ingleses empezaron a
representar a la Baja California como isla. Este error
prevaleció durante mucho tiempo, no obstante que
el padre Eusebio Kino lo desmintió categóricamente al
finalizar el siglo XVII. Fue tal la fuerza del mito, que
el rey Fernando VI optó por expedir una real cédula