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5 LOS INSECTIANOS. LAS CUCARACHAS DEL ESPACIO.<br />

Los insectianos serían lo más parecido a nuestros insectos pero de mayor tamaño (unos 2 metros). Su estructura<br />

y esencia es mecánica. Su entorno muy seco y su mecanismo parece un mecano untado en un aceite espeso<br />

que no se lo lleva ni el sol ni el aire. Ni el calor ni el viento. Parecen máquinas de la forja de Vulcano. Poseen<br />

una coraza a base de placas de quinina remachada recubiertas de sustancia fotosintética que les hace idóneos<br />

para vivir en un desierto calcinado. Su corazón hace tic tac tic tac como el reloj de la cocina. La coraza absorbe<br />

las radiaciones solares y nucleares que llegan de los tres soles, Ultra Violeta y de más alta energía, que dañaría<br />

la maquinaria de la vida. Los pigmentos fotosintéticos les proporcionan energía: los insectianos no comen, se<br />

alimentan gracias a su contínua exposición al sol. El silicio constitutivo lo extraen del suelo. Sus ojos son plaquitas<br />

de silicio que transforman la luz en impulsos eléctricos. Su cerebro millones de interruptores acoplados, y sus<br />

músculos, complejos juegos de poleas y palancas. Todo regulado por ruedas dentadas espirales y transistores<br />

de efecto campo. Yunques y martillos. Discos y zapatas. Electroimanes y Antenas. Tornillos y tuercas.<br />

Condensadores y cerámica. Sus sueños son de hojalata.<br />

Para que su corazón palpite, para que el proceso metabólico de obtención de energía sea eficiente, toda la<br />

maquinaria de los insectianos, animales de sangre fría, ha de estar entre los 40 y 50 grados Celsius. Así que a<br />

la mínima se mueren de frío. Así que su único problema son entonces la noche y los fuertes vientos que les<br />

enfrían el cuerpo hasta temperaturas por debajo de las óptimas para el proceso, por ello hace ya tiempo que<br />

viven en la gigante red de canales y nodos transparentes, en el gigantesco invernadero.<br />

Una vez los astrónomos insectianos detectaron el problema, la inesperada visita de un sol masivo y sus 34<br />

planetas. Tas meses y meses haciendo cálculos y cálculos, diagnosticaron la vida de Insectus en unos 10.000<br />

años, como mucho. Era mucho tiempo, pero la espera es de algo muy terrible, así que empezaron apresuradamente<br />

a buscar un nuevo hogar. Las distancias interestelares no eran un problema para ellos porque se metían en<br />

un “capullo de seda” cósmico, echaban unos cálculos, y podían viajar en estado de larva largas distancias, sin<br />

prisas, a donde quisiesen. Serían okupas de un planeta que no estaba vacío, sería un acoso inmobiliario<br />

planetario. Lo tenían decidido.<br />

La clave de semejante comportamiento era la urgencia, el temor y la casualidad en el mundo de los insectianos:<br />

lo mejor que encontraron como nueva casa fué un planeta frío y asqueroso, pegajoso, en la fría esquina de la<br />

galaxia. Y les pareció fantástico.<br />

El planeta elegido para el acoso era llamado Naranja por alguno de sus habitantes. Era frío, oscuro (noche de<br />

12 horas cada 24 en el ecuador) e inhóspito, con demasiado oxígeno e hidrocarburos, pero en un rincón muy<br />

estable de la galaxia e infinitamente menos amenazado que el suyo. Ese planeta poseía unas dimensiones<br />

adecuadas, era relativamente asequible, pero no estaba preparado para acogerles. No servia mucho para sus<br />

propósitos, pero tenía posibilidades. Estaba recubierto de una biosfera, poseía muchos estructuras dielectricas<br />

blandas de carbono, y demasiado oxígeno en la atmósfera. Todo ello para nada interesante. Pero aunque era<br />

frío para los insectianos, era lo suficiente grande como para mantener una atmósfera espesa. Habría que<br />

transformarlo, hacer lo habitable: desertizarlo. Eliminar posibles predadores e infecciones y acabar con una<br />

naturaleza que les resulta hostil.<br />

La solución era simple: había que reaccionar el carbono con el oxígeno y transformar toda la materia orgánica<br />

y una parte substancial del oxígeno atmosférico en dióxido de carbono, CO2, para hacer una atmósfera espesa<br />

que atrapase la radiación del sol y aumentar así la temperatura en la superficie del planeta. Simple. Pero cómo?<br />

Pese a su aspecto monstruoso y agresivo, no iban a realizar una invasión estelar con miles de pequeñas naves<br />

disparando rayos láser. No tenían maneras de pegarle fuego al planeta. Pensaron enviar meteoritos, la gigantesca<br />

y definitiva bola de fuego, pero su masa y velocidad eran demasiado grandes para ser manejables. También<br />

pensaron inducir múltiples volcanes, sacando todo el magma hirviendo y producir el último y total incendio.<br />

Demasiado complicado.<br />

En ese planeta habitaban los andrónidos, era una especie, como todas, especial. Tremendamente experimentadores,<br />

los andrónidos habían extendido la etapa exploradora de la infancia a toda su vida, se pasaban el día jugando.<br />

Jugaban a arrancarle las patas a una cucaracha para ponerselas a una hormiga. A arrancarle las alas a las<br />

mariposas, muertas, para hacer cortinas. No eran mala gente, sólo irresponsables. Y tremendamente emotivos.<br />

Sus vidas eran siempre unos dramas. Podían pasársela entera entre ilusiones y sollozos. Morir de amor o vivir<br />

de fábula.<br />

Los insectianos tenían prisa pero no tanta. No podían aterrizar un puñado de ellos con lanzallamas e intentar<br />

quemar la atmósfera. Sin embargo tenían suficiente energía y tecnología para enviar un grupo de los suyos en<br />

una expedición de retorno en tiempos razonables, y mucho conocimiento genético. Siguieron pensando.<br />

Pensaron en aumentar la cantidad de oxígeno de la atmósfera, para inducir un incendio inapagable, pero en<br />

algún momento, la falta de oxígeno dejaría medio quemados muchos bosques. Pensaron también en virus<br />

multi-especie, muti-reino, que atacasen bacterias, animales y plantas y luego, que la progresiva putrefacción y<br />

lenta combustión al sol produjese el efecto deseado, pero se temía que durante el periodo de putrefacción<br />

masiva, nuevas especies apareciesen para procesar esa ingente cantidad de materia orgánica muerta se<br />

hiciesen resistentes al cambio y que llevasen el experimento fuera de control. Al final optaron por la introducción<br />

del gen expoliador en una de sus especies más plástica y promiscua en territorio y entorno que encontraron:<br />

los andródinos. La Herramienta.<br />

Y así es que hace unos 8.000 años enviaron dos grupos de especialistas en viajes espaciales y codificación<br />

genética exógena para aterrizar cerca del ecuador (el frío era su principal enemigo) del Planeta Naranja.

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