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7 LOS ANDRÓNIDOS.<br />

Milenios más tarde, en el Planeta Naranja, había una especie, bueno, no era ni la especie entera, un parte de<br />

una especie que parecía preocupantemente desajustada. Los andrónidos vivían en el mundo. Los andrónidos<br />

eran parte del mundo. Formaban parte íntegra de la transferencia de vida entre las diferentes partes del substrato<br />

continuo de biomasa. Pero parecía, curiosamente, que había andródinos, en aquella época y en casi todas,<br />

algunos más que ha otros, empeñados en destruir el substrato vivo sobre el que sustentaban. No tenia sentido,<br />

no trabajaban para ellos, pues se atacaban. Para quién trabajaban en la destrucción de la vida, incluyendo la<br />

suya propia, en su planeta? Violando el asi principio de supervivencia?<br />

Los andródinos ya llevaban unos 5.000 años desde la primera y oficialmente única visita de los insectianos a<br />

el Planeta Naranja. Y las cosas no iban bien. Su mundo colapsaba, la contaminación desequilibraba hacia el<br />

colapso a cada vez más formas de vida. La concentración de CO2 en la atmósfera aumentaba, y así la<br />

temperatura del planeta. Mientras tanto no paraban de talar los bosques para poner cemento. Consumían<br />

compulsivamente y sin aparentemente motivo toda fuente de energía disponible a su alcance. Se inventaron<br />

el cuarto principio de la termodinámica: La materia puede tener la estructura que uno quiera siempre y cuando<br />

se gaste suficiente energía en ello. No podían evitarlo. Cada vez producían más productos “ecológicos” cuyo<br />

consumo de energía durante la vida útil era menor que en el caso de los antiguos modelos, sí, pero la simple<br />

producción del producto “ecológico” en cuestión consumía mucha más energía de la que nunca llegaría a<br />

ahorrar. Además, la distribución de bienes a través del planeta se había disparado, lo que implicaba un costoso<br />

gasto energético, se disparaba exponencialmente. Los del continente A iban al B y los del continente B iban<br />

al A, los pobres a los países ricos a buscar trabajo y los ricos a los países pobres a buscar descanso. Hasta<br />

el agua se embotellaba y viajaba miles de kilómetros sobre zonas desérticas para ser consumida en zonas<br />

húmedas en las antípodas. No tenía sentido. No lo podían evitar. Quemaban árboles para iluminarse durante<br />

las largas noches de insomnio donde preocupados debatían sobre la desaparición de los bosques. Su condena<br />

era consumir sin freno, gastar más de lo necesario dentro de cualquier contexto.<br />

Su ambición desmedida les hacia prósperos al tiempo que fuertes, y así globalizaban su planeta a la vez que<br />

lo empobrecían y su diversidad decrecía. La pérdida de diversidad era grave. Es como tener un cuchillo multiusos<br />

del ejercito suizo, al que se le van arrancando las piezas. En el fondo, cuanto más diverso y versátil más<br />

capacidad para adaptarse a la adversidad y sobrevivir.<br />

Para los insectianos la decisión había sido sencilla. Escogieron una especie con un genoma suficientemente<br />

plástico y que de partida ya presentase un comportamiento altamente oportunista respecto a donde vivir y el<br />

qué comer. Una vez seleccionados, estos individuos, la consecuencia fue un incremento artificial de su instinto<br />

de supervivencia hasta el absurdo: al temer tanto a la muerte, llegaron a temer a la vida, lo que llevó inexorablemente<br />

a luchar contra ella. El resto lo haría el tiempo.<br />

Este gen preparaba a sus poseedores a ser los más inquietos y ávidos, incansables de objetos inaccesibles y<br />

deseos insatisfacibles, con lo cual se aseguraba su proliferación. Lo curioso es que iban a aparecer e iban a<br />

creer que sus objetivos, que su existencia, buscaba una meta, y no eran conscientes que la única meta que<br />

tenían era progresar materialmente como fuese y hacia donde fuese … más, más y más. Un condicionamiento<br />

genético que les llevaría ha dominar el mundo, pero a diferencia de sus hermanos, no sabrían establecerse y<br />

vivir, siguiendo las leyes que la madre naturaleza que los había creado dictaba… estaban más allá y ya no eran<br />

100% de éste mundo. Un puñal se había clavado en el corazón de la naturaleza y poco a poco la herida la<br />

desangraría.<br />

Como eran las Herramientas hacían más palacios, más casas, más cosas. Movían más tierra, más tecnología<br />

de la destrucción, más ciencia del dolor (que les permitía finalmente destruir más rápido). La idea insectiana<br />

no era de transformar a los andródinos en una especie altamente letal, como algunos virus, pues su letalidad<br />

frena su diseminación (se mueren tan pronto los individuos que la infección no puede avanzar tan rápido). Hacían<br />

muchas cosas bien, lo que permitía que se instalasen más y más en el planeta, que ocupasen cada vez nichos<br />

más lejanos de su origen, más remotos, separados por océanos de agua o mares de hielo, lo que representaba,<br />

a largo plazo, un problema más grave. El objetivo del expoliador era agotar a cenizas el planeta.<br />

Llegaron a una situación límite de contaminación y trastornos climáticos que les alertó del peligro inminente de<br />

extinción masiva al que habían llegado. El estudio, la urgencia, el miedo y la ciencia, les llevó a su primer hallazgo:<br />

descubrir un comportamiento aberrante en los andródinos no compartido por ninguna otra especie: El gato<br />

engordado no caza ratones. El águila satisfecha deja escapar su presa. El león, cuando está saciado, se duerme,<br />

no sigue cazando para tener un gran saldo en el banco de gacelas muertas. He visto las fotos del león y la<br />

gacela a pocos metros el uno del otro, abrevando en el mismo charco, en plena sequía. Desobedeciendo la<br />

ley del más fuerte. La tregua del agua. Por el contrario, los andronidos no podían evitarlo, satisfacer todas las<br />

hambres no era suficiente para calmar sus ansias. Sin saber porqué, se dieron cuenta de que algo no iba bien,<br />

y que en ese caso eran demasiados. Calcularon la energía que recibía el planeta por unidad de tiempo y la<br />

manera de transferirse y almacenarse, y calcularon el gasto medio de energía por androdiano. Era evidente,<br />

demasiados gastaban demasiado. Demasiado para el equilibrio del planeta. Lo estaban quemando. Fue una<br />

decisión muy difícil, pero no encontraron otra. El consejo de representantes del planeta en un momento planteó<br />

cancelar la reproducción durante el tiempo necesario para que la tasa natural de mortalidad diezmase la población<br />

y que entonces su reducido número fuese soportable por el planeta, sobretodo teniendo en cuenta su desarrollo<br />

tecnológico. Las alternativas eran guerras sin final, por unos recursos que irían disminuyendo (y aún más rápido<br />

en tiempo de guerra) hasta el diezmo.

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