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Por: Francisco Franco Suárez
(OPINIÓN)
El miércoles 20 de junio de 2011
(20-J) es un día histórico para el
Ecuador. En ese día, el diario El
Universo, sus propietarios (los
Hnos. Pérez) y el ex editor de opinión y ex
columnista del mismo medio, Emilio Palacio
Urrutia, fueron condenados al pago
de US$ 40 millones y guardar 3 años de
cárcel. El juez temporal que dictó esta condena,
en horas de la madrugada leyó un
voluminoso expediente y en una muestra
de capacidad de síntesis asombrosa,
firmó y notificó el extenso fallo al día
siguiente. ¡La revolución millonaria avanza!
¿Qué fuerza sobrenatural infundió sobre
el juez temporal Juan Paredes? Ninguna.
Los asuntos judiciales no son temas esotéricos;
estos se sustancian con la ley, la
jurisprudencia, la doctrina y la sana crítica
en la mano. Sin embargo, en esta república
por hacer que es el Ecuador, las mañas
de unos superan las virtudes de otros. Al
juez lo impresionó la muestra de poder
que presenció al llegar a su despacho.
¿A quién no infunde temor ver piquetes
enteros, guardaespaldas armados, funcionarios
de alto nivel de Gobierno, todos
al mando incondicional de un solo
hombre? El juez temporal Paredes, preso
de sus aprensiones, dictó lo que algún espíritu
no tan divino le susurró en sueños.
Todo en la madrugada del 20 de julio.
¿Qué nos sorprende de esto? La revolución
ciudadana, siempre descomedida, está al
mando de un Robespierre criollo. Llegó
a la presidencia sin diputados; logró que
un TSE descuaderne vía resolución al
Congreso Nacional; tuvo diputados a mesa
puesta, con manteles incluidos. Redactó a
empellones su Constitución; fue reelecto
en una sola vuelta; maneja la agenda
legislativa sin tener mayoría; y ahora va por
la aún débil Función Judicial ecuatoriana.
Según nuestra Constitución los tratados
internacionales ocupan sitial jerárquico
sobre la legislación nacional. La ley
debe ajustarse a lo dispuesto en esa
legislación internacional; y si la ley no
está adecuada, prevalecen los tratados
garantistas. La injuria está penada con
cárcel en el Ecuador. Pero no es menos
cierto que el Ecuador es parte del sistema
20–J:
la revolución millonaria*
Según nuestra Constitución los tratados internacionales
ocupan sitial jerárquico sobre la legislación
nacional. La ley debe ajustarse a lo dispuesto en esa
legislación internacional; y si la ley no está adecuada,
prevalecen los tratados garantistas.
interamericano de protección de
derechos humanos, y como tal, nuestra
Función Judicial está obligada a consultar
la jurisprudencia que arroja la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.
De las más de 5 mil páginas del expe-
diente del juicio, el juez Paredes se olvidó
de leer la sentencia del afamadísimo caso
del argentino Eduardo Kimel que resolvió
la Corte Interamericana; como tampoco
leyó el artículo 11.3 de la Constitución
vigente.
Si a El Universo le hicieron lo que le
hicieron, ¿qué no le harán al ciudadano
común? Dentro de nuestra lánguida
institucionalidad, la Función Judicial no
era totalmente revolucionaria. Ya lo está
y autorizado por referendo. ¿Qué le falta
ahora al régimen? Tomar Guayaquil. Nebot
es un importante obstáculo. ¿Y después
de Nebot, qué? Las marchas y plantones
son expresiones finitas; no tenemos más
remedio que comenzar a organizarnos
para actuar políticamente. No tenemos
otra salida.