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RECOLECCIONES DE UN MÍSTICO - Fraternidade Rosacruz no ...

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Entonces comenzó el peregrinaje a través de la materia y por milenios hemos<br />

vivido en este duro y cruel envoltorio del cuerpo, que oscurece la luz del<br />

paraíso al espíritu que encierra.<br />

El espíritu es como un diamante en su primitivo estado y los lapidarios<br />

celestiales, los Ángeles del Desti<strong>no</strong>, se esfuerzan constantemente en limpiarlo<br />

a fin de que el espíritu brille a través del vehículo que lo aprisiona.<br />

Cuando el lapidario mantiene el diamante contra la muela, éste emite un<br />

chillido parecido a un grito de dolor a medida que la cubierta opaca que lo<br />

envuelve va desapareciendo; pero gradualmente y por sucesivas aplicaciones<br />

contra la muela, el diamante tosco puede llegar a ser una piedra preciosa de<br />

trascendental hermosura y pureza. De igual modo, los seres celestiales a cuyo<br />

cargo está nuestra evolución, <strong>no</strong>s mantienen fuertemente contra la muela de la<br />

experiencia. De ello resultan el dolor y el sufrimiento que despiertan el<br />

espíritu que dormita dentro de <strong>no</strong>sotros. El hombre que se contentaba hasta<br />

entonces con propósitos materiales, indulgente con sus sentidos y el sexo,<br />

queda imbuído de un divi<strong>no</strong> descontento que le impulsa a buscar una vida<br />

más elevada.<br />

La consecución de esta aspiración, sin embargo, <strong>no</strong> llega usualmente sin una<br />

dura batalla contra la parte baja de la naturaleza. Fue mientras así luchaba que<br />

Pablo exclamó con toda la angustia de un devoto y aspirante corazón: "¡Oh,<br />

qué infeliz soy...! El bien que quisiera hacer, <strong>no</strong> lo hago y el mal que <strong>no</strong><br />

quisiera hacer, es lo que hago... Me deleito en la ley de Dios si sigo mi<br />

interior; pero veo otra ley en mis miembros luchando contra la ley de mi<br />

imaginación y veo también que consigue reducirla a cautividad bajo la ley del<br />

pecado que está en mis miembros..." (Rom. 7:19-24.)<br />

Si se prensa una flor, su fragancia queda en libertad y llena todo su alrededor<br />

con su grato perfume, deleitando a los que son lo bastante afortunados para<br />

encontrarse cerca. Los golpes aplastantes del desti<strong>no</strong> pueden vencer a un<br />

hombre o a una mujer que haya alcanzado el punto de la eflorescencia, pero<br />

sirven únicamente para hacer sentir la dulzura de la naturaleza y elevar la<br />

hermosura del alma hasta brillar con un efluvio que señala a su poseedor como<br />

con un halo. Entonces es cuando está en el sendero de la Iniciación.

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