RECOLECCIONES DE UN MÍSTICO - Fraternidade Rosacruz no ...
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CAPÍTULO IX<br />
EL CRISTO FUTURO<br />
Hemos visto previamente como la humanidad en su infancia, en los tiempos<br />
de los atlantes, vivía unida bajo la guía directa de divi<strong>no</strong>s caudillos y como fue<br />
eventualmente extraída del agua y colocada un una atmósfera clara y límpida<br />
donde la separación de cada individuo, de todos los demás, fue de súbito<br />
visible.<br />
"Dios es Luz", la luz que se transformó en vida en el hombre. Era todo oscuro<br />
y difuso acromáticamente en la densa atmósfera de los primeros atlantes,<br />
incolora como en el aire en un día de niebla espesa de esta época y de ahí la<br />
unión de todos los seres que vivían en aquella luz. Pero cuando el hombre se<br />
levantó de las aguas; cuando emergió en el aire donde la manifestación de<br />
Dios, la Luz ,era refractada en multitud de matices, esta luz de coloración<br />
variada, fue de modo diferente absorbida por cada individuo. Así se inauguró<br />
la diversidad al contemplar la raza humana el grandioso arco iris con sus<br />
hermosos y variadísimos colores. Aquel arco puede ser considerado, por lo<br />
tanto, como el umbral de la puerta de entrada a "la tierra de promisión" o sea<br />
el mundo como está actualmente constituído. Aquí la luz de Dios <strong>no</strong> es ya más<br />
el insípido tinte de los primitivos atlantes. El actual despliegue asombroso de<br />
colores <strong>no</strong>s dice que la consigna de la edad presente es la segregación y, como<br />
consecuencia, mientras permanezcamos en la condición actual bajo la ley de<br />
ciclos alter<strong>no</strong>s, de donde provienen el vera<strong>no</strong> y el invier<strong>no</strong>, el flujo y reflujo,<br />
u<strong>no</strong>s a otros sucediéndose con inquebrantable secuencia, mientras el arco de<br />
Dios se vea en el cielo, emblema de la diversidad, estaremos todavía en los<br />
tiempos del reinado del hombre y el reinado de Dios estará en suspenso.<br />
Sin embargo, tan seguro como que las condiciones edénicas sobre las cuales<br />
las islas de fuego en movimiento de la antigua Lemuria, terminaron en la<br />
separación de los sexos, expresando cada u<strong>no</strong> un elemento del fuego creador y<br />
haciendo la unión del hombre y la mujer tan necesario a la generación del<br />
cuerpo, como la unión del hidróge<strong>no</strong> y del oxíge<strong>no</strong> lo es para la producción<br />
del agua y tan seguro como que la emergencia de la atmósfera acuosa de los<br />
atlantes al ambiente aireado de Ariana, el mundo de hoy, promovió más y más<br />
la segregación en naciones separadas y en individuos que pelean u<strong>no</strong>s contra<br />
los otros (porque las formas agudamente diferentes que comportan les<br />
impulsan, cegándoles, a la inalienable unidad de cada alma con respecto a las