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Francia,<br />
de la<br />
((Cfrandeza» a<br />
la subversión<br />
/.-/. Servan-S chr ei ber<br />
acaba de decir en Barcelona<br />
que la alianza entre estudiantes<br />
y obreros no durará<br />
en Francia, Que el romanticismo<br />
político de los estudiantes<br />
franceses es incompatible<br />
con las reivindicaciones<br />
laborales muy concretas<br />
de los trabajadores galos. La<br />
subversión universitaria fue<br />
la señal de salida, pero sería<br />
ingenuo creer que los incidentes<br />
políticos iban a quedar<br />
constreñidos a una simple<br />
algarada de estudiantes.<br />
La importancia de la subversión<br />
francesa estriba en<br />
la significación general dentro<br />
de la evolución del régimen<br />
gaullista. Francia está<br />
pasando del "sueño dogmático"<br />
de la grandeza a la<br />
realidad sangrante de un panorama<br />
social nada halagüeño.<br />
Tras el magnífico<br />
decorado potemkinesco de<br />
una política exterior "personal",<br />
que por su orientación<br />
pudo cerrar la boca a<br />
la izquierda de obediencia<br />
comunista, se ocultaban muchos<br />
problemas, entre los<br />
cuales cabe destacar el paro<br />
creciente, la desesperada situación<br />
de los jubilados, la<br />
inflación, la crisis campesina<br />
en las áreas deprimidas,<br />
etcétera. La retórica gaullista<br />
pudo enmascarar durante<br />
un tiempo estas realidades<br />
tremendas en un país<br />
en el que las palabras tienen<br />
consideración de objetos.<br />
Pero hoy la subversión emerge<br />
al exterior. Y no puede<br />
decirse precisamente que se<br />
trate de las clásicas minorías<br />
de agitadores que aprovechan<br />
cualquier coyuntura.<br />
O mucho nos engañamos o<br />
la crisis francesa toca a lo<br />
más profundo del régimen<br />
de la V República.<br />
Las declaraciones del general<br />
De Gaulle, lúcidas e<br />
inteligentes como corresponde<br />
a una gran figura política,<br />
si bien admiten la necesidad<br />
de reformas, manejan,<br />
siguen manejando, el tópico<br />
del orden y del desorden en<br />
un momento en que precisamente<br />
el orden está salvaguardado<br />
gracias a la huelga<br />
general. De lo que se trata<br />
no es de salvaguardar el orden<br />
burgués, dicen los obreros<br />
y estudiantes, sino de<br />
transformar este "desorden"<br />
en un estructura revolucionaria.<br />
¿Es posible esta transformación?<br />
Aquí los nuevos<br />
revolucionarios f ran ceses<br />
chocarán con un hecho sencillamente<br />
d e sconcertante:<br />
uno de los pilares del "anden<br />
regime" es el propio<br />
Partido C o mu nista, que,<br />
ejercitando, una vez más, el<br />
clásico oportunismo, pretende<br />
ahora engancharse en el<br />
furgón de cola, cuando la<br />
revolución se está haciendo<br />
en la calle, tras un reguero<br />
de excomuniones y advertencias<br />
contra los "izquierdistas"<br />
y maoísías. El Parti<br />
MADRID 21 DE MAYO DE 1968<br />
do Comunista francés, ejercitando<br />
una vez más su "derecho<br />
al retraso", llega tarde,<br />
cuando las decisiones<br />
populares se han tomado en<br />
otro nivel, diferente y específico<br />
al de los comités políticos:<br />
en la calle.<br />
Pero la fuerza política de<br />
un país o de un régimen se<br />
basa en lo que podríamos<br />
llamar "de mo cr acia de<br />
aguante"; es decir, en la capacidad<br />
del régimen democrático<br />
para sostener y mantener<br />
el orden democrático,<br />
admitiendo la huelga e incluso<br />
la subversión, sin perder<br />
los estribos ni recurrir<br />
a los estados de excepción.<br />
En esta capacidad para sobrevivir<br />
se manifiesta la vitalidad<br />
de un régimen o su<br />
agonía. La pregunta que hoy<br />
se hacen muchos franceses<br />
es la de cómo va a salir el<br />
régimen deL general De<br />
Gaulle de esta prueba de<br />
fuerza. La respuesta no parece<br />
difícil. Si la clase obrera<br />
e intelectual {¿que otra cosa<br />
son los estudiantes?) jamás<br />
ha ocultado su oposición al<br />
general De Gaulle no es menos<br />
cierto que Ja burguesía^<br />
francesa ha sido unánime en<br />
sostenerlo, se tratase de la<br />
guerra de Argelia o de la<br />
Europa de las patrias. Esta<br />
clase social todavía se mantiene<br />
en el candelera del Poder,<br />
por tradición y por razones<br />
políticas evidentes—sociedad<br />
del bienestar, capital<br />
monopolista, etc.—. No es<br />
previsible que, sin mediar ni<br />
una revolución total ni una<br />
guerra, la burguesía francesa<br />
ceda el Poder a la izquierda<br />
obrera, desacreditada en<br />
gran medida por la actuación<br />
de los socialistas en la<br />
IV República y por el oportunismo<br />
de los comunistas<br />
antes y después de Stalin.<br />
Pocos se han referido en<br />
estos días de inquietud a la<br />
enorme capacidad del régimen<br />
gaullista para esquivar<br />
tempestades y convocar a<br />
sus fuerzas homogéneas. Pero<br />
este llamamiento puede<br />
significar la ruptura del régimen<br />
democrático a favor<br />
de un régimen de fuerza, que<br />
hable de reformas con las<br />
tropas en la calle. Sólo en<br />
último extremo veríamos a<br />
De Gaulle recurrir al Ejército.<br />
Y sólo si las cosas van<br />
tan mal que no ¡jaya otro remedio.<br />
Por otra parte, la<br />
moción de censura izquierdista<br />
es significativa. La izquierda<br />
clásica, elegida en<br />
los comicios, quiere jugar<br />
su carta en la legalidad democrática,<br />
mientras el descontento<br />
se cristaliza en el<br />
arroyo; es decir, mientras<br />
surgen nuevas fuerzas revolucionarias<br />
que ni se sienten<br />
representadas por comunistas<br />
y socialistas, ni creen en<br />
la efectividad de una democracia<br />
burguesa.<br />
A. M.<br />
Régimen económic<br />
democracia Por ARMAND líPAS<br />
El sistema político existente en una sociedad<br />
determinada no es independiente<br />
del régimen ecoHÓmico que allí predomina.<br />
La construcción de una democracia<br />
moderna; es decir, económica y social, es<br />
un problema que no puede afrontarse sólo<br />
desde el punto de vista político: sus relaciones<br />
con los regímenes económicos actuales<br />
no son excesivamente estrechas. Esto<br />
quiere decir que no todos los regímenes<br />
económicos son necesariamente favorables<br />
al establecimiento de este tipo de democracia.<br />
Pero antes de examinar el tema parece<br />
importante definir la nueva visión que<br />
es necesario potenciar en lo que respecta<br />
al análisis de las relaciones entre lo político<br />
y lo económico.<br />
NECESIDAD<br />
DE UNA VISION PROFUNDA<br />
Hay muchas gentes que creen en Occidente,<br />
que se está produciendo un movimiento<br />
de convergencia evolutivo que afecta<br />
a los dos regímenes políticos que existen<br />
• actualmente. Están convencidos de que al<br />
final el régimen económico capitalista evolucionará<br />
hacia una intervención creciente<br />
del Estado {que constituye para ellos el<br />
signo visible del socialisino), mientras que<br />
el régimen económico socialista se liberalizará<br />
poco a poco, implantando en los<br />
escalones inferiores del sistema productivo<br />
una mayor autonomía. El movimiento paralelo,<br />
pero de sentido contrario, debería<br />
conducir a un encuentro de los dos sistemas<br />
y a la creación de lo que Merlau-<br />
Ponty llamaba hace más de veinte años<br />
"economía generalizada".<br />
Esta opinión ha sido aceptada por otros<br />
en el plano puramente político y, brillantemente<br />
ilustrada por Maurice Duverger,<br />
sobre todo en su "Introducción a la política",<br />
lo que le ha proporcionado bastantes<br />
seguidores. Desgraciadamente no nos<br />
parece que el porvenir sea tan fácilmente<br />
''previsible como este tipo de tesis dejan<br />
suponer. A estas tesis puede oponérseles<br />
dos críticas fundamentales: la primera se<br />
refiere al error de visión que resulta de<br />
una técnica de extrapolación sin precauciones;<br />
la segunda se refiere a la ignorancia<br />
de las reglas fundamentales de la dinámica<br />
económica.<br />
El error fundamental de estas tesis que<br />
nosotros llamamos "de convergencia" reside<br />
en la ausencia de relativización temporal<br />
en las observaciones efectuadas por<br />
sus protagonistas. En ciencias sociales,<br />
como en ciencias físicas, hay una gran<br />
corriente que se inspira en la teoría einsteniana<br />
de la relatividad. La visión que<br />
podemos tener del porvenir en un momento<br />
dado está siempre, más o menos, en<br />
función de la extrapolación que se haya<br />
i<br />
i<br />
I<br />
I<br />
realizado a partir de este instante de las<br />
tendencias pasadas. Ahora bien; nadie nos<br />
asegura que estas tenjlencias no se pararán,<br />
se acelerarán o frenarán su velocidad. Es<br />
necesario, pues, dudar continuamente de<br />
las extrapolaciones, y esto debe constituir<br />
la óptica permanente del especialista en<br />
ciencias sociales, si es que desea efectuar<br />
previsiones.<br />
LA DIVERGENCIA<br />
El examen de la evolución actual de los<br />
regímenes económicos, capitalista y socialista,<br />
obliga a pensar que es necesario<br />
superar la tesis de la convergencia. Ciertamente,<br />
el capitalismo cuenta cada vez más<br />
con el Estado y con la técnica de planificación,<br />
igual que el socialismo acelera su<br />
libefalizáción y descentralización, tal como<br />
demuestran los recientes acontecimientos<br />
de la Europa oriental, pero nada nos permite<br />
sospechar ni afirmar que estos dos<br />
regínienes marchen hacia su encuentro.<br />
Por eí momento, este movimiento se parará<br />
cuando ambos lleguen a la misma<br />
altura. La dinámica económica, según los<br />
últimos descubrimientos, nos enseña que<br />
estos movimientos son esencialmente de<br />
tipo acumiilativo y que hay pocas posibilidades<br />
de que lleguen a un estado estacionario,<br />
que además sería único. Es, por otra<br />
parte, la tesis defendida en "Capitalismo,<br />
socialismo y democracia" por ese gran liberal<br />
que fue Joseph Schumpeter. Esto nos<br />
lleva a sospechar que después de una fase<br />
de acercamiento asistiremos a una segunda<br />
etapa de evolución, que corresponderá<br />
a un alejamiento creciente de los dos regímenes,<br />
porque sus leyes de dinámica interna<br />
continuarán actuando y no hay razones<br />
para pensar que dejarán de hacerlo<br />
a partir del momento en que se acerquen.<br />
Será necesario algún día escoger entre<br />
estos dos regímenes económicos, bajo pena<br />
de encontrarse en un estado completamente<br />
diferente del que se consideraba al principio<br />
como deseable a causa de la realización<br />
de ciertos fines extraeconómicos.<br />
Es decir, que el economista no puede vivir<br />
en la dulce quietud y pasividad intelectual<br />
que significa lógicamente la tesis<br />
de la convergencia inevitable de los dos<br />
regímenes. Todo lo contrario, se trata para<br />
él de dar prueba a la vez de imaginación<br />
creadora y de valentía, a fin de llevar a<br />
cabo la elección que corresponda mejor a<br />
su visión política, social y humana.<br />
HAY QUE ELEGIR ^_^<br />
Pero la economía no evoluciona en un<br />
universo cerrado: no es más que uno de<br />
las aspectos de la actividad humana en el<br />
plano social. Mantiene estrechos contactos,<br />
por tanto, con el sistema político existente<br />
en un momento dado y en un marco espa<br />
—Por unanimidad se acepta que una vez al año<br />
esta Junta general siente un pobre en su mesa.<br />
•RssíSíSjaaííg!<br />
cial determinado. Es evidente entonces que<br />
el observador político y el ciudadano consciente<br />
no pueden permanecer indiferentes<br />
ante los diversos regímenes económicos y<br />
su evolución, puesto que estos últimos determinan<br />
en gran parte el sistema político<br />
en vigor. Si se piensa que dentro de la<br />
gama de regímenes políticos posibles la<br />
democracia es el único que armoniza<br />
con la dignidad de la persona humana y<br />
con las exigencias de evolución histórica,<br />
tal como ha sido analizado, por ejemplo,<br />
por Teilhard de Chárdin, puede uno preguntarse<br />
sobre las relaciones que se maniffestan<br />
y se desarrollan entre esta democracia<br />
y los dos regímenes económicos que<br />
coexisten hoy día.<br />
Para las víctimas de los mitos socio-políticos<br />
de la propaganda organizada por e!<br />
sistema capitalista el problema está claro:<br />
la economía de tipo capitalista favorece el<br />
desarrollo de la democracia, la libertad y,<br />
por tanto, de la persona humana, mientras<br />
que la economía de tipo socialista no engendra<br />
más que esclavitud política, dictadura<br />
y negación de los derechos del hombre.<br />
Es ésta una concepción que se trata<br />
de superar y por ello es preciso analiza]<br />
cuidadosamente a las fuerzas internas actuaíites<br />
en cada uno de los dos regímenes<br />
económicos y que gobiernan su evolución<br />
a largo plazo. Sólo un análisis dinámico<br />
puede permitimos juzgar las consecuencias<br />
futuras de esta evolución en el plano<br />
político. Sólo entonces será posible escoger<br />
entre una de las dos soluciones propuestas,<br />
Ahora bien; tal análisis a profundidad<br />
demuestra que, de hecho, es el régimen<br />
capitalista o neocapitalista actual el que<br />
tiende a la supresión de la democracia,<br />
porque no asegura (y cada vez menos) la<br />
participación de todos en las decisiones que<br />
se toman y porque conduce a la desaparición<br />
de toda posibilidad real de control<br />
yerciaderamente democrático en el plano<br />
de la utilización de los medios de producción<br />
y en la realización de estas decisiones.<br />
Todos los "poderes compensadores"<br />
no hacen variar para nada el asunto, y<br />
esta verdad es la que ha provocado la decepción<br />
del teórico Galbraith en su último<br />
libro, "The new industrial state".<br />
El carácter negativo de la evolución del<br />
sistema capitalista se encuentra reforzado<br />
por la irracionalidad económica creciente<br />
y a continuación por la cristalización de las<br />
estructuras económicas producto de los monopolios.<br />
En cuanto al régimen económico<br />
socialista, tampoco su compatibilidad con<br />
la democracia económica y social está asegurada;<br />
pero parece que puede llegar a<br />
serlo si la evolución se realiza en un sentido<br />
descentralizador, como en el caso de<br />
los países de Europa oriental.<br />
5rí2SgS^55?á^ág