3el piano del 27. el grupo

Conservatorio Pablo Sarasate, y fue una de las personas que
más me influyeron y ayudaron en lo que tal vez sea el logro
más importante para un intérprete: la formación de un criterio.
Como otros miembros de su generación madrileña,
se interesaba por los antiguos españoles, particularmente
por Soler, Victoria, Guerrero, Salinas y Cabezón. Sobre un
Tiento de este último (el n.º XIII/Ve, de cuarto tono), había
compuesto incluso una preciosa obra coral (La que tengo no
es prisión) con aplicación de un texto coetáneo. Remacha
había seguido también con interés al núcleo del Instituto
Español de Musicología que, junto a otros como Kastner,
Querol, Marius Schneider, Donostia, etc., mantenía en Barcelona
Higinio Anglés. Él me puso en contacto con las escasas
ediciones existentes; su ejemplar del Libro de Venegas,
cuyo estudio a fondo me recomendó, estuvo durante muchos
años entre mis materiales, al igual que las rarísimas ediciones
de Cabanilles y Correa de Araúxo. Era un maestro vocacional
y gozaba transmitiendo lo que sabía. Ningún lugar
mejor que éste para recordar las palabras sobre el Remacha
joven que Gustavo Pittaluga, en esta misma Residencia de
Estudiantes, pronunció en aquel acto considerado fundacional
por la generación de la República:
Fernando Remacha es el romántico. Pero claro, un romántico
como puede serlo el de hoy. Si en su romanticismo tuviera
que tomar una resolución trágica, ésta podría ser sólo provocada
por la música misma.
El resultado es una música llena de sugerencias, de inquietud
constante, de constante busca de la misma música. Remacha
desea una música tan libre del más ligero asomo de contaminación,
que si para hacerla pudiera prescindir del sonido,