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Mi Gente

Número 4 Enero

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La Pascua Vieja en Chile<br />

Revista <strong>Mi</strong> <strong>Gente</strong> - Fotos: Internet<br />

Esta es una fecha que<br />

debiera ser para los<br />

pueblos y las naciones<br />

un regalo de Dios, que<br />

nos brinda la oportunidad,<br />

al menos una<br />

vez en el año, de hacer un recuento de<br />

nuestras vidas, lo que hicimos y lo que<br />

no. Sin embargo, a la vez también se<br />

convierte en un mes emotivo, repleto de<br />

sentimientos y nostalgias.<br />

¿Será este el verdadero espíritu<br />

navideño?<br />

Revisando nuestra historia, de todas<br />

las fiestas populares el mes de diciembre<br />

las tenía todas casi por completo<br />

acaparadas: la Inmaculada, la Novena<br />

del Niño, la Pascua y el Año Nuevo. La<br />

Merced, las Clarisas, el Carmen, Santo<br />

Domingo, San Francisco, San Saturnino,<br />

las Recoletas, los Dominicos y todas<br />

las iglesias menores, iniciaban las festividades<br />

con el Mes de María y seguían<br />

con la Novena del Niño. Cada cual rivalizaba<br />

en el adorno de los altares; las<br />

mejores flores que producían las quintas<br />

de Santiago iban a perfumar las iglesias;<br />

todas las clases sociales se hacían un deber,<br />

si no en seguir el Mes, por lo menos<br />

en ir de vez en cuando, sobre todo, a las<br />

iglesia del centro, las que anunciaban<br />

con gran anticipación el día de prédica.<br />

La ceremonia religiosa netamente<br />

popular era la de los “Nacimientos”.<br />

Había muchas familias que hacían una<br />

Novena para sus amistades. Lentamente,<br />

todo el año se iban almacenando objetos<br />

y juguetes que adornarían el “Nacimiento”.<br />

En la habitación más grande<br />

de la casa, por lo regular en el salón, que<br />

daba siempre a la calle y al primer patio,<br />

se construía la montaña hecha de trapo<br />

pintarrajeado y con una nota de naturaleza<br />

en potencia que ponía el trigo, sembrado<br />

en tiestos de diversas formas días<br />

antes por la servidumbre.<br />

Con anticipación, también, se hacían<br />

las invitaciones y comprometía a<br />

las amistades para asistir a la Novena,<br />

asegurando que la propia sería en todo<br />

muy superior a la famosa de fulana o zutana.<br />

No había invitado, por pobre que<br />

fuese, que no hiciera un obsequio para<br />

el Niño Dios.<br />

En el medio de ella, el pesebre; había<br />

verdaderas obras de arte de imaginería<br />

traídas ex profeso de Italia y Francia.<br />

El Niño Jesús, la Virgen, San José, los<br />

Pastores en adoración en el establo, los<br />

Reyes Magos cabalgando sus camellos,<br />

ya ascendiendo por los caminos de polvos<br />

abrillantados que imitaban la nieve,<br />

entre velitas de cera de todos colores,<br />

juguetes, mazapanes y confites que ponían<br />

redondos de estupor y deseo los<br />

ojos de los niños.<br />

Colgando del techo pendía la histórica<br />

estrella guía forrada en papel de<br />

estaño con un mechón de hilos refulgentes.<br />

A un costado de la montaña se instalaban<br />

los asientos para el coro, el arpa y<br />

las guitarras, y del otro la mesa con los<br />

refrigerios y los “dulces de las monjas”.<br />

Durante 20 minutos sólo se oía la<br />

voz monocorde de la dueña leyendo la<br />

novena y el murmullo y runruneo de bocas<br />

repitiendo, mientras se revolvían inquietos<br />

y aburrido los chicos. De pronto,<br />

todos se santiguaban y a una seña de una<br />

de las niñas de la casa pulsaban el arpa<br />

y las guitarras y entonaban cánticos y<br />

villancicos para el Niño Dios, recién<br />

nacido en el establo de Belén.<br />

Terminando el cántico estallaban<br />

los aplausos. Mujeres, hombres y niños<br />

echaban a vuelo las matracas, tocaban<br />

pitos y sirenas, los chicos corrían al patio<br />

a quemar fósforos y “guatapiques”.<br />

Los sirvientes se deslizaban entre<br />

los asistentes con bandejas de dulces y<br />

copas, mientras la dueña de casa alentaba<br />

a servirse, con las clásicas palabras:<br />

“Sírvanse; es aloja de culén, horchata<br />

con almendras de la huerta; sorbete de<br />

guindas. Ustedes, caballeros, sírvanse<br />

ʻmistelaʼ; la han hecho las niñas, Coman<br />

dulces, que son de las Clarisas”.<br />

Comiendo dulces y rezando la Novena<br />

se hacían bodas, amistades, noviazgos y<br />

no pocas disputas y riñas.<br />

Ya oscurecido, las gentes se dispersan<br />

comentando complacidas las<br />

canciones y los agasajos recibidos,<br />

mientras en la casa las niñas enfundaban<br />

las guitarras y el arpa, y la dueña,<br />

cuidadosamente, apagaba las velas<br />

una a una.(A.Mook)<br />

Que hermoso sentido de Pascua o<br />

Navidad, aunque no tan remoto. Aún<br />

recuerdo cuando era pequeño y mi<br />

madre nos vestía con mis hermanos<br />

muy etiquetados y mi padre nos sacaba<br />

a dar una vuelta. <strong>Mi</strong>entras ella terminaba<br />

de preparar la cena familiar, él<br />

colocaba dulces en el árbol de Navidad<br />

y nos hacían adornar con nuestros<br />

juguetes favoritos su entorno; luego<br />

nos dormíamos temprano, ya que a la<br />

mañana siguiente abriríamos nuestros<br />

regalos. Otros, como mis hermanos<br />

mayores, confiados dejaban sus zapatos<br />

en la ventana esperando que se<br />

depositaran allí sus obsequios. Más<br />

de alguna vez esos zapatos quedaron<br />

sin su par.<br />

Que dicha. Pocas criaturas almacenan<br />

sus recuerdos y tienen conciencia<br />

de sus actos y, más aún, reciben<br />

un regalo cada año de sus vidas,<br />

que les otorga la posibilidad de volver<br />

a comenzar. Muchas felicidades...<br />

<strong>Mi</strong> <strong>Gente</strong> / 11

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