30.03.2014 Views

la-sociedad-juliette-sasha-grey

la-sociedad-juliette-sasha-grey

la-sociedad-juliette-sasha-grey

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Y aquí hay otra cosa que quiero dejar bien c<strong>la</strong>ra:<br />

Soy una verdadera creyente. Adoro <strong>la</strong> leche.<br />

Aunque me convertí hace re<strong>la</strong>tivamente poco. No siempre he<br />

sido así. De hecho, era todo lo contrario.<br />

Si pienso en <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra «lefa» y <strong>la</strong> visualizo, no debería<br />

sorprender que <strong>la</strong> idea de que un chico quiera echarme <strong>la</strong> lefa encima, o<br />

cerca, no me ponga en absoluto. Es que no es nada sexy. No me evoca el<br />

arrebato trascendental que se experimenta durante el orgasmo humano, ya<br />

sea femenino o masculino. Suena a <strong>la</strong>s sobras que quedan cuando un<br />

hombre ha terminado de usarte. O a <strong>la</strong> goma usada que tiras a <strong>la</strong> papelera<br />

después. Por eso, para mí, «lefa» siempre había sido algo sucio y obsceno.<br />

Me daba asco. No quería verlo, no quería sentirlo y, por supuesto, no<br />

quería probarlo.<br />

Justo al terminar el instituto tuve un novio que siempre<br />

intentaba terminar corriéndose en mi cara. Le gustaba y quería que a mí<br />

también me gustara, así que siempre encontraba un pretexto para hacerlo<br />

cuando le apetecía. Estábamos fol<strong>la</strong>ndo tan a gusto y de pronto me <strong>la</strong><br />

sacaba, subía por mi cuerpo para ponerse a horcajadas sobre mi cara, como<br />

un cachorrito que intenta abrir <strong>la</strong> puerta con <strong>la</strong> pata y que salta a los brazos<br />

de su amo si lo han dejado solo durante mucho rato. Con <strong>la</strong> diferencia de<br />

que ese tío no era más que un pringado que veía demasiado porno y que no<br />

tenía <strong>la</strong> menor idea de cómo dar p<strong>la</strong>cer a una chica de carne y hueso. Yo lo<br />

apartaba con un golpe, como a un cachorro que no deja de montárselo con<br />

tu pierna, y lo más cerca que llegó a correrse de mi cara fue mi vientre.<br />

Pero ni siquiera eso me gustaba. Ni <strong>la</strong> textura, ni <strong>la</strong> temperatura. Me<br />

provocaba un malestar interno. Solo de pensarlo se me revolvía el<br />

estómago.<br />

Después de él, en <strong>la</strong> universidad, salí con un jugador de fútbol<br />

americano. Con cuerpo de deportista de élite y cara a juego. Pero cuando se<br />

apagaban <strong>la</strong>s luces, se apagaba también nuestra vida sexual. Su<br />

personalidad era tan inexistente como su imaginación en <strong>la</strong> cama. Yo<br />

siempre intentaba llegar al orgasmo antes que él porque cuando él se corría<br />

yo me enfriaba por completo. Cuando él llegaba al orgasmo se ponía a<br />

gimotear como un niño a punto de llorar. Siempre me preguntaba si iba<br />

puesto hasta arriba de esteroides y nunca sabía si de verdad deseaba fol<strong>la</strong>r<br />

conmigo o si estaba fingiendo.<br />

Entonces algo cambió. Se podría decir que tuve una

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!