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EL YAGUAR - Panthera

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Danés, depredado por un tigre que rondaba de noche su<br />

campamento, y sin ellos darse cuenta siquiera, se llevó a este<br />

pesado can, sin dejar rastro alguno. Después en plena zona central,<br />

viajando con sus bestias de carga de la Hacienda Cura a<br />

Guacara, un tigre los siguió por muchos kilómetros, el baqueano<br />

trataba con sus gritos ahuyentar al gran felino, pero este únicamente<br />

lo evadía para aparecer por otro lado siempre buscando<br />

los caballos. Sin embargo a pesar de todos los encuentros que<br />

tuvo, Humboldt nunca temió a ningún depredador (léase yaguar,<br />

caimán u otros) ni a ningún indígena, tanto como a las inmensas<br />

nubes de zancudos, mosquitos y jejenes, que lo atormentaron<br />

durante toda su estadía en la zona como el mismo lo afirma.<br />

Sin ir tan lejos, transportémonos al Valle de Caracas y las faldas<br />

del Ávila. En 1842 el botánico belga Jean Jules Linden, describiría<br />

como en su asenso a la Silla de Caracas se encontró de<br />

frente en pleno aguacero, con un enorme tigre entre los bambucillos,<br />

en el asiento de la Silla, entre los Picos Occidental y<br />

Oriental. También el pintor y botánico alemán Karl Ferdinand<br />

Appun a mediados del siglo XIX, narraba como los tigres lo<br />

acechaban de noche en sus campamentos en la Serranía<br />

de San Esteban, Estado Carabobo inclusive como uno de ellos<br />

cazó una pesada mula en la Cumbre del Hilaria, cerca de la<br />

posada donde dormía.<br />

Abundancia y matanza de yaguares<br />

A comienzos de 1950 la abundancia de yaguares en Venezuela era<br />

tal que, por ejemplo, un grupo de cazadores venezolanos y norteamericanos<br />

(con una jauría de perros entrenados), mataron 29<br />

yaguares en 32 días y un total de 43 tigres y capturaron tres vivos,<br />

durante tres meses de cacería en un hato Barinés. A partir de esas<br />

últimas décadas hasta mediados de 1970 comenzó el auge del comercio<br />

de pieles de felinos a nivel mundial, incluyendo a los felinos<br />

de piel manchada (yaguares y ocelotes o cunaguaros) en tierras<br />

venezolanas. Las cifras de felinos masacrados en masa fueron espantosas.<br />

Brasil exportó, entre 1957 y 1969, 80.119 kilogramos<br />

de pieles de yaguar, equivalentes a unos 16.000 yaguares. Desde<br />

diversos países de América Latina se exportaron a EE.UU. un total<br />

de 31.104 pieles de yaguar entre los años 1968 y 1970.<br />

Si cada yaguar subsiste en un territorio de ocupación que puede<br />

variar de 30 a 100 km2 (de 3.000 a 10.000 hectáreas) de hábitat<br />

adecuado, imagínense la magnitud de la masacre y en cuántos<br />

miles de kilómetros cuadrados no quedaron felinos sobrevivientes.<br />

En los últimos años del comercio peletero el tamaño de<br />

las pieles comenzó a disminuir (lo que significa que los adultos<br />

fueron exterminados y se estaban rematando los remanentes<br />

juveniles). En Venezuela este comercio fue declarado ilegal por<br />

los esfuerzos del Dr. Gonzalo Medina (q.e.p.d.) del Ministerio del<br />

Ambiente en la década de los setenta, pero nunca llegó a tener<br />

la envergadura que tuvo en los países vecinos. Se trataba de un<br />

negocio que era muy atractivo, la venta de una piel de yaguar<br />

equivalía a más de un año de sueldo de un vaquero, y obreros<br />

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