Primeras páginas de 'Presentimientos' - Prisa Ediciones
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De las profundida<strong>de</strong>s salió el farmacéutico con una<br />
prisa que le dio un aire más juvenil aún.<br />
—¿Tenemos un biberón?<br />
—Sí —dijo Félix mirando al taxista—. Hay uno con<br />
agua y otro vacío en la bolsa. Dele el vacío.<br />
La preparación duró unos cinco minutos porque<br />
el farmacéutico tuvo que leerse las instrucciones, abrir el<br />
paquete, limpiar la cafetera y calentar el agua. Cuando<br />
el bi berón estuvo a punto, Félix se echó unas gotas en el<br />
dorso <strong>de</strong> la mano para comprobar que no quemase. Y por<br />
fin se lo puso en la boca. Tito se calló bruscamente y el<br />
silencio relajó el ambiente. Los tres hombres suspiraron<br />
como di ciendo misión cumplida. En quien más fuerte<br />
sonó el sus piro fue en el taxista. Tito con la cara mojada<br />
y enrojecida entornó los ojos. Félix, por su parte, con los<br />
brazos y las manos ocupadas, se las arregló para recoger<br />
el pañal sucio con el que no sabía qué hacer, hasta que<br />
el farmacéutico salió <strong>de</strong> <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l mostrador con una<br />
papelera y la puso bajo el pañal.<br />
Cuando llegaron al hospital, Tito ya había eructa do.<br />
Lo puso en el capazo y pagó al taxista añadiendo una<br />
buena propina. Le estrechó la mano. Era la persona con<br />
quien más cosas había compartido en este lugar <strong>de</strong>l mun do<br />
oscuro y perfumado hasta la náusea.<br />
Las luces blancas <strong>de</strong>l hospital <strong>de</strong>shacían la humedad<br />
aceitosa que lo ro<strong>de</strong>aba. Las sombras agigantadas<br />
<strong>de</strong> las palmeras cubrían la fachada igual que una araña.<br />
Se gún se acercaba a la puerta, el corazón se le iba acelerando,<br />
por mucha experiencia que tuviese en mantener<br />
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