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revista completa en pdf - Revista EL BUHO

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con Azerbaiyán y exhiba a los tontos responsables<br />

del ídem acuerdo, decrete la remoción de la estatua<br />

de Heydar y coloque <strong>en</strong> su lugar un dolm<strong>en</strong><br />

<strong>en</strong> honor de Bosques y de los seres humanos que<br />

le debieron la vida. Dicho lo cual me si<strong>en</strong>to a una<br />

laaarga espera.<br />

En el 2008, cuando se cumplieron 116 años<br />

del natalicio y 13 de la muerte de don Gilberto,<br />

una de las av<strong>en</strong>idas principales del barrio vi<strong>en</strong>és<br />

de Donaustadt fue bautizada como “Paseo Gilberto<br />

Bosques”. En aquella ocasión dediqué JdO a su<br />

recuerdo. Hoy comparto de nuevo aquel texto <strong>en</strong><br />

la serie “memoria y nostalgia” con la que cierro<br />

mi año periodístico.<br />

Entre qui<strong>en</strong>es escaparon al holocausto gracias a<br />

la mediación de Bosques hay nombres como María<br />

Zambrano, Carl Aylwin, Manuel Altolaguirre, Wolfgang<br />

Paal<strong>en</strong>, Max Aub, Marietta Blau, Egon Erwin<br />

Kisch, Ernst Roemer y Walter Gru<strong>en</strong>.<br />

Gilberto Bosques no ti<strong>en</strong>e un monum<strong>en</strong>to<br />

<strong>en</strong> México, pero su ejemplo habla de lo mejor de<br />

nuestro pueblo y de la gran tradición diplomática<br />

mexicana, la que reconoció al Japón <strong>en</strong> 1888,<br />

la que abrió las puertas al exilio español <strong>en</strong> 1939,<br />

la que salvó la vida a dec<strong>en</strong>as de chil<strong>en</strong>os <strong>en</strong><br />

1973 cuando el golpe de Pinochet, la que nos dio a<br />

G<strong>en</strong>aro Estrada. Este Señor, a qui<strong>en</strong> pocos recuerdan<br />

hoy, cumplió su deber con digna ser<strong>en</strong>idad.<br />

A la manera de Thoreau, se negó al camino fácil<br />

de cerrar los ojos a “lo inevitable” y eligió asumir<br />

la responsabilidad de una decisión que <strong>en</strong> más de<br />

una oportunidad lo <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tó con el mismo gobierno<br />

de su país. En 1988 la Secretaría de Relaciones Exteriores<br />

publicó su testimonio. Aquí fragm<strong>en</strong>tos:<br />

“Al ocurrir la invasión alemana a Francia […]<br />

tuvimos que recurrir a medidas extremas para la<br />

def<strong>en</strong>sa de los mexicanos. Por ejemplo <strong>en</strong> el caso<br />

de un señor Béistegui, hijo del que fuera ministro de<br />

México <strong>en</strong> París y Berlín, durante los últimos años<br />

del porfiriato, […] apreh<strong>en</strong>dido y llevado a prisión<br />

sin explicación alguna. En su auxilio, resolví clausurar<br />

las visas para los franceses, medida que el<br />

gobierno francés estimó como muy grave, porque<br />

esos casos se decid<strong>en</strong> de gobierno a gobierno, o al<br />

m<strong>en</strong>os por instrucciones del gobierno a la misión<br />

diplomática. Pero como la jurisdicción del cónsul se<br />

cifra especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el auxilio de los mexicanos,<br />

resultaba un caso que correspondía al consulado<br />

[…]. Ese señor fue tratado con mucha crueldad.<br />

La mujer estaba <strong>en</strong>ferma de tuberculosis y murió.<br />

A Béistegui le permitieron asistir, con guardia, al <strong>en</strong>tierro.<br />

Luego de poner <strong>en</strong> un sepulcro a su señora,<br />

lo regresaron de inmediato a la prisión.<br />

“Las medidas tomadas para auxiliar a los refugiados<br />

españoles pronto resultaron insufici<strong>en</strong>tes<br />

ante la <strong>en</strong>orme aflu<strong>en</strong>cia de exiliados […]. Se instalaron<br />

dos campos de refugio <strong>en</strong> dos barrios de Marsella,<br />

M<strong>en</strong>net y Sulevin, <strong>en</strong> donde tuvieron abrigo y<br />

protección aquellos hombres que corrían grandes<br />

peligros. En el castillo de la Reynarde había de 800<br />

a 850 personas, que t<strong>en</strong>ían todo lo necesario […].<br />

En el castillo de Montgrand había unos 500 niños<br />

y mujeres […]. Se tuvo que instalar una oficina jurídica<br />

para def<strong>en</strong>der a aquellas personas que, por<br />

de nuestra portada

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