<strong>Economía</strong> <strong>para</strong> <strong>todos</strong> C. ¿Cómo resolver el dilema? Soluciones dictatoriales y soluciones democráticas Entonces, ¿cómo se organizan las comunidades <strong>para</strong> enfrentar los problemas de qué, cómo, cuándo, cuánto producir y <strong>para</strong> quién? Hay una solución simple a este problema: un dictador que maneje <strong>todos</strong> los recursos de la economía y que decida, a nombre de toda la comunidad, cómo contestar esas preguntas. En este caso, serán los gustos y preferencias del dictador los que se impondrán a toda la sociedad. Podría ser que el dictador fuese “bueno”, y tratase de representar los gustos de la comunidad pero, al final, en la duda, tendrá que imponer sus propias preferencias o su propia interpretación de los deseos o preferencias de los miembros de la comunidad. Naturalmente, <strong>para</strong> imponer su solución, el dictador tendrá que tener un a<strong>para</strong>to represivo suficientemente poderoso como <strong>para</strong> acallar las quejas y “suprimir” los conflictos que pudieran presentarse. Aunque parezca increíble, soluciones parecidas a esta se ensayaron en el mundo en el pasado, como por ejemplo en la antigua Unión Soviética durante la mayor parte del siglo XX. Tales soluciones fracasaron estruendosamente: se produjo un fuerte desperdicio de recursos ya que se fabricaban cosas que la gente no quería adquirir; y en cambio, se producían cosas al margen de las disposiciones oficiales que se transaban ilegalmente y que generaban un fuerte incentivo a la corrupción por falta de control social. En la práctica, los sistemas de dirección central de la economía no pudieron lograr lo que hacen los precios: orientar los recursos en las direcciones deseadas por compradores y vendedores y promover su uso más eficiente, en el sentido de usar el mínimo posible de ellos <strong>para</strong> lograr los objetivos deseados, o alcanzar dichos objetivos en el máximo grado posible con lo recursos de que se dispone. Si las soluciones dictatoriales no funcionan, ¿cómo resolver en una comunidad el dilema que genera la escasez de recursos y tiempo frente a las necesidades? ¿Cómo compatibilizar las diferentes preferencias de los miembros de la comunidad? En buenas cuentas ¿cómo decidir qué cosas se producirán, quién hará qué, cómo lo hará, cuánto y cuándo se producirá, cuánto le tocará a cada uno? Estas son las grandes preguntas que la ciencia económica busca responder, con vistas a proponer ideas <strong>para</strong> lograr la mejor respuesta posible, que será aquella que dé el mayor grado de satisfacción a los miembros de la comunidad. Del hecho de que los recursos sean escasos se desprenden algunas conclusiones que dan pistas <strong>para</strong> saber si nos acercamos al ideal de dar la mayor satisfacción posible a los miembros de una comunidad. Si los recursos son escasos frente a las necesidades, entonces debemos usar la menor cantidad posible de recursos <strong>para</strong> satisfacer una necesidad determinada porque, de ese modo, dejamos más recursos disponibles <strong>para</strong> satisfacer otras necesidades. Por ejemplo, si en dos lugares muy cercanos se vende pan de la misma calidad y tipo, y en uno es posible comprar el kilo por $400, mientras que en el otro vale $420, ¿por qué pagar más de $400? Podría ser que en el local más caro se atienda mejor y más rápido, pero entonces estamos pagando el exceso no por el pan, sino porque nos atienden mejor y, en realidad, estamos comprando dos productos: pan y calidad de atención o ahorro de tiempo. Otro ejemplo del ahorro de recursos se encuentra en la producción. Si una empresa puede fabricar un producto determinado usando menos materiales y energía, menos horas de maquinaria y de mano de obra que los que utilizan 14
Capítulo I otras empresas, podrá vender su producto más barato, y la gente lo preferirá. Tenderán a prosperar más aquellas empresas que hagan mejor uso de los recursos <strong>para</strong> producir. Tanto consumidores como empresas aprovecharán las oportunidades que surjan: comprar más barato un producto de calidad determinada, o producirlo más barato. Así, el precio de los productos es una guía <strong>para</strong> que la gente compre, según su preferencia, los más baratos de entre los bienes que desea comprar, que serán precisamente aquellos producidos por empresas que utilizan mejor sus recursos <strong>para</strong> generarlos, es decir, que los fabrican a menor costo. Los precios juegan un rol esencial en una economía no dictatorial: guían tanto a las familias como a las empresas a usar mejor sus recursos. Vendo jabón Sapito a $50 la barra ¡No vendí nada! No vendí nada. Tendré que producir menos o hacer otra cosa A la gente no le gustó mi producto 15