LA ENSEÃANZA PAULINA SOBRE LOS DONES Y ... - Revista Biblica
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REVISTA BÍBLICA<br />
Año 41 – 1979<br />
Págs. 141-153<br />
[141]<br />
<strong>LA</strong> ENSEÑANZA <strong>PAULINA</strong><br />
<strong>SOBRE</strong> <strong>LOS</strong> <strong>DONES</strong> Y <strong>LOS</strong> MINISTERIOS<br />
Un estudio exegético de Efesios 4,7-16<br />
Stanley D. Clark<br />
El tema a tratar<br />
La tarea de este estudio es presentar la enseñanza paulina sobre los dones y el ministerio<br />
en base a una investigación exegética de Ef 4,7-16.<br />
Para facilitar el estudio, se da por sentado que Efesios fue escrito por Pablo. (Aun los que<br />
no aceptan a Pablo como autor de la epístola reconocen que conserva los conceptos del<br />
apóstol.) Asimismo se acepta que Efesios es una carta general dirigida a varias Iglesias, de las<br />
cuales la de Éfeso es una de las principales.<br />
La grandeza de la epístola<br />
F. R. Barry ha dicho que Efesios es “el más moderno de todos los libros del Nuevo<br />
Testamento en muchos aspectos y, a la vez, el compendio más rico de la experiencia<br />
cristiana”. 1 Juan A. Mackay la describe como “el más grande y el más maduro de los escritos<br />
de Pablo”. 2 El escritor inglés Coleridge la llamó “una de las más divinas composiciones de los<br />
hombres”, 3 y el comentarista W. O. Carver la calificó como “el escrito más grande de toda la<br />
historia”. 4 Tal vez estos enco-<br />
1 J. R. Barry St. Paul and Social Psychology: An Introduction to the Epistle to the Ephesians (Oxford, University<br />
Press 1953) p. 8.<br />
2 Juan A Mackay God’s Order: The Ephesian Letter and the Present Time (Nueva York, The Macmillan Co.<br />
1957) p. IX.<br />
3 Citado por Theadore O. Weidel The Epistle to the Ephesians, en: The Interpreters Bible (Nueva York,<br />
Abingdon) X, 610.<br />
4 W. O. Carver The Glory of God in the Christian Calling: A Study of the Ephesian Epistle (Nashville. Tennessee,<br />
Broadman Press 1949) p. 3.
[142] mios pudieran parecer excesivamente efusivos, pero la grandeza de la epístola en<br />
comparación con los demás escritos del Nuevo Testamento es evidente.<br />
Efesios 4,1-6<br />
Los primeros tres capítulos de la carta se caracterizan por su énfasis en el secreto revelado<br />
por Dios, o sea, en su propósito de unir en la Iglesia a judíos y a gentiles, de hacer de los dos<br />
un sólo pueblo, de reconciliar mediante la cruz a ambos en un solo cuerpo. El tema se expresa<br />
bien en el título del libro de Markus Barth sobre Efesios, The Broken Wall (La Pared<br />
Derribada). 5<br />
El lector está bien preparado para comprender la apelación de Pablo a la realización de<br />
esta unidad por la experiencia con que tropieza el capítulo cuatro. Nótese la partícula ilativa,<br />
“pues”, que probablemente introduce una inferencia basada en los tres primeros capítulos,<br />
dado el hecho de que es una transición de una parte de la epístola a otra. Pablo, aquí, hace una<br />
aplicación más directa de los grandes conceptos teológicos que ha ido expresando, muchas<br />
veces mediante la oración. El autor se identifica como “prisionero en el Señor”, lo cual nos<br />
recuerda que él estaba en la cárcel justamente por haber intentado, mediante la ofrenda de los<br />
creyentes gentiles en beneficio de los creyentes judíos, evitar la separación de los dos grupos.<br />
Su encarcelamiento no es casual; es más bien parte de su ministerio y de este propósito de<br />
Dios de unir a judíos y gentiles en un cuerpo. Por esto, él es un “prisionero en el Señor”.<br />
El ruego del apóstol es que anden dignos de su vocación. La palabra “andar” es<br />
característica de los tres últimos capítulos donde aparece seis veces (4,1.17 [dos veces];<br />
5,2.8.15). Merece notarse que se expresa aquí la doctrina característica del Nuevo Testamento<br />
sobre la vocación. Todos los creyentes han sido llamados y son cristianos, no por iniciativa<br />
propia, sino por llamamiento divino. Carver considera este concepto tan suficientemente<br />
importante en la epístola como para intitular a su obra sobre Efesios: The Glory of God in the<br />
Christian Calling (La Gloria de Dios en la Vocación Cristiana).<br />
El andar digno de esta vocación depende del desarrollo de una serie de virtudes, todas las<br />
cuales tienen que ver con la unidad - humildad, mansedumbre, longanimidad. Hemos de<br />
guardar la unidad que el Espíritu nos ha dado por medio de la paz. El conflicto<br />
inevitablemente pone en peligro la realización de la unidad del Espíritu.<br />
El Apóstol nos deja ver en los versículos siguientes la unidad de toda la sociedad<br />
cristiana: primero, en su fundamento objetivo (4-6)<br />
5 Markus Barth The Broken Wall: A Study of the Epistle to the Ephesians (Chicago, Judson Press, 1959).
[143] y, segundo, en la provisión para la realización vital de esta unidad (7-16). Todo el<br />
párrafo es una especie de paréntesis, y el pensamiento de los primeros tres versículos se<br />
continúa en el versículo 17.<br />
Los versículos 4, 5 y 6 nos presentan la base séptuple de esta unidad. Los siete elementos<br />
se dividen en tres grupos: Un cuerpo — y todo lo que esto abarca en su vida interior (“un<br />
Espíritu”) y su perfección final - (“una esperanza”); una cabeza — y lo que nos une a él, una<br />
experiencia salvadora (“una fe”) y el sello de esta relación (“un bautismo”); un Dios — a<br />
quien todo lo demás debe llevarnos. Pablo comienza con la iglesia, lo inmediato, pasa a Cristo,<br />
y al final a Dios. Es interesante notar la inversión en el orden de las personas de la divinidad<br />
en la lista de siete elementos: primero, el Espíritu Santo (la palabra pneuma aparentemente<br />
designa al Espíritu Santo); luego, Cristo; y tercero, el Padre.<br />
La ausencia aquí de una partícula que relacione, la declaración con la exhortación anterior<br />
y la falta de verbo hacen más vívido e impresionante lo que se dice. Es un recuerdo abrupto y<br />
enfático de lo que los lectores saben bien, como si el autor estuviera hablando en persona. De<br />
hecho, se ha sugerido que el uso de los tres géneros del número uno (heis, mía, hen) con los<br />
nombres correspondientes en el versículo cinco tiende a confirmar la teoría de una fuente<br />
métrica de esta tríade cuatrisilábica. “Se lee como una cadencia mnemónica corriente entre<br />
creyentes gentiles o catecúmenos”. 6<br />
La última de las siete expresiones se divide, a su vez, en tres elementos: de modo que<br />
algunos piensan que tenemos tres tríades. Pero la palabra “uno” aparece una sola vez en el<br />
versículo. El escritor avanza del Señor de la Iglesia al Padre de todos quien es Dios<br />
trascendente pero que es, al mismo tiempo, el Dios que hace su morada en el hombre y que<br />
sostiene todo y obra en todo.<br />
I. EL AUTOR DE <strong>LOS</strong> <strong>DONES</strong> (Ef 4,7-10)<br />
Ef 4,7-10 debe compararse con Rom 12,3-8 y 1 Cor 12,4-31. En los tres pasajes el tema<br />
principal es la unidad del cuerpo de Cristo en la diversidad de los miembros y sus dones. El<br />
escritor de Efesios enfatiza al individuo en relación con el grupo. “Mas a cada uno de nosotros<br />
le fue dada la gracia” (4,7). 7 La palabra que se traduce gracia es jaris y no jarisma. J. Armitage<br />
Robinson ha observado:<br />
Para apreciar el lenguaje de este pasaje tenemos que recordar las expresiones que el<br />
Apóstol ha usado una y otra vez en la<br />
6 E. K. Simpson y F. F. Bruce Commentary on the Epistle to the Ephesians and the Colossians, en: The New<br />
International Commentary on the New Testament, (Grand Rapids, Michigan, Wm. B. Eerdmans Publishing 1957)<br />
p. 89.<br />
7 La versión de los versículos de Efesios 4,7-16 es una traducción propia del autor cuyo mérito principal consiste<br />
en que sigue cuidadosamente el texto griego.
[144] primera parte del capítulo tres. Él ha hablado allí de “la gracia de Dios que fue<br />
dada” a favor de los gentiles (3,2). Él fue hecho ministro del evangelio que incluía a<br />
los gentiles “conforme al don de la gracia de Dios” que le fue dada (3,7). A él le “fue<br />
dada esta gracia de anunciar a los gentiles la buena nueva de las inescrutables riquezas<br />
de Cristo” (3,8). Esta identificación repetida de su misión especial con el don de la<br />
gracia ilustra el pasaje que estamos considerando. A cada individuo, pero no a todos<br />
en la misma medida, le ha sido dada la misma gracia. La misericordia divina en su<br />
inclusividad mundial ha sido entregada a todo miembro del pueblo santo, no como un<br />
privilegio solamente, sino también como una responsabilidad. 8<br />
La gracia ha sido dada “conforme a la medida del don de Cristo” (4,7). El don que el creyente<br />
ha recibido es el don de Cristo, el que Cristo da. En 1 Cor 12,7-8 los dones son del Espíritu y<br />
él es quien obra en el creyente para que los dones se expresen eficazmente. Sin embargo, en el<br />
pasaje que estamos considerando Cristo se presenta como el autor de los dones. “Conforme a<br />
la medida” indica la limitación del don, a cada individuo. No se pasa por alto a nadie; pero<br />
cada uno recibe en la proporción que le parece bien al Soberano y además los dones de cada<br />
uno requieren ser complementados por los dones de todos. Bien decía Calvino: “Ningún<br />
miembro del cuerpo de Cristo está dotado de tal perfección que sea capaz, sin la ayuda de los<br />
demás, de suplir sus propias necesidades”. 9<br />
Mediante la cita de un pasaje del Antiguo Testamento el autor de la epístola reafirma la<br />
declaración que acaba de hacer. “Por lo cual dice: Subiendo a lo alto llevó cautiva la<br />
cautividad; repartió dones a los hombres” (4,8).<br />
El sujeto del verbo decir no se indica. Puede referirse a la escritura, al Espíritu, a Dios, o<br />
puede considerarse verbo impersonal —“se dice”. Es imposible resolver el problema en forma<br />
definitiva. De todos modos, no es asunto de mucha importancia ya que, claro está, las palabras<br />
son una interpretación o, por lo menos, una aplicación del Salmo 68,18. Originalmente parece<br />
que el Salmo ensalzaba a Dios como a un conquistador que vuelve victorioso llevando en<br />
procesión triunfal a los enemigos vencidos hacia el lugar exaltado de su morada. Pero hay<br />
referencias a incidentes en la historia de Israel de modo que algunos piensan que se refiere al<br />
rey del pueblo de Dios que sube en. procesión triunfal a la ciudad de Jerusalén. La tradición<br />
rabínica aplicaba el Salmo a la experiencia de Moisés al ascender al monte de Sinaí para<br />
recibir la. ley.<br />
8 J. Armitage Robinson St. Paul’s Epistle to the Ephesians (Londres, James Clark and Co., sin fecha) p. 95.<br />
9 Citado por Francis Foulkes The Epistle of Paul to the Ephesians, en: Tyndale New Testament Commentary.<br />
(Londres, The Tyndale Press 1903) p. 114.
[145]<br />
Había dos ideas en el Salmo que lo hacían útil para la presente conexión: la idea de<br />
exaltación y la idea de dones. Pablo quería decir. que el exaltado Cristo, da dones a su pueblo,<br />
y las palabras del pasaje expresan estas ideas. Sin embargo, para aplicarlo a Cristo tuvo que<br />
cambiar una palabra. Tanto el texto hebreo como la Septuaginta dicen: “Recibió dones entre<br />
los hombres.” El conquistador recibió dones tributarios entre la gente conquistada o, según<br />
otra interpretación, los dones eran los vencidos, los que se habían entregado. Para defender el<br />
cambio de la palabra de parte del autor se han presentado varias sugerencias. Algunas dicen<br />
que Dios tomó, para después repartir. Otros basan su interpretación en una variación en el<br />
orden de las letras de la palabra hebrea, cambiando laqaj, “tomar», por jalaq, “dividir”. La<br />
explicación de T. K. Abbott es más lógica:<br />
Pablo no piensa precisamente en citar el pasaje sino que, según la práctica judía,<br />
adapta el pasaje a su propio uso sabiendo que los lectores que conocían el pasaje<br />
se darían cuenta del cambio y comprenderían el porqué de su uso. Las dos ideas<br />
importantes en el salmo eran la figura de una procesión triunfal y el concepto de<br />
dones. En estos dos sentidos el pasaje se prestaba a expresar la idea que Pablo<br />
queda presentar. Como dice Oltramare: Pablo quiere hablar de los dones<br />
espirituales dados a los cristianos en la medida del don de Cristo exaltado al cielo.<br />
Se le ocurre una expresión de la escritura que le parece precisamente la palabra<br />
propia de la situación. Originalmente describía el triunfo de Dios sobre sus<br />
enemigos; Pablo lo aplica también al triunfo de Cristo. 10<br />
Pero lo notable es que la misma traducción del versículo aparece en la versión siríaca, la<br />
Peshitta, del salmo. Posiblemente esta versión haya sido influenciada por la forma en que<br />
Pablo cita el salmo. Sin embargo, en la interpretación rabínica que aplicaba el salmo a Moisés<br />
se encuentra una y otra vez la idea de que él recibió en el monte dones para los hombres y uno<br />
de los targumes traduce el salmo de la misma manera que el autor de Efesios. Es posible que<br />
nuestro escritor, instruido en la escuela rabínica, haya adoptado el texto corriente de ellos.<br />
Había otro sentido por el que la. cita resultaba, muy apropiada para las necesidades del<br />
autor de la Epístola. En el judaísmo contemporáneo del autor, Pentecostés se consideraba<br />
como el aniversario de la entrega de la ley en el Sinaí y este salmo se interpretaba como una<br />
referencia a tal acontecimiento. El apóstol entonces se aprovechó del salmo relacionado con<br />
esta fiesta. E interpretó lo que ocurrió en la venida del Espíritu en Pentecostés según la<br />
práctica del rey triunfante que reparte el botín entre los espectadores de su marcha triunfal.<br />
Como dice Pedro acerca de Jesús en Hech 2,33: “Así que, exaltado por la<br />
10 T. K. Abbott The Epistle to the Ephesians and to the Colossians, en: The International Critical Commentary<br />
(Edinburgh, J. and J. Clark 1897) p. 112.
[146] diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha<br />
derramado esto que vosotros veis y oís”.<br />
Se debe aclarar que la frase “llevó cautiva la cautividad’ o “hizo preso un grupo de presos”<br />
no se refiere a los redimidos que habían sido cautivos del diablo. Se refiere a los enemigos de<br />
Dios a quienes Cristo en su muerte, resurrección y ascensión conquistó completamente<br />
(compárese Col 2,13-15). El pasaje tampoco sugiere que los hombres que Cristo reparte a su<br />
Iglesia como dones son los que él había llevado cautivos.<br />
Los dos versículos siguientes constituyen un comentario sobre una palabra del citado<br />
pasaje del Salmo. “Y este ‘subió’ ¿qué es sino que también descendió a las partes más bajas de<br />
la tierra?” (4,9). El ascenso presupone un descenso. El textus receptus dice “descendió<br />
primer”. Los editores modernos rechazan la palabra primero en base a la mejor evidencia de<br />
los manuscritos. Cristo descendió a las partes más bajas de la tierra. El genitivo, aquí, puede<br />
entenderse de tres maneras: genitivo de aposición — las partes más bajas, que es la tierra;<br />
genitivo de posesión — las partes más bajas que pertenecen a la tierra; genitivo de<br />
comparación — las partes más bajas que la tierra. Si se acepta la primera interpretación es una<br />
referencia a la encarnación. Si se acepta la segunda o la tercera interpretación, se refiere al<br />
Hades o a la Muerte. Abbott sugiere una interpretación muy particular; él cree que es una<br />
referencia a un descenso después de la ascensión, el descenso de Cristo en el Espíritu el día de<br />
Pentecostés para repartir dones a los hombres (compárense 2,17; 3,17 y Jn 14,23 y 16,22). Es<br />
una interpretación muy sugestiva pero parece no estar de acuerdo con el sentido del contexto<br />
inmediato aunque concuerda bien con el argumento general del pasaje. Los factores son muy<br />
complejos y la opinión está dividida; no obstante, la falta de una expresión más precisa cuando<br />
las había, el sentido general del pasaje con referencia al asunto del descenso y el hecho de que<br />
no hay en Pablo una referencia clara a la idea de que Cristo descendió al Hades sugieren que<br />
Pablo se refiere a la encarnación. Afortunadamente no es un obstáculo a la interpretación<br />
general del pasaje, aunque interesa entenderlo correctamente.<br />
Prosigue el comentario sobre la cita del Salmo: “El que descendió, él mismo es también el<br />
que ascendió sobre todos los cielos para llenar todas las cosas” (4,10). La referencia al<br />
descenso fue para identificar a Cristo como el que ascendió y, aquí, el apóstol vuelve al punto<br />
que le interesa más, la ascensión. El hecho de que Cristo haya ascendido significa que no<br />
continúa con las limitaciones de la encarnación. Subió para llenar el universo con su presencia.<br />
Como ha dicho Guillermo Barclay: “La Ascensión significa, no un mundo abandonado por<br />
Cristo, sino un mundo llenado por su presencia”. 11 El autor de los dones es capaz de estar en<br />
todas partes mediante su Espíritu.<br />
11 Guillermo Barclay The Letter to the Ephesians, en: The Daily Study Bible (Edinburgh, The St. Andrew Press<br />
1956) p: 171.
[147]<br />
II.. <strong>LOS</strong> FUNCIONARIOS COMO <strong>DONES</strong> DE CRISTO A SU IGLESIA (Ef 4,11)<br />
El versículo 11 inicia una larga oración que no finaliza hasta el versículo 16. Se retorna el<br />
hilo del pensamiento de 4,7 que se había dejado para introducir la cita. No obstante, el escritor<br />
toma como punto de partida la expresión “dio” de la cita. “Y él mismo dio a unos, como<br />
apóstoles; a otros, como profetas; a otros, como evangelistas; a otros, como pastores y<br />
maestros” (4,11). Se vuelve a la idea del versículo 7 de que Cristo reparte dones pero con una<br />
diferencia. Allí se piensa en las capacidades que Cristo da a los creyentes, mientras aquí se<br />
refiere a los hombres dotados con estas capacidades que Cristo da a la Iglesia. Es interesante<br />
comparar el versículo con 1 Cor 12,28. Hay diferencias notables. En este pasaje Cristo da<br />
hombres a la Iglesia; en Corintios, Dios pone hombres en las Iglesias. En 1 Corintios el orden<br />
de los dones es: primero, apóstoles; segundo, profetas; tercero, maestros. Aquí, Pablo no<br />
pretende enumerar los dones en orden de importancia, aunque la función de maestro se une a<br />
la de pastor para describir una clase de ministerio. Como veremos más abajo en Efesios, Pablo<br />
parece dividir entre ministerios itinerantes y ministerios locales. No se mencionan aquí los<br />
demás dones que se encuentran en 1 Corintios; tal vez porque no eran oficios sino dones<br />
especiales y ocasionales. Además, quizás, no pertenecían a personas distintas a las nombradas<br />
en la lista de Efesios.<br />
Corresponde, pues, considerar las cinco palabras que aparecen aquí como designaciones<br />
de los hombres que Dios dio a las Iglesias. El título apóstol no se limita a los doce. Además de<br />
Pablo, Bernabé es ciertamente llamado apóstol (Hech 14,4-14), igualmente Jacobo, el hermano<br />
de Jesús (1 Cor 15,7, Gál 1,19) y Silvano (1 Tes 2,6). Los padres griegos entendieron que a<br />
Andrónico y a Junias les corresponde el título en base a Rom 16,7. Arndt y Gingich<br />
encuentran dos acepciones más de la palabra en el Nuevo Testamento: el sentido general de<br />
delegado, enviado, mensajero (Fil 2,25; “Epafrodito, vuestro delegado” y 2 Cor 8,23:<br />
“hermanos nuestros delegados de las Iglesias”) y especialmente el de mensajeros de Dios (Lc<br />
11,49; Apoc 18,20 y Heb 3,1). 12 Parece que para ser apóstol uno debía haber visto a Jesucristo,<br />
ser testigo de la resurrección y haber recibido la comisión del Señor (1 Cor 9,1-2; Hech 1,8.21-<br />
23).<br />
Los profetas se mencionan con los apóstoles en Efesios 2,20 y 3,5. La palabra griega ni<br />
etimológicamente (prophetes, prophemi — decir delante de, declarar) 13 ni en su uso corriente<br />
hablaba de predicciones. Tal vez los mejores pasajes para describir la función del profeta son:<br />
12 William F. Arndt y F. Wilbur Gingrich A Greek English Lexicon of the New Testament (Chicago, The<br />
University Presa 1957) p. 99.<br />
13 Joseph Henry Thayer A Greek-English Lexicon of the New Testament (Nueva York, American Book Co. 1886)<br />
p. 553.
[148] 1 Cor 14,3 (“El que profetiza, habla a los hombres para edificación y exhortación y<br />
consolación”) y Hech 15,32 (“Judas y Silas como también eran profetas, exhortaron a los<br />
hermanos con muchas palabras y los confirmaron”). El papel de estos profetas ha sido descrito<br />
por F. F. Bruce:<br />
Los profetas de la edad apostólica fueron hombres que de vez en cuando hablaron<br />
en las Iglesias bajo el impulso directo del Espíritu de Dios (cf. Hech 11,27ss;<br />
13,lss; 1 Cor 14,lss). Hacia el final de la edad apostólica se hizo más y más<br />
necesario examinar las pretensiones de estas personas, para ver si ellas hablaban<br />
por inspiración del Espíritu de Dios o bajo la inspiración de otro espíritu muy<br />
distinto (1 Jn 4,lss; Apoc 2,20). En las Iglesias de la primera generación, los<br />
apóstoles y profetas desempeñaban una función única, de la cual, en algunos<br />
aspectos esenciales, los escritos canónicos del Nuevo Testamento se han hecho<br />
cargo. 14<br />
La palabra evangelista que sigue en la lista aparece solamente dos veces más en el Nuevo<br />
Testamento. Felipe, uno de los siete, se describe como evangelista (Hech 21,8). Pablo exhorta<br />
a Timoteo a hacer la obra de evangelista (2 Tim 4,5). Evidentemente estos eran los misioneros<br />
que proclamaban el mensaje de salvación a los inconversos. Estos tres términos se refieren a<br />
los que iban de lugar en lugar en la realización de su ministerio. En cambio, los dos términos<br />
restantes se refieren a personas que ministraban en una iglesia local.<br />
El uso de la partícula de antes de pastores y la ausencia del artículo con maestros indican<br />
que se trata aquí de una clase de tarea distinta las otras y que, aparentemente, se trata de un<br />
oficio que se caracteriza por dos ministerios: por un lado el cuidado pastoral y por el otro la<br />
función de instrucción. La palabra pastor aparece únicamente aquí como título del ministro.<br />
No obstante, Jesús se llamó a sí mismo “el buen pastor” (Jn 10,11-14); Pedro lo llama “pastor”<br />
(1 Pe 2,25) y “el principio de los pastores” (arjipoimenos, 1 Pe 5,4) y el autor de Hebreos lo<br />
llama “el gran pastor de las ovejas” (Heb 13,20). Además, el verbo se usa como designación<br />
del trabajo del ministro en Jn 21,16, Hech 20,28, y 1 Pe 5,2. Juan Mackay ha observado:<br />
Otras religiones tienen sus profetas y. sacerdotes, y hasta sus evangelistas, pero<br />
solamente la religión Cristiana ha producido un orden de pastores. El pastor<br />
cristiano con su corazón de pastor de ovejas y su vocación pastoral, es único entre<br />
los funcionarios religiosos. 15<br />
La última de las cinco palabras debe describir otra función del pastor. No todo maestro<br />
tenía que ser pastor, pero evidentemente la<br />
14 F. F. Bruce The Epistle to the Ephesians (Londres, Pickering and Ingles Ltd. 1961) p. 85.<br />
15 Mackay, op. cit., p. 148.
[149] tarea de enseñar fue parte del ministerio del pastor. Uno de los requisitos del pastor<br />
era que fuera “apto para enseñar” (2 Tim 3,1). La importancia del ministerio docente se indica<br />
mediante el lugar que ocupa en la lista de 1 Corintios y se comprende fácilmente si se piensa<br />
en el hecho de que los creyentes no poseían ejemplares propios de los sagrados escritos que<br />
pudieran leer y estudiar en forma privada como en la actualidad.<br />
El versículo habla de cinco maneras en que se expresan los dones. Los apóstoles se<br />
acabaron. con aquellos testigos oculares comisionados por el Señor, pero el Nuevo Testamento<br />
preserva su testimonio. La función de los profetas de ser vocero inspirado de Dios debe ser<br />
una de las tareas del ministro en la actualidad. Dios todavía da a su Iglesia personas que<br />
cumplen la función de la proclamación de la buena noticia a los que no la han aceptado.<br />
Además, hay un ministerio que se desarrolla en la congregación local y que se caracteriza por<br />
su cuidado de la condición espiritual de los creyentes y por la tarea de enseñarlos.<br />
No había, cuando se escribió la carta, una jerarquía eclesiástica reconocida; pero había<br />
una tendencia hacia la especialización que se exigía para el buen funcionamiento de la Iglesia.<br />
Para terminar, se usa la palabra “dar” en este pasaje en dos sentidos. Cristo da capacidad a<br />
los hombres (4,7) y da hombres a la Iglesia (4,11). La Iglesia debe a Cristo el hecho de que<br />
tenga ministros de la palabra. Foulkes ha observado: “La Iglesia puede designar a hombres<br />
para diferentes trabajos y funciones, pero a menos que ellos tengan los dones del Espíritu y<br />
sean ellos mismos los dones de Cristo para su Iglesia, su designación no tiene valor”. 16<br />
III. <strong>LA</strong> FINALIDAD DE <strong>LOS</strong> <strong>DONES</strong> (Ef 4,12-16)<br />
El autor de la epístola pasa a hablar de la finalidad de los dones mediante tres oraciones<br />
que expresan propósito; la primera se introduce con la preposición pros y las otras dos con eis.<br />
El gran problema del intérprete es descubrir la relación entre estas tres oraciones. El cambio de<br />
preposiciones puede ser una clave pero no es decisivo, porque las distinciones del período<br />
clásico no se guardaban en el griego koiné, y aunque generalmente Pablo empleaba precisión<br />
en el uso del lenguaje, solía cambiar preposiciones sin variar el sentido. No obstante, el<br />
cambio de preposiciones concuerda con la idea de que las oraciones no están coordinadas. Un<br />
análisis cuidadoso establece con cierta seguridad que la primera oración expresa el propósito<br />
inmediato de dar los funcionarios a la Iglesia: “a fin de perfeccionar a los santos”. La segunda<br />
oración indica el propósito de la perfección de los santos: “para la obra del ministerio”. La<br />
tercera oración parece estar subordinada a la<br />
16 Foulkes, op. cit., p. 117.
[150] segunda: “para la edificación del cuerpo de Cristo”. Es la meta final de los dones e<br />
indica, al mismo tiempo, el fin de la obra del ministerio.<br />
Habiendo analizado le relación de las oraciones del versículo es necesario volver a<br />
definir ciertos términos. El sustantivo katartismos que aparece en la primera oración se<br />
encuentra solamente aquí en el Nuevo Testamento, aunque aparecen otras formas de la<br />
palabra. El verbo significa llevar a la condición de artios, idóneo o completo (Mt 4,21; ver Lc<br />
6,40 y 2 Cor 13,11 para el sentido de perfeccionar). Aquí la idea es capacitar o equipar a los<br />
santos para que puedan cumplir con su misión (compárese 2 Cor 13,9 donde se encuentra<br />
katartisis).<br />
La finalidad de la capacitación de los santos es la obra del ministerio. Dianoia es la<br />
expresión general para el servicio en el Nuevo Testamento, aunque designe también el<br />
ministerio de los funcionarios de la Iglesia. Este pasaje concuerda con el versículo 7 en hacer<br />
resaltar el ministerio de todo creyente (compárese Apoc 2,19 que habla del ministerio de la<br />
Iglesia de Tiatira).<br />
Se debe notar bien que a la luz de estos versículos nadie puede dudar de que el Nuevo<br />
Testamento habla de funcionarios en la Iglesia comisionados por Dios para dedicar su vida a<br />
un ministerio especializado. Pero estos “ministros especiales” no sirven en lugar de los demás,<br />
sino que los preparan para que estos puedan servir. Como dice Bruce:<br />
Los dones enumerados en el versículo 11 no monopolizan el ministerio de la<br />
Iglesia; su función es más bien la de ayudar y dirigir a la Iglesia en la cual todos<br />
los miembros puedan cumplir sus propios ministerios para el bien del conjunto. En<br />
la teocracia de la gracia no hay, de hecho, laicidad. 17<br />
La última oración de estas tres que expresan propósito indica la meta final: la edificación<br />
del cuerpo de Cristo. En Ef 2,21 Pablo habla de un templo que crece y en este versículo de un<br />
cuerpo que se edifica. Es una combinación de las dos metáforas favoritas del apóstol.<br />
“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios,<br />
a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (4,13). Así se indica<br />
que la edificación es un proceso que lleva tiempo. Asimismo se describe el resultado final de<br />
este proceso mediante tres oraciones introducidas por eis. El énfasis está en “todos nosotros”.<br />
No es el crecimiento del individuo, sino el crecimiento de todos en su relación mutua. E. F.<br />
Scott bien nota que es la Iglesia como un organismo creciendo hacia su perfecta medida,<br />
alcanzando la madurez de que habla el pasaje. 18 Así llegará a ser enteramente adecuada para el<br />
propósito al cual Dios la destinó. La Iglesia es la plenitud de Cristo, o sea, la extensión de su<br />
17 Bruce, op. cit., p. 88.<br />
18 E.F. Scott The Epistle of Paul to the Colossians, to Philemon and to the Ephesians, en: The Moffatt New<br />
Testament Commentary (Nueva York, Harper and Ben Publishing 1930) p. 212.
[151] encarnación (1,23). Se ha hablado de unidad como un don para ser guardado; aquí, es<br />
una meta a la cual se debe llegar.<br />
La meta final de la edificación del cuerpo es su plena madurez como organismo. El<br />
versículo 14 indica en sentido negativo el propósito de esta edificación o, si se quiere<br />
considerarlo así, indica la razón de lograr la madurez plena. “Para que (¿de modo que?) no<br />
seamos más niños sacudidos como por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de<br />
doctrina, por la trampería de los hombres, por su astucia en las artimañas del error” (4,14). Al<br />
indicar lo que el creyente no ha de ser, el escritor emplea dos metáforas o, mejor dicho una<br />
metáfora mezclada, una práctica que se admitía ampliamente en la literatura antigua.<br />
Comienza hablando de niños y pasa a describir el efecto de olas y viento sacudiendo a un<br />
barco. En los dos casos lo que se condena es la inestabilidad. La falta de madurez en nada se<br />
expresa más característicamente que en la ausencia de firmeza, en la incapacidad de elegir un<br />
camino y seguirlo. El cuadro del barco llevado por la tormenta es una descripción vívida de<br />
cierto tipo de creyente que va en seguida tras cualquier nueva doctrina. Bover y Cantera<br />
traducen: “Para que no seamos ya niños, fluctuando de acá para allá, dando vueltas a todo<br />
viento de doctrina”. 19<br />
Pablo impugna a los autores de estas doctrinas usando una serie de palabras que señalan<br />
su engaño deliberado y su disposición para ganar seguidores a toda costa. “Trampería”<br />
(kubeia) viene del juego con dados (compárese cubo) y sugiere el cuadro de uno que juega con<br />
dados cargados. Astucia (panourgia) significa literalmente “toda obra” y se refiere al hecho de<br />
que harán cualquier cosa para lograr sus fines egoístas. “Artimañas” (methodeia) tiene la<br />
misma raíz que la palabra castellana método y describe las estratagemas que los hombres<br />
conciben con el propósito de obtener su fin. Creyentes inestables que se dejan llevar por<br />
cualquier doctrina y propagandistas astutos que quieren ganar seguidores para sí más bien que<br />
proclamar la verdad, es un hecho indiscutiblemente actual. La solución del problema es el<br />
buen empleo de los dones de Cristo dados a su Iglesia; es el fiel cumplimiento de parte de los<br />
funcionarios de su tarea de capacitar a los santos para su ministerio. Parecería que el problema<br />
es tan grave hoy porque los funcionarios no han interpretado correctamente ni su ministerio, ni<br />
el de los santos.<br />
“Más bien hablando la verdad en amor crezcamos hasta él en todo, el cual es la cabeza,<br />
Cristo” (4,15) El pensamiento de Pablo se había enfocado en el crecimiento del individuo al<br />
hablar de la falta de estabilidad, porque el individualismo y la afirmación propia siempre son<br />
estorbos a la madurez. Hay un contraste notable en el crecimiento de todos en su relación<br />
mutua dentro del organismo que es la Iglesia en el versículo 13 y la falta de crecimiento de los<br />
creyentes<br />
19 José María Bover y Francisco Cantera Burgos, traductores Sagrada Biblia (Madrid. La Editorial Católica<br />
1981).
[152] en su individualidad en el versículo 14. El 15 es un versículo de transición en que de<br />
nuevo el pensamiento va pasando a la consideración de todo el organismo. “Hablando la<br />
verdad” traduce el participio aletheuontes y es la definición del léxico. Pero en este pasaje<br />
puede tener un significado más profundo. R. Bultmann sugiere “ser sincero” 20 y otros<br />
traducen “andando en la verdad” o “siguiendo la verdad”. En amor. La ortodoxia basta<br />
únicamente cuando se mantiene en el espíritu del amor.<br />
La exhortación aquí es crecer hasta él, eis auton. Esto no quiere decir solamente<br />
asemejarnos a él o crecer según su ejemplo. Cristo es la fuente de nuestro crecimiento y hemos<br />
de incorporarnos a él. Describe el desarrollo de todo el cuerpo al ajustarse a su cabeza. R. A.<br />
Knox ha sugerido una analogía. 21 La cabeza de un infante es muy grande en relación con su<br />
cuerpo, pero al pasar el tiempo el cuerpo crece y se ajusta al tamaño de la cabeza. La analogía<br />
sirve como una ilustración agradable de la enseñanza del pasaje.<br />
El último versículo del pasaje nos habla de la Iglesia como de un organismo sano que<br />
produce su propio crecimiento. “De quien (de Cristo como la cabeza) todo el cuerpo<br />
concertado y unido mediante toda coyuntura de suministración y conforme a la operación<br />
proporcionada de cada miembro produce su crecimiento para su propia edificación en amor”<br />
(4,16). Se subraya la necesidad de una relación armoniosa en el cuerpo. Está en el proceso de<br />
ser concertado y unido como indican los participios. El escritor hace resaltar la importancia de<br />
la contribución de cada miembro, de cada coyuntura o ligamento. Lo nuevo del versículo es el<br />
hecho de que la Iglesia produce su propio crecimiento. El crecimiento en un cuerpo es natural.<br />
La falta de crecimiento es señal de enfermedad. De la misma manera la falta de crecimiento en<br />
la Iglesia es una anormalidad.<br />
CONCLUSIÓN<br />
Los especialistas en el estudio de la extensión de la Iglesia sugieren que debe duplicarse<br />
en cada década. Lamentablemente muchas veces el crecimiento es meramente vegetativo.<br />
Quizá la respuesta al problema es la aplicación de los principios de este pasaje. En primer<br />
lugar, debemos reconocer al Cristo exaltado como autor de los dones, como el que da las<br />
capacidades a los hombres y él que da a su Iglesia los funcionarios ya dotados de estas<br />
capacidades.<br />
En segundo lugar, la forma del ministerio debe ser la que se encuentra aquí: Un ministerio<br />
que es apostólico en el sentido de que<br />
20 Gerhard Kittel, editor Theological Dictionary of the New Testament (Grand Rapids, Wm. B. Eerdmans<br />
Publishing Co.) I, 251.<br />
21 R. A. Knox St. Paul’s Gospel (Londres 1953) p. 84.
[153] se basa en el testimonio de los apóstoles, en el Nuevo Testamento. Un ministerio que<br />
es profético porque declara bajo la inspiración del Espíritu de Dios el mensaje de Dios para su<br />
época. Un ministerio que es evangelístico porque como dice Mackay, busca producir la señal<br />
clásica de entrega que se dibuja en el escudo de Calvino donde aparece un corazón ardiente en<br />
una mano extendida con las palabras “Mi corazón te doy, Señor, ferviente y sinceramente”. 22<br />
Un ministerio que se preocupa por el cuidado y la instrucción de los hijos de Dios.<br />
En tercer lugar el fin de este ministerio debe ser el que se halla en este pasaje, el de<br />
capacitar, equipar, perfeccionar a los santos para que ellos realicen su servicio. Hay<br />
indicaciones de un retorno a la idea neotestamentaria del ministerio de todos los miembros del<br />
Cuerpo de Cristo. De hecho el sano desarrollo y crecimiento de la Iglesia depende de un nuevo<br />
descubrimiento de toda la enseñanza paulina sobre los dones y el ministerio.<br />
22 Mackay, op. cit., pp. 147-148.