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tejido muscular estriado esquelético

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MUSCULO ESTRIADO<br />

Tomado y modificado de<br />

FAWCETT D. W.: Tratado de Histología – Bloom Fawcett (12ª edición−1995) − Editorial Mc Graw Hill Interamericana<br />

Las unidades de organización del músculo esquelético son las fibras <strong>muscular</strong>es, que se corresponden con<br />

células multinucleadas largas y de configuración cilíndrica. Son mucho mayores que las fibras <strong>muscular</strong>es<br />

lisas, con una longitud que oscila entre 10 y 30cm y un diámetro entre 0.1 y 0.5mm. Se disponen<br />

paralelamente entre sí y se agrupan en haces lo suficientemente grandes como para ser visibles a simple<br />

vista. Las fibras individuales, los fascículos de fibras y el músculo esquelético en su conjunto están<br />

rodeados por <strong>tejido</strong> conjuntivo que forma una estructura de sostén continua. No obstante, para facilitar su<br />

descripción, sus diferentes porciones se describen con términos distintos. El <strong>tejido</strong> conjuntivo denso que<br />

rodea a todo el músculo se llama epimisio. Los finos tabiques que se extienden hacia el interior del mismo y<br />

que rodean a cada fascículo de fibras se denominan en conjunto perimisio, y el delicado retículo que rodea<br />

a cada fibra individual es el endomisio (Figs. 10-7 y10-8). Aunque el <strong>tejido</strong> conjuntivo sirve para unir las<br />

distintas subunidades del músculo, permite un cierto grado de libertad de movimiento entre las mismas. Es<br />

posible un cierto movimiento longitudinal de los fascículos entre sí, y también cada fibra <strong>muscular</strong> se puede<br />

mover independientemente de las fibras adyacentes.<br />

Los vasos sanguíneos que irrigan el músculo esquelético se ramifican en el epimisio y se introducen<br />

siguiendo los tabiques del perimisio hasta formar en el endomisio una rica trama capilar que rodea a cada<br />

fibra <strong>muscular</strong> individual (Fig. 10-9). Los capilares tienen el suficiente grado de tortuosidad como para<br />

acomodarse a las modificaciones en la longitud de las fibras, estirándose durante la relajación y<br />

contorsionándose más durante la contracción.<br />

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La disposición de los fascículos varía en cada músculo. En algunos músculos relativamente cortos, los<br />

fascículos se orientan de forma paralela a la dirección de la contracción de la fibra, y pueden continuar sin<br />

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interrupción en toda su longitud. En los músculos muy largos, las fibras suelen ser más cortas que el<br />

músculo en toda su longitud, y están conectadas a una o más bandas transversales de <strong>tejido</strong> conjuntivo que<br />

se disponen a intervalos a lo largo del músculo. En otros músculos, que se llaman unipinnados, los<br />

fascículos se orientan oblicuamente con respecto a una banda longitudinal de <strong>tejido</strong> conjuntiva situada a<br />

uno de los lados del músculo. Los músculos denominados bipinnados presentan fascículos oblicuos que se<br />

originan en una zona central de <strong>tejido</strong> conjuntiva que existe en el interior de estos músculos, con un patrón<br />

similar al de las púas que se insertan de forma oblicua en el eje de una pluma. Finalmente, los músculos<br />

multipinnados muestran fascículos oblicuos que se originan en bandas longitudinales de <strong>tejido</strong> conjuntivo<br />

que presenta el músculo en su interior y que convergen en un tendón. La disminución de la eficacia que<br />

acompaña a la arquitectura fascicular oblicua queda compensada en estos músculos por el gran número de<br />

fibras que se pueden acoplar en este patrón arquitecturas, que se observa habitualmente en los músculos<br />

que desarrollan una fuerza considerable con un movimiento corto.<br />

DESARROLLO Y REPARACION<br />

En el embrión, el músculo esquelético se desarrolla a partir de precursores uninucleados llamados<br />

mioblastos. Estos precursores proliferan y se fusionan formando células multinucleadas que se suelen<br />

denominar miotubos, un término desgraciado que implica erróneamente que son estructuras huecas. Más<br />

tarde, estos sincitios alargados inducen en su citoplasma la aparición de miofibrillas, que constituyen los<br />

elementos contráctiles de las fibras <strong>muscular</strong>es diferenciadas. Durante el crecimiento posnatal, las fibras<br />

<strong>muscular</strong>es aumentan de longitud y grosor, alcanzando un diámetro que oscila entre 10 y 70µm y que<br />

depende del músculo que se considere y de la especie a la que pertenezca el animal. Las fibras del mismo<br />

músculo pueden presentar grandes variaciones en su diámetro. En los adultos es posible un aumento en el<br />

diámetro en respuesta a la actividad <strong>muscular</strong> intensa y prolongada, un fenómeno que se llama hipertrofia<br />

por uso. Por el contrario, las fibras pueden adelgazar en los músculos inmovilizados durante largos<br />

períodos de tiempo, como ocurre al aplicar una férula como tratamiento de una fractura ósea, lo que se<br />

denomina atrofia por falta de uso.<br />

En el músculo de los adultos se puede observar la presencia de ocasionales células de pequeño tamaño<br />

con el núcleo alargado y con un patrón cromatínico tosco, que ocupan unas depresiones poco profundas<br />

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que existen en la superficie de las fibras <strong>muscular</strong>es. Estas son las células satélite, que están situadas ser<br />

dentro de la lámina externa que rodea a cada fibra <strong>muscular</strong>. Se supone que son una población residual de<br />

células madre de tipo mioblasto que persisten en el músculo diferenciado y que participan en la reparación<br />

del mismo tras una lesión. Sin embargo, la capacidad de reparación del músculo de los adultos es limitada.<br />

Después de una lesión de grado leve, y con el endomisio intacto, las células satélite se pueden dividir y<br />

fusionar para restablecer las fibras lesionadas. Si la lesión ha sido más intensa, no se produce la<br />

regeneración de las fibras <strong>muscular</strong>es, sino que la zona lesionada es invadida por fibroblastos que<br />

depositan colágeno y dan lugar a una cicatriz fibrosa. El restablecimiento de la función <strong>muscular</strong> tras una<br />

lesión de este tipo depende principalmente de la hipertrofia de las fibras restantes no lesionadas.<br />

ESTRUCTURA DE LAS FIBRAS MUSCULARES<br />

Las fibras del músculo esquelético se pueden separar bajo el microscopio de disección, obteniéndose de<br />

esta forma las fibras <strong>muscular</strong>es individuales. A mayor aumento, estas fibras muestran una estriación<br />

transversal que es característica de los músculos esquelético y cardíaco, y que ha llevado a la aplicación del<br />

término músculo <strong>estriado</strong> para distinguir a estos tipos <strong>muscular</strong>es del músculo liso (Fig. 10-10). No<br />

obstante, también se puede observar en estas fibras una fina estriación longitudinal cuya base estructural se<br />

hace evidente al macerar muestras de músculo en ácido nítrico diluido. Esta forma de tratamiento destruye<br />

las membranas celulares y extrae las organelas y la matriz citoplásmica. Los componentes contráctiles<br />

quedan separados en miles de finas miofibrillas con estriación transversal que parecen estar constituidas<br />

por cortos segmentos alternados de diferente índice de refracción. Es evidente que la estriación transversal<br />

de la fibra <strong>muscular</strong> intacta se debe al hecho de que los segmentos correspondientes de las miofibrillas<br />

estrechamente apretadas en el interior de la fibra están escalonados en toda la anchura de la misma.<br />

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En la literatura histológica, la membrana plasmática de las fibras <strong>muscular</strong>es se ha denominado<br />

tradicionalmente sarcolema, mientras que el citoplasma se ha llamado sarcoplasma. Aunque se ha<br />

mantenido su utilización, estos términos no implican que la membrana citoplásmica y el citoplasma de las<br />

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fibras <strong>muscular</strong>es sean diferentes en lo fundamental de los correspondientes a otros tipos celulares. El<br />

sarcolema de las largas fibras cilíndricas está reforzado por una lámina externa comparable a la lámina<br />

basal de los epitelios. La columna de miofibrillas que ocupa la mayor parte del sarcoplasma desplaza hacia<br />

la periferia del mismo a los numerosos núcleos de la fibra <strong>muscular</strong>, que se disponen espaciadamente a lo<br />

largo de toda su longitud (Fig. 10 - 11). Los núcleos quedan aplastados contra el sarcolema y, por tanto,<br />

presentan un perfil alargado en los cortes histológicos. Su número no se puede especificar debido a que es<br />

variable en cada músculo, aunque en una fibra cuya longitud sea de varios centímetros pueden existir<br />

centenares de núcleos. La localización periférica de los núcleos es útil para distinguir el músculo<br />

esquelético del cardíaco, en el que los núcleos están localizados en la parte central de las fibras.<br />

La superficie citoplásmica del sarcolema está cubierta por una proteína de 400kD llamada distrofina que<br />

parece proporcionar refuerzo mecánico a la membrana, protegiéndola de la tensión que se produce durante<br />

contracción <strong>muscular</strong>. En la miopatía hereditaria ligada al cromosoma X llamada distrofia <strong>muscular</strong> de<br />

Duchenne los pacientes carecen de esta proteína en el sarcolema, lo que da lugar a la debilidad estructural<br />

del mismo. La enfermedad se suele iniciar clínicamente hacia los 5 años de edad, y cursa con la sustitución<br />

progresiva de las fibras <strong>muscular</strong>es lesionadas por <strong>tejido</strong> conjuntiva y adiposo. Habitualmente, estos<br />

pacientes son incapaces de caminar hacia los 12 años de edad.<br />

En el sarcoplasma existen todas las organelas celulares más comunes. Se puede observar un pequeño<br />

complejo de Golgi en uno de los polos de la mayor parte de los núcleos. Las mitocondrias (sarcosomas) se<br />

agrupan en el sarcoplasma yuxtanuclear y también se pueden observar en hileras longitudinales entre las<br />

miofibrillas, en donde proporcionan la energía necesaria para la contracción. Entre las miofibrillas y entre<br />

las mitocondrias situadas en los polos de los núcleos, se encuentran pequeñas gotas de lípido. Tras la<br />

tinción con la reacción del ácido peryódico de Schiff, se demuestra la presencia de glucógeno en todo el<br />

sarcoplasma. Además de estos componentes microscópicamente demostrables, el sarcoplasma en<br />

solución contiene mioglobina, una proteína con afinidad por el oxígeno y que es la principal responsable del<br />

color ligeramente marrón del músculo. Según las necesidades, el oxígeno se separa de la mioglobina y<br />

queda disponible para las reacciones de oxidación. En los músculos relativamente pálidos del ser humano<br />

la mioglobina está presente en bajas concentraciones y posiblemente tiene un significado funcional escaso,<br />

aunque en los músculos intensamente oscuros de los pájaros y mamíferos es mucho más abundante y<br />

fisiológicamente más importante.<br />

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En los cortes transversales, las miofibrillas ocupan la mayor parte del interior de la fibra y aparecen como<br />

diminutos puntos distribuidos uniformemente o en áreas poligonales que anteriormente se llamaban campos<br />

de Cohnheim. Se ha debatido durante mucho tiempo la posibilidad de que estas imágenes representen la<br />

verdadera distribución de las miofibrillas o bien sean el resultado del encogimiento que sufren durante la<br />

preparación de la muestra, aunque en la actualidad la mayor parte de las pruebas apuntan hacia su<br />

interpretación como un artefacto por encogimiento.<br />

En los cortes longitudinales teñidos con hematoxilina férrica, las estriaciones transversales que son<br />

difícilmente detectables en el músculo en fresco se acentúan en gran medida y aparecen en forma de<br />

bandas intensamente teñidas alternando con bandas relativamente pálidas (Fig. 10-12). Las bandas<br />

oscuras en las preparaciones teñidas son anisotrópicas (birrefringentes) cuando se estudian con el<br />

microscopio de luz polarizada y, por ello, se llaman bandas A; por su parte, las bandas claras son<br />

isotrópicas y se denominan bandas I. Las longitudes relativas de estas bandas dependen del estado de<br />

contracción del músculo. Las bandas I son muy cortas durante la contracción, más largas durante la<br />

relajación y muy largas en los músculos estirados de forma pasiva. La longitud de las bandas A permanece<br />

constante en todas las fases del cielo de contracción y relajación.<br />

Cada banda I está dividida por una línea transversal, la línea Z o disco Z. Los segmentos de las miofibrillas<br />

que quedan entre dos líneas Z sucesivas se llaman sarcómeras, y todos los cambios morfológicos que se<br />

producen durante el cielo contráctil se describen con referencia a esta unidad estructural. La sarcómera<br />

incluye una banda A y la mitad de las dos bandas I contiguas. Las bandas A, las bandas I y los discos o<br />

bandas Z son habitualmente las únicas estriaciones transversales que se pueden observar con el<br />

microscopio óptico, pero en preparaciones excepcionalmente bien elaboradas se puede detectar una zona<br />

ligeramente más pálida, la banda H, atravesando el centro de cada banda A. La base estructural de las<br />

estriaciones transversales del músculo esquelético se hace aparente en las imágenes ultraestructurales del<br />

mismo que serán descritas más adelante en este capítulo.<br />

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HETEROGENEIDAD DE LAS FIBRAS MUSCULARES ESQUELETICAS<br />

Las fibras <strong>muscular</strong>es o miofibras que forman un músculo concreto no presentan todas ellas las mismas<br />

características, sino que muestran variabilidad en sus diámetros y en sus propiedades citoquímicas y<br />

fisiológicas. Además, las proporciones relativas de los diferentes tipos de fibras también varían en cada<br />

músculo. Los fisiólogos distinguen dos de fibras <strong>muscular</strong>es: fibras clónicas (fibras de contracción rápida)<br />

que propagan un potencial de acción y responden con una contracción del tipo «todo o nada», y fibras<br />

tónicas (fibras de contracción lenta) que son incapaces de propagar un potencial de acción y que requieren<br />

una serie de impulsos nerviosos. La contracción de estas últimas es más prolongada que la de las fibras<br />

clónicas. Según estos criterios, las fibras de contracción lenta son frecuentes en los músculos de anfibios y<br />

reptiles, pero infrecuentes en los de los mamíferos. Las descripciones que se realizan a continuación se<br />

refieren a la heterogeneidad que existe entre las fibras clónicas que constituyen el tipo fisiológico dominante<br />

en el músculo esquelético de los mamíferos.<br />

Las fibras <strong>muscular</strong>es de los mamíferos presentan una estrecha gama de diámetros, aunque en los cortes<br />

histológicos de rutina es posible que no se observen otras diferencias entre las mismas. Sin embargo, los<br />

métodos citoquímicos de tinción permiten distinguir con facilidad tres tipos de fibras que se han denominado<br />

tradicionalmente fibras rojas, fibras blancas y fibras intermedias. Por desgracia, se ha producido una cierta<br />

confusión terminológica debido a que los fisiólogos han reconocido cuatro tipos de fibras y a que han<br />

utilizado elementos descriptivos según criterios diferentes de los utilizados por los histólogos. Las<br />

divergencias en la terminología quedan recogidas en la tabla de la Figura 10-13.<br />

Las fibras rojas (fibras oxidativas y de contracción lenta) tienen un diámetro relativamente pequeño y un<br />

color oscuro, atribuible a su mayor contenido en mioglobina y a su mayor abastecimiento de capilares.<br />

Presentan además numerosas mitocondrias de gran tamaño bajo el sarcolema y entre las miofibrillas. En el<br />

sarcoplasma de estas fibras es frecuente observar pequeñas gotas de lípido y, debido a su abundancia en<br />

mitocondrias, se tiñe intensamente con la reacción citoquímica para la demostración de la enzima succínico<br />

deshidrogenasa (Fig. 10-14). Las bandas Z suelen ser más anchas que las de los otros tipos de fibras. Las<br />

fibras rojas suelen estar inervadas por pequeños axones y poseen placas motoras relativamente simples y<br />

de pequeño tamaño. Las unidades motoras formadas por fibras rojas se contraen más lentamente que las<br />

constituidas por otros tipos de fibras, y son muy resistentes a la fatiga debido a su capacidad para la<br />

regeneración oxidativa del ATP, que es el compuesto de elevada energía necesario para el proceso<br />

contráctil. Estas propiedades hacen que las fibras rojas sean especialmente eficaces en el mantenimiento<br />

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de la postura.<br />

Figura 10-13. Características-estructurales, metabólicas e histoquímicas de los tres tipos de fibras <strong>muscular</strong>es esqueléticas. En la<br />

cabecera de las columnas se incluyen los términos tradicionales (roja, blanca e intermedia) y los términos correspondientes que utilizan los<br />

fisiólogos. (Tabla modificada de Burke, R, E. 1981. En Handbook of Physiology, The Nervous System li, pp. 345-422. American Physiology<br />

Society, Bethesda; también Tabla 9-2 de Morieb, E. N. l9xx. En B. Cummins, ed. Human Anatomy and Physiology.)<br />

Las fibras blancas (fibras de contracción rápida y fugaz) son las de mayor tamaño. Las mitocondrias que<br />

presentan bajo el plasmalema son más pequeñas y escasas que las de las fibras rojas, y casi no existen en<br />

las zonas intermiofibrilares. Por tanto, la reacción citoquímica para la succínico deshidrogenasa es débil en<br />

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estas fibras (Fig. 10-14). La producción de ATP depende en las fibras blancas de la glucólisis anaerobia de<br />

la glucosa procedente de los abundantes depósitos de glucógeno que poseen en su sarcoplasma. Las<br />

fibras blancas están inervadas por axones de mayor calibre que dan lugar a placas motoras de tamaño<br />

doble a las que presentan las fibras rojas. Se contraen rápidamente y generan una fuerza importante,<br />

aunque se fatigan también con rapidez, por lo que son más adecuadas para los momentos breves de<br />

actividad <strong>muscular</strong> intensa.<br />

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La forma y disposición de las mitocondrias en los tres tipos de fibras <strong>muscular</strong>es ha sido estudiada mediante<br />

microscopia electrónica de barrido con emisión por campos, tras la eliminación de la matriz citoplásmica<br />

(Fig. 10-16). En las fibras rojas, las mitocondrias esféricas y subsarcolemales son grandes y abundantes, y<br />

a cada lado de la banda Z se puede observar un par de mitocondrias delgadas orientadas transversalmente.<br />

En los espacios interfibrilares, las mitocondrias tienen la longitud de una sarcómera y forman columnas<br />

longitudinales que pueden ser gruesas, formadas por múltiples mitocondrias o finas las que están<br />

constituidas por filas de mitocondrias únicas (Fig. 10-16A). En las fibras blancas, las mitocondrias<br />

subsarcolemales son más escasas y no se suelen observar columnas longitudinales que, además, muestran<br />

interrupciones (Fig. 10-16B). La disposición de las mitocondrias en las fibras intermedias es similar a la que<br />

presentan las fibras rojas, pero no es frecuente observar columnas mitocondriales.<br />

Los fisiólogos han reconocido un subtipo de fibras de contracción rápida y fugaz, que es relativamente rico<br />

en mioglobina y que presenta capacidad para el metabolismo anaerobio mientras que es relativamente<br />

resistente a la fatiga. Estas fibras son clasificadas por algunos autores como fibras de contracción rápida y<br />

fugaz resistentes a la fatiga (FR), y por otros como fibras de contracción rápida y fugaz oxidativas y<br />

glucolíticas (FOG). Se ha descrito también un cuarto tipo intermedio entre estas últimas y las fibras de<br />

contracción rápida y fugaz sin resistencia a la fatiga. Sin embargo, no está totalmente claro cuántos de<br />

estos tipos caen en la categoría de fibras intermedias de los histólogos, que se define sencillamente como la<br />

constituida por fibras intermedias entre las rojas y las blancas con respecto al diámetro, al volumen<br />

mitocondrial y a la intensidad de la tinción histoquímica.<br />

Las fibras <strong>muscular</strong>es no se contraen de forma individual sino en unidades motoras, que se definen a su vez<br />

como grupos de fibras del mismo tipo que están inervadas por ramas del mismo axón nervioso. El número<br />

de fibras inervadas por una única neurona motora oscila de 100 a 300 en los pequeños músculos de la<br />

mano, y de 600 a 1700 en los grandes grupos <strong>muscular</strong>es del brazo y la pierna. Las fibras <strong>muscular</strong>es de<br />

cualquier unidad motora no están juntas sino dispersas en una superficie considerable que puede ser<br />

compartida por otras 20 o más unidades motoras. Esta mezcla de fibras de muchas unidades motoras<br />

diferentes explica las diferencias que existen entre las fibras adyacentes con respecto a las reacciones de<br />

tinción (Fig. 10-15).<br />

Al estudiar los músculos a simple vista, se observan ciertas variaciones en la coloración de los mismos. La<br />

diferencia entre la carne blanca y la roja del pollo constituye un ejemplo apropiado, aunque en los músculos<br />

de los mamíferos también se pueden detectar ligeras diferencias en el color. Estas variaciones reflejan los<br />

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distintos grados de vascularización y las diferentes proporciones de los tipos de fibras. Aunque no es<br />

invariable, la proporción de fibras que presenta un músculo concreto suele permanecer bastante constante.<br />

Sabemos en la actualidad que las fibras de contracción rápida y fugaz se pueden transformar en fibras de<br />

contracción, lenta y viceversa. Al intercambiar las ramas nerviosas de un músculo postural lento y de uno<br />

locomotriz rápido, se produce una modificación gradual en las características estructurales y fisiológicas de<br />

cada uno de estos músculos hacia las que presentaba el otro.<br />

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ULTRAESTRUCTURA DE LAS FIBRAS MUSCULARES ESTRIADAS<br />

Nuestros conocimientos sobre los mecanismos de acortamiento y de generación de fuerza por parte del<br />

músculo esquelético han avanzado en gran medida por el estudio de las fibras <strong>muscular</strong>es con el<br />

microscopio electrónico. La estructura de las organelas comunes no muestra diferencias fundamentales<br />

con las que se encuentran en otras células. Sin embrago, y en relación con las elevadas necesidades<br />

energéticas del mecanismo de contracción, las mitocondrias de la fibra <strong>muscular</strong> muestran numerosas<br />

crestas estrechamente agrupadas y su distribución en íntima relación con las miofibrillas permite que la<br />

fuente de energía (ATP) esté en la proximidad del lugar en el que va a ser utilizada. El retículo<br />

endoplásmico está muy organizado y ha adquirido propiedades fisiológicas que no son típicas de esta<br />

organela en otros tipos celulares.<br />

A finales del siglo pasado, un histólogo que estudiaba el músculo tras haberío impregnado con metal<br />

pesado describió la presencia de una trama de características cordonales formada por bandas de coloración<br />

oscura alrededor de cada miofibrilla, y la denominó retículo sarcoplásmico. Los intentos de otros histólogos<br />

para demostrar esta estructura fueron prácticamente infructuosos, por lo que se siguió dudando de su<br />

existencia real hasta que fue descubierta de nuevo con el microscopio electrónico en 1954. Desde el punto<br />

de vista ultraestructural, el retículo sarcoplásmico está formado por túbulos rodeados por membrana que<br />

constituyen una trama continua situada en los estrechos espacios que quedan entre las miofibrillas en toda<br />

la fibra <strong>muscular</strong>. A pesar de que se corresponde con el retículo endoplásmico de otra células, carece de<br />

ribosomas asociados y está especializado en una función diferente. Es el lugar en el que queda retenido el<br />

calcio durante la relajación <strong>muscular</strong>, y también a partir del cual se liberan hacia el sarcoplasma los iones<br />

libres de calcio que ponen en marcha el mecanismo de la contracción en respuesta a una estimulación<br />

nerviosa. Por tanto, esta organela de la fibra <strong>muscular</strong> es esencial para el inicio y la finalización de la<br />

contracción <strong>muscular</strong>. El retículo rodea a cada miofibrilla y muestra un patrón repetido de diferenciaciones<br />

locales relacionadas con regiones específicas de las sarcómeras. La orientación preponderante de los<br />

sarcotúbulos es la longitudinal, aunque en la zona H de cada banda A presentan ramificaciones laterales<br />

anastomosadas que forman una trama más densa alrededor de la miofibrilla. En la zona de unión de la<br />

banda A con la banda I, los sarcotúbulos longitudinales confluyen con un túbulo de mayor calibre y<br />

orientación transversal que se denomina cisterna transversal. Los túbulos longitudinales que abarcan las<br />

sucesivas bandas I y las líneas Z interpuestas finalizan también en una cisterna distinta localizada en la<br />

zona de unión A-I. De esta forma, en cada zona de unión A-I se puede observar un par de cisternas<br />

terminales paralelas en toda la longitud de la miofibrilla, lo que equivale a dos pares por cada sarcómera.<br />

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Entre cada par de cisternas terminales se sitúa un delgado túbulo transversal (túbulo T) que no forma parte<br />

integral del retículo sarcoplásmico sino que es un túbulo largo que se extiende hacia el interior de la fibra<br />

desde el sarcolema (Fig. 10-17). La membrana limitante de túbulo T se continúa con el sarcolema en la<br />

superficie de la fibra <strong>muscular</strong>, y su luz se abre al espacio extracelular. Por tanto, los túbulos T son finas<br />

invaginaciones del sarcolema que penetran en el interior de la fibra <strong>muscular</strong> atravesando múltiples<br />

miofibrillas. Las dos cisternas terminales paralelas y el túbulo T forman un complejo que se ha denominado<br />

tríada. De la misma forma que las sarcómeras, las tríadas se disponen en correspondencia a todo lo ancho<br />

de la fibra <strong>muscular</strong>. No obstante, la descripción que acabamos realizar sobre las tríadas se aplica<br />

únicamente al músculo esquelético de los mamíferos, dado que en los anfibios estas estructuras se<br />

localizan en la línea Z y no en la zona de unión entre las bandas A e I (Fig. 10-18).<br />

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El retículo sarcoplásmico es continuo en la fibra <strong>muscular</strong>, aunque presenta regiones con características<br />

funcionales diferentes. Las cisternas transversales expandidas que acompañan a los túbulos T para formar<br />

las tríadas se denominan retículo de la unión, y esta zona del retículo presenta propiedades que le permiten<br />

responder a un potencial de acción facilitando su propagación al túbulo T adyacente mediante la liberación<br />

de calcio hacia el sarcoplasma. Los túbulos que forman el resto del retículo se denominan habitualmente<br />

sarcotúbulos longitudinales, a pesar de que presentan ramificaciones laterales que forman una trama<br />

alrededor de las bandas A de las miofibrillas. En las preparaciones de microscopio electrónica con el<br />

método de criofractura, se observa que la membrana de estos túbulos muestra abundantes partículas en su<br />

interior que parecen contener la ATPasa de Ca +2 y Mg 2+ responsable del retorno del calcio desde el<br />

sarcoplasma hasta la luz del retículo durante la relajación. El contenido de los sarcotúbulos longitudinales<br />

se extrae durante la preparación de la muestra, de manera que su luz suele aparecer vacía. Por otra parte,<br />

la luz de las cisternas del retículo de la unión contiene un material amorfo de baja densidad electrónica<br />

formado principalmente por calcisecuestrina, una proteína de 55kD que puede fijar 300nM de calcio por<br />

miligramo y que parece actuar como agente de retención para el almacenamiento de calcio en el interior del<br />

retículo.<br />

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