Como los diez mandamientos, decálogo de buenos propósitos

La biblioteca de Arcadia
En dos libros se documenta la
desnacionalización petrolera
Norma Lydia Vázquez Alanís
(
Amex,) La desnacionalización del petróleo
comenzó en el sexenio de Carlos Salinas
de Gortari, a través de una serie de políticas
destinadas a privatizar, de manera progresiva,
a Petróleos Mexicanos (Pemex) contraviniendo
lo establecido en la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Esta tesis la sostiene el político poblano
Manuel Bartlett en su libros «Reforma
Energética. Un modelo privatizador» y «El
Petróleo y Pemex. Despojo a la Nación», en
los cuales asegura que Salinas logró engañar
al pueblo y negando la privatización de Pemex
avanzó con aperturas deslizadas en el
Tratado de Libre Comercio de Norteamérica
(TLC), reformas en leyes secundarias, decisiones
administrativas ilegales, «contratos
de servicios» fraudulentos, introduciendo
la explotación extranjera de manera sigilosa,
en un «permanente golpismo del Estado»
contra su propia Carta Magna.
Los dos volúmenes, en edición de autor,
contienen una exposición detallada de las
acciones privatizadoras que desde 1988
y hasta 2007 han puesto en práctica los
diversos gobiernos para desnacionalizar a
Pemex, con políticas como la división de
la paraestatal en cuatro subsidiarias y un
corporativo, o la puesta en práctica de un
sistema fiscal confiscatorio que descapitalizó
a la entidad.
Esta situación creada de manera artificial
provocó que Pemex redujera riesgosamente
sus reservas de hidrocarburos, de manera
que la creciente importación de petrolíferos,
gas natural y productos petroquímicos la llevó
al debilitamiento y, por ende, a la quiebra,
cuando antes había sido una de las empresas
petroleras más rentables del mundo.
Señala Bartlett, defensor incondicional del
petróleo como bien de la Nación, que durante
el régimen de Vicente Fox la propuesta fue
un nuevo tratamiento fiscal a la paraestatal,
reproducido del que el Banco Mundial y las
compañías petroleras internacionales habían
impuesto anteriormente en Bolivia.
El modelo incluía que la estructura
productiva con que ya contaba Pemex continuara
sujeta a un tratamiento impositivo
confiscatorio por la vía fiscal y que las empresas
privadas a las cuales se les permitiera
desarrollar actividades de exploración y
explotación de nuevos campos petroleros,
recibieran un procedimiento fiscal mucho
menos gravoso.
Así, fue posible poner en marcha los contratos
de servicios múltiples, que con disimulo
dieron entrada a empresas trasnacionales
en la exploración y producción de gas natural
de los yacimientos de la llamada Cuenca
de Burgos en los estados de Nuevo León y
Tamaulipas, contraviniendo la legislación que
establece que esas actividades sólo las puede
llevar a cabo Petróleos Mexicanos.
Para impedir esta flagrante violación a
la Carta Magna, diputados y senadores de
la LIX Legislatura presentaron una demanda
ante la Auditoría Superior de la Federación
en contra de funcionarios de Pemex, de las
Secretarías de Energía y Hacienda, así como
de la Comisión Reguladora de Energía; también
una demanda por la vía civil en contra
de Pemex Exploración y Producción y Repsol
Exploración México, SA de CV para declarar
inoperante el Contrato de Obra Pública sobre
la Base de Precios Unitarios, celebrado entre
las dos empresas en noviembre de 2003.
La denuncia ante la Auditoría Superior de
la Federación fue presentada por los legisladores
Manuel Bartlett Díaz, presidente de
la Comisión de Puntos Constitucionales del
Senado de la República, y Francisco Cuauhtémoc
Díaz, presidente de igual comisión de
la Cámara de Diputados; sin embargo, esta
lucha legal no tuvo éxito por las argucias de
los demandados.
Después, la propuesta de Felipe Calderón
logró integrar el modelo «desestatificador»
en una ley que privatiza objetivos,
estructuras e instrumentos operativos en
materia petrolera para cumplir su propósito
de fondo: que el sector petrolero quedara
autorizado para operar mediante contratos
con empresas privadas.
Considera Bartlett que mediante reformas
secundarias, a todas luces violatorias de
la Constitución, impulsadas por el gobierno
de Felipe Calderón con el apoyo de un Congreso
dominado por una alianza de intereses
se consiguió imponer el modelo diseñado en
el extranjero para acabar, de una vez por
todas, con la exclusividad del Estado en la
explotación del petróleo.
Los coordinadores parlamentarios del
PRI, PAN y de su adherencia de izquierda de
la LX Legislatura pasarán a la historia como
los autores materiales de la desnacionalización
petrolera; consolidaron un triunfo de
los enemigos del nacionalismo energético
defendido por los constituyentes del 17,
asegura Bartlett, quien se desempeñó como
secretario de Gobernación durante el sexenio
de Miguel de la Madrid y luego ocupó la Secretaría
de Educación Pública por dos años
con Carlos Salinas de Gortari.
Los libros del político poblano «Reforma
Energética. Un modelo privatizador» (primera
edición, febrero de 2009, 84 páginas) y
«El Petróleo y Pemex. Despojo a la Nación»
(segunda edición, marzo de 2008, 190
páginas) son una herramienta indispensable
para quienes pretendan ahondar en el tema
de la privatización de la paraestatal, pues
contienen los pormenores de lo que Bartlett
califica como «una historia de infamias»
contra los recursos de la nación.
En el caso del segundo volumen mencionado,
lo hizo en coautoría con Víctor
Rodríguez Padilla, doctor en Economía
de la Energía por la Universidad de Grenoble,
Francia, y miembro fundador del
Observatorio Ciudadano de la Energía, y
con la colaboración de Roberto Morales
Martínez, licenciado en Economía por la
UNAM y subdirector administrativo tanto
de Pemex como de la Comisión Federal de
Electricidad, y de Flavio Perezgasga Tovar,
ingeniero químico por la UNAM y subdirector
de Planeación tanto de Pemex como del
Estado de México.
Después de revisar los hechos contenidos
en ambos libros, no queda más que reconocer
cuánta razón tenía el poeta mexicano
Ramón López Velarde al escribir en su obra
‘Suave Patria´:
«El niño Dios te escrituró un establo
Y los veneros de petróleo el diablo».
Hop´ Ki´n • 18