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La violencia que no se ve<br />
Si tales situaciones no son abordadas correctamente ni se disponen recursos sociales e<br />
institucionales para ello, se multiplicarán las acciones defensivas y las estrategias individuales,<br />
lo que implica mayor restricción de movilidad para las mujeres en la ciudad. Por<br />
el contrario, las acciones afirmativas de la ciudadanía por los derechos de las mujeres<br />
aportarán a su autonomía, libertad e impulsarán a construir respuestas basadas en la<br />
responsabilidad social.<br />
4. Insuficiencia de los enfoques tradicionales de seguridad ante la violencia<br />
urbana contra las mujeres.<br />
Para una mujer puede resultar más seguro, por ejemplo, la iluminación de un parque o<br />
calle, antes que coloquen allí un policía. Igualmente, la realización de actividades vecinales<br />
o comunitarias a determinadas horas podrían ser medidas más apropiadas que un<br />
vigilante nocturno; el cual, eventualmente, podría atacar verbal o físicamente a las mujeres<br />
en un determinado espacio urbano. Al ignorarse completamente la realidad cotidiana<br />
de las mujeres que transitan por la ciudad, las políticas de seguridad no resultan<br />
eficientes o, peor aún, no defienden los derechos humanos básicos de gran parte de la<br />
población.<br />
Las estrategias de seguridad ciudadana, tanto a nivel preventivo como asistencial, no<br />
suelen reconocer que existen estas demandas específicas provenientes de las mujeres. Y<br />
cuando lo hacen, asumen enfoques inadecuados. Examinemos algunos de ellos.<br />
Empecemos por la concepción asistencialista. En este enfoque, las instituciones y servicios<br />
se crean para atender la situación post-agresión; es decir, cuando las mujeres se han<br />
convertido en víctimas, no disponen de estrategias ni recursos para la prevención de las<br />
agresiones, ni para la promoción de su derecho a vivir en una ciudad sin violencia.<br />
Como consecuencia y complemento de esta concepción reactiva tenemos la perspectiva<br />
victimista. Las mujeres son tratadas solamente como víctimas y no como ciudadanas<br />
con autonomía y decisión respecto de sus vidas.<br />
El enfoque delegativo, en cambio, representa un avance con respecto a los dos anteriores;<br />
pese a ello, se trata de una noción limitada. En este esquema se crean organismos<br />
específicos y se capacita a su personal con el objetivo de proveer una atención adecuada<br />
que no implique una doble victimización de las mujeres. Sin embargo, no se aborda la<br />
estructura institucional en su conjunto (judicial, policial, servicios sociales, etc.), la cual<br />
mantiene concepciones erróneas acerca de la violencia contra las mujeres.<br />
Finalmente, existe el enfoque que enfatiza la violencia en los espacios privados –históricamente<br />
invisibilizada y reconocida sólo recientemente–, que ha tenido como efecto no<br />
deseado una nueva invisibilización de la violencia hacia las mujeres; esta vez ejercida en<br />
el espacio público de la ciudad.<br />
Por otra parte, las respuestas de la sociedad civil, salvo contadas excepciones, son individuales<br />
y reactivas. Se propone así el incremento de medidas de seguridad tradiciona-<br />
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