El Apá - Reporte Indigo

mundo
En el otoño de 2001, las noticias se
difundieron en fragmentos aterradores.
Tan sólo una semana
después del horror del 9/11, con
el fuego del World Trade Center apenas
extinguiéndose, apareció el fantasma del
bioterrorismo.
La nueva amenaza llegó a través de cartas
anónimas llenas de esporas de ántrax
que viajaron por el sistema de correos de
Estados Unidos (EU) repartiendo muerte y
enfermedad por toda la costa este.
Este anónimo invasor provocó el cierre
temporal del Congreso y causó estragos en
las oficinas de correos de EU. Hubo cinco
muertos y 17 víctimas infectadas.
Tara O’Toole, médica del Centro de
Estudios de Biodefensa Civil de la Universidad
Johns Hopkins, afirma que el ántrax
diseminado a través del correo fue un
aviso escalofriante. Advirtió a los políticos
de EU que un ataque similar, que se llevara
a cabo con éxito, podría tener resultados
infinitamente más letales.
Ella y otros científicos dicen que otro
atentado microbiológico es inevitable,
a menos que el gobierno federal invierta
miles de millones de dólares para combatir
este tipo de terrorismo. De no hacerlo,
podrían morir millones de ciudadanos.
Bioseguridad: Dos opiniones
Los laboratorios son la fuente primaria para obtener virus.
Para Richard Ebbright, la investigación de agentes de armas
biológicas sólo aumentó el riesgo nacional. Gigi Kwik Gronvall
expone una postura diferente. Multimedia por Índigo Nueva York
Dr. Gigi Kwik
Gronvall
University
of Pittsburgh
Dr. Richard
EBbright
Rutgers
University