El Apá - Reporte Indigo
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portada<br />
mundo<br />
<strong>El</strong> terrorismo personal es silencioso. <strong>El</strong><br />
rechazo, el divorcio y la “desobediencia”<br />
son razones suficientes para desfigurar el<br />
rostro de una mujer en Camboya, Afganistán,<br />
India, Bangladesh, Pakistán y otros<br />
países asiáticos.<br />
Algunas organizaciones ya investigan y<br />
estudian estos ataques. Ocho de cada diez<br />
agresiones son contra mujeres, dicen los<br />
académicos Tau Bahl y M.H. Syed. Según<br />
la Corporación RAND, un think tank estadounidense,<br />
cientos de mujeres en Pakistán,<br />
Cachemira y Afganistán han sufrido<br />
ceguera o mutilaciones simplemente por<br />
“vestir de manera inapropiada”.<br />
En Pakistán, los ataques han ido en<br />
aumento. Nicholas Kristof, de The New<br />
York Times, viajó a Islamabad para<br />
investigar sobre el tema. Ahí conoció a<br />
Naeema, cuya triste historia no es la primera<br />
ni la última.<br />
Naeema, quien trabajaba en el negocio<br />
de bienes raíces, decidió divorciarse.<br />
Después de la separación legal, Azar, su ex<br />
esposo, visitó a sus hijos para despedirse.<br />
Pero tenía también otras intenciones: desfigurar<br />
el rostro de su ex mujer con ácido.<br />
Al final, no sólo destruyó sus facciones,<br />
también la dejó ciega.<br />
Naeema perdió la vista, su belleza y su<br />
trabajo. Hoy sobrevive con la ayuda de sus<br />
amigos y de Shahnaz Bukhari, una activista<br />
cuya organización apoya a mujeres<br />
que han sido víctimas del terrorismo personal.<br />
Desde 1994, Bukhari ha registrado 7<br />
mil 800 casos como el de Naeema en el<br />
área de Islamabad. La impunidad es casi<br />
total, ya que los atacantes son sentenciados<br />
en sólo 2 por ciento de los casos.<br />
La mayoría de las mujeres víctimas<br />
de estos ataques viven en la pobreza, y<br />
su voz no es escuchada. Por ello se han<br />
creado asociaciones y fundaciones que<br />
defienden sus derechos. La Acid Survivors<br />
Foundation (ASF), en Bangladesh,<br />
y la Acid Survivors Charity (CASC), en<br />
Camboya, son ejemplos que reflejan la<br />
gravedad del problema.<br />
<strong>El</strong> mundo ignora esta crisis social.<br />
Sólo dirige su mirada a los atentados que<br />
reportan los noticieros. Por eso es importante<br />
contar la historia de estas mujeres.<br />
La impunidad y la facilidad con la que se<br />
puede comprar ácido clorhídrico hacen<br />
posible esta modalidad de terrorismo.<br />
Mientras tanto, las mujeres esconden su<br />
rostro –y su sufrimiento– detrás de su<br />
velo.