la-noche-de-los-lapices
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Las huel<strong>la</strong>s I<br />
Nació pelirrojo el Día <strong>de</strong> <strong>la</strong> Primavera <strong>de</strong>l ‘58, un domingo tranquilo <strong>de</strong>l barrio<br />
<strong>de</strong> Los Plátanos, cerca <strong>de</strong> La P<strong>la</strong>ta. El "Vasco" 2 , buen amigo <strong>de</strong> sus padres, diría: "Este<br />
es el único bebé que conozco que no tiene cara <strong>de</strong> buñuelo". A su madre el embarazo<br />
le costó el empleo. No podían tirar manteca al techo porque su padre, pintor y<br />
dibujante egresado <strong>de</strong> Bel<strong>la</strong>s Artes, en esa época era obrero <strong>de</strong> Ducilo. Para marxistas<br />
como Olga Koifmann e Ignacio <strong>de</strong> Acha era un orgullo, pero se morían <strong>de</strong> hambre.<br />
Se mudaban con frecuencia, más por bohemia que por pobreza. C<strong>la</strong>udio nunca<br />
lo entendió, y sufría. Su abue<strong>la</strong> materna lo sobreprotegía, igual que su madre. Le daba<br />
vuelta <strong>la</strong>s medias para que <strong>la</strong>s costuras no le <strong>la</strong>stimaran <strong>los</strong> pies pero lo obligaba a que<br />
llevara el pantalón siempre p<strong>la</strong>nchado. Así fue hasta que murió en el ‘66. Él hubiera<br />
preferido que lo siguiera molestando con eso <strong>de</strong> guardar <strong>la</strong>s formas.<br />
Ya lo habían bautizado "Mao" por sus ojos entornados cuando, en el jardín <strong>de</strong><br />
infantes, su madre confirmó que era muy tímido. El primer día se sentó solo en una<br />
punta <strong>de</strong>l salón y tardó semanas en hab<strong>la</strong>r con otros chicos (siempre sería así, excepto<br />
en otras circunstancias, quince años más tar<strong>de</strong>). Con <strong>la</strong> excusa <strong>de</strong> <strong>los</strong> juegos <strong>de</strong> pelota<br />
logró integrarse a grupos, lentamente, porque era lento para todo. O rápido, a veces: un<br />
día, aún preesco<strong>la</strong>r, lo sorprendieron hojeando El Capital. "¿Qué haces, Mao?", le<br />
preguntaron riéndose, y se asustó. Creyendo que lo que estaba mal era <strong>la</strong> posición <strong>de</strong>l<br />
libro, lo giró para mirarlo al revés.<br />
Antes <strong>de</strong>l nacimiento <strong>de</strong> su hermana, su padre comenzó a trabajar como<br />
publicitario y podía pasar <strong>la</strong>s tar<strong>de</strong>s con él. Le enseñaba a dibujar y le contaba<br />
historias. Después <strong>de</strong> <strong>la</strong> cena, el relevo era su madre con Poesías para cebollitas <strong>de</strong><br />
María Elena Walsh o El Principito. Un día <strong>de</strong>cidió convocar al pequeño héroe; que<br />
entrara por su ventana. Su padre lo sorprendió, esperándolo.<br />
En el ‘67, cuando ya vivían en Necochea, frente al mar, <strong>la</strong> vida le cambió. No<br />
<strong>de</strong>jó <strong>de</strong> ser silencioso y reflexivo, pero estaba más feliz. Su padre instaló un atelier <strong>de</strong><br />
arte, y entre pincel y pincel, le explicaba a Fanon y a Monteiro Lobato y, más allá <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
pedagogía, <strong>la</strong>s jornadas <strong>de</strong> <strong>la</strong> revolución bolchevique. Con tantos cambios <strong>de</strong> escue<strong>la</strong><br />
no era un alumno sobresaliente pero le alcanzaba. Decía que su otra patria eran <strong>los</strong><br />
libros, “casas rodantes como <strong>de</strong> caracoles”, y más inofensivos que <strong>la</strong>s personas que<br />
<strong>la</strong>stimaban al <strong>de</strong>spedirse.<br />
instantánea familiar<br />
Su tía Nélida y sus primos, él y su madre en <strong>la</strong> estación <strong>de</strong><br />
Necochea. Es el momento <strong>de</strong> <strong>la</strong>s <strong>de</strong>spedidas porque <strong>la</strong>s<br />
vacaciones han terminado y sus primos regresan a Buenos Aires.<br />
C<strong>la</strong>udio exige que le compren una revista. El tren está por salir.<br />
Los primos lloran y <strong>la</strong> tía lo abraza y lo besa. Él se escon<strong>de</strong> en <strong>la</strong><br />
lectura para no escuchar: "Chau, C<strong>la</strong>udio, chau".<br />
A <strong>los</strong> doce años, antes <strong>de</strong> llegar a <strong>la</strong> P<strong>la</strong>ta, ya conocía bien <strong>la</strong> crónica <strong>de</strong>l<br />
Cordobazo, <strong>la</strong> vida <strong>de</strong>l Che, y <strong>la</strong> necesidad <strong>de</strong> un cambio. Se hab<strong>la</strong>ba <strong>de</strong> que <strong>la</strong><br />
dictadura iba a dar elecciones a <strong>la</strong> corta o a <strong>la</strong> <strong>la</strong>rga. "Mamá, creo que en este país <strong>la</strong><br />
2 Ángel Bengochea, militante trotskista que en 1964 formó el grupo guerrillero Fuerzas Armadas <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
Revolución Nacional (FARN). Muere al estal<strong>la</strong>r una bomba en preparación, el 24 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 1964.<br />
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