Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
38<br />
La leyenda de Mersen y el Reino del Ensueño<br />
mundos lejanos; los diseños de su ropa, inigualables<br />
en todo el mundo. Tal era su fama y habilidad<br />
que los Señores le permitieron emplear el<br />
agua del Mar del Ensueño para que elaborara<br />
sus prendas.<br />
Y así, durante un breve lapso de tiempo, incluso<br />
los simples humanos pudieron vestirse con la<br />
magia de Etherys. Eso trajo desgracias al mundo<br />
mucho tiempo después, pero eso es una historia<br />
para otra ocasión.<br />
La magia de las ensoñaciones de Mersen no<br />
pasó desapercibida, como se ha dicho, en la corte<br />
de Ruaner y Myra. Tanto es así, que año tras<br />
año los grandes salones de los dos Reinos quedaron<br />
inundados del espíritu de Mersen, cubiertas<br />
las paredes de sus tapices, sus telas.<br />
La habilidad de Mersen se convirtió en leyenda,<br />
pasó a ser más famoso y adorado que los reyes<br />
de su tiempo. Su obra se filtró más y más<br />
profundamente en el Árbol Primigenio hasta<br />
llegar a sus mismísimas raíces, hasta los brumosos<br />
dominios de Ikara y la Tríada, hasta la mente<br />
atormentada de Nahru, hastiada de vacío.<br />
* * *<br />
Mersen dormía plácidamente en su cama tras<br />
un duro día de trabajo, cuando un repentino resoplido<br />
del viento abrió la ventana y lo despertó.<br />
Miro hacia ella y frunció el ceño. No veía nada.<br />
No es que no pudiera ver… No había nada que<br />
ver. Podía observar con todo detalle el resto de<br />
su habitación. Pero allí, delante del a ventana,<br />
había algo que no podía ver. No, no había algo.<br />
No había nada. No existía.<br />
Agitó la cabeza. Le pareció percibir que la<br />
Nada tenía el contorno de un hombre.<br />
—Sabes quién soy —dijo la Nada. No era una<br />
pregunta.<br />
—Nahru, mi Señor —Mersen se inclinó y encogió,<br />
aterrado. Que se supiera, jamás ningún<br />
mortal se había encontrado en presencia de la<br />
Sombra de Sombras.<br />
—Debes hacer algo por tu Señor —afirmó<br />
Nahru. Sonreía con el desprecio que nace de la<br />
envidia, pero Mersen no podía verlo.<br />
—Decidme, mi Señor.<br />
—He oído que eres único entre humanos y Señores.<br />
¿Es eso cierto?<br />
—Todos los seres somos únicos en cierto modo,<br />
mi Señor Nahru.<br />
—He oído decir que tan solo tú eres capaz de<br />
construir, de crear, de inventar. He oído que<br />
duermes. He oído que sueñas.<br />
Mersen se estremeció. Soñar. Nadie era capaz<br />
de soñar por aquel entonces. Nadie. Solo él. Y<br />
nadie más que él mismo lo sabía.<br />
—Así es, mi Señor —confirmó.<br />
La sonrisa de Nahru se ensanchó.<br />
—Entonces eres tú quien puede ayudarme.<br />
—¿Qué puede hacer por vos este humilde tejedor,<br />
mi Señor?<br />
—Necesito una capa. Una capa a mi medida.<br />
Mersen sonrió; se relajó. Una capa. Podía comenzar<br />
a moverse en terreno firme.<br />
—Decidme, ¿cómo deseáis que sea? Puedo tomaros<br />
medidas, mostraros esquemas y modelos,<br />
y…<br />
Se detuvo al percibir un tenue eco en el aire. Se<br />
le erizó la piel, palideció. Nahru reía.<br />
—La capa que deseo no es convencional —se<br />
mantuvo en silencio unos instantes—. No me<br />
importan las medidas ni la forma, el color o el<br />
diseño. No me importa si es suave o áspera, pesada<br />
o ligera. Todo eso será asunto tuyo. Tan<br />
sólo pido una cosa. La capa ha de ser capaz de<br />
hacerme sombra.<br />
Mersen frunció el ceño.<br />
—No os entiendo, mi Señor. Perdonad mi simpleza.<br />
De pronto la Nada tomó forma. No era una forma<br />
definida de la que pudiera distinguir rasgos,<br />
sino una presencia, algo oscuro y denso que podía<br />
más presentir que ver.<br />
Sentía su rabia y su deseo ardiente.