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TERAPIA PSICOLÓGICA - ResearchGate

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18 STEFANO VINACCIA, FRANCOISE CONTRERAS, CARMENCITA PALACIO, ANDRÉS MARÍN,<br />

SERGIO TOBON, EMILIO MORENO-SAN PEDRO<br />

fatiga e incapacidad (Pincus, Esther, DeWalt & Callahan,<br />

1998).<br />

Una variable que se asocia con el dolor, son los síntomas<br />

depresivos, altamente frecuentes en los pacientes con<br />

artritis reumatoide (Katz & Yelin, 1993). La asociación entre<br />

depresión y dolor constituye otro fenómeno complejo de<br />

difícil comprensión, en el cual no es claro cuál precede a<br />

cuál; lo que es evidente es que la presencia de estados depresivos<br />

se asocia con el incremento en la percepción de<br />

dolor en los pacientes con artritis reumatoide (Schwartz,<br />

Slater, Birchler & Atkinson, 1991; Frank, et al., 1988), y<br />

mayor percepción del dolor en estos pacientes se asocian<br />

con estados depresivos (Parker, et al., 1992). Parker, et al.<br />

(1992) plantean que la depresión es secundaria al dolor, y<br />

que constituye un fenómeno con innegables repercusiones<br />

afectivas y emocionales, que se traducen en la frecuente<br />

aparición de trastornos ansiosos o depresivos secundarios<br />

en pacientes con cuadros dolorosos.<br />

Dean y Wadden (1989), por su parte, encontraron que<br />

los enfermos con dolor más intenso eran más propensos a<br />

desarrollar depresión; otros autores estiman que más que<br />

la intensidad del dolor, es su frecuencia la que determina<br />

un mayor riesgo de depresión (Craig, 1994; Callahan,<br />

Kaplan & Pincus, 1991), Huyser y Parker (1999) consideran<br />

que el dolor favorece la aparición de emociones negativas,<br />

otros autores sostienen que la relación se da a la inversa,<br />

es decir, las emociones negativas son las que ejercen<br />

influencia sobre la percepción del dolor (Vinaccia, Ramírez<br />

& Toro, 2001; Murphy, Creed & Jayson, 1988). En cualquier<br />

caso, lo que se ha evidenciado es que el dolor y la<br />

depresión están asociados.<br />

El deterioro en la capacidad funcional es otro de los<br />

síntomas más significativos en la artritis reumatoide<br />

(Pincus, Callahan, Sale, Brooks, Payne & Vaughn, 1984),<br />

y se ha relacionado con un aumento en el riesgo de mortalidad<br />

en estos pacientes (Reilly, Cosh, Maddison, Rasker<br />

& Silman, 1990). La artritis reumatoide produce un significativo<br />

descenso en las actividades y habilidades funcionales<br />

de los pacientes (Wolfe & Cathey, 1999) e interfiere<br />

en la capacidad del paciente para participar en actividades<br />

sociales y de ocio (Wolfe & Hawley, 1998), lo<br />

cual a su vez relaciona la percepción de dolor y la depresión<br />

que presentan estos pacientes, constituyendo una relación<br />

intrincada y compleja en la que no es claro cuál de<br />

las variables es la que ejerce influencia sobre la otra. Es<br />

lógico pensar que las limitaciones funcionales provoquen<br />

en los sujetos estados emocionales negativos, pero también<br />

estas emociones negativas parecen influir en la capacidad<br />

funcional (Strahl, Kleinknecht & Dinnel, 2000;<br />

Wells, Stewart & Hays, 2000; Burns, Johnson, Mahoney,<br />

Devine & Pawl, 1996; Katz & Yelin, 1995; Kerns,<br />

Rosenberg & Jacob, 1994; McCracken, Zayfert & Gross,<br />

1992). Nuevamente, no es claro en qué sentido se da la<br />

influencia entre las variables; es probable que la<br />

discapacidad funcional genere depresión en los pacientes<br />

con artritis reumatoide (Strahl, Kleinknecht & Dintel,<br />

2002) o que la depresión contribuya a la discapacidad<br />

funcional (Reilly, Cosh, Maddison, Rasker & Silman,<br />

1990). En cualquier caso, el dolor correlaciona positivamente<br />

con la incapacidad funcional que sufren los pacientes<br />

con dolor crónico (McCracken, Zayfert & Gross, 1992)<br />

y tiene un importante valor predictivo sobre la incapacidad<br />

de estos pacientes (Strahl, Kleinknecht & Dinnel,<br />

2000).<br />

Se ha demostrado que la incapacidad funcional es el<br />

mayor predictor de depresión en los pacientes con artritis<br />

reumatoide (Newman, Okifujy, Turk & Curran, 2001;<br />

Newman, Fitzpatrick, Lamb & Shipley, 1989), y que los<br />

pacientes deprimidos tienen peor funcionalidad que aquellos<br />

que no lo están (Wells, Stewart & Hays, 2000), en otros<br />

trabajos el dolor se presenta conjuntamente con la depresión<br />

y la incapacidad funcional, los pacientes depresivos<br />

reportan dolor en más articulaciones, más severo y frecuente,<br />

mayor incapacidad funcional y limitación física, más<br />

días en la cama, mayor preocupación en torno a su enfermedad,<br />

y actividades más limitadas que los pacientes no<br />

deprimidos. De igual forma, la depresión se asocia con características<br />

clínicas, funcionales menos favorables y uso<br />

más frecuente de servicios sanitarios (Pincus, Esther,<br />

DeWalt & Callahan, 1998; Katz & Yelin, 1993).<br />

Estos hallazgos junto con los de otros estudios apoyan<br />

la correlación entre depresión, dolor e incapacidad funcional<br />

(Chandara, Eals, Steingart, Bellamy & Allen, 1987),<br />

sin embargo, en esta relación surgen algunos problemas<br />

metodológicos que pueden sobreestimar la prevalencia de<br />

la depresión en pacientes con artritis reumatoide o elevar<br />

falsamente su puntuación. Por ejemplo, existen muchos<br />

síntomas propios de la depresión, como la fatiga o los problemas<br />

de sueño, que son a la vez manifestaciones típicas<br />

de la artritis reumatoide, y por tanto se solapan. Este problema<br />

parece estar presente tanto si se utilizan entrevistas<br />

clínicas estandarizadas para evaluar la depresión, como si<br />

se usan cuestionarios estandarizados, dado que son sensibles<br />

a los aspectos somáticos de la enfermedad, por ello,<br />

estos pacientes pueden ser inapropiadamente clasificados<br />

como deprimidos (Callahan, Kaplan & Pincus, 1991), por<br />

lo que habría que interpretar con cautela los resultados documentados<br />

en la literatura.<br />

Por otra parte, la prevalencia de la depresión dentro de<br />

la población con artritis reumatoide parece variar en función<br />

del instrumento utilizado y en función del tamaño de<br />

la muestra. Creed (1990) sostiene que los resultados obtenidos<br />

cuando se evalúa la depresión a partir de cuestionarios<br />

estandarizados son sensiblemente más altos que aquellos<br />

que se obtienen con entrevista clínicas. Frank, et al.<br />

(1988), evalúo la depresión sirviéndose de criterios diag-<br />

<strong>TERAPIA</strong> <strong>PSICOLÓGICA</strong> 2005, Vol. 23, Nº1, 15 - 24

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