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Boletín No. 8
Academia Nacional
de la Ingeniería
y el Hábitat
Extraordinario 2004
1

Boletín N°8
Academia Nacional
de la Ingeniería
y el Hábitat
3

Título Original:
Boletín N° 8 Academia Nacional
de la Ingeniería y el Hábitat
Impreso en Venezuela - Printed in Venezuela
Impreso por: Editorial El Viaje del Pez
Urb. La Alegría, Valencia - Venezuela
Telf.: (0241) 822.68.04 - Fax: (0241) 824.40.16
Diagramación y Montaje:
Malioska Guerra
Compuesto por caracteres: Times New Roman
I.S.B.N. 1317-6781
Depósito Legal: p.p200103CS232
5

MIEMBROS DE LA ACADEMIA NACIONAL
DE LA INGENIERÍA Y EL HÁBITAT
I
Méndez, Arocha Alberto
II González Molina, Marcelo (+)
III
Torres Parra, Manuel
IV
Callaos, Nagib
V Ferrer González, José C.
VI
Romero Mújica, Asdrúbal
VII
Roche Lander, Eduardo
VIII
Grases Galofre, José
IX
Guinand Baldó, Alfredo
X Morales, Gonzalo J.
XI Barberií, Efraín E.
XII
Arnal Arroyo, Guido
XIII
Giusti, Luís
XIV
Tudela Reverter, Rafael
XV
Urdaneta Domínguez, Alberto
XVI Graterol Graterol, Victor R.
XVII
Craf, Claus
XVIII Pérez Lecuna, Roberto A.
XIX
Quintini, Rosales César
XX Oberto González, Luís E.
XXI
Yackovlev, Vladimir
XXII
Henneberg, Heinz
XXIII
Brillembourg, David Darío
XXIV
Lamar, Simón
XXV Martí, Julio C.
XXVI
Pérez La Salvia, Hugo
XXVII Moleiro P., Rodolfo W.
XXVIII
Caro, Ruben Alfredo
XXIX
Suárez M., Rafael
XXX
Hernández Carabaño, Héctor
XXXI Sanabria Escobar, Tomás J.
XXXII Vegas, Armando (+)
XXXIII Martínez, Aníbal R.
XXXIV
Alcock, Walter James
XXXV
Peñaloza, Humberto
MIEMBRO HONORARIO
Santiago Vera Izquierdo
COMITE DIRECTIVO
Presidente: Gonzalo Morales
Vicepresidente: Roberto Pérez Lecuna
Secretario: Rafael Suárez
Tesorero: Manuel Torres Parra
Bibliotecario: Walter James Alcock
COMISIÓN EDITORA:
Roberto Pérez Lecuna
7

INDICE
A Manera de Presentación........................................................................11
Juan Manuel Cajigal - Semilla Docente
Rubén A. Caro. Sillón XXVIII................................................................. 13
Juan Manuel Cajigal, Escritos Literarios y Científicos
Compilación y prólogo de Luís Correa..................................................... 19
Cagigal, Prócer de la Ciencia y la Cultura Universitarias
Willy Ossott.....................................................................................71
Homenaje a la Memoria de Juan Manuel Cajigal
Leopoldo Martínez Olavarría...............................................................87
La Obra Matemática de Cajigal
Dr. J. F. Duarte...................................................................................97
La Academia de Matemáticas
Eduardo Arcila Farías.............................................................................109
Cronología
Héctor Pérez Marchelli......................................................................149
9

A Manera de Presentación
El Comité Directivo de la Academia Nacional de la
Ingeniería y el Hábitat tuvo a bien encomendar al Académico
Rubén Alfredo Caro, sillón XXVIII la recopilación Histórica
sobre la vida y actuación profesional del Coronel de Ingeniería
Juan Manuel Cajigal, por todo lo que su trayectoria tuvo en
beneficio de la profesión del Ingeniero en nuestro país.
La tarea encomendada, estuvo a la altura y dedicación de
nuestro querido Condomine y hoy la Academia Nacional de la
Ingeniería y el Hábitat, presenta con satisfacción el Boletín
Nº 8 (Extraordinario) como un homenaje de nuestra Academia
en su año Aniversario a la memoria de ese pionero y pedagogo,
que tantos aportes valiosos ofreció a su país y a nuestra
profesión.
Este Boletín, con su contenido servirá para dar al
conocimiento de nuestros colegas y al público en general,
aspectos pocos conocidos de su vida y su actuación.
La Comisión Editora de este nuestro Boletín, agradece el
gran esfuerzo realizado por el Académico Caro, en la
consecución de la información Histórica y su excelente
interpretación, que nos lo ofrece en su escrito de presentación.
La Comisión Editora
11

Juan Manuel Cagigal - Semilla Docente
Rubén A. Caro
Sillón XXVIII
Cuando una persona nace y transita por el mundo viviendo
tan sólo cincuenta y tres años, diez de éstos prácticamente
ausente, y realiza una obra tan extraordinaria, ofrecida con
pasión a sus semejantes, como hizo Juan Manuel Cajigal, no
hay manera de conseguir las palabras precisas para calificar
su vida, de la cual hoy celebramos el bicentenario de su
nacimiento (10-8-1803). Como cosa curiosa y quizás por la
situación de Venezuela en 1903, no se celebró el primer
centenario, que hubiera sido conveniente a mi juicio, para una
recopilación de informaciones más fidedignas para una
biografía suya. En cambio hubo una Conmemoración notable
del Primer Centenario de su muerte, en 1956, auspiciada por
el Comité Pro-Homenaje a Cajigal, con la participación del
Colegio de Ingenieros de Venezuela, la Academia de Ciencias
Físicas, Matemáticas y Naturales y la Universidad Central de
Venezuela. De esa Conmemoración derivan reediciones de
monografías y el nacimiento de nuevos escritos sobre su vida
y obra, incluyendo sus Escritos Literarios y Científicos.
El Colegio de Ingenieros en reunión del 9-2-1956 rinde
homenaje a la memoria de Juan Manuel Cajigal,
correspondiendo al doctor Leopoldo Martínez Olavarría el
discurso de orden. En el señala que no se puede asociar el
nombre de Cajigal únicamente a la fundación de los estudios
matemáticos en Venezuela, pues la Academia de Matemáticas
13

instalada en 1831, fue el inicio de las ingeniería venezolana,
que conllevó en 1861 a la fundación del Colegio de Ingenieros
de Venezuela. El doctor Martínez Olavarría cita textualmente
a Cajigal en la parte final de su disertación, cuando asume la
dirección de la Academia: “Quizás entre vosotros se
despertará algún genio que se ignore a sí mismo; entonces me
será permitido decir con orgullo: a lo menos he producido
una obra que vivirá en la posteridad”. Acota; Martínez
Olavarría: Se produjo el genio colectivo en 1837 cuando se
gradúa la primera promoción de ingenieros venezolanos:
Olegario Meneses, Juan José Aguerrevere, Egidio Troconis y
Manuel María Urbaneja.
En el Aula Magna de la Ciudad Universitaria, de la
Universidad Central de Venezuela el 10-02-1956 se conmemora
el Primer Centenario de la muerte de Juan Manuel Cajigal,
siendo el orador de orden el Doctor Willy Ossott. En su escrito
“Cagigal, Prócer de la Ciencia y la Cultura Universitarias”,
hace una síntesis biográfica de sus orígenes familiares “familia
de militares y navegantes”, sus estudios en España y Francia,
sus estudios en Venezuela en diferentes áreas del saber,
diferentes cargos desempeñados, y finalmente hace referencia
a las causas de su retiro y muerte en el Yaguaraparo. Destaca
la intención de Cajigal de propiciar obra buena y sembrar una
semilla docente en las palabras de su discurso de toma de
posesión de la Academia: “Alumnos de la Escuela de
Matemáticas, no os arredréis por los obstáculos que encontréis
en la gloriosa y modesta carrera de las ciencias; una constante
aplicación basta para superarlos, y la patria tiene derecho a
esperarla de vosotros. A mí me anima la dulce esperanza que
seguiréis con asiduidad el curso que tengo el honor de estar
encargado. En el os expondré las verdades más importante de
las matemáticas, descorreré algunas puntos del velo con que
14

están cubiertas las leyes generales e inmutables del mundo
físico e indicaré las felices aplicaciones que de ellas se hacen
a los trabajos civiles y al arte militar…”
La Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales
también rinde un solemne homenaje a Juan Manuel Cajigal
en el Centenario de su Muerte. El discurso de orden
correspondió al Doctor Eduardo Rohl, en el cual analiza la
labor relevante hecha por el sabio en el campo de las
matemáticas.
A continuación el Doctor Francisco J. Duarte, leyó su
escrito “La Obra Matemática de Cagigal”, en el cual presenta
algunas dudas sobre quienes fueron los maestros del Prócer
en París y analiza los tres trabajos científicos que conoce de
Cajigal: Memoria sobre las integrales limitadas, Memoria sobre
el movimiento del péndulo y Memoria sobre el cálculo de
variaciones. Dice desconocer el tratado de Mecánica Elemental
y el Curso sobre Astronomía.
Al final Duarte concluye que Cajigal conocía el análisis
matemático de su época y que tuvo el mérito de fundar los
estudios matemáticos y enseñar los conocimientos de su tiempo
en Venezuela.
Tiempo después de haberse conmemorado el primer
centenario de la muerte de Juan Manuel Cajigal, el 29 de
noviembre de 1956, la Junta Directiva del Colegio de Ingenieros
de Venezuela, llevó a la Asamblea del cuerpo un informe, que
proponía la preparación de biografías de ingenieros
prominentes que destacaron en el siglo diecinueve y comienzos
del veinte. El informe fue aprobado y se determinó que las
biografías debían estar listas para la fecha centenaria de la
creación del Colegio de Ingenieros, 28 de octubre de 1961.
15

La Junta Directiva de entonces presidida por el doctor Pedro
Pablo Azpúrua, consulta al doctor Arturo Uslar Pietri sobre el
tema, quien recomendó que en lugar de biografías “… sería
mucho más orgánico, más didáctico y más ameno hacer un
recuento técnico y anecdotario con énfasis en las
personalidades, el cual podría llamarse Historia de la Ingeniería
en Venezuela. La sugerencia fue aprobada y se contrató al
profesor Eduardo Arcila Farías, para realizar la obra asistido
por un equipo técnico integrado por los doctores Francisco
J. Duarte, José Sanabria, Willy Ossott, Luis Báez Díaz,
Oscar Augusto Machado, que debería abarcar desde la
época colonial hasta 1936. El financiamiento de la obra, de
dos tomos, se hizo con la contribución de 113 miembros
del Colegio y de algunas instituciones privadas, y su
conclusión fue posible por el empeño de la Juntas Directivas
posteriores presididas por los ingenieros Armando Vegas,
Gustavo Pérez Guerra, Héctor Hernández Carabaño e Irwing
Perret Gentil.
En el primer tomo, el capítulo X, está dedicado a la
Academia de Matemáticas y el XI al Colegio de Ingenieros,
instituciones surgidas directa e indirectamente de la semilla
científica y docente de Juan Manuel Cajigal.
Entre 1961 – 1991 aparecen tres importantes referencias
sobre Juan Manuel Cajigal. Dos de ellas corresponden al
historiador doctor Ildefonso Leal; la primera en la Historia
Universitaria de Caracas, en edición especial del Círculo
Musical, publicada en 1967 con motivo del Cuatricentenario
de la Fundación de Caracas. En la página 19 de la obra el
doctor Leal señala “en cuanto a las matemáticas, las lecciones
que se dictaban en esa cátedra eran poco avanzadas, pues
únicamente existían las clases de aritmética, álgebra, topografía
y geometría práctica. Correspondió a Juan Manuel Cajigal las
16

clases de matemáticas superiores en la Academia de
Matemáticas, creada por decreto del Poder Ejecutivo, el 26
de octubre de 1831. En las páginas 47 y 48 de la misma obra
el autor describe sucintamente las actividades del Prócer en la
Academia desde 1831 hasta marzo 1841, cuando renuncia.
La segunda referencia del doctor Ildefonso Leal sobre
Juan Manuel Cajigal la hace en su obra Historia de la UCV,
1721 – 1981, Ediciones del Rectorado UCV, 1981. En el
Capítulo II “Nacimiento de la Universidad Republicana” describe
el proceso de la transformación de la Cátedra de
matemáticas de la Universidad conferida al maestro José Rafael
Acevedo en 1827, en la cual se dictaban clases de aritmética,
álgebra, geometría, topografía y geometría práctica, a una
Cátedra de matemáticas más avanzadas “que sea de más
general utilidad… capaz de dar más sublimes
conocimientos”. El Congreso nombró una Comisión para el
estudio de la transformación, el cual fue aprobado el 14 de
octubre de 1830 y luego por el Ejecutivo el 28 de octubre de
1831. La instalación de la Academia de matemáticas se hizo el
4 de noviembre del mismo año y fue nombrado Director Juan
Manuel Cajigal por tener además de “una vasta ilustración en
las matemáticas que ha estudiado por más de catorce años en
España y Francia, la noble ambición de consagrarse al bien de
su país sin más recompensa, además de una módica
subsistencia, que el honor de tributarle sus servicios y
merecer de este modo la estimación pública” (Informe
de la Comisión presidida por el doctor José María
Vargas, 3 de octubre de 1830).
La tercera referencia bibliográfica es la excelente
biografía “Imagen y Huella de Juan Manuel Cajigal”, del
doctor Héctor Pérez Marchelli, editada por Intevep, en 1991.
El autor describe en su obra la personalidad multifacética
17

del Prócer: matemático, ingeniero, militar, parlamentario,
literato, diplomático y periodista, basándose en investigaciones
bibliográficas confiables. Sin embargo deja sin contestar
muchas situaciones que requieren según el autor de
investigaciones que habrían de ser realizadas por futuros
investigadores.
Finalmente, para completar esta no exhaustiva bibliografía
de Juan Manuel Cajigal, en 1997 aparece una Síntesis Biográfica
en el Diccionario de Historia de Venezuela, Tomo I, página
581-582, Segunda Edición; Fundación Polar.
De la lectura y análisis de la bibliografía sobre Cajigal
resaltan dos conclusiones:
Primera: Que fue una semilla científica y docente que
germinó para dar vida a instituciones valiosas para
Venezuela y
Segunda: Que dedicó su vida a defender las instituciones
en las cuales creía, algunas veces hasta llegar al combate
guerrero.
La segunda tiene vigencia permanente, las Academias y
los académicos debemos estar vigilantes para defender nuestras
instituciones que se han visto amenazadas de intervención y
en otros casos reducidas a un mínimo de funcionamiento como
es el Centro Nacional para el Mejoramiento de la Enseñanza
de la Ciencia (CENAMEC).
Sería un buen regalo al espíritu galáctico y virtual de Cajigal
en esta celebración de los doscientos años de su nacimiento.
18
Gracias.

Escritos literarios y científicos
Compilación y prólogo de Luis Correa
Segunda Edición
Homenaje del Gobierno Nacional que preside el Señor
General Marcos Pérez Jiménez, al sabio esclarecido, en el
centenario de su muerte.
10 de febrero de 1856 – 10 de febrero de 1956
19

Estados Unidos de Venezuela – Ministerios de
Relaciones Interiores - Dirección Política.
Caracas, 18 de diciembre de 1929.
120º y 71º
Resuelto:
En cumplimiento del Decreto Ejecutivo de fecha 3 de
octubre próximo pasado, que ordena la conmemoración del
Centenario de la muerte del Libertador y la celebración del
Centésimo aniversario de la Reconstitución de la República, y
teniendo en cuenta que la Constituyente de 1830 creó la
Academia de Matemáticas bajo la dirección del Coronel de
Ingenieros Don Juan Manuel Cagigal, por disposición del
ciudadano Presidente de la república, procédase a hacer una
edición de las obras científicas y literarias de aquel eminente y
escritor venezolano.
Para dirigir los trabajos de dicha edición se designa al
ciudadano Luis Correa.
Comuníquese y publíquese.
Por el Ejecutivo Federal, Rubén González.
21

Juan Manuel Cagigal.
En esta carta en Popayán el 13 de enero de 1828, Lino
Pombo, eminente hombre público granadino, escribía al
General Carlos Soublette, Ministro de Guerra de la agonizante
Gran Colombia lo siguiente:
“Hace tiempo que hablé a usted de Juan Manuel Cagigal,
hijo de Cumaná, joven de grandes talentos y nociones en la
parte militar facultativa, que se halla en París dedicado a
adelantar sus estudios. Le indiqué a Usted que podría el
Gobierno hacerlo venir con el empleo de Capitán de Ingenieros,
que desempeñaría perfectamente. Ahora recibo una carta de
él de 22 de setiembre en que me habla de los deseos que tiene
de regresar a Colombia y tomar servicio; y añade que vendría,
sacrificando los pocos medios de que puede disponer, si tuviere
la seguridad de ser empleado. Yo creo que la venida de este
joven sería una buena adquisición para la República, que se
halla tan escasa de oficiales facultativos, y por lo mismo
renuevo a Usted mi recomendación de que se le envíe un
despacho de Capitán por conducto de nuestra Legación en
Londres, y aún se le ayude en algo para su viaje”. 1
1
Archivo del General Carlos Soublette, en la Academia Nacional de la Historia. Cartas
de Lino Pombo. Tomo 33.
23

Ese joven de grandes talentos y nociones en la parte militar
facultativa, que aspiraba a servir a su patria, de la que se hallaba
ausente desde los 13 años, había nacido en Barcelona de
Venezuela el 10 de agosto de 1803, hijo legítimo de Don Gaspar
de Cagigal y de Doña Matilde Odoardo. 2
Consecuente con las tradiciones de su casa, Don Gaspar
de Cagigal sentó plaza de cadete el 7 de junio de 1786, y fue
ganando sus ascensos por riguroso escalafón. Tenía en 1800,
veinte y siete años, y era Capitán Agregado en el Batallón de
Caracas. Sirvió en Africa, Navarra y Guipúzcoa antes de venir
a Venezuela. 3 Para 1801 hallábase en Cumaná. Contrajo matrimo-
2
“En diez y siete días del mes de agosto un mil ochocientos tres años. Yo, Don Manuel
Antonio Pérez y Carvajal, Cura Rector, a presentación del Real Patrono de la Santa
Iglesia parroquial de Santa Eulalia de esta ciudad de San Cristóbal de Nueva Barcelona;
científico, que en ella bauticé solemnemente, puse óleo y crisma a Juan Manuel, de siete
días de nacido, hijo legítimo del señor Comandante Don Juan de Dios Macía y Doña
Matilde Odoardo, fueron sus padrinos, Don Juan de Dios Macía y Doña Ana Luisa
Pérez, a quienes advertí el parentesco espiritual contraído y la obligación
correspondiente, y para que conste lo firmo y de ellos doy fe. Manuel Antonio Pérez. Es
conforme con el original en su contenido a que remito en fe de lo cual y a pedimento de
parte legítima doy la presente que firmo en esta referida ciudad de Nueva Barcelona, a
los veintiséis días del mes de Agosto de mil ochocientos diez. Firmado, Bartolomé
Mascareña. (Romero, “La Primera Patria”, páginas 15 y 16)
3
Cagigal, Capitán Gaspar. Batallón de caracas. Su edad 27 años, su país Castilla, su
calidad hijo de Brigadier, su salud buena, sus servicios y circunstancias los que expresa
24
Tiempo en que empezó a servir los empleos
Empleos Día Meses Años
Cadete de menor edad 27 Abril 1778
Idem de edad 7 Junio 1786
Subteniente 30 Mayo 1788

nio con Matilde Odoardo Bouchet de Gran – Pre, hija del
Doctor Cecilio Odoardo de Zayas, Teniente Auditor de Guerra
de la Provincia de Nueva Andalucía, y de Juan María Bouchet
de Gran – Pre. Estos últimos no fueron felices. Casados en
Nueva Orleáns, el Doctor Zayas, habanero de nacimiento, se
aficionó a los encantos de la carne mulata, y buscó en una
esclava los goces de un temperamento sensual y poco refinado.
Juana María Bouchet sufrió lo indecible, afrontó impertinente
murmuraciones resolvió al cabo, en un momento de negra
Idem de Granaderos 11 Agosto 1790
2º Teniente de Fusileros 5 Julio 1791
Grado de Capitán 10 Octubre 1793
2º Capitán 21 Setiembre 1794
Grado Teniente Coronel 4 Setiembre 1795
Capitán agregado 10 Setiembre 1799
Tiempo que ha que sirve y cuanto en cada empleo
Empleos Años Meses Días
De cadete 1 11 23
De subteniente 2 2 11
De idem de Granaderos 10 24
De 2º Teniente de Fusileros 2 3 5
De Capitán graduado 11 11
De 2º Capitán 11 13
De Teniente Coronel graduado 4 6
De Capitán agregado 1 3 21
Total hasta fin de Diciembre de 1800 14 6 24
Regimientos donde ha servido
En el de Infantería de Asturias 8 años, 3 meses, 14 días. En el 2º de Voluntarios de
Infantería ligera de Aragón 4 años, 19 días y lo restante en este Batallón.
25

desesperación y como era costumbre en aquellos días, elevar
una queja al rey contra su marido, refiriéndole por lo menudo
los secretos de su desgracia conyugal. 4
26
Campañas y acciones de guerra donde se ha hallado
Se halló en el terremoto acaecido en Orán en 9 de octubre. Hizo el servicio de Alférez
de Granaderos los primeros días en la 1º de Navarra, y lo restante en la suya hasta que
se retiraron los Moros del frente de la plaza, permaneciendo en ella todo el tiempo que
la sitiaron los enemigos el año 91, haciendo el servicio con los Granaderos hasta el 15
de julio que pasó a Teniente. Se halló en el Ejército de Alternación desde que se
empezó la campaña. En el ataque de Sara en 1º de Mayo de 93. en el Castelpeñón en
6 de Junio. En el de Cea el 25 de Julio de 94. En el Irán en 1º de Agosto. En el de Tolosa
el 9 del mismo mes. En el año 95 subió con el Batallón al Hospital de Viella en el mes
de Mayo, en donde hizo el servicio de las alturas, y el 28 de Julio se hallaba mandando
uno de los destacamentos cuando se presentaron los enemigos, y permaneció hasta
el 20 de Agosto. Ha hecho el servicio de Escuchas al frente de la plaza de Gibraltar y
en la persecución de contrabandistas y malhechores.- (f.) Juan de Casas.
Valor, acreditado. – Aplicación, constante.- Capacidad, regular.- Conducta, buena.-
Estado, casado.- (f.) Cagigal.
4
F. González Lugo: Papeles de Archivo. Los Malos Maridos. (“El Universal”, caracas,
julio de 1927). Lo referido en este escrito sobre el escándalo conyugal del Doctor
Odoardo de Zayas, acusado en la representación al Rey de su señora, la abuela del gran
matemático, que reposa en el Gran Archivo Nacional, no puede considerarse sino como
una lamentable aberración. El Doctor Odoardo de Zayas era un hombre ilustrado y de
largos servicios en la Magistratra. Fué Oidor de la real Cancillería de Guadalajara,
Gobernador de Luisiana, y luego Auditor de Guerra en caracas durante el Gobierno del
Brigadier Unzaga y Amezaga, hasta 1781. pasó luego a Puerto Rico como Teniente
Gobernador y Auditor de Guerra. Con igual cargo vino a Cumaná. Por Real Despacho de
14 de setiembre de 1819 S.M. concedió al regente Doctor Cecilio Odoardo de Zayas la
jubilación. (Archivo Nacional. Toma de Razón, Tomo VII, folio 244 vuelto). Y por Real
Orden de 29 de febrero de 1820 el Rey concede al regente jubilado Doctor Odoardo, en
consideración a su avanzada edad y mérito que había contraído en su dilatada carrera,
se traslade a México, y que por aquellas reales cajas se le satisfaga el sueldo de su
jubilación(Archivo Nacional. Toma de Razón, tomo VII, folio 252). El doctor Odoardo
casó en primeras nupcias en Nueva Orleáns con Doña Juana María Bouchet de Grand
– Pre. Tuvieron dos hijos: José Hipólito, quien nació en Caracas el 13 de agosto de
1780, y Doña Matilde, la madre del matemático, quien nació en Cumaná el 25 de setiembre

Don Gaspar, muy pagado de sí mismo y del lustre
hereditario de su nombre, era en el fondo un tímido y un sentimental.
Al desposarse con Matilde Odoardo, realizaba por
mandamientos del amor una acción francamente plausible para
con aquella niña, consumida de disgustos desde su infancia a
causa de las desavenencias de sus padres. Era ésta el tipo de
la criolla americana, indolente, nerviosa, tocada con frecuencia
de inexplicables ráfagas de melancolía. Por sus venas corría
sangre francesa y cubana, mezcladas quizás con una gota de
sangre aborigen. Como un año después de su matrimonio y
llevando consigo el primer renuevo de sus corazones,
trasladáronse los esposos Cagigal a Nueva Barcelona. Iban
Don Gaspar investido con el cargo de Comandante Militar y
Teniente Justicia de la ciudad del Neverí, donde el año siguiente,
como hemos dicho, debía nacer el “matemático ilustre,
fundador y gran maestro de las ciencias exactas en
Venezuela”.
La vida en Barcelona era sencilla y patriarcal. Fuera de sus
obligaciones oficiales, Don Gaspar dedicábase un poco a la
agricultura y al embarque de ganados por cuenta propia para las
Antillas vecinas. Su carácter afable y conciliador le había
conquistado el aprecio de los barceloneses. Depons habla de una
epidemia durante la cual el Comandante Militar prestó
abnegadamente sus servicios a la población atemorizada. Natural
de 1783. En segundas nupcias con Doña Josefa Antonio Sotillo Verde, hija de Don
Antonio Sotillo Verde y Doña Inés María Santaella. El Doctor Hipólito Odoardo fue alto
empleado de la Audiencia de México en la segunda década del siglo XIX (época en que
Don Cecilio, ya jubilado pasó a México, y de los que en 1808 firmaron la Constitución de
Bayona). Don Cecilio ha debido morir con toda seguridad en México.
(Debemos estos datos y la partida de defunción de Don Gaspar de Cagigal y el extracto
de su testamento a la amabilidad y diligente acucia del joven historiador barcelonés
M.A. Falcón Briceño, a quien damos cumplidas gracias)
27

de Avila de los Caballeros, Don Gaspar contempla
embelesadamente el nacimiento de los llanos de Barcelona, cuya
yerba, alta y ondulante, le recordaba quizás los trigales de Castillas.
Corrían presagios de un cambio político en la Capitanía
General de Venezuela, cuando estalló bruscamente la
insurrección de Caracas del 19 de abril de 1810. Este
movimiento tuvo un eco inmediato en las ciudades de Cumaná
y Barcelona, a las que envió comisionados la Junta de Gobierno
instalada en la capital, y el 27 del propio mes de abril adheríanse
ambas a la revolución. Don Gaspar de Cagigal, sorprendido
por la violencia de los sucesos fué nombrado Presidente de la
Junta Gubernativa que bajo las apariencias de sostener los
derechos de Fernando VII, buscaba como en Caracas una
coyuntura favorable para declararse en abierta pugna con el
sistema español y en el camino de la absoluta independencia.
No era despreciable la ocasión para los celosos y taciturnos
barceloneses de sacudir la tutela que ejercía o pretendía ejercer
sobre ellos la ciudad de Cumaná, con la que rompieron
antiguos nexos, declarándose en Provincia autonómica. El
ánimo cauteloso de Cagigal miraba al porvenir entre sombrías
cavilaciones, de las que no alcanzaban a sacarlo su creciente
popularidad y los regocijos vocingleros de la urbe. Hallábanse
así las cosas y comenzaba la intriga a envenenar los caracteres
y a preparar la reacción realista de los Capuchinos, cuando
por modo súbito que dio pábulo a una sospecha de
envenenamiento nunca comprobada, falleció el 5 de julio el
bondadoso Magistrado, dejando a su viuda escasísimo caudal
y dos hijos de tierna edad. 5 y 6
5
En seis días del mes de Julio de mil ochocientos diez años; Yo Don Bartolomé
Mascareñas, Prebo, Vicario Foráneo, Juez Eco y Cura servidor de esta parroquia de
Santa Eulalia de esta ciudad de San Cristóbal de la Nueva Barcelona, certifico: que en la
Capilla de esta ciudad de Nuestra Señora del Rosario que es la colateral al lado del
Evangelio di sep con entierro solemne de misa primera y segunda vigilia la cadáver del
28

Pasados los primeros días del duelo, volvió Doña Matilde
con su prole a Cumaná, buscando el amparo de Don Juan
Manuel, quien había ayudado siempre a su esposo con fraterno
cariño. No lo engañaron sus presentimientos, y cuando en
1816, después de actuar honrada y lealmente en Venezuela,
regresó a España aquel íntegro servidor de la Corona, llevó
con él a Madrid a sus primos, Alejandro y Juan Manuel. Del
primero se pierden las huellas a poco de su ingreso en Alcalá
de Henares, en el Cuerpo de Húsares Montados. Del segundo
vamos a tejer brevemente la historia extraordinaria.
señor Brigadier Comandante General, Presidente de esta Junta Provincial Gubernativa y
Vice Patrono regio nombrado por ella Don Gaspar de Cagigal, lexitimo marido de Doña
Matilde Odoardo Bucet de Gran Pre. Recibió todos los S. Stos., tuvo quattro posas y
otorgó su testamento “in voce”, nombrando sus albaceas a Don José Manuel Morales
y Don José Echeto, y para que conste lo firmo y de ellos doy fe. (f) Bartolomé Mascareñas
(Archivo de la Iglesia de San Cristóbal de Barcelona, Libro 7º de entierros. Folios 189vtº
y 190).
6
Extracto del testamento de Don Gaspar de Cagigal. Murió a las 10 de la noche del 5 de
julio de 1810. en la precipitación del accidente que le atacó, manifestó en presencia del
Pbro. D. Fernanado d Amesquita, del Tesorero D. Juan Bautista Michelena, del Auditor
D. Juan Maciá, y del Soldado Julián Rodríguez, su última y deliberada voluntad, y que
en virtud del fuero militar de que gozaba, concedía poder verbal a D. José Manuel
Morales y a D. José de Echeto, personas de su confianza y al tanto de todos que sus
negocios generales y particulares, para que como Albaceas formasen su testamento y
lo ritualizacen con las formas de Derecho.
Los citados Albaceas acudieron al Comandante de Barcelona para suplicarle mandase
que, juramentados los anteriores testigos, se declarase válida y subsistente la última
voluntad del finado, y legítimas las personas de sus Albaceas para proceder a la
organización del testamento.
Proveído como se pedía y estando acordes las declaraciones, el Comandante Don José
Antonio Freites Guevara, por Decreto de 19 de Julio de 1810, reconoció suficientes las
facultades de los Albaceas. Quienes procedieron a redactar el testamento en la forma
siguiente:
Para mandas forzosas, Casa Santa de Jerusalem y Redención de Cautivos, dos reales las
dos primeras y cuatro la última.
Declaran que fue casado y velado con Doña Matilde Odoardo Bouchet de Grand Pré,
natural y vecina de Cumaná, en cuyo matrimonio procrearon dos hijos de nombre
29

Desde su ingreso en la Universidad que centralizaba con
brillo singular el estudio de las matemáticas en España, Juan
Manuel Cagigal dio muestras de una precoz inteligencia. Había
encontrado su camino a poco andar por aquellos claustros
vetustos. Elogiábanle con calor sus profesores y lo envidiaban
en secreto algunos condiscípulos, llamándole indiano, en tanto
que otros le amaban por su carácter expansivo y por el tono
de sus genialidades y salidas. Estaba ya para coronar con
éxito sus afanes estudiantiles, cuando los sucesos provenientes
de la revolución de Riego y Quiroga y el hervor de sus ideas
liberales hiciéronle andar el camino de la Habana, donde para
Alejandro Manuel y Juan Manuel, que viven al abrigo de su madre.
Declaran por bienes del difunto: Una casa que fue de su habitación. Un pedazo de tierra
de labor en el lugar nombrado Sabana del Limón. Una posesión de tierra contigua a la
anterior y de nombre Arorococuar. Y una siembra en la misma posesión, en donde se
hallan diez negros de servicio.
Declaran que en Madrid, Puerta del Sol, vive Don Vicente Gutiérrez, apoderado que fué
del difunto. El referido apoderado no ha rendido cuentas, pero por haber gozado de
toda la confianza del finado se le creerá cuanto dijere.
Declaran que en la Caja del regimiento de Asturias y en la del Voluntario de Aragón no
tiene alcances; que en el Batallón de Caracas ni alcanza ni debe; que dejó cuentas
pendientes con Don Pedro Diez de Ravago, y que se pase por las que diere en atención
a la confianza que le merecía; que Don Juan de Dios Maciá le es deudor de cuatro mil
doscientos pesos y pico; el Coronel Don Juan Miguel Sturdi de cien pesos y su esposa
de veinticienco; Don Manuel Matos de cincuenta; Don Diego Hernández de doscientos
cincuenta y cuatro; Don Ramón Pujada de doce pesos; Don José Arenas de cien; Don
Francisco de Lara de diez; el capitán francés cuyo nombre aparece en blanco en le
comprobante pero que es conocido de los exponentes, doscientos veinte pesos; Don
Diego Antonio Alcalá ciento veintiséis pesos; y los fondos Propios de Barcelona
cuatrocientos cincuenta y cinco pesos; Manuel Pantin diez pesos; Juan Soler noventa
pesos y el capitán Carlos … veinte y cuatro pesos.
Declaran que a Don Manuel Herrera le dio sin recibo en Río Caribe, para bastimento de
su goleta veinte pesos; al Cabo de Carúpano Manuel Rivero le dio en Trinidad siete
pesos, y a Fulano Santoyo en Barcelona trece pesos. A Don Carlos Guinet le dio en
Trinidad diez onzas en cambio de tres portuguesas, por lo que dicho señor le quedo
debiendo ciento treinta y ocho pesos; a Don Ramón Cabrera le entregó para socorro de
la tropa de su cuerpo cincuenta pesos.
30

entonces gobernaba Don Juan Manuel. Prendado éste de la
clara inteligencia y universales conocimientos de su protegido,
lo envió a París a mediados de 1823 para que continuara sus
estudios en aquel gran centro de la civilización greco-latina; lo
que realizó con éxito sorprendente junto a los hombres de
ciencia más notables con que contaba entonces la capital
francesa, como Gauchy, Lacroix, Legendre, Navier, Poisson,
y por sobre todos el marqués de La Place. Y a tan alto subió
el concepto que profesores y condiscípulos se habían formado
del joven Cagigal. Que con fecha 15 de mayo de 1828 el célebre
matemático español José Mariano Vallejo le propuso, al
encargarse de la dirección de Alcalá de Henares, una situación
estable en Madrid si aceptaba las cátedras de matemáticas,
geometría descriptiva y delineación. 7
Que debe a su primo Juan Manuel mil quinientos pesos, a Doña Hermenegildo Navas
trescientos pesos; a Vicente Silva trescientos pesos; a Juan González ciento cincuenta
pesos; y a Jaime Font doscientos cincuenta.
Que tiene otras deudas que se pagarán de sus bienes a la presentación de comprobantes.
Que en Cádiz en poder de Doña Magdalena Ruiz, mujer de Don Pascual Crespi, existen
despachos de certificados del servicio del finado, papeles de nobleza, testamentos de
sus padres, y papeles de familia.
Que en su país dejó su abuela Doña Ana, a su fallecimiento, una cómoda con otros
muebles, en la cual existen en una gaveta cerrada tres legajos de papeles lacrados, que
es la voluntad del finado se quemen sin abrirlos por ser reservados.
Que en Zaragoza en casa de Don Francisco de la Rosa y Cagigal, tiene toda la librería de
su padre, que es de mucho valor, y se halla en nueve cajones al cuidado de su primera
Juanita. Que la chara de Cumaná aunque está escriturada a su favor, no es suya, sino de
su primo Juan Manuel de Cagigal, y por último, Que instituye por sus únicos y
universales herederos a sus hijos los citados Alejandro Manuel y Juan Manuel, para
que paguen las deudas declaradas, y el remanente lo posean y hereden con la bendición
de Dios y la suya”.
7
Carta de José Mariano Vallejo a Cagigal, fechada el 13 de mayo de 1828, y publicada en
fac-símile en la Biografía de Cagigal por Olegario Meneses, Caracas, Imprenta y Litografía
de Félix Rasco, 1856.
31

Vencieron en el conflicto de orden moral que le creaba
aquella magnífica propuesta el amor a la tierra de su nacimiento,
los recuerdos de su infancia feliz, la patriarcal sencillez de
costumbres en que se abrió su adolescencia. Y se vino a
Venezuela a comienzos de 1829, en una época turbia en que el
prestigio deslumbrante del Libertador sufría rudos golpes y
su inmensa creación política se disgregaba con escándalo. En
Cumaná se detuvo brevemente antes de arribar a Caracas,
y a punto estuvo la ciudad procera de retener con sus
hechizos al viajero, hablándole al alma con palabras de
seducción encantadoras, como aquéllas en que le
mostraba entre sus calles la “Calle de la Matilde”, en
honor y memoria de su madre.
Al llegar a La Guaira lo desconcierta el estado de atraso
del país, el desembarco en un viejo bote a punto de zozobrar,
el largo y penoso camino en una cabalgadura de alquiler que
acierta a entrarlo a Caracas por una tarde de Carnaval, entre
episodios grotescos que su pluma contará con donaire años
después, a la manera de Fray Gerundio de Campazas.
Sosegado por el sueño, al día siguiente se asoma al balcón
de su posada y lo sorprende el espectáculo de Caracas en
pleno amanecer. El sol doraba los contornos de la serranía,
y el Avila arrebujado entre nubes conquistaba un corazón
más para el culto de su grandeza y para el dolor de su eterna
y sollozante poesía.
Y con el Avila, el trato del Doctor José María Vargas
completaba el milagro de atraer hacia las sirtes del destino al
joven desilusionado de la víspera. Ante el sabio que desde
1827 regía y remozaba la vetusta casona de Felipe V que se
llamó pomposamente Real y Pontificia Universidad, el
discípulo de La Place ostenaba sus títulos y se expandía en
una plática entusiasta, denunciadora del fuego interior que lo
32

consumía. Innecesario nos parece decir que el Doctor Vargas
tomó bajo su protección al joven Cagigal. Pero, sucedió lo
inevitable: el país se agitaba entre gritos de cuartel y nefandas
conjuraciones, en cuyo seno tenebroso mal podían tener cabida
las abstracciones matemáticas. En espera de una contestación
de Bogotá que no llegó nunca, la tristeza a que era inclinado
por temperamento se apodera de Cagigal, y con la visión de
tiempos mejores pide nuevamente a Cumaná un asilo para sus
sueños y derrota. Lo sorprendió allí la revolución de Caracas
y firmó, en agosto de 1830, con los más notables de sus
conterráneos, una congratulación al Soberano Congreso por
el desconocimiento de la autoridad del Libertador y separación
del Gobierno de Bogotá. Sirvió en aquellos días calamitosos
la Secretaría del General Bermúdez, el heroico y bárbaro
caudillo del Oriente, “más digno de figurar en verso que en las
sobrias páginas de la historia”. Chocaron como era natural
aquellas dos naturalezas encontradas, y el matemático tuvo
que ceder el campo, volviéndose a Caracas, donde se hallaba
para setiembre de 1832. ya el Congreso Constituyente había
decretado en Valencia, con fecha 13 de octubre de 1830, la
transformación de la escuela de matemáticas que desde 1827
existía en la Universidad a cargo del Maestro Rafael Acevedo.
Con entusiasmo varonil y ardor de catecúmeno, Cagigal abordó
una vez más el problema de la fundación de una Academia de
Matemáticas, basándose en el decreto del Congreso. Habló,
escribió, puso de su parte hasta los indiferentes y los tímidos.
Un ligero recuento de las labores realizadas en el seno del
Constituyente antes del Decreto del General Páez de 26 de
octubre de 1831 que instituye definitivamente la Academia de
Matemáticas de acuerdo con los planes de Cagigal, servirá de
ilustración a la materia. Con fecha 18 de agosto de 1830 el
General Santiago Mariño, en su carácter de Ministro de Guerra,
se dirigió de oficio al Congreso, reunido en Valencia,
33

presentándole un proyecto para la reorganización del Estado
Mayor, en el que se preveía la creación de una Escuela Militar
de Matemáticas. El Congreso no dio curso a esta solicitud
por encontrarle algunos vicios de origen, por lo que insistió el
Ministro el 6 de setiembre, recomendando nuevamente, con
razones oportunas y de peso, la creación aludida y la de una
Comisión Corográfica a cargo del Coronel Codazzi. Honran
al General Mariño los términos elevados de su solicitud y la
moderación que usó hasta poner en camino sus ideas. El
Congreso, en efecto, sometió el asunto a una Comisión Especial
compuesta por el Doctor Vargas, el General Soublette y el
Licenciado José Grau. El 3 de octubre presentaban su Informe
los nombrados. Es de la redacción del Doctor Vargas, para
quien no hubo empeño cultural que no lo encontrara apercibido
y pronto a la pelea. Decía textualmente así:
“La Comisión especial encargada de informar acerca de
una memoria relativa a una comisión de Ingenieros que deba
ocuparse en el levantamiento de planos, formación de itinerarios
y noticias estadísticas, y acerca del establecimiento de una
Academia Militar, que pasó al Congreso el Excmo. Sr. Ministro
de Guerra y Marina con su nota de seis corriente, opina: que
el proyecto en su totalidad abraza intenciones tan ventajosas y
de una importancia tan trascendental que escita el sentimiento
de que su planteo no sea posible en toda la extensión que la
memoria ecsije por la falta de un número suficiente de
profesores y por la escacés de fondos para dotarlos de un
modo adecuado. Pero si no es posible darle desde luego todo
el desarrollo que estos establecimientos necesitan, es indispensable
echar aquellas bases que aseguren la adquisición de
sus verdaderos elementos y que nos permiten nuestros pocos
recursos y el corto número de buenos maestros; para continuar
desenvolviéndolos gradualmente a proporción que se vayan
instruyendo los jóvenes alumnos en los diversos ramos que el
34

plan indica. Este método presenta ventajas seguras porque
procede de lo más sencillo y poco costoso, a lo más
complicado y que necesitará en delante de más gastos, y porque
formados muchos alumnos en las matemáticas puras y después
en las sublimes, ellos mismos al cabo de un curso servirán de
maestros a lo menos adelantados, por un sistema de enseñanza
mutua, mientras que los profesores principales se pueden
consagrar a instruir en los conocimientos de un orden más
elevado y de los ramos técnicos del arte militar a los más
aventajados. Este sistema de ir aclimatando gradualmente los
conocimientos útiles de nuestro país, es el más natural y por
tanto el más fácil, seguro y económico. Querer plantear de
una vez grandes establecimientos es exponerlos casi con certeza
a perecer en su cuna, porque las circunstancias del país no
soportan; mientras que procediendo con escalones después
de tener en el primero a muchos de nuestros jóvenes, todos
están preparados para subir al segundo, y de allí adelante,
dando esta misma preparación gradual de los jóvenes que se
educan un empuje eficaz a los progresos de la institución. este
método tiene además la ventaja de invertir los pocos medios
que el país ofrece en lo sustancial e indispensable,
economizando gastos de puro aparato.
“Según estos principios la Comisión es de parecer:
1º Que el Congreso acoja el proyecto de comisión para
formar los planos de las provincias de Venezuela, reuniendo
en ella las noticias de geografía física y estadística que puedan
recojerse, asignando al Sr. Agustín Codazzi si el Gobierno lo
elige como es de esperarse, el doble sueldo de su empleo por
el espacio de tres años y decretando la cantidad de cien pesos
que el Señor Ministro propone para la habilitación de algunos
instrumentos que le faltan.”
35

“La continuación de planos conforme al que este instruido
y muy útil Oficial ha hecho de Maracaibo es una empresa de
la primera importancia para Venezuela. El resultado de estos
trabajos es en el dictamen de la comisión utilísimo y
trascendental: sin él las operaciones militares no pueden ser
hechas con regularidad sobre el país; él fijará los límites exactos
de las provincias y de la jurisdicción de sus gobiernos, dará
los elementos y bases de la estadística, para establecer sobre
ella las contribuciones, conocer la fuerza y riqueza pública y
calcular sus progresos, tendrá una influencia benéfica en los
trabajos de la agricultura, en la formación y mejor dirección
de los caminos, desagües de los lagos y pantanos, limpieza y
navegación de los ríos. Este precioso trabajo es el alma de los
que se intenten en todos los ramos de la prosperidad del país.
Su costo es tan módico que puede ser emprendido
inmediatamente, y aun cuando fuese mayor importaría al bien
del Estado economizar otros sueldos para subvenir a este
gasto, si su penuria no permite otra cosa”.
“En 2º lugar opina la Comisión que la Escuela de
Matemáticas que existe en Caracas debe ser perfeccionada.
En la Universidad de aquella ciudad hay una clase de estas
ciencias, en que se da un curso de Aritmética, Álgebra,
Geometría y Topografía o Geometría práctica. Esta clase ha
hecho desde el año de 1826 en que fué instalada un importante
servicio a los conocimientos útiles en este país. Más de cuarenta
jóvenes salen de ella, cada dos años; bien instruídos en las
materias de su asignatura, y más de veinte y cinco honrados
artesanos reportan esta misma ventaja adornando junto con
los estudiantes de carrera literaria los bancos de esta útil clase,
el entusiasmo se anima en ellos de día en día, y esta parte
preciosa de nuestra sociedad, perfecciona sus artefactos,
adquiere sólidos principios, rectifica sus errores, se hace capaz
de entender las obras de sus respectivas profesiones, se
36

apasionan más a una ocupación cuyos procesos entienden
mejor, principia a disgustarse de la política que presenta tantos
incentivos en todos los países nuevos, especialmente en el
nuestro, y adquiere hábitos de honesta ocupación con doble
ventaja del público a que sirve”.
“Fué por estas razones que a mediados del año pasado el
Rector de la Universidad de Caracas representó al Gobierno
de Colombia recomendando un plan para perfeccionar la
enseñanza de esta ciencia matriz propuesta por el señor Juan
Manuel Cagigal. Los que conocen a este señor deploraban y
deploran que ya no se haya hecho uso de las ventajas que
ofrece un joven venezolano que a una vasta ilustración en las
matemáticas que ha estudiado por más de catorce años en
España y Francia, une la noble ambición de consagrase al
bien de su país sin más recompensa, además de una módica
subsistencia, que el honor de tributarle sus servicios y merecer
de este modo la estimación pública. Todos los miembros de
la Comisión, que conocen particularmente al señor Cagigal,
están persuadidos de que sus talentos y servicios si hubiesen
de venir del extranjero importarían a Venezuela fuertes sueldos
o una costosa remuneración, quizás sin las ventajas de la
franqueza con que un hijo suyo comunica sus luces a sus
paisanos”.
“El señor Cagigal propuso dar a los estudiantes que
hubieren concluido el primer curso de matemáticas puras, un
segundo de dos a cuatro años de matemáticas sublimes,
enseñándoles los elementos de la ciencia físico-matemáticas,
especialmente la aplicación de éstas a la mecánica y al juego
de las máquinas, y a los artesanos también su adaptación a los
diferentes procesos de las artes. En este curso debían recibir
la instrucción tres clases de estudiantes, la de los alumnos de
carrera literaria que después del curso que por estatuto siguen
37

en la Universidad quisieran perfeccionarse en estas ciencias; la
de los artesanos y en fin la de los jóvenes militares que después
de haber estudiado las matemáticas puras en la primera clase
avanzasen a ésta preparándose para seguir los ramos técnicos del
arte militar para los que ofrecía dar un tercer curso al mismo
tiempo que continuase desempeñando el segundo”.
“Este plan que tenía por objeto concentrar en la población
más numerosa y en que existen el mayor número de estudiantes
de Venezuela y de artesanos, los pocos elementos que podían
hallarse en el país para sacar de su sistema todo el bien posible,
era al mismo tiempo económico, pues el Rector de la Universidad
propuso al Gobierno Supremo la dotación de cien pesos mensuales
y la compra de algunos instrumentos que establecía y aseguraba
los verdaderos elementos de una Academia Militar, esto es, todo
lo útil sin el costoso aparato de director, subdirector y otra multitud
de empleados que en los principios del establecimiento pueden
muy bien evitarse consultando una justa economía”.
“Así pues la Comisión juzga, que importa reunir los pocos
recursos que hay en Venezuela, de rentas, maestros y estudiantes
en la población más adecuada que es la ciudad de Caracas, y que
se dote al señor J. Manuel Cagigal en calidad de primer maestro
de la Academia de Matemáticas de aquella Universidad con el
sueldo mensual de cien pesos, y al señor Rafael Acevedo demás
de la renta que le da la Universidad como profesor propietario en
aquel establecimiento, con el de cincuenta y cinco pesos en calidad
de segundo maestro”.
“Dándoles colocación en el Cuerpo de Ingenieros con el
carácter militar que el Poder Ejecutivo tenga por conveniente y
que ellos podrán o no aceptar, sin que su negativa sea un obstáculo
para que se encarguen de sus respectivas clases”.
38

“En 3º, por lo que hace a la Academia Militar, la Comisión
halla bastante por ahora que el mismo primer Maestro de las
matemáticas, desempeñe el ministerio de director de aquella,
consagrado a la instrucción de ordenanza, dejándole para más
adelante el desarrollo gradual y aumento de maestros que el
adelantamiento de los alumnos vayan exigiendo, y que para
proveer esta Academia de suficiente número de éstos, se procure
en cuanto sea compatible con el servicio, que los jóvenes
aspirantes en la carrera militar pasen por un curso previo de
educación y formen un seminario de oficiales instruidos en
los diversos ramos de este arte”.
“4º, en fin, opina que el Poder Ejecutivo está autorizado
por la ley para nombrar oficiales de ingenieros en las plazas
fortificadas, siempre que lo crea necesario”.
Valencia, Octubre 1º de 1830.
José Vargas
Carlos Soublette.
José Grau
Oyó el Congreso, con la atención que prestaban sus
miembros a los asuntos relacionados con el progreso nacional
la lectura del documento, y luego a luego dispuso, previa una
rápida discusión, que los mismos firmantes los redactaran en
forma de Decreto, como se hizo el 14 de octubre del mismo
año. Bueno nos parece recordar para su elogio que el Maestro
Rafael Acevedo era Secretario del Congreso, y al lado del
General Mariño se hallaban los señores Coronel Manuel Muños,
oficial ilustrado que se había distinguido en España en la guerra
contra la invasión napoleónica, y el Teniente Rafael María
Baralt, quien acompañaba al jefe margariteño desde su campaña
sobre la frontera granadina. Como consecuencia del Decreto
39

del Congreso y en atención a las reiteradas solicitudes del
público, al que Cagigal había logrado encender en la llama de
las convicciones que lo dirigían, el Presidente de la República
dictó a su vez el Decreto a que antes hemos aludido, por el
que establecía una “Academia de Matemáticas con sus
aplicaciones a los trabajos civiles y a la ciencia de la guerra, en
la que se dará un curso previo de educación para los alumnos
militares, un curso completo para su aplicación a los trabajos
civiles y otro para los alumnos militares aspirantes al cuerpo
de ingenieros”. Cagigal fue nombrado primer profesor, y por
segundo se designó al Maestro Rafael Acevedo.
El instituto se instaló públicamente en lo que se llamaba
entonces “Capilla del Colegio”, hoy salón de sesiones del
Concejo Municipal, y hablaron con tono grave, digno de la
ocasión, los dos nombrados profesores. En su discurso
Cagigal exaltó la importancia de las ciencias exactas sus
aplicaciones al progreso y la necesidad de aclimatar su estudio
en un país naciente, donde todo estaba por hacer, en ese
sentido. 8 El alba de un radioso día apuntaba para Venezuela.
Ninguna empresa de fines idealistas produjo entre nosotros
frutos más sazonados y opulentos que aquel plantel nació
humildemente, y para cuyos gastos destinaban el congreso y
el Gobierno la suma de 1.500 pesos anuales (1.000 el Congreso
y 500 el Gobierno) además de 300 pesos para el pago del
alquiler de la casa en que funcionaría, 9 por el mal estado en
que se hallaba el vetusto edificio de la Universidad. En los 10
años que Cagigal dirige la Academia de Matemáticas, desde el
4 de noviembre de 1831, fecha de su instalación, hasta marzo
de 1841 en que ausenta para Europa investido con un cargo
8
Discurso de inauguración de la Academia de Matemáticas. (Caracas, “Gaceta de
Venezuela” de 7 de diciembre de 1831)
9
La casa que fue del Licenciado Miguel José Sanz, situada entre las esquinas Salvador
de León y El Cují.
40

diplomático, nadie entre sus contemporáneos rinde más
positivos servicios al país en el terreno de la instrucción.
Atentos a su palabra, seducidos por la magia de sus lecciones,
se formarán grandes figuras, representativas del porvenir.
Dotado de conocimientos universales, hijo de la Enciclopedia
formado en las disciplinas clásicas de los normalistas franceses
y de la Escuela de Puentes y Calzadas, cuyos reglamentos
adapta a la Academia, Cagigal es hasta hoy el nombre que
mayor cantidad de trabajo y de eficientes rendimientos ha
producido a la nación por la menor suma de sacrificios
para el Estado.
En la Academia se hacía un curso preparatorio en el que
entraban como fundamentales materias la gramática, la retórica
y la filosofía, lo que contribuyó no poco a la formación de
una cultura literaria en ciertos de sus discípulos de la clase
militar, y a la correcta expresión de quienes habían de sustituirlo
en la enseñanza, como Olegario Meneses, Aguerrevere y
Manuel María Urbaneja. Se explica así que acudieran a oír
sus lecciones, Felipe Larrazábal, Cecilio Acosta, Miguel
Carmona, Daniel Mendoza, Lisandro Ruedas, quienes
conquistarán brillante renombre en las actividades intelectuales
a que se dediquen. Si Venezuela se hubiera encontrado en la
misma situación de Chile; si una guerra asoladora no hubiera
destruido los resortes morales de la sociedad, la labor de
Cagigal se asemejaría, sin alcanzar sus armoniosas
proporciones, a la realizada por Andrés Bello en la República
del Sur. Trunca y todo, ella es un jalón luminoso que nos
señala el camino de las realizaciones permanentes. Sus
informes anuales sobre la marcha de la Academia y las
reformas que aconseja como necesarias a su perfecto
desarrollo, son la prueba de aquellos trabajos de Hércules
que al fin minaron su organismo y lo condujeron a los
limbos de la locura y de la muerte.
41

El primer año Cagigal dedica la escasa asignación
pecuniaria a la compra de muebles, libros, pizarras y un
barómetro. Y tanta es nuestra pobreza, que no hay en la plaza
colores, papel propio y buenos pinceles para la clase de dibujo.
Formula la creación de una adecuada biblioteca, y hombre
práctico, aspira a la aplicación de sus teorías en el terreno y
pide los instrumentos necesarios. El Congreso prestó oídos a
sus proyectos y decretó por una sola vez el auxilio
extraordinario de 2.000 pesos que Cagigal invirtió sin demora,
entregando 1.000 al señor Juan Pablo Huizi para la compra en
Londres de los instrumentos que se le indicaron, y 1.000 a
disposición del señor N. Cabannes de París “para que hiciera
venir una colección de los libros más necesarios para la
Academia, no sólo bajo el respecto de la enseñanza teórica,
sino también al de las aplicaciones más importantes a la ciencia
de la guerra y a los trabajos civiles”. Llegaron los libros y
como el costo ascendiera a más de la suma entregada, fué
preciso ocurrir a la asignación ordinaria para satisfacer su
importe. El señor Huizi entregó los instrumentos encargados
por su mediación. 10
En el año de 1832 terminaron el primer bienio y por
consiguiente se les declaró aptos para adquirir el título de
agrimensores, los tenientes de infantería Rafael María Baralt y
Blas Bruzual; aspirante de artillería Olegario Meneses, aspirante
Egidio Troconis y Pedro Amestoy, Juan José Aguerrevere,
Manuel María Urbaneja, Benigno Rivas, Salvador Rivas,
10
Lista de los instrumentos que han venido y hacen parte de los encargados con los mil
pesos destinados al efecto: Un sextante – Un horizonte Artificial – Un Teodolito con su
Tripoide y Declinatoria – Una especie de Cartabón graduado con su Pie – Un Compás
de trazar Elipses – Un Pantógrafo para reducir Planos – Un Círculo graduado para trazar
ángulos en el papel – Un Estuche de Matemáticas – Una Cadena en Pies Ingleses - Un
compás horizontal - Un Nivel de aire sin pie – Dos miras para nivelar. (Cagigal, Informe
al Gobierno de 20 de diciembre de 1834)
42

Alejandro Ibarra, Andrés Rivas y Elías Acosta, quienes habían
adelantado sus estudios en la Universidad, bajo la dirección
del Maestro Acevedo. Cagigal abordó el problema planteado
por la ley sobre mensura de terrenos y levantamientos de planos,
a efecto de abolir la perniciosa costumbre, creada por la
necesidad, de que éstos no fueran hechos por agrimensores
titulares. Se ofrecía con esto a sus discípulos un estímulo que
redundaba a la vez en beneficio de los interesados. Eran días
de juvenil entusiasmo, de ardientes y generosas aspiraciones.
La atmósfera política se caldeaba en un ambiente de discusión
amplio y sereno, y las letras ensayaban las alas con vuelo
sosegado. Partícipe del inesperado renacimiento, José Luis
Ramos abandona su habitual retraimiento y escribe su “Oda a
las Matemáticas”, lo más fuerte quizás que produjo su “lento
y difícil comercio con las Musas”.
Todo hacía esperar la abundancia de la cosecha, cuando
estalló el 8 de julio de 1835 la revolución que se llamó de las
Reformas. La marcha de la Academia se interrumpió
automáticamente, y Cagigal con los alumnos en estado de tomar
las armas partió a campaña a defender las instituciones merced
a las cuales se había hecho posible aquel ensayo civilizador;
iba también por mandatos del deber y el cariño a defender en
el Doctor Vargas el prestigio de la Magistratura hollado por
brutal soldadesca. Cagigal con el grado de Comandante y al
mando de la columna “Carabobo” se distinguió por su valor y
conocimiento del arma de artillería en el sitio de Puerto Cabello
y en el encuentro de Guataparo. Fue citado varias veces en la
orden del día y mereció elogios del descontentadizo General
Carreño.
Vencida la revolución volvió la Academia a su estado normal,
no sin que Cagigal diera una nueva demostración de su
interés, renunciando en ese año nefasto al cobro de los 500
43

pesos con que contribuía el Gobierno al sostenimiento del
instituto. Con redoblados bríos tornaban a la palestra alumnos
y profesores. La fama de Cagigal pasaba ya los lindes nativos,
como lo prueba el hecho de que escribiera y enviara a West
Point una memoria sobre integrales entre límites, 11 tan
apreciada en aquel centro, que recibió en cambio una colección
de libros destinados por él al enriquecimiento de la recién
fundada biblioteca de la Academia. Para sus tareas no había
descanso; los domingos y jueves, daba una clase de química
industrial; asistía a las sesiones de la Diputación Provincial en
cuyo seno se ocupó del trazado del camino de Aragua y en
general del problema de las vías de comunicación; leía un
curso de literatura en la Universidad; por dos veces ascendía
a la Silla del Avila, intocada después de Humboldt y Bompland;
pintaba a la acuarela; herborizada en unión del Doctor Vargas
y de Fermín Toro; apoyaba con calor la iniciativa del “Liceo
Venezolano” para la formación de una biblioteca pública; se
interesaba por los trabajos corográficos de Codazzi; traía y
montaba en su casa una prensa litográfica; ensayaba, el primero
entre nosotros, los procedimientos científicos de Daguerre;
fundada en fin, el 9 de marzo de 1839, un semanario, el “Correo
de Caracas”, inolvidable en los archivos del periodismo
venezolano por sus equilibradas tendencias innovadoras.
La generación literaria de la Independencia fué
necesariamente una generación oratoria. La palabra necesitó
de las vibraciones sonoras del metal para que se agruparan las
multitudes en torno a la bandera redentora. Salvóse Bolívar
por el tono cordial de sus cartas, sus tropos floridos y el
estilo de múltiples reflejos, como su propia vida. Se salvó
11
Memoria sobre Integrales Limitadas por el Coronel de Ingenieros Don Juan Manuel
Cagigal (1803 – 1856). Fundador de los Estudios Matemáticos en Venezuela. Prefacio de
F. J. Duarte. Caracas, Editorial “Empresa Gutenberg”, 1929.
44

Andrés Bello por la índole especial de sus estudios y la caliente
savia de su poesía.
Al reconstituirse la República en 1830, Venezuela carece
de un gran escritor que encauce la opinión pública. Antonio
Leocadio Guzmán, como Ministro del Interior, se señala por
su actividad infatigable y el logro de algunas reformas
civilizadoras. La redacción de sus documentos anuncia al
periodista de “El Venezolano”. El doctor Vargas, educado en
Inglaterra y tocado de su nacional positivismo, escribe con
lógica cerrada, no exenta de elegancia. Hasta la aparición en
enero de 1834 de “El Nacional” de los Briceño (Domingo y
Mariano) los periódicos tiene vida efímera y no reflejan el
ambiente sino de modo accidental. Domingo Briceño y
Briceño es un escritor nervioso, inconstante y apasionado. Su
prosa, apretada, correcta, se ha exhibido ya en cierto panfleto
célebre escrito en 1830, 12 y en su elegía en prosa sobre la
muerte del Libertador. En “El Nacional”, con la ayuda de su
hijo Mariano, quien tomará después por los caminos de la
historia, sostiene con ardor la candidatura civil del Doctor
Vargas, del que traza un excelente retrato. Es un moralista un
discípulo de Vauvenergues, y están frescas y se leen todavía
con agrado, las páginas que escribiera entonces tituladas “Los
Elogios”, “Las Mujeres”, “La Edad Madura”. Militando con
sus “Fragmentos” en el campo contrario, le disputa el primer
puesto como periodista Tomás Lander, influido por Raynal y
Juan Jacobo, hombre de ideas extremistas y de una fácil y
acerba ironía.
“La Oliva” dirigida por José Luis Ramos, es la revista de
más fama en esos días de fermentos sociales que anuncian
una próxima transformación de las costumbres. Ramos,
venciendo su natural apatía, toma la pluma para predicar el
12
Revista de Colombia y Venezuela, unida y separada con sus males y remedios. Dedicada
al Congreso Constituyente de Venezuela en 1º de mayo de 1830, por D. de Tierrafirma.
45

amor a la paz y el gozo de las buenas letras. Al mismo tiempo
(1836) comienza a publicarse “El Liberal” de José María de
Rojas. Este escritor dominicano, fundador de una distinguida
familia en Venezuela, dedica su periódico a la propaganda de
las cuestiones económicas y fiscales que cultivaba
descolladamente. Comerciante, agricultor, fué conservador por
instinto y por influencia de sus cuantiosos interese. No debe
echarse en olvido “Reformas Legales”, quincenario de política,
literatura y comercio, marcado con el sello atrabiliario de su
autor, Francisco Michelena y Rojas, llamado “El Viajero Universal”.
En los diez y ocho números publicados hizo una
violenta oposición al General Soublette, encargado de la
Presidencia de la república; se manifestó abiertamente hostil a
la iglesia católica y romana, y comenzó a publicar la relación
de sus largas y extraordinarias andanzas por el mundo. “La
Bandera Nacional” (1837 – 1839), dirigida por Juan Bautista
Calcaño, defendió al Gobierno y particularmente al General
Páez, quien después de Payara esperaba tranquilo en Maracay
su segunda elección presidencial.
Para impugnar moderadamente las ideas de “El
Liberal” y “La Bandera” y ofrecer a la vez un estudio a la
generación literaria de los nacidos alrededor de 1810, Cagigal
imprime el “Correo de Caracas”. Con él colaboran Fermín
Toro, cuya delicadeza personal estima en sumo grado; José
Hermenegildo García, vanidoso y austero como patricio
romano; Baralt, su discípulo de la Academia, a quien
recomendara para regentar la cátedra de filosofía; Luis D.
Correa, apacible y caballeroso, muy aficionado al teatro
desde niño; el periodista y poeta cubano J. Quintín Suzarte,
quien vivió algunos años entre nosotros; Manuel Antonio
Carreño, futuro autor del “Manual de Urbanidad y Buenas
Costumbres”; Cristóbal Mendoza, hijo del Prócer, y Juan
Vicente González, de carácter desigual, apasionado por los
46

libros, Chateaubriand visto al través de un vibrante y fogoso
temperamento tropical.
En las páginas del “Correo” se comenzó a la inserción
de la Historia Militar de Austria y se salvaron algunos de los
escritos científicos y literarios de Cagigal que hoy forman
parte del presente volumen. Como expositor científico tuvo
siempre en mientes el progreso de su patria; como literario
era un humanista a la moderna, muy dentro de los clásicos
franceses, que había estudiado con avidez. Hacía burla del
triunfante romanticismo, pero amaba y leía con entusiasmo
a Víctor Hugo, y entre los españoles a Larra y Mesonero
Romanos. Estos dos últimos ingenios influyen
poderosamente en él y sus compañeros de Redacción. De
sus escritos se hacen ediciones caraqueñas muy esmeradas.
Ninguno, sin embargo, de sus imitadores, tiene aquí el
amargor pesimista de “El Pobrecito Hablador”, sino más
bien la cáustica amenidad de “El Curioso Parlante”. Antes
que humoristas, en el exacto sentido del vocablo, fueron
costumbristas de un ambiente sencillo y patriarcal. Dentro
de este sector figura Cagigal por sus “Contratiempos de
un viajero” y “Quiero ser Representante”. En el “Jueves
Santo” es romántico sentimental. Estos dos conceptos, que
parecen pugnar con el cultivador de las ciencias exactas,
con el autor de la Memoria sobre las Integrales Limitadas,
explican muchos de sus actos y completan su singular
fisonomía. Su labor a este respecto fué la del leñador que
tala el bosque para que venga después el cosechero del
trigo labrantío. En 1839 forma part e de la Dirección
General de Estudios y abre la clase de dibujo creada por la
“Sociedad Económica de Amigos del País”, con un
discurso notable por su sencillez y por el raudal de ideas
renovadoras que corre por su cláusulas. 13 Amaba el arte
13
Discruso de inauguración de la clase de dibujo fundada por la “Sociedad Económica
de Amigos del País”. (“Correo de Caracas”, de 5 de noviembre de 1839).
47

con igual encendimiento que las ciencias, y paseaba su
imaginación lo mismo por las teorías sobre la constitución
mecánica del mundo, que por los paisajes espirituales
creados por la pintura y la escultura.
Creemos pertinente una pequeña disgresión al nombrar la
“Sociedad Económica de Amigos del País”. Fundóse esta
importante asociación por Decreto del Jefe Superior de
Venezuela General José Antonio Páez, fecha 26 de octubre de
1829, y se instaló solemnemente dos días después, onomástico
del Libertador. Como tantas cosas útiles de la época, debiese
a la iniciativa del Doctor Vargas, quien había visto los excelentes
resultados de la que funcionaba en Puerto Rico. Las sociedades
económicas nacieron en España bajo el progresista reinado
de Carlos III, quien les dió gran amplitud, y andando el tiempo
fueron refugio de las ideas liberales que conmovieron la
Península y sus Colonias en las postrimerías del siglo XVIII y
comienzos del siglo XIX. Entre nosotros la “Sociedad
Económica de Amigos del País” no ha sido superada. El
Doctor Vargas fué nombrado su primer Presidente y Cagigal
su Secretario de Correspondencia. También se designó a este
último para figurar en el seno de varias comisiones, como la
que examinó los archivos públicos para acopiar materiales
útiles a los fines que se perseguían. En 1835 publicó el “Anuario
de la Provincia de Caracas de 1832 a 1833”, labor fundamental,
precursora de la Geografía Codazzi. Cagigal colaboró en
su redacción, principalmente con datos meteorológicos y
estadísticos. Las Memorias del centro sobre finanzas,
agricultura, cría, industrias, arte y comercio, han conservado
su actualidad a pesar de los años, y son citados por los
especialistas. El Doctor Vargas dedicó a fomentar una parte
de su sueldo como Presidente de la República, e hizo establecer
en ella, en 1835, la clase de gramática (o academia, como
entonces se decía) que regentó Juan Vicente González. Cagigal,
orgulloso de contarse entre sus miembros y justamente
48

alarmado por el eclipse de sus brillantes actividades, escribe
en 1839 su cáustico artículo titulado “Fósiles de Caracas”.
Como Senador por su Provincia nativa y Diputado por la
de Caracas, Cagigal no fué una pieza ornamental, sino un
elemento activo y fecundante. Su voz dejó oir en asuntos de
tanta importancia como la aprobación del Tratado Pombo –
Michelena, que malogró una oposición insensata al general
Páez; sobre el extrañamiento del Arzobispo Méndez y la
interpretación de la Ley Patronato, axioma de la vida civil de
la República; sobre la necesidad y conveniencia de adoptar el
sistema métrico decimal para los pesos y medidas; sobre la
inmigración de canarios; en la discusión de la Ley Orgánica
de las Provincias y en la del Decreto que fijaba un auxilio
anual a los colegios nacionales. Cagigal redactó el proyecto
que creaba la Dirección General de Estudios, base del actual
Ministerio del ramo, y fue algo así como su personero
en el recinto del Senado. Sus ideas eran radicales,
profundamente inclinadas a la difusión de la instrucción
popular, como lo comprueban sus escritos y discursos, y
el hecho de que contribuyera con sus lecciones a la
formación de artesanos que habrían de ser ejemplo de los
de su clase y honra del gremio.
Inclinado también a los estudios económicos y
Presidente de la Comisión respectiva en el Senado,
compartió con Juan Bautista Calcaño, Andrés Caballero,
Luis Sucre, Ricardo Labastida y otros a la orientación y
estabilidad del crédito público venezolano. Cuando se trató
de un proyecto de protección a las monjas, Cagigal se opuso
a que fuese aprobado; sus creencias religiosas eran las de
un momento escéptico y racionalista que seguía la evolución
ideológica del abate Lamennais. Tradujo para su periódico
los “Deberes de un Cura” de Lamartine, cuyo panteísmo lo
atraía sin duda con fuerza irresistible.
49

Su capacidad productora era formidable, única. No lo
arredraba el peso de sus compromisos, y en la sesión del Senado
de 27 de abril de 1837, propuso como empeño “que las sesiones
se abriesen a las once de la mañana y se levantasen a las
cuatro horas cabales de trabajo”. Y aún le quedaba tiempo
para redactar obras de tanta enjundia como su “Curso de
Astronomía”, de cumplir con las obligaciones sociales a
que era muy dado, y de subir casi diariamente al cerro del
Calvario y contemplar desde allí el paisaje de la ciudad,
cambiante según la luz se descompusiera sobre la serranía
y arrojara en lluvia impalpable el oro, el índigo o el violeta
de los atardeceres tropicales.
En acatamiento de las disposiciones de la ley que creaba
la Academia, tendientes a que de ella salieran oficiales
científicos para el Ejército, encontraron a estudiar la carrera
de ingeniero o por lo menos los dos años de agrimensura, los
oficiales más distinguidos de los batallones “Anzoátegui”,
“Junín” y “Boyacá”, gloriosas unidades cuyos nombres se
inmortalizaron en los campos de batalla de la independencia.
Cagigal no cesaba de pedir gracias al Gobierno para
sus discípulos; instó para que se los igualara a los oficiales
en servicio activo, y sugirió que algunos fueran enviados a
Europa a acrecentar sus estudios y familiarizarse con las
más reputadas construcciones de la ingeniería civil, sobre
todo en vías de comunicación, que eran a su juicio uno de
los problemas fundamentales de la República. Hizo el
trazado del camino carretero de los Valles de Aragua; se
esforzó en la constitución de una sociedad para construir
otra vía entre Caracas y La Victoria, para la que se
suscribieron 84.900 pesos, y tuvo la satisfacción en 1839
de escribir sobre la carretera La Guaira y Caracas estudiada
por su discípulo Juan José Aguerrevere. Fué el primero que
50

habló entre nosotros (1839) de las ventajas de un ferrocarril
entre la capital y el primer puerto de la república.
El renombre de la Academia y el de su fundador marchaban
paralelamente, y desde 1835 el Cónsul de la Nueva Granada
en Nueva York, inspirado en los éxitos de Cagigal, aconsejaba
al Presidente Santander seguir el ejemplo de Venezuela en la
atención que prestaba al estudio de las matemáticas. 14
Tales fatigas y los sinsabores que apareja toda innovación
en un medio que había perdido con la guerra los límites
jerárquicos y el respeto por las manifestaciones de la inteligencia
constructora, que nada pide y todo lo da, acabaron por minar
su salud. La envidia clavó el diente en sus nervios exasperados,
y como alguien lo tildara de godo, haciendo aparecer como
un crimen su parentesco con el Brigadier Cagigal, hubo de
contestarle con aspereza: “No decanto servicios; ni creo
tampoco que la memoria y simpatías que ha dejado esta tierra
Don Juan Manuel Cagigal, sea usted capaz de mancillarlas.
Los hombres buenos, benéficos y humanos no dejan de serlo
porque hayan sido españoles, como por el contrario, los malos
lo serán siempre en todas partes. Los que cacarean servicios
y patriotismo son por lo regular los que más carecen de estas
estimables dotes, así como está averiguando que los baladrones
son siempre cobardes”.
14
“este proyecto me ha ocurrido con motivo de haber venido aquí un joven Rivas, de
Caracas, a estudiar todo lo relativo a steembotes y caminos de hierro. El me ha dicho
que se está formando en su país un cuerpo de ingenieros civiles, y que un Cagigal,
condiscípulo de Pombo, trabaja con desvelo en su formación. Yo creo que mi plan será
más efectivo. Este Rivas es muy aplicado, y ahora se ha ido a West Point a conferenciar
con aquellos profesores sobre sus estudios”. (carta de D. Acosta al General Santander,
fechada en Nueva York el 29 de abril de 1835. archivo del General Santander, Bogotá).
51

Desde 1838 Olegario Meneses y Manuel María Urbaneja
lo sustituyen en la crisis de sus continuas dolencias, de las
que se queja al Gobierno pidiendo en vano lo alivien de algunas
clases con el nombramiento de un profesor más. En 1841 el
mal se ha acentuado de tal manera, que juzgándose necesario
para su reposición un viaje a Europa, se le ofrece la Secretaría
de la Legación en Londres, que acepta el 20 de marzo. El
Ministro de la Guerra dicta una Resolución por la que
oficialmente son llamados a sustituirlos, a él y al Maestro
Acevedo que había renunciado, a los tenientes de ingenieros
Olegario Meneses, Juan José Aguerrevere y Manuel María
Urbaneja. Poco después, en setiembre del mismo año, se hace
una nueva organización: desaparece Urbaneja y entra a
sustituirlo Egidio Troconis, y se encarga Carmelo Fernández
de la clase de dibujo. La ausencia del padre entristece el recinto;
falta su aliento creador, su verbo maravilloso, y un sol de
medianoche alumbra los vacíos aposentos.
El día inaugural de la Academia, diez años atrás, Cagigal
cerraba su discurso con esta sencilla alocución: “Alumnos de la
Escuela de Matemáticas: no os arredréis por los obstáculos que
encontréis en la gloriosa y modesta carrera de las ciencias; una
constante aplicación basta para superarlos, y la patria tiene derecho
a esperarla de vosotros. A mí me anima la dulce esperanza de que
seguiréis con asiduidad de que tengo el honor de estar encargado.
En él expondré la verdades más importantes de las matemáticas;
descorreré algunas partes del velo con que están cubiertas las
leyes generales e inmutables del mundo físico, e indicaré las felices
aplicaciones que de ellas se hacen a los trabajos civiles y al arte
militar. Quizás entre nosotros se despertará algún genio que se
ignora a sí mismo; entonces me será permitido decir con orgullo:
15
Sería largo de enumerar la lista de los discípulos de Cagigal que se distinguieron al
servicio de la Patria. En los informes oficiales como Director de la Academia se encuentra
52

a lo menos he producido una obra que vivirá en la posteridad”.
Palabras proféticas, porque si es verdad que ningún genio surgió
a su conjuro, tuvo por lo menos la satisfacción de sentirse vivir y
renacer en algunos de sus discípulos amados. 15
Cagigal parte por la vía de Nueva York a ocupar su destino, y
con legítimo orgullo escribe desde la metrópoli del Norte al
General Soublette, participándole que ha asistido a los
exámenes de West Point y que fuera de las enormes ventajas
materiales, los estudios de matemáticas son inferiores a los
que se hacen en Caracas. Al llegar a Inglaterra es recibido
bondadosamente por el Ministro señor Alejo Fortique, quien
comprendía la diplomacia como palenque abierto al lucimiento
de sus habilidades de negociador y al goce de una discreta
fastuosidad.
Algún tiempo después pasó a París. Su estado,
sumamente decaído, no fué óbice para que continuara
ocupándose del progreso de su patria, numen de su existencia
combativa. Recomendó reiteradamente en su correspondencia
al General Soublette, la fundación de un museo de historia
natural con los objetos de prehistoria colombiana en que
abundaba la región de San Felipe. Obsesionado por esta última
íntegramente. No podemos, sin embargo, sustraernos al deseo de nombrar a Olegario
Meneses. Manuel María Urbaneja, Rafael María Baralt, Benigno y salvador Rivas, Juan
José Aguerrevere, Alejandro Ibarra, Andrés Rivas, Egidio Troconis, Blas Bruzual, Pedro
N. Amestoy, Elías Acosta, Manuel Vicente de las Casas, Francisco Alva, Manuel Tirado,
Angel Freire, Juan Manuel Valdez, Carlos Plaza, Luis Mendoza, Rafael Capó, Nicomedes
Zuloaga, Felipe Larrazabal, Manuel Carmona, Juan de Dios Morales, Juan José Mendoza,
Francisco Parejo, Diego Bautista Urbaneja, Jerónimo Blanco, Joaquín Herea, Antonio y
Bartolomé Febres Cordero, Luis Manojo, Elías Rodríguez, Luis Espelozín, Eloy Paredes,
José Antonio Calcaño, Juan José Revenga, Julián Churión, Rafael y Luciano Urdaneta,
Alejandro Chataing, Juan Bautista Calcaño, Baldomero Spínola, Cecilio Acosta, Daniel
Mendoza, Eusebio Bautista, Martín Tovar y Tovar, Lisandro Ruedas, Lucio Pulido,
Elías Michelena, etc, etc.
53

idea entró en tratos con el gran naturalista Sabino Berthelot,
Secretario Perpetuo de la Sociedad de Geografía, quien en
busca de un clima benigno pensó seriamente trasladarse a
Venezuela, Cagigal indicaba se le podía nombrar Profesor de
Agricultura y encargarlo de la organización del museo y reunión
de los cráneos de las tribus indígenas dispersos en todo el
territorio de la nación. No atendió el Gobierno a sus iniciativas,
desaprovechando aquella ocasión única y trascendente.
Mientras tanto ganaba terreno las neurosis que lo consumía, y
el hombre que expresara alguna vez el pensamiento de vivir y
morir en estudiante, se vió acometido por delirios de grandeza,
derrochó una fortuna en hacerse una vajilla de oro y plata con
las cifras de su nombre para retribuir un obsequio a sus amigos;
y se enamoró perdidamente de María Duplessis, la célebre
musa romántica que inspiró a Alejandro Dumas, hijo, “La Dama
de las Camelias”. A pesar de su fealdad física, Cagigal fué
afortunado en lances de amor, y la vieja Caracas conoció una
sonada aventura femenina, de la que vino al mundo una hija
del sabio, muerta en edad octogenaria.
El 22 de noviembre de 1843 regresó a Caracas, que le
hizo un entusiasta recibimiento. 16 El Presidente, los Ministros,
el Doctor Vargas, profesores y alumnos de la Universidad,
sus discípulos y una densa multitud, salieron al camino a
saludarlo y lo acompañaron hasta su casa. Esta apoteosis, hija
del reconocimiento y la justicia, pareció sacarlo de su
abatimiento, y habló con frases encendidas de la necesidad de
inyectarle savia primaveral a la hija de su entendimiento y su
corazón. Vano propósito. Al día siguiente escribe el General
Soublette excusándose de no poder encargarse de la Dirección
16
“Cagigal. Ya tenemos entre nosotros este digno venezolano cuya entrada en Caracas
la hizo en medio de innumerables amigos que salieron a encontrarle a la mitad del
camino. Recordando los útiles servicios que el señor Cagigal ha presentado a su patria,
y los muchos otros que se hallan en capacidad de prestarle todavía, se explica fácilmente
54

de la Academia a que lo instaban sus amigos y se encierra en
su casa, dejándose ver apenas por sus íntimos. Familiares y
discípulos se ofrecen a porfía para cuidarlo; el insomnio lo
consume y la manía de persecución lo asalta de continuo.
Don Arístides Rojas en su bello libro “Recuerdos de
Cagigal”, habla cumplidamente de la hospitalidad que le
ofreciera en la hacienda “Bello Monte” y de las finas atenciones
que le prodigara la noble matrona caraqueña María del Rosario
Pacheco de Rivas. Inútil empeño: la enfermedad continuaba
faltamente su proceso. Sin embargo, era tan poderoso su
talento, y dominaba con tal señorío las matemáticas, que en
sus raros paréntesis de lucidez escribió, según Olegario
Meneses, un “Tratado de Mecánica Elemental”, elogiado por
el castizo de la dicción y lo rico y variado de la doctrina. 17
ese respeto, esa decidida deferencia con que por todas partes se le recibe. Nosotros
vemos en él uno de nuestros hombres de mayor ciencia, de más independencia y
recursos intelectuales, y por consiguiente, no dudamos encontrarlo siempre al frente de
nuestros progresos; por eso felicitamos a Venezuela entera por su feliz arribo”.
17
Con respecto a la enfermedad de Cagigal, véase Lisandro Alvarado: “Neurosis de los
Hombres Célebres de Venezuela”. Alvarado dice Cagigal sufrió una meningoperiencefalitis
difusa.
18
La madre de Cagigal, Doña Matilde Odoardo, casó en segundas nupcias con el
Doctor Alonso Ruiz, médico eminente, natural del pueblo de Encinas Reales, Obispado
de Córdoba. Era hijo de Juan Ruiz y de Doña María Moreno y Arcos. Vino a Venezuela
pedido como Médico Cirujano para el hospital militar de Cumaná, por el progresista
Gobernador Emparan. Estudió en Madrid, hizo entre nosotros notables operaciones
quirúrgicas, y se dice que ensayó la vacuna de Jenner antes de la expedición científica
de Balmis. (Datos del “Consectario de Cumaná” y con referencia a la última noticia,
comunicación verbal de M.A. Falcón Briceño)
55

Después llegaron el mutismo absoluto y la idiotez
libertadora. En compañía de su hermano uterino José M. Ruiz 18
quien lo amaba con ternura filial, se refugió en Yaguaraparo,
pueblecito de pescadores tendido con indolencia sobre las
playas del Golfo Triste.
Allí, bajo la luz violeta y oro de un atardecer tropical, se
extinguió sin dolores el 10 de febrero de 1856, la vida de aquel
hombre extraordinario, impetuoso y desigual como nuestra
naturaleza, como nuestros ríos solemnes; aroma y color de
una vasija amasada con el barro de nuestros montes; ejemplo
de la acción por realizar; tipo del ciudadano del futuro en
nuestra bulliciosa democracia. Su imagen ha sido fijada por la
posteridad en el bronce rotundo y en el lienzo reverenciable.
Luis Correa
Caracas, julio de 1930.
56

ESCRITOS LITERARIOS Y CIENTIFICOS DE
JUAN MANUEL CAGIGAL
57

ACADEMIA DE MATEMATICAS
59

Discurso de inauguración de la
Academia de Matemáticas
Señores:
El Soberano Congreso Constituyente, deseoso de
promover los conocimientos útiles, y convencido de que los
pueblos prosperan en razón directa de su ilustración, ha creado
la Escuela de Matemáticas que hoy se abre. No contento con
alzar este monumento honroso que lo hace digno de nuestra
gratitud, ha querido preservarlo de su ruina poniéndolo bajo el
amparo y protección de esta ilustre universidad, para que refleje
sobre él parte de su brillo, y le preste el apoyo que necesita
todo establecimiento nuevo. A esta feliz casualidad y no a mis
méritos debo el verme asociado a profesores recomendables
por su saber y patriotismo.
19
El Maestro Rafael Acevedo, nombrado segundo profesor del instituto creado por el
Congreso.
61

Uno de ellos, que tiene la gloria de haberme precedido en
la enseñanza de las ciencias exactas 19 acaba de presentarnos
un hermoso cuadro de ellas; y si yo me atrevo a retocarlo es
por cumplir con uno de los deberes que me impone el
profesorado. Yo lo desempeñaré con aquella desconfianza que
tan bien sienta al que todo lo espera de la indulgencia de los
que le oyen y nada de sus propias fuerzas.
Los que empiezan a estudiar las matemáticas no son
capaces de concebir el encanto que algún día experimentarán,
y no pocas veces lo abandonan, porque al principio sólo ven
en ellas proposiciones abstractas, demostraciones espinosas,
y descripciones que fatigan la inteligencia.
A la verdad es bien penoso el estudio de las primeras
concepciones de la ciencia de la extensión, ya por la aridez
del análisis, y ya por las dificultades con que tropezamos
cuando queremos representarnos idealmente superficies y
curvas, cuyas formas más o menos complicadas, son infinitas
por su variedad. Más cuando por este trabajo intelectual nos
familiarizamos con las propiedades que caracterizan las
principales especies de curvas, el entendimiento se encuentra
enriquecido con una multitud de concepciones nuevas;
descúbranse entonces relaciones generales e inmutables que
representan las eternas leyes de la extensión figurada; y se ve que
las verdades matemáticas, lejos de ser abstractas, se ofrecen a
nuestra inteligencia bajo aspectos visibles y por decirlo así
palpables. He aquí cómo la imaginación, que ajena parecía a
nociones puramente racionales, crea en alguna manera un mundo
nuevo, cuyos objetos sometidos a reglas invariables, ora sea en
su posición, ora en sus figuras y movimientos, presentan por
todas partes ideas de orden, de estabilidad y de armonía.
62
Cuando pasamos del mundo geométrico a la realidad del

mundo físico, encontramos en los espacios recorridos por la
materia, o en los que ella ocupa las formas abstractas que la ciencia
había imaginado, sin que haya una ley de aquella a que están
sujetas las abstracciones matemáticas que no tengan en aquel su
respectiva aplicación. El entendimiento humano descubre con cierta
sorpresa mezclada de admiración y de placer, que los fenómenos
del universo llevan el tipo indeleble de las formas ideales y de las
leyes teóricas.
Para convencernos de la inmensa distancia que existe
entre este modo de considerar la naturaleza y el modo con
que la consideran los que no están versados en la ciencia de la
extensión, tomemos por ejemplo el espectáculo que nos ofrece
el firmamento.
El vulgo cree ver una concavidad sólida tachonada con
puntos luminosos, que parecen equidistantes del espectador,
y semejantes a antorchas dispersas en el fondo de una bóveda
azulada. Considerando estos puntos con más atención, parece
que se alejan y aproximan entre sí trazando curvas
desconocidas. Así como a los ojos de la ignorancia todo
parece insignificante y limitado en la inmensidad del universo,
y en el armonioso movimiento de los mundos.
El geómetra que contempla los cielos descubre un
espectáculo muy diverso. Con el pensamiento interrumpe la
continuidad de la bóveda celeste y la supuesta igualdad de sus
distancias a la tierra; fórmase una idea precisa de estas
distancias, cuya extensión descubierta con su ingenio, es
inconmensurable, cuando se compara con las dimensiones de
los objetos que nos rodean; no mira a los cuerpos celestes
como errantes en la inmensidad del espacio, sin regla fija que
lo guíe antes bien se figura con precisión sus órbitas invisibles;
se representa la línea recta en el camino que sigue la luz, cuando
63

parte de los astros para llegar a nuestro globo; se representa el
círculo en la curva que describe cada punto de los planetas
girando en torno de sus ejes respectivos; finalmente, para el
geómetra la elipse está trazada en los cielos, pues es la curva
que recorren los cuerpos celestes alrededor del sol, y su foco
un punto inmaterial, que coincide con el centro mismo del
astro que nos da la luz, los días y los años.
Así es como el universo ha dejado de aparecer a los ojos
de los hombres bajo el aspecto incoherente de elementos de
materia reunidos o dispersos por los caprichos del acaso. El
entendimiento humano ha conocido por grados, que una
geometría sublime preside a los movimientos, a las formas y a
a las relaciones de magnitud y posición de los cuerpos celestes,
elevándose en la aplicación de una teoría admirable hasta
conocer el conjunto de las partes figuradas del espacio que
fueron, son y serán el centro, el eje o la órbita de los
movimientos perpetuos de nuestro sistema planetario. Al
contemplar estas leyes sabias e inmutables no puedo prescindir
de dar al Ser Supremo en este santo lugar el justo y sublime
título de eterno geómetra.
No se crea que la astronomía es la sola ciencia a que se
aplican las verdades abstractas de la ciencia de la extensión,
pues el geómetra empleando el análisis matemático ha probado
que los fenómenos más diversos están sometidos a un corto
número de leyes fundamentales, que se reproducen en todos
los actos de la naturaleza; y que los mismos principios que regulan
el movimiento de los planetas, sus formas y desigualdades, sirven
también para determinar las vibraciones de la luz, las acciones
capilares, y las ondulaciones de los líquidos, en fin, los efectos
más compuestos de todas las fuerzas naturales, confirmándose
así este pensamiento de Newton: “la geometría se gloría de enseñar
muchas y grandes cosas partiendo de pocos principios”.
64

“El análisis matemático, dice el célebre autor de la teoría
analítica del calor, es tan extenso como la naturaleza; él
descubre todas las relaciones sensibles; mide los tiempo, los
espacios, las formas, las temperaturas; se forma con dificultad
y lentitud, mas conserva cuantos principios adquiere; se
aumenta y afirma en medio de tantas variaciones y errores del
entendimiento humano”.
“Su atributo principal, continúa, es la claridad; no tiene
signos para expresar nociones confusas. Compara los
fenómenos por diversos que parezcan, y descubre las analogías
secretas que los unen. Si la materia como la del aire y la luz se
nos escapa por su extrema tenuidad, si los cuerpos están
colocados en la inmensidad del espacio, si el hombre quiere
conocer el espectáculo de los cielos en épocas sucesivas,
separadas por muchos siglos, si las acciones de la gravedad
y del calor ejercen en el interior del globo a profundidades que
serán siempre inaccesibles, el análisis matemático puede aún
calcular las leyes de estos fenómenos y hacerlos presentes y
mensurables”. Podemos pues decir que está destinado a suplir
a la brevedad de la vida y a la imperfección de nuestros
sentidos, siendo muy digno de notarse que sigue la misma
marcha en el estudio de todos los fenómenos, que los interpreta
con el mismo lenguaje, como para probar la unidad y sencillez
del plan del universo, y poner más en manifiesto desde orden
inmutable, que preside a todas las causas naturales.
Otras aplicaciones se hacen de las matemáticas, si bien
modestas no por esto menos útiles; y para hacerlo ver
convendrá pasar una revista a las artes que más se emplean en
los usos de la vida, e indicar en pocas palabras la extensión y
ventajas que ellas pueden sacar de los primeros teoremas de
las ciencias exactas.
65

Pero antes de entrar en materia conviene hacer una
observación importante: generalmente se cree que las artes
que son susceptibles de aplicaciones de la geometría, son
aquella en las cuales se hace un uso frecuente de la escuadra,
de la regla y del compás, instrumentos que se miran como
inseparables de la ciencia de la extensión. Limitar esta ciencia
a las solas figuras que pueden trazarse con tales instrumentos,
sería estrechar infinitamente el dominio de la ciencia cuyas
ventajas enumeramos, sería excluir la mayor parte de las bellas
artes y de las artes liberales, y aun algunas de las artes
mecánicas.
La geometría abraza cuantos medios existen de medir y
comparar superficies, volúmenes y capacidades; y como no
hay ni puede haber ningún producto industrial que no sea
extenso en una o más dimensiones, es evidente que todos los
trabajos humanos tienen relaciones estrechas y necesarias con
la geometría. Podemos, pues, decir, elevándonos a la
concepción más general de esta ciencia, que toda clase de
medidas, que todos los medios empleados para producir
formas determinadas, que todas las relaciones de simetría, de
analogía y variedad, ora sean en las posiciones, ora sea en los
contornos y curvaturas pertenecen a la geometría.
Sentado esto pasemos a la revista que nos hemos
propuesto hacer.
Una de las artes a la que la geometría presta servicios más
señalados es la agricultura. La economía del terreno, efecto
de la regularidad de las siembras, y plantaciones en cuadrado
y en quinconcio, es un resultado de la ciencia de la extensión.
Todos los instrumentos de labor, como arados, carretas, etc.,
tienen formas adaptadas a su uso, que la geometría enseña a
construir con la debida precisión. ¡Qué extraño es, pues, que
66

nuestra agricultura sea débil y pobre, si se la compra con el
grado de prosperidad a que ha sido levantada en Europa!
El agrimensor necesita conocer los procesos que se
emplean en la medición de líneas, ángulos y superficies,
para levantar los planos, y calcular las áreas de las
heredades. Para saber apreciar la exactitud y bondad de los
instrumentos que sirven para estas operaciones, son indispensables
conocimientos más elevados que los que
comúnmente ellos estudian.
El constructor de barcos necesita conocimientos más
profundos de las ciencias exactas porque debe sujetar las
formas que emplea a las leyes que dicta la ciencia del
movimiento. No debe considerar las configuraciones
simétricas como objeto de lujo y ornato, antes bien como
una condición imperiosa sigla cual no hay regularidad ni
rapidez en la marcha de los buques. La figura, el peso la
posición de cada pieza de madera o de metal, tienen una
influencia que importa mucho calcular, porque de todo esto
depende la solidez, capacidad y velocidad de las naves.
El geógrafo, sea en las medidas que efectúa sobre el
terreno, sea en los trabajos que hace sobre la plancheta, o
en su gabinete, ejecuta operaciones puramente geométricas.
El mismo nombre de geometría significa medida de la tierra,
objeto que debe llenar el geómetra en la descripción de ella.
El arquitecto se sirve de las verdades que le suministra
la ciencia del equilibrio y movimiento para dar regularidad a
los edificios, construir bóvedas, y modelar las columnas
que sostienen las cúpulas y los pórticos; en fin, para dar al
corte de las piedras y a las ensambladuras de las maderas,
las formas científicas que exige una ingeniosa y prudente
67

economía; y a los materiales que constituyen la obra,
elegancia sin perjuicio de la solidez, y ligereza sin prejuicio
de la duración.
El pintor necesita de la ciencia de la extensión para sacar
copias del mismo tamaño que el modelo, o de una magnitud
reducida. Es casi indispensable que conozca la teoría de la
perspectiva y de las sombras, para dar vida al lienzo o al
papel; que se forme una idea exacta de los contornos
aparentes, y de las líneas y superficies, de sus curvaturas e
inflexiones.
La geometría puede prestar su lenguaje preciso al
anatómico en la descripción de las formas que éste debe
analizar, y dar a sus instrumentos la figura que más convenga
a las operaciones que debe ejecutar.
A la anatomía comparada toca estudiar las diferencias y
analogías que tiene entre sí las funciones y la configuración
de los órganos de las diversas especies de animales; por
consiguiente la ciencia fundamental que enseña a conocer las
formas elementales de la materia y las propiedades de estas
formas, puede aplicarse con utilidad a la anatomía comparada.
Apoyándose en la geometría y la mecánica se demuestra que
hay entre las formas de las diferentes partes de un mismo
animal, relaciones íntimas y necesarias, de tal manera, que
todas son consiguientes al modo de existir del ente organizado.
Aplicando esta concepción superior se prueba que sólo basta
el conocimiento de un corto número de partes fundamentales,
cuando se analizan con una precisión de todo el esqueleto, y
la especie a que pertenece.
Hemos enumerado algunas artes que todas necesitan de
los teoremas de las ciencias exactas; y fácil nos sería probar
que las demás sacan más o menos ventajas de la ciencia de la
68

extensión, si el tiempo que debe consagrase a esta sesión lo
permitiese. Entonces deduciríamos una consecuencia incontestable,
es a saber, que cuando la industria de un país está en
la infancia, mayores son los auxilios que pueden percibir de la
geometría y mecánica, para acelerar sus progresos, y entrar
en la lid y marchar a la par de los países más industriosos.
Alumnos de la Escuela de Matemáticas: no os arredréis
por los obstáculos que encontréis en la gloriosa y modesta
carrera de la ciencias; una constante aplicación basta pata
superarlos, y la patria tiene derecho de esperarla de vosotros.
A mí me anima la dulce esperanza de que seguiréis con
asiduidad el curso de que tengo el honor de estar encargado.
En él os expondré las verdades mas importantes de las
matemáticas; descorreré algunas puntas del velo con que están
cubiertas las leyes generales e inmutables del mundo físico, e
indicaré las felices aplicaciones que de ellas se hacen a los
trabajos civiles y al arte militar. Quizás entre vosotros se
despertará algun genio que se ignora a sí mismo; entonces me
será permitido decir con orgullo: “á lo menos he producido
una obra que vivirá en la posteridad”
He dicho.
69

CAGIGAL,
Prócer de la Ciencia y la Cultura Universitarias
Willy Ossott
Discurso pronunciado en el Aula Magna de la Ciudad Universitaria
en el acto solemne celebrado en 10 de febrero en homenaje a Cagigal
con motivo del Centenario de su muerte.
Ciudadano Ministro de Educación,
Ciudadano Rector de la Universidad Central de Venezuela,
Ciudadano Presidente de la Academia de Ciencias Físicas y
Matemáticas,
Señorita Carmen Vásquez Ruiz,
Señores Profesores, Señoras y Señores:
Es humano errar, y de nuestros yerros cada uno ha de
sufrir las consecuencias. Tocóle su turno esta vez al Consejo
Catedráticos de la Facultad de Ingeniería: son ellos los
responsables de mi presencia ante vosotros. Si le damos esa
culpa, a lo menos reservamos para mí la benevolencia de
ustedes, ya que ni mis capacidades ni mis méritos en ninguno
de los campos que todos vosotros domináis tan cabalmente,
me hacen acreedor al honor que hoy se me dispensa. Debo
hablar acerca de la ilustre figura de quien fuera el fundador de
los estudios matemáticos en Venezuela. Tarea ardua y difícil
para mí, que cuento con tan pocos medios para preparar un
71

trabajo como el que tan insigne figura se merece. Solamente al
buen deseo de colaborar en todos estos actos universitarios,
se debe la aceptación de tan honrosa distinción.
“CAGIGAL: viejo solar, montañas, con casa armera de
donde se enlaza con linajes de la región, especialmente, el de
Artillero, rico en tierras y ganado. De allí pasan a otras regiones
de España e Hispano- América, pues es familia de militares y
navegantes.
Hita, en su Nobiliario, les da por armas un roble verde
belloteado, en campo de oro; y orla de gules, con las ocho
aspas conmemorativas de la toma de Baeza. Otros le atribuyen,
en campo de plata, un lobo de sable andante, lampasado de
gules, con la misma orla. Por lo que atañe a la rama más ilustre
que es la de los que vinieron a Venezuela, tenemos la
descripción que consta en el expediente de caballero de
Santiago, en 1762, de Don Juan Manuel de Cagigal y de la
Vega, a saber: Lebrel atado a un árbol, banda diagonal,
engolada de dragantes, y en jefe una estrella de ocho puntas y
un letrero que dice: “De mi Siderio Godo”. A Juzgar por los
otros tres cuarteles, no es difícil asegurar que dicha casapalacio
la edificó el Teniente General Don Francisco de Cagigal,
de la Vega, Salinas y Acevedo. Iguales armas existen en la
Iglesia Parroquial, primera capilla del Evangelio, patronato y
propiedad de los Cagigal. Tanto por cargos municipales, como
por haber ocupado las más altas jerarquías del ejército y de la
administración peninsular y colonial, la nobleza del linaje a
que nos referimos ha sido probada, documental y
positivamente, innumerables veces… Además, varios de sus
miembros en diversas generaciones han hecho sus pruebas
en las órdenes de Santiago y Carlos III. Fueron título de Castilla,
con la denominación de Marqués de Casa-Cagigal” 1
1
Sangróniz y Castro: “Familias coloniales de Venezuela”
72

Para el año de 1801, se encontraba en Cumaná un ilustre
descendiente de esta casa, Don Gaspar de Cagigal y del Pontón,
Teniente Coronel, Gobernador de Cumaná y de Nueva
Barcelona. Para aquel entonces vivía allí una joven, tipo de
criolla americana, nerviosa, tocada con frecuencia de
inexplicables ráfagas de melancolía, probablemente debido a
graves problemas familiares y por cuyas venas corría sangre
francesa y cubana, mezclada quizá con algo de sangre aborigen.
Era Don Gaspar en el fondo un hombre tímido y sentimental,
y al desposarse con Matilde Odoardo realiza por mandamiento
del amor una acción francamente plausible para con aquella
niña, consumida de disgustos desde su infancia a causa de las
desavenencias de sus padres. Como fruto de esta feliz unión
nace en Cumaná en 1802 Alejandro Cagigal y Odoardo, poco
antes del traslado de la familia a Barcelona, adonde Don Gaspar
iba investido con el cargo de Comandante Militar y Teniente
de Justicia. Al año siguiente nace en Nueva Barcelona Juan
Manuel de Cagigal y Odoardo, el ilustre hombre de ciencia,
fundador de los estudios matemáticos en Venezuela.
Era Juan Manuel todavía un niño cuando estalla en Caracas
la insurrección del 19 de abril de 1810 y el movimiento se
refleja inmediatamente en las ciudades de Cumaná y Barcelona.
Para aquella época fue nombrado Presidente de la Junta
Gubernativa Don Gaspar de Cagigal, cuando sorpresivamente
falleció dejando a su viuda con dos niños en la mayor pobreza.
Más tarde Doña Matilde vuelve a Cumaná con los niños. Para
1817 se escarga de la educación de Juan Manuel, llevándolo a
Madrid, un primo suyo, Don Juan Manuel de Cagigal y Niño,
a quien cabe el mérito de convertirse en protector del futuro
fundador de los estudios matemáticos en Venezuela. Cuando
apenas contaba catorce años ingresa el pequeño Juan Manuel
a la Universidad de Alcalá de Henares, uno de los centros
científicos más reputados para aquella época. Muy pronto se
73

destaca dando muestras de una clara inteligencia y causando
admiración a condiscípulos y profesores. Allí en España,
cuando estalla la Revolución de Riego y Quiroga, le invade la
nostalgia, y se suma al movimiento “que salvaba a la América
de seguir naufragando en aquel mar de sangre de la guerra de
Independencia”. De España sale expulsado y de allí se dirige
a La Habana buscando el amparo de su protector, que en
aquel momento desempeñaba el cargo del Gobernador de
Cuba. Es nuevamente enviado a Europa y allí se residencia en
París, donde se consagra con infatigable actividad a completar
sus estudios. Su irrefrenable pasión por las ciencias le hacen
entonces acreedor al aprecio y estimación de las primeras
celebridades del mundo científico. El sabio Cauchy, Lacroix,
Legendre, Navier, Poisson, y el que por todos se levanta, el
Marqués de La Place, eran las fuentes vivas del saber del que
sacaba copioso alimento la avidez insaciable de su inteligencia.
Y cuando se vió en tan feliz situación, tan codiciada de no
pocos, cuando sus poderosas relaciones le ofrecieron el puesto
merecido en una de las primeras corporaciones científicas del
mundo, fué entonces, señores, que ese joven de veinticinco
años, cerrando los ojos, a los halagos de una justa ambición,
a los atractivos de una situación tan lisonjera, a las necesidades
mismas de su espíritu, sólo dio cabida a los recuerdos de una
patria, que si de tan niño abandonó, quisiera ahora indemnizarla
ofreciéndole el precioso y abundante tesoro de sus
conocimientos de que ella tanto había de menester. Ejemplo
de sublime patriotismo, nunca bien celebrado ni siempre
bien seguido.
Este ofrecimiento fué debido al alto concepto que
profesores y condiscípulos se habían formado de él; y en
efecto, con fecha 15 de mayo de 1828, el célebre matemático
español José Mariano Vallejo, le propuso, al encargarse de la
dirección de Alcalá de Henares, una situación estable en Madrid
si aceptaba las cátedras de Matemáticas, Geometría Descriptiva
74

y Delineación. Todo esto fué rechazado por el joven Cagigal.
Algunos meses después, en una alegre fiesta que daban sus
amigos en su mansión de París, sus condiscípulos y profesores
le insinuaron cordialmente que se quedara en Europa, y Cagigal
sin vacilar les respondió enfáticamente: “No puedo, señores,
abandonar a mi patria donde me necesitan más que en ninguna
otra parte”.
“Si de los miembros americanos de la ilustre familia
Cagigal, dos del mismo nombre son gloria de Cuba y de
España, el tercero, llamado también Juan Manuel, es gloria de
Venezuela y del mundo científico. Por el amor al patrio suelo
dejó posición, gloria, honores… al abandonar las márgenes
del Sena por las brisas del Avila” 2
Ocho meses antes le había escrito a Lino de Pombo
manifestándole los deseos que tenía de regresar a Colombia y
tomar servicio, añadiéndole que vendría sacrificando los pocos
medios de que podía disponer si tuviera la seguridad de ser
empleado. Para enero de 1828 Lino de Pombo escribe al
general Carlos Soublette, Ministro de Guerra de la Gran
Colombia, lo siguiente:
“Hace tiempo que hablé a usted de Juan Manuel Cagigal
hijo de Cumaná, joven de grandes talentos y nociones en la
parte militar facultativa, que se halla en París dedicado a
adelantar sus estudios. Le indiqué a usted que podía el
Gobierno hacerlo venir con el empleo de Capitán de Ingenieros,
que desempeñaría perfectamente. Ahora recibo una carta del
22 de setiembre que me habla de los deseos que tiene de
regresar a Colombia y tomar servicios y añade que vendría
sacrificando los pocos medios de que puede disponer si tuviere
la seguridad de ser empleado. Yo creo que la venida de este
2
Arístides Rojas: “Miranda, Edecán de Cagigal”
75

joven sería una buena adquisición para la República que se
halla tan escasa de oficiales facultativos y por lo mismo le
ruego a usted mi recomendación de que se le envíe un
Despacho de Capitán por conducto de nuestra Legación en
Londres y aun se le ayude en algo para su viaje”. Para aquella
época nuestro gran Libertador le asignaba entre sus más
grandes y premiosos quehaceres un puesto de preferencia al
estudio de las ciencias matemáticas en nuestra Universidad, y
sostuvo una conferencia con el nunca bien sentido Dr. José
María Vargas, la cual tuvo por resultado aplazar a un porvenir
más venturoso la realización de tan bella idea.
Al fin regresa Cagigal, y era tal el interés que tenía de
servir a su patria, que apenas pisa tierra cumanesa, en enero
de 1829, se dirige al Libertador, diciéndole entre otras cosas
lo siguiente: “Habiendo terminado el exponente sus tarea
científicas, en las que jamás ha perdió de vista el provecho
que quizá podrían producir algún día a favor de su patria, en
donde le llamaban su corazón y sus votos, salió de Francia
para Colombia a fines del año pasado, y llegó a este puerto en
el presente mes, decidido a ofrecer al Gobierno de la República
sus servicios y a consagrar el resto de su vida en obsequio del
suelo que le vió nacer”.
76
Esta carta está fechada en Cumaná el 20 de enero de 1829.
En Caracas, Cagigal espera en vano la respuesta del
Padre de la patria y regresa a Cumaná. Tiempo después vuelve
a Caracas y visita al Dr. Vargas, quien no pudo desconocer en
aquel joven la gran virtud que a él mismo dominara, y desde
aquel instante, prendado de tan venturosa como inesperada
adquisición, se dedicó con todo ahinco a realizar la idea de la
creación de una Academia de Matemáticas. En consecuencia
pide a Cagigal un proyecto orgánico de aquellos estudios,

que es discutido y aprobado luego por el gremio universitario.
Como consecuencia, Vargas se dirige oficialmente al antiguo
Ministro del Libertador, señor José Rafael Revenga, que
desempeñaba accidentalmente en Venezuela un alto cargo de
confianza. Si instante era la carta oficial en que el Dr. Vargas
manifestaba sus deseos y altos designios a este digno mediador,
más instante, más persuasiva, todavía fué la que dirigió el Sr.
Revenga el Presidente del Consejo de Ministros,
recomendando a un tiempo la excelencia del proyecto, la única
y feliz oportunidad que se presentaba para llevarlo a cabo, y
las prendas singulares del que se ofrecía voluntario a realizarlo.
Es interesante observar que en la carta que el Dr. Vargas
dirige al Sr. Revenga dice: “Por una casualidad de aquellas
venturosas al país, se ha presentado entre nosotros el Sr. Juan
Manuel Cagigal, colombiano, joven cuya historia de vida bien
conocida, cuyas cualidades morales notorias y calificadas,
probadas por todos los medios que son el mejor criterio en
estas indagaciones, hacen de él un precioso hallazgo para el
país y le presentan como el más calculado para llenar el objeto
indicado”.
Se desprende de esta carta que no fue por casualidad
venturosa al país que Cagigal se había presentado ante
nosotros para establecer los estudios matemáticos en
Venezuela. Ya con anterioridad hemos demostrado con las
cartas dirigidas a Lino de Pombo y de éste a Soublette, así
como la renuncia al ofrecimiento de Vallejo, el interés que tenía
Cagigal de venir a Venezuela a prestar servicios y a darle el
fruto de sus preocupaciones científicas, la enseñanza de las
Matemáticas que le han llevado al campo de los inmortales en
la ciencias venezolanas.
Para el año 1827 se creó en la Universidad una Cátedra de
77

Matemáticas que regentaba el maestro José Rafael Acevedo,
el precursosr de Cagigal, como lo han llamado el Licenciado
Acevedo y Arístides Rojas. Más tarde, el Congreso
Constituyente decreta en Valencia con fecha 13 de octubre de
1830 una transformación de dicha Cátedra en el sentido de
elevarla, para los fines de la instrucción militar y según las
insinuaciones y planes de Cagigal, al rango de Academia de
Matemáticas y de acuerdo con las modernas asignaturas. Aún
así solamente la Academia llegó a instalarse en noviembre de
1831 en la Capilla del Colegio, situada en lo que hoy en día
conocemos como la esquina de Las Monjas, donde celebra
sus sesiones el Ilustre Concejo Municipal. En aquella memorable
ocasión se reunió la Junta de Gobierno de la Universidad
constituída por el señor Rector Dr. José Nicolás Díaz y los
señores catedráticos Dres. José Antonio Espinoza, José Vargas
y otros, con el objeto de tomar el juramento al primero,
Maestro Juan Manuel Cagigal, de la clase de Matemática,
mandada establecer en la Universidad por Decreto del
Soberano Congreso Constituyente. En efecto, después de leído
el discurso de Don José Rafael Acevedo, segundo Maestro
de la Escuela, prestó el Sr. Cagigal el juramento prevenido por
la Ley y consecuencia se puso a la Universidad Central en
posesión de la Escuela, en manos del referido Sr. Dr. José
Nicolás Díaz. Para concluir leyó Cagigal su Discurso Inaugural
exponiendo las ventajas y excelencias de las matemáticas
para la vida humana.
En las frases finales de este discurso se descubre
claramente la intención de producir obra buena y dejar la semilla
que, hoy en día reproducida, lo ha inmortalizado y ya no puede
desaparecer: “Alumnos de la Escuela de Matemáticas, no os
arredréis por los obstáculos que encontréis en la gloriosa y
modesta carrera de las ciencias. Una constante aplicación basta
para superarlos, y a la patria tiene derecho a esperarla de
78

vosotros. A mí me anima la dulce esperanza de que seguiréis
con asiduidad el curso de que tengo honor de estar encargado.
En él os expondré las verdades más importantes de las
Matemáticas, descorreré algunas puntas del velo con que están
cubiertas las leyes generales e inmutables del mundo físico, e
indicaré las felices aplicaciones que de ellas se hacen a los
trabajos civiles y arte militar. Quizás entre vosotros se
despertará algún genio que se ignora a sí mismo; entonces me
será permitido decir con orgullo: “A lo menos he producido
una obra que vivirá en la posteridad”.
A las clases de Cagigal asistían, no solamente los que
después fueron nuestros mejores ingenieros, sino también
sociólogos, historiadores, poetas, músicos, artistas, y hasta el
propio Dr. José María Vargas, que se deleitaba oyendo las
interesantes clases del gran sabio. Además de sus primeros
discípulos que luego le sustituyeron en la dirección y en la
cátedra – Olegario Meneses, Juan José Aguerrevere, Manuel
María Urbaneja y tantos otros-, encontramos la figura de Don
Cecilio Acosta, quien más tarde junto con Fermín Toro lo
anima a la fundación de un seminario. Una vez publicados los
primeros números de aquel semanario, llega el golpe del 8 de
julio de 1835, que le causó gran preocupación y le hace
abandonar las tareas académicas. El Dr. Vargas sale para el
destierro. Cagigal, con el grado de Comandante y al mando
de la columna Carabobo, se distingue por su valor y pericia
tanto en el sitio de Puerto Cabello como en el de Guataparo.
Al fin regresa el Dr. Vargas y la Academia de Matemáticas
reanuda sus interrumpidas labores.
Dos años antes, acompañado de diez y seis estudiantes
de la Academia de Matemáticas, realizó una excursión al Pico
Oriental de la Silla de Caracas. Cagigal subió a la cima por el
extremo opuesto a la Quebrada de Chacaíto, que siguió
79

Humboldt en enero de 1800. Esta excursión dio resultados
muy interesantes desde el punto de vista científico, pues se
ejecutaron observaciones pareométricas y metereológicas en
los principales sitios recorridos. En esta ascensión encontraron
definitivamente que la altura del Pico Oriental de La Silla era
de 2.628 metros, resultado que difiere del de Humboldt en
menos de dos metros y que al paso que justifica las
derivaciones de este sabio, designa el grado de fe que merecen
las de nuestros viajeros. Una vez de regreso a Caracas
entregaron una gran cantidad de plantas al Dr. Vargas y éste se
dedicó con grande esmero a su clasificación. Si esta clase de
inclinaciones científicas de Cagigal formaba por parte del grupo
grande al cual se dedicaba, no le faltaba tiempo para dedicarse
a escribir también algo sobre las matemáticas. En la carta que
José María Vallejo le dirige con fecha 15 de mayo de 1828
proponiéndole una situación estable en Madrid si aceptaba la
cátedras de Matemáticas, Geometría Descriptiva, etc.; le habla
de que también podría explicar una memoria que tiene en estudio
y que espera pronto realizar. Es de sospechar que esta memoria
a la cual se refería José María Vallejo es la memoria sobre
integrales limitadas, escrita por él y de la cual ha llegado a
nuestras manos la reproducción que hizo el Dr. Duarte en 1929
según los datos que le fueron suministrados por el Dr. Vicente
Lecuna, quien conservaba una copia de la tomada por él en la
cátedra del Dr. Manuel María Urbaneja, quien a su vez la había
tomado en la cátedra de Cagigal.
No se puede esperar hoy en día encontrar en ese estudio
sobre las integrales limitadas escrito hace más de ciento veinte
años, las teorías del análisis moderno. En cambio su trabajo
representa para nosotros un documento de valor histórico incalculable,
ya que es uno de los pocos trabajos completos
sobre matemáticas que se han podido conservar.
80

Resulta oportuno recordar los grandes elogios que han
hecho algunos historiadores sobre este gran sabio. “Si
Venezuela se hubiera encontrado en la misma situación que
Chile, si una guerra asoladora no hubiera destruído los resortes
morales de la sociedad, la labor de Cagigal se asemejaría sin
alcanzar sus armoniosas proporciones, a la realizada por
Andrés Bello en la República del Sur; trunca y toda ella es un
jalón luminoso que nos señala el camino de las realizaciones
permanentes, sus informes anuales sobre la marcha de la
Academia y las reformas que aconseja como necesarias a su
perfecto desarrollo, son la prueba de aquellos trabajos de
Hércules que al fin minaron su organismo y lo condujeron a
los nimbos de la locura y de la muerte”. Este mismo historiador,
Don Luis Correa, escribió también: “Cagigal es hasta hoy el
hombre que mayor cantidad de trabajo y de eficiente
rendimiento ha producido la nación por la menor suma de
sacrificios para el Estado”. Fué en realidad el ilustre sabio, el
apóstol de la cultura y un polígrafo, pues además de
matemático era prosista, poeta, costumbrista, botánico,
economista, acuarelista, periodista, político y guerrero.
Continuemos hablando de la vida de nuestro grande
hombre. Llega el año 1838 en que ya comienza su enfermedad.
Para aquella época Olegario Meneses y Manuel María Urbaneja
lo sustituyen en las crisis de sus continuas dolencias, de las
cuales se ha quejado al Gobierno pidiendo que lo alivien de
algunas clases con el nombramiento de un profesor más. Para
el año 41 el mal se acentuó de tal manera que juzgándose
necesario para su reposición un viaje a Europa, se le ofrece la
Secretaría de nuestra Legación en Londres, que acepta para el
20 de marzo. El Ministro de la Guerra dicta una resolución
por medio de la cual son llamados a sustituírlos a él y al
Maestro Acevedo que había renunciado, los Tenientes de
Ingenieros Olegario Meneses, Juan José Aguerrevere y Manuel
81

María Urbaneja. Poco más tarde, en setiembre del mismo
año, se hace una nueva organización: desapareció Urbaneja y
entra Egidio Troconis, y se encarga Carmelo Fernández de la
clase de Dibujo. “La ausencia del padre entristece el recinto,
falta su aliento creador, su verbo maravilloso y un sol de media
noche alumbra los vacíos aposentos”.
Cagigal parte por la vía de Nueva York a ocupar su destino
y con legítimo orgullo escribe a Soublette participándole que
ha asistido a los exámenes de West Point y que, fuera de las
enormes ventajas materiales, los estudios de matemáticas son
allí inferiores a los que se hacen en Caracas.
Algún tiempo después llegó a París y tan pronto como
fue conocida su llegada, sus amigos y condiscípulos se
apresuraron a felicitarle. Todos ocupaban altos puestos en la
enseñanza científica y habían alcanzado nombres célebres. Al
poco tiempo obsequiaron a Cagigal con una comida, a la cual
asistieron igualmente algunos de los ancianos mentores de las
ciencias matemáticas, los venerables maestros de la pléyade
en la cual había figurado Cagigal en primer término. Recordaron
los días pasados y no faltó quien censurara a Cagigal el haber
despreciado el brillante puesto que le había ofrecido el gobierno
francés como homenaje en un lugar pobre de la América Latina.
Si había elogio en el cargo hubo también censura, que Cagigal
rechazó manifestando a sus amigos que para él había más gloria
en ser fundador de los estudios matemáticos en su patria,
Venezuela, que en toda la honra que le proporcionase figurar en
primera escala en las conquistas científicas de Europa.
Allí, en París, la neurosis continuaba y al fin, para noviembre
del 43, el sabio regresó a Caracas, que le hizo un entusiasta
recibimiento. El Presidente, los Ministros, el Dr. Vargas, profesores
y estudiantes, sus discípulos y una inmensa multitud salieron al
camino a saludarlo y lo acompañaron hasta su casa.
82

La enfermedad minaba su espíritu y no quiso encargarse
otra vez de la dirección de la Academia. Sin embargo, era tan
poderoso su talento y dominaba con tal señorío la matemáticas,
que en sus raros paréntesis de lucidez escribió un tratado de
Mecánica Elemental.
Lisandro Alvarado dice en su estudio titulado “Neurosis
de hombres célebres en Venezuela”: “Este estudio lo
comenzaremos con el distinguido Ingeniero Don Juan Manuel
Cagigal, en quien hubo un desarrollo tan característico de la
meningo-pariencefalitis-aguda-difusa que basta un poco de
atención para reconocerla”. Alvarado interpreta antecedentes
hereditarios, confronta testimonios acerca de la conducta
extravagante de Cagigal y afianza su diagnóstico en referencias
históricas.
Arístides Rojas, en su bello artículo, “Recuerdos de
Cagigal”, nos dice: “En Cagigal la desgracia comenzaba por
la monomanía tranquila. Creía que iban a perseguirle, que
querían asesinarle, y éstas ideas, tomando creces en su cerebro
que tanto había trabajado en el estudio y en la enseñanza,
fueron lentamente, aislado del mundo científico y social,
inteligencia tan luminosa”.
Juan Vicente González describe así los últimos años de
Cagigal: “Por nueve años, bajo caney pajizo, extraño a las
cosas de la vida, errante como los astros por los espacios del
cielo, atento a la divina música que los guía; con la pluma en la
mano o bien mustio y silencioso, viendo las olas crecer,
enfurecerse y estrellarse a los pies de su morada, languideció
el menos joven de aquellos varones, el que plantó en
Venezuela el árbol hermoso de las matemáticas. El mar, con
espantoso estrépito, invade ya el sepulcro que encierra sus
restos abandonados”.
83

Oigamos a Don Luis Correa hablar sobre el final de la
vida de tan ilustre sabio: “En compañía de su hermano uterino,
quien lo amaba con ternura filial, se refugió en Yaguaraparo,
pueblecito de pescadores tendido con indolencia sobre las
playas del Golfo Triste. Allí bajo la luz violeta y oro de un
atardecer tropical se extinguió sin dolores el 10 de febrero de
1856 la vida de aquel hombre extraordinario, impetuoso y
desigual como nuestra naturaleza, como nuestros ríos
solemnes, aroma y color de una vasija amasada con el barro
de nuestros montes, ejemplo de la acción para realizar, tipo
del ciudadano del futuro en nuestra bulliciosa democracia. Su
imagen ha sido fijada por la posterioridad en el bronce rotundo
y el lienzo reverenciable”.
Un discípulo suyo, Olegario Meneses, quien lo sustituyó
en la dirección de la Academia, lo despide así, cuando hace la
biografía del gran sabio: “Hastiado al fin, aburrido de sí mismo,
resistiendo aceptar ningún auxilio ni de la Nación ni de la mano
de sus amigos, corrió a esconder en lo más retirado de la
provincia de Cumaná la llaga dolorosa que había disipado su
felicidad en la tierra… Ahí también diez años de tormentos,
de abandono, de olvido! ¿Pero qué voy a hacer, señore...
¿Queremos pedir cuenta al destino, ese ministro ciego, ese
ministro inexorable de la Providencia...A nosotros no nos
toca sino reconocer la inmensidad del servicio que prestó a
Venezuela el señor Cagigal: servicio inmenso ¡si se atiende a la
magnitud e importancia de la obra, que, solo, llevó a cabo…!
Inmenso ¡si se considera la oportunidad en que
espontáneamente se ofreció a prestarlo…! Servicio Inmenso,
señores, ¡que no pudo realizar sino con el sacrificio de las
más privilegiada existencia…! ¡Ejemplo raro de magnanimidad
y patriotismo…! Bastará esto sólo para hacer de ese precioso
son que nos dejó, una prenda querida que debemos conservar
y transmitir a la posteridad como el testimonio más digno de
84

nuestra gratitud, y el más propio monumento a hacer venerar
su memoria!”
Y ahora nos toca a nosotros, señores, que desconocemos
dónde reposan los restos del ilustre hombre de ciencia,
recordar las palabras latinas inscritas en la lápida que para
cubrir su tumba proyectaron sus amigos después de su muerte:
AQUÍ YACEN LAS CENIZAS DE JUAN MANUEL DE
CAGIGAL, NACIDO EN LA CIUDAD AMERICANA DE
BARCELONA; DE LA ACADEMIA MATEMATICA
FUNDADOR Y MAESTRO EN LA UNIVERSIDAD
CARAQUEÑA. UNANIMES CONGOJAS PROVOCARON
LAGRIMAS QUE HAN DE DERRAMARSE POR EL
ILUSTRISIMO SABIO, POR EL EMINENTISIMO
CIUDADANO, POR EL MEJOR DE LOS AMIGOS. VED:
MURIO EN EL CUARTO IDUS DE FEBRERO DEL AÑO
DEL SEÑOR DE 1856 A LA EDAD DE 52 AÑOS.
Si no nos quedan sus restos en una forma tangible,
conformémonos. Las palabras finales de su discurso cuando
se fundó la Academia de Matemáticas en Caracas, revelan que
nos ha legado el más envidiable tesorero que se puede anhelar.
En aquellos momentos, los más felices en la vida del preclaro
hijo de Barcelona, sentía el gran sabio deseos incontenibles
de producir que vivan en la posteridad.
Si hoy en día lloramos con el recuerdo de tan ilustre
sabio, alegrémonos, señores: sus esperanzas se han convertido
en una hermosa realidad.
Aquella estrella fulgurante y gloriosa, mantendrá iluminada
para siempre las aulas de nuestra Alma Mater…! Ella ha sido
faro de la cultura nacional… Este solemne homenaje que le
85

inde hoy “esta casa que vence la sombra”, quedará sellado
con la colocación de este bronce, mantendrá siempre luz
perpetua en las metas estudiantiles y contribuirá a engrandecer
nuestra gloria futura y la prosperidad de nuestra patria.
86

Homenaje a la Memoria de Juan Manuel Cagigal
Una sesión solemne se efectuó el jueves 9 de febrero en el Colegio
de Ingenieros de Venezuela para rendir homenaje a la memoria del sabio
venezolano Juan Manuel Cagigal, fundador de los Estudios Matemáticos
en Venezuela, al cumplirse el centenario de su muerte.
Después de breves palabras del Presidente del Colegio, Dr. Pascual
Paoli Ch., correspondió al Dr. Leopoldo Martínez Olavarría pronunciar
el discurso de orden, cuyo texto transcribimos a continuación.
Discurso del Dr. Leopoldo Martínez Olavarría
El Colegio de Ingenieros de Venezuela, asociándose a los
actos conmemorativos del primer centenario de la muerte de
Juan Manuel Cagigal, y consciente de la trascendencia nacional
de dicho acontecimiento, dispuso la celebración de esta sesión
solemne, dedicada a honrar la memoria de quien fuera fundador
de los estudios matemáticos en nuestro país.
Para el Colegio, el nombre de Cagigal no se puede asociar
exclusivamente a la fundación de los estudios matemáticos en
Venezuela. Ese nombre significa la génesis misma de esta
agrupación, ya que, sin duda alguna, el ideal, plasmado en
realidad el 7 de diciembre de 1831, con la instalación de la
Academia de Matemáticas, representó el paso inicial, la piedra
angular de la Ingeniería Venezolana; y ese ideal y el titánico
87

esfuerzo de transformarlo en realidad, es la obra imperecedera
del pensamiento, de la voluntad y del sacrificio de Juan Manuel
Cagigal.
Hoy, a más de un siglo de tan importante acontecimiento,
se nos hace muy presente la frase con que Cagigal terminara
su discurso en la instalación de la Academia: “Quizás entre
vosotros se desperterá algún genio que se ignora a sí mismo;
entonces me será permitido decir con orgullo: a lo menos he
producido una obra que vivirá en la posteridad”.
Hoy, esa frase profética ha tomado cuerpo, es una
irrebatible verdad. Si bien puede ser cierto que no ha
despertado individualmente algún genio, es muy cierto que el
genio colectivo a producido una Ingeniería, una Arquitectura
que campean orgullosas a todo lo largo y ancho del territorio
nacional, integrándose ambas en este Colegio de Ingenieros,
símbolo permanente e inmutable que perdura a través de los
años, y es necesario recalcar que el concepto de Cagigal al
luchar por el establecimiento de la Academia, no se enmarcaba
exclusivamente dentro de los límites teóricos o abstractos. El
discurso citado apunta claramente lo que se derivaría de aquel
momento: “Una de las artes a que la geometría presta servicios
más señalados es la agricultura”. Luego, después de señalar la
íntima relación de las matemáticas con la agrimensura, con la
construcción de embarcaciones y con la geografía, INDICA:
“El arquitecto que sirve de las verdades que le suministra la
ciencia del equilibrio y del movimiento para dar regularidad a
los edificios”… y, “a los materiales que constituyen la obra,
elegancia sin perjuicio de la solidez, y ligereza sin perjuicio de
la duración”.
Ya para finalizar su brillante pieza oratoria, concluye:
“Cuando la industria de un país está en la infancia, mayores
88

son los auxilios que puede percibir de la geometría y la
mecánica para acelerar su progreso”.
Había pues, plena conciencia en el desarrollo de la labor
que se iniciaba. Esa labor gigantesca no fué causa del azar o
de la causalidad. Fué la resultante de una firme decisión, de
una voluntad probada y de una conciencia venezolanista.
Ya desde la época de sus sobresalientes estudios en
Madrid, aparecen las primeras manifestaciones. Hasta el
despectivo mote “el Indiano” con que le tildan sus
compañeros, parece indicar una predestinación. No es España
la que recibirá el fruto de su ciencia, es su tierra nativa, indias,
la que será depositaria y heredera de su fortaleza, de sus
conocimientos, de su ciencia.
Cuando cursa en París, los estudios matemáticos
superiores, rodeado de nombres de la categoría de Cauchy,
Lacroix, Laplace, es tal el concepto que de él se forman
profesores y compañeros, que su fama se extiende en todos
los círculos científicos. Recibe numerosas propuestas que
concluyen con la que Don Mariano Vallejo, Rector de Alcalá
de Henares, le hace para regentar las cátedras de Matemáticas,
Geometría Descriptiva y delineación en tan renombrado
Instituto.
La respuesta de Cagigal no se hace esperar: “No puedo,
señores, abandonar mi Patria, donde me necesitan más que en
ninguna parte”. Por todos los conductos desea y solicita el
retorno a su Patria para servirla en la medida de sus
conocimientos.
Así lo escribe a Don Lino de Pombo, prominente ingeniero
y político colombiano, quien lo transmitía al General Soublette,
89

ecomendándole a “ese joven de grandes talentos que aspiraba
a servir a su Patria de la que se hallaba ausente desde los 13
años”.
A pesar de todas sus gestiones, nada preciso recibe Cagigal
mas ello no es óbice para que resuelva su regreso, y en los
comienzos de 1829 retorna a la Patria, entrando en Caracas un
martes de Carnaval, ocasión que le brinda la oportunidad de
dejarnos un escrito: “ Contratiempos de un viajero”, página
literaria que merece sitio al lado de los mejores artículos
costumbristas de la época.
Al llegar a la capital, hace inmediato contacto con el sabio
Vargas, a quien expone con calor la intención de sus ideas
renovadoras.
El maestro lo acoge y protege. Se inicia entonces el calvario
de solicitudes, pedimentos y exposiciones, tanto al Congreso
de Colombia como a los más destacados dirigentes políticos
del momento.
Cuando ya parece que las ideas comienzan a interesar al
medio, acontece la disolución de la Gran Colombia, y con ella
todo el trabajo queda perdido.
Mas Cagigal no se desalienta y mucho menos se da por
derrotado.
Al producirse la instalación del Soberano Congreso
Constituyente de Valencia, redobla sus esfuerzos, y
acogiéndose a un decreto de transformación de la vieja escuela
de Matemáticas; habla a todos los prominentes, lucha en todas
las esferas, escribe a todos los influyentes hasta poner de su
parte a los más tímidos e indiferentes.
90

Al final, en octubre de 1831, se resuelve el informe del
General Mariño sobre la reorganización del Estado Mayor que
prevee la fundación de una Academia de Matemáticas, aprueba
el Congreso, y se dicta el decreto correspondiente.
La Academia se instala solemnemente el citado 7 de
diciembre, en la vieja Capilla de la Universidad. Cagigal es
nombrado Primer Maestro Rafael Acevedo le acompaña como
adjunto.
Cagigal ha triunfado. Su capacidad, su decisión, su empeño
inician una nueva etapa en el desarrollo científico de la Nación.
Mas, para Cagigal la verdadera misión apenas comienza.
Su actividad se centuplica. Su constante preocupación por la
Academia se refleja de manera singular en los sucesivos
informes anuales que rinde a la Secretaría de Guerra y Marina.
Allí se muestran con plena sinceridad las fallas y defectos
de la novel institución. Se propone las soluciones, se someten
planes de mejoramiento y de ampliación.
Cada año, el maestro se agrega nuevas responsabilidades.
Dicta complementariamente lecciones de física experimental.
En los días de descanso inicia una cátedra de puentes colgantes:
“en atención a ser los de esta especie los que más conviene a
la República”.
Pese a todas sus ocupaciones, aún le queda tiempo para
escribir su “Curso de Astronomía”, el cual es recibido con
grandes elogios.
Especial preocupación le merecen los estudiantes. Pide
para ellos la fijación de dietas que le permitan una mejor
91

situación económica. Posteriormente solicita sean enviados al
exterior en cursos de especialización y perfeccionamiento.
Estando la Academia en pleno proceso de consolidación
estalla la Revolución Reformista del año 35. Sin titubeos,
Cagigal parte, al frente de sus discípulos, a defender las
instituciones. El científico se distingue por sus conocimientos
militares tanto en el sitio de Puerto Cabello, como en la acción
de Guataparo, siendo citado varias veces en la Orden del Día.
Terminada la revolución, regresa con nuevos bríos. Ya la
Academia cuenta con 57 estudiantes. Se adquieren
instrumentos; la biblioteca se enriquece con varios de los textos
utilizados en West Point, que le han sido enviado como
reconocimiento al mérito en su trabajo, “Memoria sobre las
integrales entre límites”.
En el año 37, los estudiantes Olegario Meneses, Egidio
Troconis, Juan José Aguerrevere y Manuel María Urbaneja
han terminado el curso completo de estudios.
El esfuerzo de Cagigal ha producido la primera promoción
de Ingenieros Venezolanos.
No sólo se concentraba la preocupación del científico en
la marcha de la Academia. Está presente en toda actividad
cultural del momento. Como secretario de la “Sociedad
Económica de Amigos del País” colabora ardientemente en la
publicación del “Anuario de la Provincia de Caracas de 1832
a 1833”.
Interviene en la organización y publicación de la
“Geografía de Codazzi”.
Eficaz impulsador de la Escuela de Dibujo, tócale en suerte
pronunciar el correspondiente discurso de apertura, del cual
92

queremos trasladar una frase llena de conocimiento y de verdad:
“De aquí se deduce que las ciencias y las artes, frutos del
estudio y de la inteligencia, no presentan más diferencia que la
que existe entre el raciocinio y el sentimiento; que ambas
facultades son la base de todas las operaciones del espíritu, y,
en suma, que sin poseerlas en grado inminente, ni el sabio
conseguirá inmortalizar su nombre, ni el artista transmitir sus
obras a la posteridad”.
En sus funciones de Senador por la provincia de Barcelona
y Diputado por la de Caracas, da muestras de una constante
preocupación en la solución de los principales problemas de
la Nación. Allí esta su colaboración en el informe sobre el
“Tratado Pombo-Michelena sobre los límites con Nueva
Granada” en la necesidad de la adopción oficial del sistema
métrico decimal; en el proyecto de creación de la Dirección
General de Estudios.
Por mandato de la Diputación Provincial, hace en 1832 el
trazado del camino carretero a los Valles de Aragua, señalando
una ruta que, partiendo de El Valle, se acerca a Carrizales, y
baja por Paracotos hacia los Valles de Aragua, indicando que
por medio de un ramal que facilitará el acceso a los Llanos
“se pondrá en comunicación con los Valles de Aragua y esta
ciudad, a los fértiles y ricos Valles del Tuy”. Más de un siglo
después, la moderna técnica de la supercarretera escoge
nuevamente, con idéntico criterio, una ruta similar.
No termina aquí la polifacética actividad de Cagigal. En
1839, y con el objeto de dar cabida a las nuevas generaciones
literarias, funda el “Correo de Caracas”. Allí colaboran Fermín
Toro, Rafael María Baralt, Manuel Antonio Carreño, Cristóbal
Mendoza, hijo, y Juan Vicente González.
93

En esa publicación, nos ha legado Cagigal lo mejor de su
producción literaria: en los “Contratiempos de un viajero”, y
“Quiero ser representante” se nos presenta como costumbrista
de antología. El literario sentimental y romántico aparece en el
“Jueves Santo” y el “Trovador”. El cáustico batallador se refleja
en “Fósiles de Caracas”, y finalmente el científico puro se
ofrece en “Viaje a la Silla de Caracas”, “La Instrucción
Primaria”, “Tráfico de Esclavos”, “Pesas y medidas” , “Plano
de Venezuela” y mucho otros más.
Tanta actividad y dedicación al estudio han ido minando
la indomable energía del maestro. Para 1841 las crisis de sus
dolencias son tan agudas que le obligan a separarse de la
Academia. Con el honroso cargo de Secretario de nuestra
Legación en Londres, parte a Europa en viaje de reposo.
De nuevo en París, se entusiasma con la posibilidad de
crear en Venezuela un museo de Historia Natural, para el que
recomienda al gran naturalista Berthelot.
Allí, sus antiguos maestros y condiscípulos le colman de
atenciones y de afecto, mas la enfermedad no cede.
Regresa a Caracas a finales de 1843, donde se le tributa
un entusiasta recibimiento. En esa fecha, escribe el “Promotor”:
“Cagigal. Nosotros vemos en el uno de nuestros hombres
de mayor ciencia, de más independencia y recursos
intelectuales…… por eso felicitamos a Venezuela entera por
su feliz arribo”:
Batallador incansable, todavía, en sus ratos de lucidez
completa un “Tratado de Mecánica Elemental”. Pero el mal es
superior a su voluntad y a su fuerza, que se quiebran
definitivamente.
94

Así, en las silenciosas playas de Yaguaraparo, el 10 de
febrero de 1856, la mirada perdida del maestro se queda fija
en el horizonte, como si se aprestara a iniciarse en el estudio y
la comprensión del infinito.
Se sumaron en Cagigal ideales, conocimientos, decisión
y actividad poco frecuentes.
En su espíritu concurrieron paralelamente ciencia y arte,
teoría y práctica. Hoy con patriótico recogimiento, volvamos
una vez más, nuestros pensamientos hacia quien hizo posible
la realidad de la Ingeniería Venezolana.
Aquí está imperecedero, el fruto de su titánico esfuerzo.
Su nombre, el primero y a la vanguardia, nos abre el difícil
camino de la vida profesional y nos señala, con su ejemplo, la
meta que debemos alcanzar.
Permitidme concluir con las frases que el sabio
pronunciaría, cuando se le increpaba por no haber aceptado
las ventajosas ofertas científicas que se le hicieron en Europa;
frases que encierran toda una enseñanza, toda una doctrina,
toda una norma a seguir:
“Mayor gloria es ser fundador de los estudios matemáticos
en Venezuela, que figurar en primera escala en las conquista
científicas de Lutecia”.
95

La Obra Matemática de Cagigal.
Dr. J. F. Duarte
En la Academia de Ciencias Físicas y Matemáticas se rindió solemne
homenaje a la memoria del ilustre matemático venezolano Juan Manuel
Cagigal, al conmemorarse el primer centenario de su muerte.
Al acto, que estuvo prestigiado con las asistencia del Señor
Presidente de la República, asistió una concurrencia compuesta por
representantes de varias Academias, miembros del Colegio de Ingenieros
de Venezuela, etc.
El discurso del orden, pronunciado por el doctor Eduardo Rohl, fue
un concienzudo análisis de la relevante labor realizada por Cagigal en el
campo de las Matemáticas.
A continuación hizo uso de la palabra el doctor Francisco J. Duarte,
cuyo texto, bajo el título “La Obra Matemática de Cagigal”, publicamos
de seguido.
Creo que una contribución adecuada para conmemorar el
centenario de la desaparición de Cagigal, el ilustre fundador
de los estudios matemáticos en Venezuela, es la de dar a conocer
las obras que dejó, haciendo ver al mismo tiempo cuál era el
estado de la ciencia matemática en el momento que a él le tocó
vivir. El valor científico de un hombre que no puede juzgarse
por meras conjeturas o por lo que hayan dicho de él lo que
vinieron después, si este juicio no estuviere fundado en sus
obras. Es evidente, en efecto, que el único medio seguro para
determinar ese valor consiste en el examen de sus escritos.
97

Cagigal dejó solamente, que sepamos, tres trabajos
matemáticos: la Memoria sobre las integrales limitadas,
que se publicó en 1929, gracias a que Vicente Lecuna, el gran
historiador, poseía una copia de ella, tomada de la que a su
vez había hecho Manuel María Urbaneja del original enviado
por Cagigal a la Ecuela militar de West Point. Lecuna me entregó
en aquel año su copia con el fin de examinarla y corregirla
para su publicación, la que fue ejecutada con prefacio y notas
de F. J. Duarte. Las otras dos memorias están inéditas. Una de
ellas Sobre el movimiento del péndulo, de puño y letra de
Cagigal, sin fecha, y la otra, Sobre cálculo de variaciones,
copia de Angel María Aguerrevere, con fecha 13 de marzo de
1838. Además, he visto citados en el estudio acerca de Cagigal;
de Luis Correa, un Tratado de Mecánica elemental y un
Curso de Astronomía. No conozco estos libros que son
probablemente obras didácticas elementales.
Cagigal llegó a París en 1823. No sé si estudió en la
Facultad de Ciencias o en alguno de los grandes liceos de
París. No he encontrado datos seguros acerca de esto y lo
que dice Luis Correa sobre sus maestros, fue sin duda tomado
de un estudio de Jesús Muñoz Tébar, de 1897, sobre Cagigal
publicado en la revista “El Ingeniero”, según un artículo de
Olegario Meneses, de 1856. me parece muy dudoso que
Legendre y Laplace hayan sido maestros de Cagigal. En efecto,
en 1823, estos grandes matemáticos contaban 71 años
Legendre, y 74 Laplace, y si ambos fueron profesores en la
Facultad – de lo cual no he encontrado confirmación y más
bien hechos que hacen dudarlo – estarían en la época citada
ya retirados por límites de edad. De Legendre, sé que fue
profesor de la Escuela Normal en 1795. respecto de los otros
científicos citados por Correa, Lacroix tenia entonces 58 años,
Poisson 42, Navier 38 y Cauchy 34, y habrían podido ser
98

maestros de Cagigal 1 . Es muy extraño, sin embargo, que
Cagigal, al citar muchas veces a Cauchy en su Memoria sobre
las integrales, no lo nombra nunca como su maestro, y, por el
contrario, el juicio que hace de él, a cual me refiero en el prefacio
de esa Memoria y del que hablará más adelante no hace válida
la hipótesis de que fuera discípulo del gran geometra. Como
en Francia en esa época las fuentes de saber matemático eran
las obras de Lacroix y de Cauchy en Análisis, las de Navier y
de Poisson en Mecánica y era muy reciente la publicación de
la tercera edición de la Théorie des Probabalités, de Laplace,
quizás sea éste el origen o el motivo de considerar a estos
grandes científicos como los maestros de Cagigal. De todos
modos, si no lo fueron personalmente, lo fueron por sus obras.
Veamos ante todo cuál era el estado de la Matemática
cuando Cagigal estudiaba en París, es decir, entre 1823 y 1828,
ya que regresó a Venezuela en los comienzos de1829. Como
es bien sabido, la inmensa transformación de las matemáticas
data del siglo XVII, sobre todo con Descartes, Newton Leibniz.
Los nuevos métodos trajeron la síntesis de los innumerables
métodos particulares que eran antes necesarios para estudiar
las tangentes a las curvas y las diferentes propiedades de estas.
Síntesis debida al progreso de la ciencia – como lo hice notar
en otra ocasión – y no por esfuerzo deliberado del hombre.
Tan extraordinarios fueron los resultados del nuevo análisis
que se creyó terminado el desarrollo de la Matemática y que
los científicos podrían emplear todo su tiempo en estudiar las
leyes de la Naturaleza aplicando la Matemática y el estudio de
la Física que daría así también terminado. Como he dicho en
un artículo sobre Cauchy, publicado hace mucho años, esta
creencia era utopía, porque la Matemática no tiene por único
objetivo estudiar las leyes del mundo físico y, además, la
1
En 1823 Cauchy era profesor en la Escuela Politécnica. Desde 1826 era, además,
profesor adjunto en la Facultad de Ciencias.
99

Matemática, como creación de la inteligencia, no puede tener
límite y para que la Física pudiera llegar a su término, sería
preciso que el hombre pudiera conocer todos los fenómenos
de la Naturaleza y su causas. Esto parece imposible y quizás
el hombre no puede llegar nunca a ello porque esta ignorancia
le da un objeto a la existencia el anhelo de conocer la verdad,
como decía Lessing.
Casi un siglo después de la creación del Análisis, apareció
en las Institutionis Calculi, de Euler, en cinco volúmenes,
además el conjunto de sus métodos. Al matemático francés,
S. F. Lacroix, se debe el haber estudiado y compendiado todos
los trabajos aparecidos hasta entonces - principios del siglo
XIX – y publicó entre 1810 y 1819 un gran Traité de calcul
différentiel et de calcul intégral. Esta gran obra, en tres
volúmenes, tiene un interés histórico considerable. Puede
considerársela como el resumen del Análisis antiguo, es decir,
el estado del análisis en el siglo XVIII. Los grandes
descubrimientos del siglo precedente, lo extraordinario de los
resultados, hizo que se descuidara mucho el rigor.
Dos años después de haber visto la luz el tercer tomo de
la gran obra de Lacroix, apareció, en 1821, al Analyse
algébrique, de Cauchy el gran reformador del Análisis.
Comparando esta obra con el Tratado de Lacroix – dice Borel
– “se mide toda la distancia que separa las matemáticas del
siglo XVIII de las del siglo XIX”. En esta notable obra se
establecen por primera vez nociones precisas sobre límites y
continuidad adoptadas en los libros modernos. Hizo que el
empleo de las series fuera riguroso con la creación de criterios
para la convergencia y dio un sentido claro a los cálculos con
cantidades imaginarias. Citaremos algunas frases del prólogo
de esta obra célebre que contribuyó a transformar las
Matemáticas, porque ellas indican claramente lo esencial de
100

esta transformación. Dice Cauchy: “En cuanto a los métodos,
he tratado de darles todo el rigor que se exige en geometría,
de modo de no recurrir nunca a razones fundadas en la
generalidad del álgebra. Las razones de esta especie, aun
cuando se las admite comúnmente, sobre todo en el paso de
las series convergentes a las series divergentes y de las
cantidades reales a las expresiones imaginarias, no pueden ser
consideradas, me parece, sino como inducciones propias para
hacer presentir a veces la verdad, pero que están en desacuerdo
con la exactitud tan alabada de las ciencias matemáticas. Se
debe aún observar que ellas tienden a hacer atribuir a las
fórmulas algebraicas una extensión indefinida, mientras que,
en realidad, casi todas esas fórmulas subsisten únicamente
bajo ciertas condiciones y para ciertos valores de las cantidades
que encierran. Determinando esas condiciones y esos valores
y fijando de manera precisa el sentido de las notaciones que
empleo, hago desaparecer toda incertidumbre; y entonces las
diferentes fórmulas no presentan sino relaciones entre
cantidades reales, relaciones que es siempre fácil verificar por
la substitución de los números a las mismas cantidades. Es
cierto que, para ser constantemente fiel a estos principios, me
he visto forzado a admitir varias proposiciones que quizás
parecerán algo duras de aceptar a primera vista. Por ejemplo,
enuncio en el capítulo VI que una serie de divergente no tiene
suma; en el capítulo VII, que una ecuación imaginaria es
solamente la representación simbólica de dos ecuaciones
entre cantidades reales; en el capítulo IX, que, si constantes o
variables, después de haber sido supuestas reales se convierten
en imaginarias, la notación con ayuda de la cual se expresaba
la función, no puede ser conservada en el cálculo sino en
virtud de nueva convención propia para fijar el sentido de esta
notación en la última hipótesis, etc. Pero los que leerán mi
obra reconocerán, lo espero, que las proposiciones de esta
naturaleza, al acarrear la feliz necesidad de exponer con mayor
101

precisión las teorías y de aportar restricciones útiles a
aserciones demasiado amplias; concurren a beneficiar el análisis
y suministran varios temas de investigación que no dejan de
tener importancia. Así, antes de efectuar la suma de ninguna
serie, he debido examinar en qué casos las series pueden ser
sumadas, o, en otros términos, cuáles son las condiciones de
su convergencia; y, a este respecto, he establecido reglas
generales que me parecen merecen alguna atención”. Cauchy
quería decir, en suma, que debían substituirse ideas al simple
formulismo.
Después del Análisis Algebraico publicó Cauchy, en 1823,
sus Lecciones de Cálculo diferencial y de Cálculo integral, y
en 1826, las Lecciones sobre Aplicaciones del Análisis Infinitesimal
a la Geometría. Fue, sin duda, en estas obras donde
Cagigal adquirió sus conocimientos matemáticos. En la época
en que Cagigal estaba en París, era esta ciudad el gran centro
matemático del mundo y las más altas inteligencias matemáticas
estaban allí reunidas. Uno de los más grandes matemáticos, el
noruego Abel, llegó a París en julio de 1826, y partió en
diciembre. No asistió a las lecciones de Cauchy y apenas tuvo
ligero contacto con él. Pero, como auditores de Cauchy se
veían los hombres más ilustres en las ciencias matemáticas,
como Ampere, Sturm, Coriolis, Lamé y otros venidos del
extranjero, como Lejeune-Dirichlet, de Berlín; José Mariano
Vallejo, de Madrid; Ostrogradsky y Bouniakousky, de la
Academia de San Petersburgo, sabios que eran ya ilustres por
trabajos personales de gran valor y que la reputación de Cauchy
había reunido alrededor de su cátedra. 2
Tal era el ambiente matemático en aquellos años. Además
de Cauchy intervinieron en la campaña de rigor Abel y Gauss.
2
C.A. Blasón, La Vie et les travaux du Baron Cauchy, París, 1868, p.66.
102

El primero era muy joven – murió antes de cumplir veintisiete
años- y fue en realidad en 1839, diez años después de su
muerte, cuando se conocieron sus trabajos. Gauss era entonces
el gran solitario de Gotinga. Sus trabajos de Análisis eran poco
conocidos en Francia, pero sí los de la Teoría de Números,
pues las Disquisitionis Arithmeticae habían sido traducidas
en 1807. sin embrago, esta clase de estudios no interesaba
sino a un número reducido de matemáticos, entre ellos
principalmente a Legendre. Cagigal vivió pues en París, puede
decirse, en el momento de transición entre el análisis antiguo y
el moderno.
Vamos ahora a analizar los tres trabajos que conocemos
de Cagigal. La Memoria sobre el movimiento del péndulo consta
de 52 páginas. Considera un punto material obligado a moverse
sobre una curva dada de simple o de doble curvatura. Trata el
problema según el método clásico, es decir, considera que la
resistencia que opone la curva al movimiento del punto equivale
a una fuerza que actuara sobre el móvil en dirección normal a
la trayectoria. Así, se puede hacer abstracción de la curva y
considerar el punto material como libre en el espacio, añadiendo
a las otras fuerzas dadas, una fuerza aceleratriz equivalente a
la resistencia que opone la curva. Resistencia que es igual y
directamente opuesta a la presión que experimenta la curva en
cada uno de sus puntos. Considerando el punto material como
libre y sometido simultáneamente a las fuerzas que actúan sobre
él, se tendrán las tres ecuaciones del movimiento. Estas
ecuaciones contienen siete incógnitas: las coordenadas del punto
móvil, la resistencia de la curva de los ángulos que la dirección
de ésta forma con los ejes coordenados, para completar el
número de ecuaciones necesarias para despejar las siete
incógnitas, se añaden: la ecuación que expresa que la tangente
en cada punto de la trayectoria es normal a la resistencia de la
curva; la ecuación que liga los cuadrados de los cosenos de
103

los ángulos de la resistencia de los ejes y las dos ecuaciones
de la curva. Se obtiene así siete ecuaciones para resolver el
problema. Se llega de este modo a la llamada ecuación de las
fuerzas vivas, la cual hace ver que el incremento cuadrado de
la velocidad se pasa de un punto a otro de la trayectoria, depende
únicamente de las coordenadas de estos puntos y de la función
resultante de la integración, y es independiente de la naturaleza
de la curva sobre la cual se mueve el punto material.
Considera el efecto de la fuerza centrífuga y luego el
movimiento de un punto material sometido únicamente a la
pensatez. Después se ocupa del péndulo en el vacío y en un
medio resistente y del péndulo compuesto en el vacío.
La Memoria sobre el cálculo de variaciones es un cuaderno
de veinte páginas. Establece una fórmula para resolver las
cuestiones más importantes del cálculo de variaciones, es decir,
las de máximo y mínimo. Cuando las variables son únicamente
las coordenadas x, y, z, estas cuestiones se resuelven como
es sabido por el simple cálculo diferencial. Pero cuando se
hacen variar los parámetros que entran en la ecuación hay que
servirse de los métodos del cálculo de variaciones. Cagigal se
inspira en los trabajos de Euler. Estudia los casos en que puede
simplificarse la ecuación general. Como aplicación, trata el
problema de Bernoulli sobre la braquistócrona o curva del
más veloz descenso, que es un barco de cicloide. Trata también
el problema de encontrar entre todas las curvas isoperimétricas
la que engendra girando en torno del eje de las x una superficie
de revolución de área mínima.
El trabajo más extenso y más importante de Cagigal fué la
Memoria sobre las Integrales Limitadas, como se dice hoy.
En esta Memoria, impresa como se dijo en 1929, en 1/16º
(23,5 cm x 16 cm), de 90 pgs., Cagigal expone una teoría
104

elemental de la integral de una función continua de una variable
que conserva siempre un valor finito entre los límites de
la integración. Luego demuestra varias proposiciones generales
sobre descomposición de una integral definida en suma de
otras varias y, en particular, el teorema llamado del valor medio.
Después establece la ecuación de Laplace en la investigación
de la atracción que ejerce un esferoide sobre un punto exterior.
En el parágrafo siguiente estudia los valores de las
integrales definidas que pueden deducirse del valor de la integral
general. Considera el caso en que la función pasa por el
infinito cuando la variable coincide con uno de los límites o
cuando esto ocurre entre los límites de la integración.
Deduce después los valores de varias integrales definidas
en las cuales no es posible hallar la integral general. Encuentra
así varios resultados de Euler, de Laplace, de Legendre, etc.,
y emplea el método de formar ecuaciones diferenciales entre
las integrales definidas y los parámetros que las encierran. En
el parágrafo siguiente estudia las fórmulas generales que dio
Cauchy, deducidas por este gran geómetra de la relación que
existe entre las integrales definidas cuando se invierte el orden
de las integraciones en el caso en que la función pasa por el
infinito entre los límites de la integración. En este parágrafo y
en los siguientes estudia varias fórmulas generales que
conducen a un gran número de integrales muchas de ellas
determinadas por Cauchy y otras ya encontradas por Laplace
y Euler. La Memoria termina por la diferenciación bajo el signo
integral y halla la fórmula de Poisson en la teoría del potencial
en el caso de la atracción sobre un punto interior a la masa
atrayente. Cagigal supone conocidos del lector todos los
métodos elementales de integración y las integrales de las
funciones elementales.
Cauchy había deducido de su estudio sobre las integrales
entre límites imaginarios su famoso cálculo de los residuos.
105

Este método, considerado como el más gran progreso del
análisis matemático, después de su creación no fue
inmediatamente apreciado por los contemporáneos de Cauchy.
Dice Cagigal al hallar la fórmula que la diferencia entre las
integrales cuando la función adquiere valor infinito entre los
límites: “El Método de que nos hemos servido para obtener
este valor es análogo, aunque algo más sencillo, al que empleado
por M. Cauchy en una memoria presentada al Instituto en
1814. No debemos pasar en silencio que este gran geómetra la
reproduce de sus Ejercicios matemáticos deduciéndola del
cálculo de los residuos; pero como este cálculo, no obstante
los esfuerzos que han hecho su autor para extender su uso, no
ha merecido aceptación, hemos creído no deber emplear otras
consideraciones que las que se derivan de las nociones del
Cálculo infinitesimal. Bien sabemos cuán grande es la influencia
de una notación feliz, no ya para originar ideas, porque el
Análisis es sólo un instrumento que solo devuelve las que se
le confían, sino para facilitar sus combinaciones, abreviando
considerablemente el discurso; y en verdad que no es de esta
clase la propuesta por M. Cauchy, puesto que hasta ahora
ninguna cuestión se ha resuelto por el cálculo de los residuos,
que merezca el nombre de nueva, que exceda las fuerzas del
cálculo ordinario. Aun pudiéramos decir que el cálculo de los
residuos no es más que el cálculo diferencial enmascarado;
que el signo que lo designa sólo sirve para ocultar las
operaciones comunes de aquel cálculo y que el valor precedente
de la diferencia de las integrales es el que ha sugerido la idea
de el valor que M. Cauchy había obtenido mucho antes de
que le viniese el deseo, laudable sin duda, de aparecer como
inventor de una nueva rama de Análisis.
Como he dicho en el prefacio de la Memoria de Cagigal
debe leerse con indulgencia este juicio de nuestro matemático
sobre uno de los más grandes descubrimientos del Análisis.
106

Cauchy se adelantó tanto a su época que fué mucho después
cuando los matemáticos se dieron cuenta de sus geniales
concepciones. Cagigal escribía hace más de un siglo, la época
de transición, repito, entre el análisis antiguo y el moderno,
que fué creación sobre todo de Cauchy y de Abel. Tampoco
puede subscribirse a la opinión de Cagigal cuando expresa
que en una fórmula sólo existe lo que ella se ha introducido.
Sería esta una concepción muy restringida del lenguaje
matemático. Una fórmula matemática es la condensación
simbólica simple de una serie de razonamientos, a veces muy
complicados, y el poder del Análisis viene de la facilidad de
manejar las ideas, por decirlo así, mediante la simple
transformación o combinación de sus símbolos y,
precisamente, estas transformaciones pueden sugerir
generalizaciones que cambien completamente el primitivo
concepto y extiendan considerablemente la idea que sirvió de
punto de partida. Efectivamente, nociones idénticas en el fondo
pueden presentarse bajo formas muy diferentes y a veces la
forma es esencial, como dice el célebre matemático Emile
Picard cuando recuerda el ejemplo de la Mecánica celeste en
la que se llega a explicar, mediante innumerables
transformaciones de cálculo, casi todas las particularidades
de los movimientos de los astros, partiendo únicamente de la
fórmula de la gravitación universal y de constantes que se han
determinado experimentalmente.
El análisis de la Memoria sobre las Integrales Limitadas
hacen ver – a pesar de la divergencia en que lo respecta al
cálculo de residuos- que Cagigal seguía los métodos de
Cauchy. ¿Fué Cagigal alumno de Cauchy inscrito en su curso,
o asistía a él sólo como oyente. Es muy probable que fuera
como oyente, ya que para la misma época Vallejo, maestro y
amigo de Cagigal, a quien llevaba 24 años, asistía a las lecciones
del gran matemático como auditor. Vallejo había ofrecido a
107

Cagigal cátedras de Matemáticas en la Universidad de Alcalá
de Henares en 1828, lo que prueba que para esa fecha lo
consideraba suficientemente preparado. Esto hace más
verosímil pensar que Cagigal hubiera escuchado lecciones de
Cauchy por recomendación de su antiguo maestro Vallejo.
Podemos concluir del estudio de los tres trabajos de
Cagigal que él conocía el Análisis matemático de su época.
Como en toda época de transición, era difícil asimilar
inmediatamente todas las reformas introducidas por el genio
de Cauchy. Fueron los matemáticos de las siguientes
generaciones quienes pudieron sacar todo el partido posible
de los nuevos métodos.
Pero Cagigal tendrá siempre el mérito de haber fundado
los estudios matemáticos y de haber enseñado los
conocimientos de aquel tiempo en Venezuela, en vez de haber
aceptado la proposición de Vallejo de quedarse en España, en
una Universidad célebre y donde el ambiente científico era
muy superior al que existía en la Venezuela de 1830. Merece el
reconocimiento de la Patria.
F. J. Duarte
108

X
La Academia de Matemáticas
Don Nicolás de Castro
Eduardo Arcila Farías
Entre los orígenes más remotos de los estudios
matemáticos en Venezuela se encuentran la Academia de
Geometría y Fortificación, creada a instancias del coronel de
Ingenieros Nicolás de Castro, quien, en oficio de 24 de Julio
de 1760, la propuso al Gobernador Ramírez de Estenoz en
estos términos:
“Considerando lo conveniente que será tener útilmente
divertida la juventud de oficiales y cadetes del batallón de mi
cargo, y lo que más es, el gran provecho que se puede seguir
al rey de tener en poco tiempo abundante acopio de ingenieros
en esta provincia, de que al presente totalmente carecemos,
tengo resuelto, permitiéndolo V. S., establecer en mi casa una
academia de geometría y fortificación, con cuyo intento he
estado de algunos meses a esta parte, refrescando las especies
que por falta de uso tenía algo remotas en esta facultad y que
perfeccionaré con el trabajo de enseñarla: por lo que suplico a
V. S. se sirva concederme este permiso, de que resultará tanta
utilidad en el posible acontecimiento de una guerra. Favor que
espera de la benignidad de V.S. Caracas, 24 de Julio de 1760.
Don Nicolás de Castro”.
109

La respuesta del Gobernador está fechada el 25 del mismo
mes, o sea, el día siguiente de recibir la comunicación de Castro,
y no solamente concede la licencia que le pide sino que ofrece
contribuir con todos los auxilios que necesitare. Informado el
monarca sobre esta disposición el Gobierno de la Metrópoli
la aplaude y el propio Secretario de Estado le escribe a Castro
en nombre del Rey, para informarle sobre la aprobación que
había merecido:
“Señor don Nicolás de Castro. Por la carta de usted de
10 de marzo de este año y el papel que incluye que le escribió
el gobernador de esa provincia don Felipe Ramírez de Estenoz,
queda el rey en la inteligencia de los progresos de la academia
de geometría y fortificación que usted estableció en su casa
para oficiales y cadetes del batallón de su cargo; y ha sido de
la aprobación de S. M. el celo con que usted se dedica a
promover las dos utilidades tan propias de la mejor inteligencia
de esos oficiales para practicar el servicio, de que participo a
usted para el suyo. Madrid, 16 de Julio de 1761. El Bailio,
Fray G. Julián d Arriaga”.
El mismo Castro elaboró los textos que se usaron en esta
Academia. Arístides Rojas tuvo oportunidad de conocer
algunos de estos cuadernos, ilustrados con muy buenos dibujos
que llevaban por título: Fortificación de Campaña, Fortificación
Regular, Geometría, los cuales se conservaban en la misma
casa donde funcionó el instituto cuya existencia llega hasta
1768 cuando Castro es trasladado a Panamá. 1 Otro librito
suyo, que ya hemos citado, se titula Máximas de la Guerra.
Extinguida esta Academia después de siete años de
actividad, los estudios matemáticos iniciados en ella no
1
Algunos manuscritos de Nicolás de Castro están en poder de sus actuales
descendientes, quienes los cedieron en préstamo al Colegio para la realización del
presente trabajo, dando así al autor la oportunidad de examinarlos.
110

debieron interrumpirse y es probable que el sucesor de Castro
continuase su enseñanza. No disponemos de mucha
información al respecto, pero si de una noticia que confirma
este aserto. Se trata de una Real Orden de 25 de abril de 1772,
en la cual se le dice al Gobernador de Caracas, que el primer
barco que saliese para España debía enviar al librero Angel
Corrady “los reales que importan los Libros de Matemáticas
que de mi orden se remitieron a V.S. para los Cadetes del
batallón fijo de esta Plaza”. 2 Esto es una prueba inequívoca
de que los oficiales continuaron recibiendo clases de esta ciencia
como una actividad rutinaria. La llamada escuela del coronel
José Mires, de la que hablaremos más adelante, debió
corresponder a esa misma trayectoria como también las clases
que impartió Pires, en Cumaná. Esta orden prueba también
que la Corona, lejos de ser contraria a esta enseñanza, la
estimuló por lo menos en el seno de su milicias.
LA ESCUELA DE ANDUJAR
Fuera del campo militar el más antiguo antecedente
conocido se produce en el año de 1785, por iniciativa del
padre Andújar; este erudito misionero capuchino argonés,
propuso al gobernador Manuel González que le permitiera
regentar gratis una cátedra de Matemáticas. La licencia le fue
otorgada y en torno suyo se originó una polémica histórica
que arranca de Arístides Rojas, quien dio cabida a uno de
esos errores que por falta de información se han difundido.
Dice este autor que Carlos IV negó el permiso “porque no
convenía ilustrar a los americanos” 3 y en apoyo de tan extraña
afirmación no aporta ningún documento y menos aún la
2
Reales Ordenes. T. 4, fol. 184. Archivo General de la Nación.
3
Arístides Rojas: Orígenes de la instrucción pública en Venezuela, en Capítulos de la
historia colonial… Pág. 202
111

evidencia de los hechos. Esta versión es la misma que se
encuentra en Blanco y Azpúrua (Documentos para la vida
pública del Libertador), repetida luego sin examen por muchos
escritores.
En un trabajo sobre los estudios matemáticos, Rafael
Domínguez hizo la rectificación histórica y con documentos
del archivo de la Universidad estableció la verdad de los
hechos 4 .
En primer lugar rectifica las noticias sobre el proyecto del
padre Andújar, que se produjo en 1798, según consta en acta
del Real Consulado del 11 de diciembre de 1799, bajo el
gobierno de Pedro Carbonell, quien otorgó la licencia.
Posteriormente Andújar se dirigió al Consulado en demanda
de apoyo económico: “En esta acta –escribe Domínguez- ni
alguna otra del Rey Consulado, ni en documento universitario
se alude a negativa de licencia Real para la clase de Matemáticas
del padre Andújar, que la hiciese cesar. Ni es de suponerlo,
cuando vemos que a raíz de su desaparición tanto el Real
Consulado como la Universidad rivalizan en proyectos, no ya
de simples Matemáticas elementales, como las del fraile
aragonés, sino de progresivas indicciones que culminaron en
la idea de una Academia. Poca vida supondría la Cátedra
cuando con sólo ensuciarse los proyectos se apagaron sus
alientos; verdad es que no era gratuita y el Real Consulado no
le concedió los auxilios solicitados. Habiendo comenzado a
darla el padre Andújar a mediados de 1798 apenas duró meses,
porque como vemos en el acta del Consulado de mayo de
1800, que citamos, se menciona que el “Padre Andújar tuvo
que valerse de casa particular para establecer la clase de
Matemáticas que tuvo por algún tiempo”. Agrega Domínguez
que estos documentos verídicos no permiten conciliar los datos
4
Rafael Domínguez: Rectificacioes históricas. Clase y Academia de Matemáticas…
en “Anale de la Universidad Central de Venezuela”. Pags. 101-116. Abril – Junio 1928
112

en ellos contenido “con los ex abruptos históricos siguientes:
una clase establecida en 1785 (época en que reinaba Carlos III
a quien se sometiese para la licencia) y que duró solo meses;
con resultados de negativa tres años después, por parte de
Carlos IV que subió al trono en 1788, “los opimos frutos”
(frase de A. Rojas) dentro de tan menguado término; la errada
aplicación de negativa de licencia con la agregación de que
“no convenía ilustrar a los americanos” (copiado también de
A. Rojas), frase tradicionalmente agregada en referencia a la
medida de este último monarca sobre el Colegio Seminario de
Mérida en 1806, 21 años después de 1785, a que se aplica”.
EL PROYECTO DE LA TORRE.
Muchos años, antes que Andújar, el doctor Juan Agustín
de la Torre, siendo Rector de la Universidad, presentó en 1790
un proyecto destinado a promover el establecimiento de una
Cátedra de Matemáticas. No se resolvió nada entonces, y en
1794 acordó el instituto pasar lo actuado al Real Consulado
donde el mismo doctor De la Torre había pasado a desempeñar
la asesoría jurídica. En el seno de este cuerpo defendió
firmemente su antigua iniciativa, y en su apoyo se refirió a la
construcción de puentes, muelles, caminos, canalización de
ríos y otras obras ordenadas por la Cédula de Erección, que
no podía atender con personal propio adecuado “siéndole
preciso usar de oficios precarios para emprender algunas de
ellas”, aludiendo así al empleo de los ingenieros militares
quienes por causa de sus obligaciones inherentes al servicio
no podían dedicarse enteramente a los trabajos públicos.
Tampoco entonces pudo el Consulado resolver nada en
concreto, probablemente por falta de recursos pues era aún
muy reciente su fundación. Mes en el año 1797, haciendo suya
la idea propuso por su cuenta el establecimiento de esta
113

Cátedra, y en el año 1800 sugirió a la Universidad no ya una
simple Cátedra, sino la fundación de una Academia. El acta de
esta fecha recoge toda la historia de este proceso que de manera
tan torcida divulgaron algunos autores:
“En esta Junta (20 de mayo de 1800) se trató nuevamente
el oficio con fecha veinte y nueve de abril último dirigió a los
señores Prior y Cónsules el señor Rector de la Real Pontificia
Universidad y testimonio que lo acompaña de las últimas
diligencias que se han obrado sobre el establecimiento de la
Cátedra de Matemáticas, inclusive la conformidad del señor
gobernador y capitán General conforme a las Reales
disposiciones del asunto, cuyo punto quedó pendiente la anterior
y habiéndose traído, en cumplimiento de lo en ella
ordenado, el expediente formado al intento y principiado en
diciembre del año pasado de noventa y cuatro, se leyó el
discurso que el señor Asesor de este real Consulado, doctor
Don Juan Agustín de la Torre presentó a dicha real y Pontificia
Universidad en el año de noventa, siendo Rector de ella, para
promover el establecimiento de tan útil Cátedra; el oficio de
veinte y cuatro de noviembre del propio año de noventa y
cuatro con que lo acompañó a este Real Cuerpo, instándole
para que tomase bajo su protección este establecimiento; el
que en catorce de diciembre de noventa y siete pasó al intento
el doctor don Antonio Felipe Borges, siendo igual rector de
dicha Real Universidad; lo que en vista de estos documentos
expuso el Síndico doctor Martín de Herrera en su
representación de ocho de octubre de noventa y ocho, dirigida
a manifestar las ventajas que resultarían de que se verifique la
enseñanza de una ciencia tan útil; y proponen: Lo primero,
que se dote la Cátedra en mil pesos anuales; lo segundo, que
por una vez se auxilie con tres mil pesos para los instrumentos
manuales y cincuenta ejemplares del mejor curso por donde
se enseñe en las Reales Academias de S. M.; lo tercero, que a
reserva de la primera provisión de cátedra, las demás sucesivas
114

se hayan de hacer por rigurosa oposición en la conformidad
que estableciere la Real Universidad, la cual propondrá una
terna a este Real Consulado para que elija el que estimare más
apto; lo cuarto, que la Real Universidad destine una pieza
decente para la enseñanza; lo quinto, que la misma Real
Universidad forme con la posible brevedad el plan de estudios
que ha de servir de regla a maestros y discípulos y que
igualmente practique todas las diligencias que exigen sus
Estatutos, y reales disposiciones para estos establecimientos,
incluso el informe que por su parte ha de dirigir el señor
Vicepatrono Real para facilitar la soberana aprobación
remitiendo copia a este Consulado para los fines que expresa;
lo sexto, que con respecto a no ser bastante esta única clase
para la enseñanza de las diversas materias que comprenden
las matemáticas, sea de la obligación de la citada Real
Universidad establecer otra u otras hasta el completo de las
necesarias a proporción que lo fuesen permitiendo sus fondos
acopiando y suministrando a las aulas las demás máquinas
para la mejor perfección de los estudios”.
“Sería muy conveniente se fundara la Academia donde
separadamente con toda independencia se enseñara esta
ciencia, bajo la inmediata protección de este Cuerpo, en lugar
de una Cátedra como estaba acordado, según su practicas en
muchas partes de Europa; atendiendo a que, para que tenga
efecto esta fundación deberían traerse de Europa dos
profesores hábiles y escogidos por personas que posean la
ciencias de que se trata, a fin de que sean cual se necesitan, y
que para la dotación que desea señalárselos no deberá servir
de regla la acordada por la Junta de 18 de diciembre del año
último, por haberse consignado con consideración a que el
solo profesor ocurriría a la enseñanza de todo, lo cual ahora
se entiende no será posible, se acordó separadamente de todo
lo determinado por las Juntas anteriores en cuanto al
115

establecimiento de una Cátedra de Matemáticas en el Colegio
Seminario, que se funde por este Real Consulado a costa de
sus fondos y bajo su inmediata autoridad y protección una
Academia donde se enseñen gratuitamente las Matemáticas,
Física y Química aplicada a la Agricultura y a las Artes, a toda
persona notoriamente blanca y de buena reputación que quiera
aprenderlas, en una casa proporcionada que se tomará para el
efecto; que para la enseñanza de estos estudios se traigan de
España dos profesores hábiles y escogidos por sujetos de
inteligencia, a cada uno de los cuales se les asignan mil
quinientos pesos fuertes anuales de sueldo o dotación, se les
pagará el transporte y se les dará casa para vivir, siempre que
quieran hacerlo en la que se les destine para la Academia; que
los tres mil pesos que señaló la Junta de 11 de diciembre del
año anterior se pondrán en España para que con conocimientos
de los mismos profesores se compren los instrumentos, libros
y demás que sea preciso traer; que la formación del plan de
estudios y reglamento para gobierno de la Academia lo reserva
este Consulado para ejecutarlo a su tiempo con consulta de
los mismos profesores; que bajo la dirección de los mismos
se construirán a su tiempo en la casa que servirá para la
Academia las piezas que sean necesarias de cuenta del fondo
de Avería y que los señores Prior y Cónsules contesten a la
Real y Pontificia Universidad con el competente oficio y copia
certificada de este acuerdo para que quede impuesta de las
razones que se han tenido presentes para mudar el plan de
este establecimiento, que por consiguiente se informa a S.M.
y que con copia del expediente y el competente informe se dé
cuenta a S.M. suplicando se digne dispensar su Real
aprobación al establecimiento de esta Academia por el beneficio
y utilidad que resultará a estas provincias en que se fomente
por medio de la enseñanza de estas ciencias su Agricultura,
Industria, Artes y Comercio, cuyo objeto se encargó tanto a
este Real Consulado en la Real Cédula de su erección.”
116

Como se advierte no hay en esta acta ni en ninguna otra,
mención alguna a la supuesta disposición real contraria a la
Academia del padre Andújar, pues de existir no se estarían
barajando estos proyectos mucho, más avanzados y
completos. Lo que sí es evidente es la rivalidad entre la
Universidad y el Consulado. Primero éste conviene en sufragar
los gastos de la Academia, pero demanda una directa
intervención e impone otras condiciones que parecían lesivas
a la autoridad del Claustro. Y la Universidad, por su part e,
pretendía que el Consulado corriese con todos los gastos,
pero sin inmiscuirse para nada en la organización ni el
funcionamiento del instituto. Planteada así la cuestión, y situada
en un punto muerto pues no parecían dispuestos a conciliar
sus puntos de vista, el Consulado decide desentenderse de la
Universidad y asumir toda la responsabilidad del proyecto.
Es lo que resuelve la Junta cuya acta hemos copiado, donde
explícitamente queda dicho: “Se acordó separadamente de
todo lo determinado por las Juntas anteriores en cuanto al
establecimiento de una Cátedra de Matemáticas en el Colegio
Seminario, que se funde por este Real Consulado a costa de
sus fondos bajo su inmediata autoridad y protección”.
La Universidad se veía así despojada de un proyecto que
inicialmente había promovido y que incuestionablemente le
correspondía por su índole científica. El Consulado se erigía,
por su parte, en un adversario o competidor y aunque parecía
una materia extraña a su ministerio alegaba en su apoyo las
facultades de que estaba investido para el fomento de la
agricultura y comercio, construcción de caminos, de muelles
y puertos, canalizaciones y otras obras. La formación de
ingenieros encajaba de esta manera dentro de sus funciones.
La Universidad reaccionó violentamente ante esta
pretensión del Consulado y en una reunión del Claustro cuyo
ambiente airado se revela en la comunicación que envía al
117

Rey, pide a éste que desatienda “la inopinada novación”. He
aquí este documento:
“señor: Con fecha de quince de diciembre de mil
setecientos noventa y ocho hizo presente el Real Consulado
al Claustro de Conciliarios de esta Vuestra Real y Pontificia
Universidad el pensamiento de establecer dentro de sus
generales una Cátedra de Matemáticas bajo ciertas
proposiciones con objeto de que se instruyese la juventud
estudiosa en una facultad tan importante, y lograr por este
medio sujetos que tuviesen conocimientos para la dimensiones
de tierras, apertura de acequias y caminos, de que hay en el
país una probada necesidad en perjuicio de su agricultura y
comercio y aún de la recta administración de justicia en los
pleitos que sobre estos puntos ocurren frecuentemente en los
Tribunales.
El Claustro, en cumplimiento de la Real Cédula fecha en
Aranjuez a veinte y dos de mayo de mil setecientos setentisiete
por la que se le previene que en la creaciones de Cátedras
proceda de conformidad y consentimiento de los Vicepatronos
regios, dirigió las proposiciones del Consulado a Don Manuel
de Guevara Vasconcelos que en la actualidad lo es en esta
Metrópoli de Caracas, y un ejemplar de ellas al Prelado
Diocesano como encargado que es de la fábrica material del
Colegio Seminario y de su gobierno económico a fin de que si
lo tiene a bien acordase sus disposiciones para que se
franqueasen, en él, las piezas que al intento fuesen precisas.
El primero, después de haber practicado los oficios
correspondientes para que se dotase la Cátedra con dos mil
pesos anuales dio su conformidad para que se verificase su
establecimiento, y el segundo no sólo manifestó su pronta
voluntad a disponer desde la pieza que se necesitase para el
tiempo y día en que se diese principio a la enseñanza de aquella
118

facultad sino que efectivamente con sus propias rentas
emprendió la fábrica del Colegio que en lo anterior estaba sin
concluir, mejorando la antigua en mucha parte, de suerte que
hallándose el asunto de la Cátedra concluido por sus trámites
ordinarios y en estado de esperar el Claustro que el Real
Consulado lo avisase, para dirigir a V.M. el expediente para
acompañar el informe y súplica sobre la Real aprobación, se
ha hallado con la inesperada novedad de haber variado éste en
un todo las primeras posiciones; que han acordado crear una
Academia en que se enseña las Matemáticas y la Física experimental
bajo la inmediata protección del Cuerpo Consular
e independiente de la Universidad y que ha aumentado dos
Catedráticos cada uno con mil quinientos pesos al año sobre
los fondos de avería, con cada para vivir siempre que quieran
habitar en la que se destine para la Academia, según todo
deberá constar por menor del expediente que el propio Real
Consulado avisó al Claustro en oficio de cuatro de octubre
último enviaba a las soberanas manos de V.M.
El Claustro, no pudiendo ver con indiferencia la infundada
novación que ha hecho el Real Consulado en desaire del
Vicepatrono regio del Reverendo Obispo de esta Diócesis y
de la Universidad, faltando a sus proposiciones que él mismo
provocó de oficio y que con aquellos jefes fueron tratadas,
acordadas y concluidas sin tener que esperarse otra cosa para
su realización sino la Real aprobación, acordó suplicar
rendidamente V.M., como lo hace ahora, que en atención a las
juiciosas razones y fundamentos que se han hecho presentes
en el citado expediente, se digne aprobar el establecimiento de
la Cátedra de Matemáticas en los términos que propuso el
Consulado a este Claustro en diciembre de mil setecientos
noventa y ocho, ordenando que se ponga y sirva bajo la
inspección de los jefes de estudio en la visita de cátedra que
se celebra de dos en dos meses y bajo las demás ritualidades
119

que se observan en esta Universidad para el constante tesón
en la instrucción diaria de las demás facultades que se enseñan
dentro de sus generales, por no dudarse que así será más útil
al servicio de V.M. y su Real Corona, y porque la razón que
ha tenido para variarlo, de que en el Colegio no hay piezas
suficientes a más de ser superveniente no era ignorada entonces
por aquel Cuerpo aun cuando para lo sucesivo hubiese querido
adelantarlo y elevarlo sobre las nociones que únicamente se
propusieron por objeto para progresar la Agricultura y el
Comercio de estas Provincias en lo respectivo a dimensiones
tierras, aperturas de acequias y caminos; y el defecto sería
muy remediable y menos gravoso a los fondos de averías
comprando los edificios inmediatos al Colegio y lograr por
este medio que los colegiales que habitan dentro de él bajo la
reglas de clausura, se aprovechen de las luces de las
Matemáticas de las cuales quedarían privados poniéndose la
Cátedra fuera de la Universidad con independencia de sus
estatutos superiores. Dios guarde la Real Persona de V.M….
Caracas, diciembre 22 de 1804”.
Como advierte Domínguez 5 , esta nota establecía una
controversia entre el Claustro Universitario y el Real Consulado
por la aspiración de éste de colocar la Academia enteramente
bajo su gobierno, independientemente de la Universidad. Pero
lo que si no supo fue de la resolución del monarca frente a
esta delicada disputa, pues se limita a suponer que su
consideración debió tardar en Madrid, y aún adelanta la
hipótesis de que tal vez la ocurrencia del primer intento de
invasión de Miranda, en 1806, debió influir en el diferimiento
de la cuestión. En realidad tardó apenas breve tiempo, pues
no habían transcurrido tres meses cuando el Consejo de Indias
adoptó la resolución que consistió en el aplazamiento del
5
Rafael Domínguez: Loc. Cit.
120

proyecto. Anunciaba en ella al Real Consulado que en vista
del expediente que le remitió y de una comunicación al respecto,
había considerado que no permitían aún el estado de los
recursos de este cuerpo y el cumplimiento de sus preferentes
atenciones, llevar a efecto tan útil establecimiento, por lo cual
había resuelto aplazarlo, y concluía pidiéndole al Consulado
que le recordara el asunto en tiempo oportuno. 6
En esta orden real no aparece la supuesta razón que según
Rojas y otros escritores, habría dado el Rey para negar la
creación de la Academia de Matemáticas. Hoy podemos ya
dar por definitivamente falsa esa versión, pues jamás hubo tal
negativa y el aplazamiento se debió a causas que incumben a
los propios individuos que influían en dirección de la antigua
provincia, naturales de ella la mayoría, quienes por celos de
autoridad y jurisdicción no quisieron ponerse de acuerdo y
por mantener en pie sus propias razones sin ceder un palmo
en el terreno de las formalidades, prefirieron que tan hermoso
proyecto pereciera. La decisión del monarca no obedecía a
otro propósito que el de evitar indisponerse con alguno de los
dos cuerpos, pues tal como estaba planteada la disputa cada
uno reclamaba para sí el instituto poniendo en esta pretensión
toda la pasión de una disputa partidista sin mirar el interés de
la provincia radicaba en la creación de la propia Academia y
no el hecho secundario de quién habría de tomar su dirección.
No pudiendo preferir a una de las dos partes por el temor de
herir a la otra, la Corona tomó el camino fácil de no autorizar
el establecimiento de la Academia fundándose en un argumento
sin peso, pues los recursos del Consulado eran entonces
robustos podían cubrir con holgura los gastos de la institución.
Tanto la Universidad como el Consulado quedaron satisfechos
con la decisión real; por lo menos así se infiere puesto que ni
uno ni otro trataron de llegar a un entendimiento, que habría
6
Real Orden de 18 de marzo de 1805. E. Arcila Farías. El Real Consulado… Pág. 190.
121

permitido la creación del Instituto, ni volvieron en adelante a
ocuparse del asunto.
Al referirse a este episodio, Duarte Level señala que “las
rivalidades que existían latentes entre las corporaciones de la
colonia; los celos entre ellas por cuestiones de autoridad; y la
ojeriza a veces manifestada contra el engrandecimiento de
alguna de ellas, influyeron mucho en las grandes dificultades
con que tropezó en Caracas la creación de la Academia de
Matemáticas”, y atribuye el interés que despertó el proyecto
después del año de 1800, a la influencia de Humboldt quien
diole gran impulso a la idea haciéndola entrar por una vía
práctica y científica. 7
EL TESTIMONIO DE HUMBOLDT
Humboldt observó en las familias de Caracas gusto por
la instrucción, conocimiento de las obras maestras de la
literatura francesa o italiana, una decidida predilección por la
música, que se cultivaba con éxito. Sin embargo, advertía que
las ciencias exactas, el dibujo y la pintura no poseían aquí
esos grandes establecimientos fundados por el Gobierno
español. Despertaba su asombro que en un país dotado de
una maravillosa naturaleza tan rica en producciones, nadie se
ocupara del estudio de plantas y los minerales. “Fue solamente
en un convento de franciscanos – escribe – donde encontré
un anciano respetable, el padre Puerto, que calculaba al
almanaque para todas las provincias de Venezuela, y que tenía
algunas nociones precisas sobre el estado de la astronomía
moderna. Interesábanle vivamente nuestros instrumentos y un
día se vio llena nuestra casa de todos los frailes de San Francisco,
quienes, con gran sorpresa nuestra, solicitaban ver una
brújula de inclinación”. 8
7
Duarte Level: Historia Patria. Págs. 224-232. Caracas, 1911.
8
Humboldt: Viaje a las regiones equinocciales…T.II, pág. 264.
122

En 1800, el sabio alemán escribía que deseábase entonces
en Caracas instruir a la juventud no solamente en las
matemáticas, y según los principios elementales conforme a
los cuales se dividía un terreno, se calculaba la altura de una
montaña o se construía una máquina, sino que se pretendía
igualmente comunicar los conocimientos relativos a la
agricultura y a las artes, el modo de beneficiar el añil, el azúcar
y el café, y fabricar ladrillos. Se deseaba buscar un profesor,
dice, al que se pudiera consultar la utilidad que pudiera sacarse
de una producción vegetal y sobre el valor de un mineral que
se descubriera. Se refería probablemente Humboldt al proyecto
que se agitaba entonces de una Cátedra de Matemáticas en la
cual todas las materias serían enseñadas por un solo individuo,
pues comenta: “He aquí las ideas que han conducido a los
sujetos respetables, que han contribuido a dotar la nueva
cátedra”, que según hemos visto no llegó a establecerse, y
agrega a manera de advertencia que habría en toda Europa
apenas tres hombres que pudiesen a un mismo tiempo
desempeñar un curso de química y matemáticas. “El sabio
que es instruido en la construcción de una máquina, no sabe
discurrir sobre el añil, y tan raro es que estos dos casos se
hallen reunidos en un solo hombre como encontrar en un
abogado, un buen médico”. Su opinión era la de que se debía
dotar a la cátedra de dos profesores, uno de matemáticas y
otro de matemáticas y otro de química y de física experimental.
Sobre la primera materia recomendaba consultar al caballero
Betancourt, quien gozaba de gran reputación en Francia
e Inglaterra, y en cuanto a la segunda, a José Chay, profesor
del cuerpo cosmográfico. Aconsejaba, además, la adquisición
de los equipos de laboratorio antes que los profesores
contratados llegasen a Caracas, pues de lo contrario la
enseñanza sería inútil. 9 Sobre estas recomendaciones parece
9
Willy Ossott: Los estudios de las matemáticas … Pág. 7
123

calcada la proposición del Consulado sobre una Academia
servida por profesores, “escogidos por personas que posean
las ciencias de que se trata”, para la enseñanza de las
matemáticas, y de la física y de la química aplicadas a la
agricultura y a las artes.
LAS ESCUELAS DE PIRES Y MIRES
Fracasado el intento de la Cátedra y de la Academia por
las disensiones entre la universidad y el Consulado. 10 se citan,
ya entrando el siglo XIX, como aportes para la difusión de los
conocimientos matemáticos, una escuela que crea en Cumaná
el ingeniero Juan Pires y a la que asiste, siendo apenas un
niño, Antonio José de Sucre 11 . Muy pocas noticias existen
sobre esta escuela y sobre la enseñanza que en ella impartió
Pires durante el breve tiempo que permaneció en aquella
ciudad. 12 Posteriormente, en 1808, el coronel de ingenieros
Tomás Mires funda en caracas una escuela de matemáticas
donde él mismo enseña los rudimentos de aritmética, álgebra,
geometría, topografía y construcciones civiles, dibujo lineal y
topográfico. Sucre, que ya se había trasladado de Cumaná a
Caracas, asiste a una escuela de Mires, junto con Piñango,
Francisco Avendaño, Agustín y Manuel Florentino Tirado,
Loynaz, Cásares y otros. 13 La mayoría de estos discípulos
de Tomás Mires pasan luego a integrar el Cuerpo de Ingenieros
Militares de la República, bajo la dirección de Jacot.
10
Con la información expuesta anteriormente, queda también en evidencia que es
errónea la noticia que da Azpúrua en los Anales de Venezuela, sobre una Cátedra de
Matemáticas creada en 1784, y, por tanto, no podía haber títulos otorgados ni por la
Universidad ni por ningún otro centro docente.
11
José Antonio Ramos Martínez: Primeras Armas de la Familia Sucre. Boletín de la
Academia Nacional de la Historia. Nº 20, pág. 825. Caracas, octubre 28, 1922.
12
Por error J. A. Cova escribe “Juan Cires” por “Juan Pires”. Sucre, ciudadano de
América. Pág. 38. caracas, 1943.
13
Véase: Willy Ossot: Op. Cit., pág. 9; Laureano Villanueva: Op. Cit., pág. 8.
124

EL INGENIERO ANTONIO JOSE DE SUCRE.
Con respecto a los estudios de matemáticas del Mariscal
de Ayacucho y de si es procedente considerarlo entre los
primeros ingenieros venezolanos, la información reunida
justifica una respuesta afirmativa. Tanto Juan Pires como
Tomás Mires, eran ingenieros militares de elevada jerarquía y
gozaron de una sólida reputación científica. La enseñanza
impartida en la escuela de este último, creada con autorización
de la superioridad, pues de otra manera no habría podido
funcionar, fue reconocida por la Primera República, puesto
que los jóvenes egresados de ella son incorporados, como
hemos dicho, al Cuerpo de Ingenieros. De manera que Sucre
a partir del 6 de agosto de 1810, comienza a recibir sueldo de
ingeniero, como miembro de aquel Cuerpo con el grado de
subteniente. 14
Para el año de 1813, Sucre actúa en condición de ingeniero
bajo las órdenes de Mariño y con éste toma parte en la batalla
que culmina en la captura de Cumaná y dos semanas después,
el 19 de agosto, participa también en la toma de Barcelona.
“En esta victoria – escribe su biógrafo Dietrich – participó de
manera decisiva el joven ingeniero Sucre, quien ascendiendo
rápidamente a capitán y mayor, siempre había tomado parte
en las operaciones, ora luchando activamente, ora trabajando
como oficial en el Estado Mayor, donde se dispuso a formar
un batallón particular de “zapadores”, con el cual proporcionó
por su iniciativa la caída de Barcelona”. 15
14
La Junta Suprema de Venezuela, libró un Despacho el 6 de agosto de 1810, por lo cual
nombró Subteniente del Real Cuerpo de Ingenieros del Ejército con la antigüedad de
veinte y seis de julio último a Antonio Sucre Alcalá, el futuro Mariscal, y con él a Juan
José Bujanda, José Francisco Ramírez Alcalá, Pedro González Moreno, Pedro Sucre
Alcalá, Antonio Sucre Ramírez, Manuel Ramírez Urbaneja y Francisco de Avendaño.
Toma de Razón. Pág. 59.
15
Wolfram Dietrich: Antonio José de Sucre. Pág. 20.
125

En 1815, Sucre trabaja como ingeniero al lado del conocido
oficial de ingeniería Lino Pombo, en las obras de fortificación
para la defensa de Cartagena. En sus reminiscencias del sitio
de esa ciudad, escribió Pombo: “Al principiarse las obras de
fortificación, subía yo diariamente a pié, dos veces, de la ciudad
al cerro y pernoctaba abajo: después quedé incorporado a la
guarnición por algún tiempo: Mi acompañante asiduo en la
supervigilancia de los trabajos, y quien durante mi ausencia
llenaba oficiosamente en cualquiera eventualidad mis funciones,
y quien más auxiliaba en la difícil tarea de proteger contra
ruines insultos a los obreros españoles, era un joven venezolano
de nariz bien perfilada, tez blanca y cabello negro, ojo
observador, talla mediana y pocas carnes, modales finos,
taciturno y modesto: a este joven oficial, la Providencia en sus
altos designios, lo tenía previsto para figurar un día en el
Catálogo de los más esclarecidos guerreros, libertadores de la
América del Sur, con el glorioso título de Gran Mariscal de
Ayacucho.” 16
Los biógrafos de Sucre no abundan en noticias
correspondientes al período de sus actividades en el Cuerpo
de Ingenieros; todos parecen presurosos de llegar al más
brillante período de su vida, y dejan atrás esa época durante la
cual el gran militar debió formarse y templarse para su fulgente
carrera militar. Es probable que una investigación más
cuidadosa descubra nuevos aspectos de su actividad como
ingeniero, y aunque su educación como tal no fue muy
completa es posible también que tratara de perfeccionarla por
medio de lecturas.
16
Laureano Villanueva: Op. Cit., pág. 25.
126

MIRANDA, INSTRUCTOR DE MATEMATICAS
Antes de continuar adelante, cabe consignar aquí el interés
de otro notable venezolano, don Francisco de Miranda, por
los estudios matemáticos. En su casa de Londres, antes de
abandonar esa ciudad en 1800, Miranda había formado una
sociedad de jóvenes americanos a quienes daba clases de
matemáticas comparte de su formación para el papel que el
Precursor les tenía señalado en las vasta y compleja tarea de
independizar la América española. 17 Entre esos jóvenes se cita
a Bernardo O´Higgins, libertador de Chile. Un autor asegura
que Miranda les enseñaba el álgebra aplicada las armas,
fortificación, levantamiento de planos y geografía de América. 18
EN LA PRIMERA REPUBLICA
La idea de la creación de la Academia de Matemáticas
estaba aún latente en el ambiente, y los sucesos de 1810
reanimaron el viejo proyecto. La Junta Suprema ordenó su
erección por un decreto que fue publicado en la “Gazeta de
caracas” del 7 de setiembre de ese año:
“La Junta Suprema de venezuela, que sólo aspira a la
felicidad de sus habitantes, atendiendo a la absoluta escacez
que hay en estas Provincias de sujetos inteligentes en las ciencias
exactas, no sólo para el mejor estado de Oficiales de su
Ejército, sino también para proporcionar a la juventud aplicada
los medios de ser útiles al Estado en cualquier carrera que
emprendan, ha disputado que se establezca en esta ciudad
una Academia Militar de Matemáticas, cuya apertura se
verificará el 3 de septiembre próximo venidero, admitiéndose
en ella gratuitamente con preferencia a los militares desde la
17
José Nucete Sardi: Aventura y tragedia… Pág. 220.
18
Rafael Paredes Urdaneta: Bosquejo histórico…Pág. 7.
127

edad de 12 hasta la de 32 años, y con sujeción a la misma a
todos los demás jóvenes que por su clase y circunstancias
puedan asistir decentemente. En consecuencia, los militares
que quieran dedicarse a tan útil ocupación, solicitarán el permiso
de S.A., por medio de Jefes y los paisanos se presentarán
para obtenerlo al Sub-inspector de Ingenieros, bajo cuyo
cuidado y dirección se establece la expresada Academia.
Téngase entendido y comuníquese a quien corresponda.
Clemente”.
El subinspector bajo cuya dirección fue colocada esta
Academia era entonces Francisco Jacot, desigando por la Junta
Suprema para tal cargo, quien se constituyó de esa manera en
el director de la primera Academia Militar y Matemática erigida
en el país. 19 No hay noticias sobre la suerte corrida por esta
institución, que según todas las apariencias no llegó a funcionar
o no alcanzó resultados importantes. Es probable que ocurriese
lo primero, dados los trastornos sufridos por la Primera
república y su corta existencia.
EN LA GRAN COLOMBIA
Durante los largos años de la guerra de la Independencia
no se agita el tema ni se producen nuevas tentativas, hasta la
época de la Gran Colombia cuando Lino Pombo, el mismo
ingeniero que había trabajado con Sucre en la fortificación y
defensa de Cartagena, se dirigió desde Popayán, en carta de
28 de octubre de 182, al general Carlos Soublette, sobre las
19
Paredes Urdaneta , en el folleto citado, afirma que su director fue Sebastián Andrés,
un maestro de matemáticas que fue enviado preso a La Guaira en 1796, con Picornell y
Cortés por haber participado en la conspiración de San Blas. Ignoramos dónde obtuvo
este dato, a todas luces incorrecto, pues no siendo militar ni ingeniero, Andrés no podía
formar parte y menos comandar un cuerpo considerado como el más importante y de la
más rigurosa selección dentro del Ejército. Para el momento del Dcreto comentado,
Jacot era el Subinspector aludido en él. Véase el libro Toma de Razón de los actos
oficiales de la Junta Suprema.
128

noticias que le había comunicado el coronel Mosquera acerca
de que se pensaba crear una Escuela Militar especial en aquella
ciudad, proyecto que impugnó, pues consideraba que el
Gobierno debía reunir de una manera completa todos los
elementos disponibles para fundar la Escuela General de donde
saldrían profesores: “más valdría principiar por la creación
de una Escuela Normal de Matemáticas, la cual, a cargo de
dos o tres profesores y auxiliada libremente por el Gobierno,
nos daría muchos de los hombres que necesitamos”. En 1827,
Pombo le escribe de nuevo a Soublette sobre el mismo
asunto. 20 En 1821, el Ministro Plenipotenciario de Colombia
en Paría, Francisco Antonio Zea, celebró contrato con José
María Lanz, por el cual el primero, con autorización de la
República, concedió a éste el título de coronel efectivo con el
sueldo de dos mil pesos anuales; y Lanz, a su vez, se
comprometía a entrar en el servicio de la República con el
destino de ingeniero geógrafo. La intención del Congreso era
la de fundar una Escuela de Ingenieros Geógrafos y en tanto
ésta quedaba establecida, Lanz desempeñaría los encargos
que le encomendara el Gobierno. 21
LA CATEDRA DE MATEMATICAS DE ACEVEDO
En 1827, por decreto del Libertador fueron derogadas las
antiguas constituciones de la Universidad, y el 1º de setiembre
de ese mismo año fue dictada en ella la primera Cátedra de
Matemáticas que fue desempeñada por el maestro José Rafael
Acevedo, a solicitud del doctor Vargas.
Acevedo nació en Caracas, en octubre de 1800, hijo del
doctor José Feliciano de Acevedo y de Antonia de Acal. Pasó
los primeros años de su vida en la posesiones agrícolas de
20
Willy Ossott: Loc. Cit.
21
Decreto del 18 de julio de 1823, que aprueba el contrato con Lanz celebrado el 21 de
mayo de 1821 en París. Constitución y leyes de Colombia. Pág. 163.
129

sus padres, en los valles de Barlovento, donde recibió de ellos
las nociones de educación elemental que poseía para 1821,
cuando ingresó en el Seminario Tridentino de Caracas, donde
hizo estudios de latinidad, filosofía, matemáticas y ciencias
políticas y canónicas. En 1824, recibió el título de Maestro en
Filosofía, que prefirió a otros a que tenía derecho por haber
hecho estudios completos. Recibió también el grado de capitán
de Ingenieros. Desempeñó la Cátedra de Matemática desde
1827, como queda dicho; cuando se creó la Academia de
Matemáticas en 1831, es nombrado subdirector en cuyo
desempeño permaneció hasta 1841, en que viajó para Cumaná
para fundar allí el Colegio Nacional de Cumaná, donde realizó
una provechosa labor. A su regreso a Caracas, fue nombrado
catedrático de sintaxis latina de la universidad Central que
desempeñó por más de diez años. Tradujo algunas obras
científicas y escribió otras entre las que se citan sus Elementos
de Cronología y sus Lecciones orales de Filosofía, que dictó
en 1855 y 1856, a los alumnos del Colegio Nacional de
Carabobo, de que fue Rector en aquellos años. “Como
ciudadano en el campo de la política comenzó su vida pública
por ser secretario del célebre Congreso Constituyente de 1830,
y desde entonces hasta su muerte, tomó parte activa en todos
los acontecimientos del país, como periodista, como
gobernador de provincia, como miembro del Congreso
Nacional, como Ministro del Despacho, como agente
diplomático de la República en el extranjero, etc., etc.,
haciéndose siempre notable y sirviendo en todas las ocasiones
a la República con cabalidad, honradez y patriotismo. Murió
en el año 1864.” 22
22
La más completa noticia biográfica de Acevedo, y acaso la única, es la que publica
Willy Ossott, loc. cit., de donde hemos tomado los datos que anteceden. Véase también
EL Cojo Ilustrado, Nº 77, pág. 130, 1º de marzo de 1895.
130

Las lecciones de matemáticas que se dictaron en esa
Cátedra eran poco avanzadas, pues sólo existían las clases de
aritmética, álgebra, geometría, topografía y geometría práctica.
Las matemáticas superiores no serán dictadas sino un poco
más tarde bajota dirección de Cagigal.
CREACIÓN DE LA ACADEMIA
En la creación de la Academia de Matemáticas es preciso
citar dos momento: el decreto del Poder Legislativo el 13 de
octubre de 1830, representado entonces por el Congreso
Constituyente; y el Decreto del Poder Ejecutivo, el 26 de
octubre de 1831, a cuyo frente se encontraba el general Páez.
La resolución del Congreso fue promovida por un oficio,
de 18 de agosto de 1830, remitido por el general Santiago
Mariño, en su carácter de Ministro de la Guerra, por el que
proponía la reorganización del Estado Mayor y la creación de
una Escuela Militar de Matemáticas. El Congreso no dio curso
a esta solicitud por encontrarle algunos vicios de origen; pero
nuevamente insistió Mariño, el 6 de setiembre siguiente,
recomendado por segunda vez la creación aludida y la de una
Comisión Corográfica a cargo del coronel Codazzi. El
Congreso designó una comisión para el estudio de esta
cuestión, encomendándola al doctor Vargas, el general
Soublette y el licenciado José Grau. 23 El informe, redactado
por Vargas, fue presentado el 3 de octubre, y decía:
“La Comisión especial encargada de informar acerca de
una memoria relativa a una comisión de Ingenieros que deba
ocuparse en el levantamiento de planos, formación de itinerarios
23
Luis Correa, prólogo a Juan Manuel Cagigal: Escritos literarios y científicos… XVII –
XIX.
131

y noticias estadísticas, y acerca del establecimiento de una
Academia Militar, que pasó al Congreso el Excmo. Sr. Ministro
de Guerra y Marina con su nota de seis del corriente, opina:
que el proyecto en su totalidad abraza intenciones tan ventajosas
y de una importancia tan trascendental que escita el sentimiento
de que su planteo no sea posible en toda la extensión que la
memoria exije por la falta de número suficiente de profesores
y por la escacez de fondos para dotarlos de un modo
adecuado. Pero si no es posible darle desde luego todo el
desarrollo que estos establecimientos necesitan, es indispensable
echar aquellas bases que aseguren la adquisición de sus
verdaderos elementos y que nos permiten nuestros pocos
recursos el corto número de buenos maestros; para continuar
desenvolviéndolos gradualmente a proporción que se vayan
instruyendo los jóvenes alumnos en los diversos ramos que el
plan indica. Este método presenta ventajas seguras porque
procede de lo más sencillo y poco costoso, a lo más
complicado y que necesitará en delante de más gastos, y porque
formados muchos alumnos en las matemáticas puras y después
en las sublimes, ellos mismos al cabo de un curso servirán
de maestros a los menos adelantados, por un sistema de
enseñanza mutua, mientras que los profesores principales se
pueden consagrar a instruir en los conocimientos de un orden
más elevado y de los ramos técnicos y del arte militar a los
más aventajados. Este sistema de ir aclimatando gradualmente
los conocimientos útiles en nuestro país, es el más natural y
por tanto el más fácil, seguro y económico. Querer plantear
de una vez grandes establecimientos es exponerlos casi con
certeza a perecer en cuna, porque las circunstancias del país
no los soportan; mientras que procediendo con escalones
después de tener en el primero a muchos de nuestros jóvenes,
todos están preparados para subir al segundo, y de allí en
adelante, dando esta misma preparación gradual de los jóvenes
que se educan un empuje eficaz a los progresos de la institución.
132

Este método tiene además la ventaja de invertir los pocos
medios que el país ofrece en lo sustancial e indispensable,
economizando gastos de puro aparato.
“Según estos principios la Comisión es de parecer:
“1º Que el Congreso acoja el proyecto de comisión para
formar los planos de las provincias de Venezuela, reuniendo
en ellas las noticias de geografía física y estadística que pueden
recogerse, asignando al Sr. Agustín Codazzi si el Gobierno lo
elige como es de esperarse, el doble sueldo de su empleo por
el espacio de tres años y decretando la cantidad de cien pesos
que el señor Ministro propone para la habilitación de algunos
instrumentos que le faltan.
“La continuación de planos conforme al que este instruido
y muy útil Oficial ha hecho de Maracaibo es una empresa de la
primera importancia para Venezuela. El resultado de estos
trabajos es, en el dictamen de la comisión, utilísimo y
trascendental; sin él las operaciones militares no pueden ser
hechos con regularidad sobre el país él fijará los límites exactos
de las provincias y de la jurisdicción de sus gobiernos, dará
los elementos y base de la estadística, para establecer sobre
ella las contribuciones, conocer la fuerza y riqueza pública y
calcular sus progresos, tendrá una influencia benéfica en los
trabajos de la agricultura, en la formación y mejor dirección
de los caminos, desagües de los lagos y pantanos, limpieza y
navegación de los ríos, etc. Este preciso trabajo es el alma de
los que intenten en todos los ramos de la prosperidad del
país. Su costo es tan módico que puede ser emprendido
inmediatamente, y aun cuando fuere mayor importaría al bien
del Estado economizar otros sueldos para subvenir a esta
gasto, si su penuria no permite otra cosa.
133

“En 2º lugar opina la Comisión que la Esuela de
Matemáticas que existe en Caracas deber ser perfeccionada.
En la Universidad de aquella ciudad hay una clase de estas
ciencias, en que se da un curso de Aritmética, Álgebra,
Geometría y Topografía o Geometría práctica. Esta clase ha
hecho, desde el año de 1826 en que fue instalada, un importante
servicio a los conocimientos útiles en este país. Más de cuarenta
jóvenes salen de ella, cada dos años; bien instruidos en las
materias de su asignatura, y más de veinte y cinco honrados
artesanos reportan esta misma ventaja adornando, junto con
los estudiantes de carrera literaria, los bancos de esta útil clase,
el entusiasmo se anima en ellos, de día en día, y esta parte
preciosa de nuestra sociedad, perfecciona sus artefactos,
adquiere sólidos principios, rectifica sus errores, se hace capaz
de entender las obras de sus respectivas profesiones, se
apasiona más a una ocupación cuyos procesos entiende mejor,
principia a disgustarse de la política que presenta tantos
incentivos en los países nuevos, especialmente en el nuestro,
y adquiere hábitos de honesta ocupación con doble ventaja
del público a que sirve.
“Fue por estas razones que a mediados del año pasado el
Rector de la universidad de Caracas presentó al Gobierno de
Colombia recomendando un plan para perfeccionar la
enseñanza de esta ciencia matriz propuesta por el señor Juan
Manuel Cagigal. Los que conocen a este señor deploraban y
deploran que ya no se haya hecho uso de las ventajas que
ofrece un joven venezolano que a una vasta ilustración en las
matemáticas que ha estudiado por más de catorce años en
España y Francia, une la noble ambición de consagrarse al
bien de su país sin más recompensa, además de una módica
subsistencia, que el honor de tributarle sus servicios y merecer
de este modo la estimación pública. Todos los miembros de
la Comisión que conocen particularmente al señor Cagigal,
134

están persuadidos de que sus talentos y servicios si hubiesen
de venir del extranjero importarían a Venezuela fuertes sueldos
y una costosa remuneración, quizás sin las ventajas de la
franqueza con que un hijo suyo comunica sus luces a sus
paisanos.
“El señor Cagigal propuso a los estudiantes que hubieren
concluido el primer curso de matemáticas puras, un segundo
de dos a cuatro años de matemáticas sublimes, enseñándoles
los elementos de las ciencias físico-matemáticas, especialmente
la aplicación de éstas a la mecánica y al juego de las máquinas,
y a los artesanos también su adaptación a los diferentes
procesos de las artes. En este curso debían recibir la instrucción
tres clases de estudiantes, la de los alumnos de carrera literaria
que después del curso que por estatuto siguen en la
Universidad quisieran perfeccionarse en estas ciencias; la de
los artesanos y, en fin, la de los jóvenes militares que después
de haber estudiado las matemáticas puras en la primera clase,
avanzasen a ésta preparándose para seguir los ramos técnicos
del arte militar para los que ofrecía dar un tercer curso al
mismo tiempo que continuase desempeñando el segundo.
“Este plan que tenía por objeto concretar en la población
más numerosa y en que existe el mayor número de estudiantes
de Venezuela y de artesanos, los pocos elementos que podían
hallarse en el país para sacar de su sistema todo el bien posible,
era al mismo tiempo económico, pues el Rector de la
Universidad propuso al Gobierno Supremo la dotación de
cien pesos mensuales y la compra de algunos instrumentos
que establecía y aseguraba los verdaderos elementos de una
Academia Militar, esto es, todo lo útil sin el costoso aparato
de director, subdirector y otra multitud de empleados que en
los principios del establecimiento pueden muy bien evitarse
consultando una justa economía.
135

“Así pues la Comisión juzga, que importa reunir los pocos
recursos que hay en Venezuela, de rentas, maestros y
estudiantes en la población más adecuada que es la ciudad de
Caracas, y que se dote al señor J. Manuel Cagigal en calidad
de primer maestro de la Academia de Matemáticas de aquella
Universidad con el sueldo mensual de cien pesos, y al señor
Rafael Acevedo, además de la renta que le da la Universidad
como profesor propietario en aquel establecimiento, con el de
cincuenta y cinco pesos en calidad de segundo maestro.
“Dándoles colocación en el Cuerpo de Ingenieros con el
carácter militar que el Poder Ejecutivo tenga por conveniente
y que ellos podrán o no aceptar, sin que su negativa sea un
obstáculo para que se encarguen de sus respectivas clases.
“En 3º, por lo que hace a la Academia Militar, la Comisión
halla bastante por ahora que el mismo primer Maestro de las
matemáticas, desempeñe el ministerio de director de aquélla,
consagrado a la instrucción de ordenanzas, dejándole para
más adelante el desarrollo gradual y aumento de maestros que
el adelantamiento de los alumnos vaya exigiendo, y que para
proveer esta Academia de suficiente número de éstos, se procure
en cuanto sea compatible con el servicio, que los jóvenes
aspirantes en la carrera militar pasen por un curso previo de
educación y formen un seminario de oficiales instruidos en
los diversos ramos de esta arte
“4º, en fin, opina que el Poder Ejecutivo está autorizado
por la ley nombrar oficiales de ingenieros en las plazas
fortificadas, siempre que lo sea necesario. Valencia, octubre
1º de 1830. José Vargas, Carlos Soublette, José Grau.”
El 14 de octubre del mismo año, el Congreso autorizó la
creación del instituto en la forma aconsejada por la Comisión,
136

pero el Decreto Ejecutivo tardó un año en hacer efectiva esa
disposición, pues no fue dictado por Páez sino el 28 de octubre
de 1831. Cagigal es designado profesor, y como segundo
profesor, Rafael Acevedo, quien desempeñaba la cátedra de
matemáticas de la Universidad y al mismo tiempo ejercía el
cargo de secretario del Congreso cuando éste acogió el
proyecto Mariño.
El instituto se instaló públicamente en lo que se llamaba
entonces “Capilla del Colegio”, y hoy salón de sesiones del
Concejo Municipal, el 4 de noviembre de 1831. Cagigal
pronunció el discurso inaugural, 24 y en él exaltó la importancia
de las ciencias exactas, sus aplicaciones al progreso y la
necesidad de aclimatar su estudio en un país naciente, donde
todo encontrábase en sus comienzos. La Academia fue dotada
apenas de mil quinientos pesos anuales, aportados así: mil
por el Congreso y quinientos por el Gobierno, además de
otros trescientos pesos anuales para el pago de alquiler de la
casa escogida como sede del instituto, pues no fue posible
instalarlo en el vetusto edificio de la universidad por el mal
estado en que éste se hallaba. Dicha casa fue d el licenciado
Miguel José Sanz, situada entre las esquinas de Salvador de
León y El Cují.
LAS PRIMERAS PROMOCIONES
Durante diez años estuvo Cagigal al frente de la Academia,
desde su instalación en 1831 hasta marzo de 1841, en que se
ausenta para Europa investido de un cargo diplomático cuando
24
Remitimos el lector al libro: Juan Manuel Cagigal: Escritos literarios y científicos,
compilación de Luis Correa, págs. 5-11, donde aparee textualmente reproducido este
magistral discurso, publicado por la Gaceta de Venezuela, de 7 de diciembre de 1831. En
la Gaceta, de noviembre 30, fue publicado el discurso de Acevedo pronunciado en la
misma oportunidad. Los datos siguientes son tomados del prólogo de Correa.
137

ya la locura que frustraría su carrera había comenzado a
manifestarse. A la Academia asistieron no sólo alumnos que
se distinguirían en la ingeniería y las matemáticas y otras
ciencias afines, sino grandes figuras de la literatura venezolana,
como Rafael María Baralt, Felipe Larrazábal, Cecilio Acosta,
Miguel Carmona, Lisandro Ruedas y otros, atraídos la mayoría
de éstos por la enseñanza literaria que se dictaba en el curso
preparatorio entraban como materias fundamentales la
gramática, la retórica y la filosofía. El reglamento de los estudios
se coordinó de modo que los alumnos militares oyesen las
materias del primer año con los demás filósofos, pero la
experiencia demostró que esta unión que entonces pareció
muy feliz, perjudicaba el aprovechamiento de unos y otros,
pues los estudiantes de filosofía eran muy numerosos. Cagigal
los calculaba entre ochenta y cien alumnos cada primer año,
todos de muy corta edad, por lo general de doce a quince
años, y como tenían que estudiar matemáticas conjuntamente
con los alumnos militares, los catedráticos no podían avanzar
muy rápido por lo numeroso de los cursos ni atenderlos de un
modo directo. Recomendó Cagigal que los estudiantes de la
Academia correspondientes al primer bienio, fuesen atendidos
por un profesor distinto al de los filósofos e indicó que ese
destino se le diese entonces al teniente Rafael María Baralt.
Según los dos primeros informes presentados por Cagigal, el
7 de diciembre de 1832 y el 30 de noviembre de 1833, los
alumnos examinados en los primeros bienios fueron los
siguientes:
PRIMER BIENIO – 1832.
Salvador Rivas; Blas Bruzual; Rafael María Baralt; Manuel
María Urbaneja; Olegario Meneses; Benigno Rivas; Juan José
Aguerrevere; Egidio Tronconis; Alejandro Ibarra; Andrés Rivas;
Pedro N. Amestoy; Elías Acosta.
138

SEGUNDO BIENIO – 1833.
Salvador Rivas; Blas Bruzual; Rafael María Baralt; Manuel
María Urbaneja; Olegario Meneses; Benigno Rivas; Juan José
Aguerrevere; Egidio Tronconis.
SEGUNDA CLASE
PRIMER AÑO DEL PRIMER BIENIO – 1833.
José María Herrera; Manuel Vicente Casas; Donato Austria;
Francisco Alva; Vicente Machado; Guadalupe Ibarrolaburu; José
M. Pelgrón; Ignacio Balbuena; Jesús M. Picón; Esteban Yordén;
Manuel Tirado; Angel Freire; Luis Mendoza.
SEGUNDO AÑO DEL PRIMER BIENIO – 1833.
Título de Agrimensores:
José María Herrera; Manuel Vicente Casas; Donato Austria;
Francisco Alva; Valentín Machado; Carlos Llaguno; Guadalupe
Ibarrolaburu.
PRIMER BIENIO – 1833.
Juan M. Valdés; Pedro Ascanio; Juan Alvarez; Lorenzo
Bustamante; Rafael Gallegos; Nicolás Terán; Rafael Meneses;
Carlos Izaguirre; Francisco Alcalá; Rafael Alvarez; Santiago Linaje;
Benito Lozana; Federico Michelena; Juan J. Michelena; Carlos
Plaza; Juan Ramón Torres; Joaquín Urdaneta; José Manrique.
SEGUNDO BIENIO – 1834.
Juan M. Valdés; Pedro Ascanio; Juan J. Alvarez; Lorenzo
139

Bustamante; Rafael Gallegos; Nicolás Terán; Rafael Meneses;
Carlos Izaguirre; Rafael Capó; Nicomedes Zuloaga; J. de D.
Morales; Adolfo Toureill; Angel Aguerrevere; Manuel Amestoy;
Manuel Escurra; Miguel Carmona; Angel Freire; Joaquín
Hernández; Felipe Larrazábal; D.B. Urbaneja; Juan Mendoza;
Juan José Ponce; Antonio Rodríguez; Alberto Rojas; Eusebio
Irigoyen; Mariano Clemente; Agapito Monasterios; Baldonado
Navas Espínolas; José María Ruiz.
En el informe de 1834, en la lista de individuos que
compondrían la primera clase figuran sólo el teniente de
infantería Rafael María Baralt, y los aspirantes, Olegario
Meneses, Egidio Tronconis, J. J. Aguerrevere, M. M. Urbaneja
y Benigno Rivas. De manera que el curso, que comenzó con
doce alumnos, quedó reducido el segundo año a ocho y en el
tercero a seis. El segundo bienio es numeroso y figuran en
él veintinueve alumnos, entre muchos que se habían inscrito
en años anteriores, pero solamente aprobaron doce en el
año de 1836; fueron éstos: Nicomedes Zuloaga, Rafael Capó,
Juan de Dios Morales, José Rafael Meneses, Manuel
Amestoy, Alberto Rojas, Adolfo Toureill, Angel María
Aguerrevere, Miguel Carmona, Mariano Esvurra y Juan José
Mendoza, todos ellos con la máxima calificación de
sobresalientes. Faltaban por examinarse en la fecha de
informe, Rafael Gallegos, Pedro Pablo Ascanio y Juan José
Ponce. Los demás fueron aplazados.
En el año 1837, los primeros alumnos terminaron el curso
completo de seis años. En la relación de Cagigal aparecen
solamente cuatro: Olegario Meneses, Egidio Tronconis, Juan
José Aguerrevere y Manuel María Urbaneja. Fueron ellos los
primeros ingenieros venezolanos graduados en el país. Se
advierte la ausencia de Baralt, teniente de infantería a quien
Cagigal había recomendado, en su informe de diciembre de
1834, para profesor de las materias del primer bienio, en
sustitución del maestro Acevedo quien había sido promovido
140

a una enseñanza superior. 25 Sin embargo, aparece inscrito en
los cursantes del primer año del tercer bienio en 1836. La
revolución de la Reforma, ocurrida en julio de 1835, lo arrancó
de sus estudios junto con la mayoría de sus compañeros de
aulas entre quienes tenía la más alta jerarquía militar. En enero
de 1836 todavía se encontraba en servicio activo. “Como los
individuos de la primera promoción – informa Cagigal –
excepto tres de los cuales uno sólo es aspirante, permanecen
todavía en el Ejército, no he creído conveniente ni justo
continuar enseñando a éstos lo que les resta que aprender del
tercer bienio, por no perjudicar a aquéllos” e insta al Gobierno
a permitirles su pronto retorno a las clases “porque sus
servicios no son de absoluta necesidad en las actuales
circunstancias, y ya también por la consideración de que sólo
les falta un año para terminar el curso completo y ser
promovidos a tenientes de ingenieros conforme lo dispone el
reglamento de estudios.” 26 Baralt no debió incorporarse puesto
que no aparece entre los finalistas del año siguiente. En esta
fecha recibe del Gobierno el encargo de escribir una Historia
de Venezuela; en cumplimiento de esa misión marcha a París
donde edita en 1841 su más conocida y célebre obra.
Otra cátedra establecida en la Universidad por el Gobierno
republicano fue la matemáticas. Como hemos dicho en capítulo
anterior, el 1º de septiembre de 1827 el maestro José Rafael
Acevedo, a petición del doctor José María Vargas, dictó la
mencionada cátedra, la cual fue conferida en propiedad en la
Junta General del Claustro del 8 de octubre. Poco avanzadas
eran las lecciones de matemáticas que se dictaron en esa
cátedra, pues sólo existían las clases de aritmética, álgebra,
geometría, topografía y geometría práctica. Sin embargo, la
25
Ibidem, pág. 33.
26
Ibidem, pág. 36.
141

cátedra dio resultados satisfactorios de acuerdo con el testimonio
presentado por el rector Vargas, el 3 de octubre de
1830:
“Esta clase –decía- ha hecho, desde … que fue instalada,
un importante servicio a los conocimientos útiles en este país.
Más de cuarenta jóvenes salen de ella, cada dos años; bien
instruidos en las materias de su asignatura, y más de veinte y
cinco honrados artesanos reportan la misma ventaja adornando,
junto con los estudiantes de carrera literaria, los bancos de
esta útil clase. El entusiasmo se anima en ellos de día en día, y
esta parte preciosa de nuestra sociedad, perfecciona sus
artefactos, adquiere sólidos principios, rectifica sus errores,
se hace capaz de entender las obras de sus respectivas
profesiones, se apasiona más de una ocupación cuyos
procesos entiende mejor, principia a disgustarse de la política
que presenta tantos incentivos en los países nuevos,
especialmente en el nuestro, y adquiere hábitos de honesta
ocupación con doble ventaja del público a que sirve”. 18
Pero la clase de matemáticas había que perfeccionarla,
transformarla en una Academia “que sea de más general utilidad
… capaz de dar más sublimes conocimientos”: Vargas como
rector de la Universidad y José Rafael Revenga como Ministro
de Hacienda coincidían en recomendar a Juan Manuel Cagigal
como director de la futura Academia de Matemáticas. El
Congreso designó una comisión para el estudio de esta
cuestión, encomendándola al doctor Vargas, el general
Soublette y el licenciado José Grau. El informe redactado por
Vargas fue presentado el 3 de octubre de 1830, y señalaba que
Cagigal ofrecía la ventaja de ofrecer además de “una vasta
18
Arcila Farías Eduardo: Historia de la Ingeniería en Venezuela, T.I. Caracas, 1961, pp.
313-314.
142

ilustración en las matemáticas que ha estudiado por más de
catorce años en España y Francia, la noble ambición de
consagrarse al bien de su país sin más recompensa, además
de una módica subsistencia, que el honor de tributarle sus
servicios y merecer de este modo la estimación pública”.
Vargas aconsejaba también que se nombrara a Cagigal en
calidad de primer maestro de la Academia con el sueldo mensual
de cien pesos, y al maestro José Rafael Acevedo con el
cincuenta y cinco, aparte de la renta que le otorgaba la
Universidad como profesor propietario de ella.
El 14 de octubre del mismo año de 1830, el Congreso
autorizó la creación del Instituto en la forma aconsejada por la
Comisión, pero el Ejecutivo tardó un año en hacer efectiva
esa disposición, pues no fue dictado por Páez sino el 28 de
octubre de 1831.
El 4 de noviembre de 1831, en lo que se llamaba entonces
“Capilla del Colegio” o “Capilla Universitaria”, y hoy salón de
sesiones del Concejo Municipal, se instaló solemnemente la
Academia de Matemáticas. El ingeniero Juan Manuel Cagigal
pronunció el discurso inaugural, y en él destacó la importancia
de las ciencias exactas, sus aplicaciones para el fomento de la
agricultura, el comercio, las artes y la necesidad de aclimatar
su estudio en el país. Dos graves obstáculos tuvo que vencer
Cagigal para el buen funcionamiento de la Academia: la escasa
dotación asignada por el Ejecutivo y el excesivo número de
alumnos del curso.
Apenas la Academia fue dotada con mil quinientos pesos:
mil aportados por el Congreso y quinientos por el Gobierno,
aparte de otros trescientos pesos anuales para el pago de
alquiler de casa escogida como sede del Instituto. Después de
143

activas diligencias, Cagigal logró otros dos mil pesos
extraordinarios para la adquisición de libros en Inglaterra y
Francia. Como el primer bienio de Matemáticas era común
para los alumnos militares y para los cursantes de Filosofía,
Cagigal propuso que estos últimos, por ser más numerosos, y
de muy corta edad, por lo general de doce a quince años,
fueran atendidos por un profesor distinto. Para este destino
recomendó al entonces teniente Rafael María Baralt.
Durante diez años estuvo Cagigal al frente de la Academia,
desde su instalación en 1831 hasta marzo de 1841, en que se
marcha a Europa a ocupar un cargo diplomático. Ya para
entonces Cagigal se encontraba enfermo: la locura comenzaba
a minar su organismo. En 1843 Cagigal regresa a Caracas. “El
Presidente, los Ministros; el doctor Vargas, profesores y
alumnos de la Universidad, los discípulos y una densa multitud
–escribe don Luis Correa-, salieron al camino a saludarlo y lo
acompañaron hasta su casa … Al día siguiente escribe al
General Soublette excusándose de no poder encargarse de la
Dirección de la Academia a que lo instaban sus amigos, y se
encierra en su casa, dejándose ver apenas por sus íntimas.
Familiares y discípulos se ofrecen a porfía para cuidarlo, el
insomnio lo consume y la manía de persecución lo asalta de
continuo”. 19 En el pueblo de Yaguaraparo, ubicado en las playas
del Golfo Triste, muere Cagigal el 10 de febrero de 1856.
Así terminó la vida del fundador de los estudios superiores de
matemáticas en Venezuela.
El 24 de octubre de 1860 –apunta Arcila Farías- , Manuel
Felipe de Tovar, en su carácter de Presidente de la República,
firma el Decreto Reglamentario de la Academia de Matemáticas
19
Cagigal, Juan Manuel: Escritos literarios y científicos. Compilación de Luis Correa.
Caracas, Imprenta Nacional, 1956, p. XXXVI.
144

que da origen a la creación del Colegio de Ingenieros. En las
reformas posteriores que sufre la enseñanza universitaria, la
Academia desaparece como instituto independiente y queda
integrada a la Universidad como Facultad de Ciencias Exactas.
En 1888, el Presidente Rojas Paúl, dictó un decreto por el
cual se ordenó la creación de un Observatorio y la construcción
de un edificio en la colina de Cagigal. En ese documento se
dispone que pasarán a este Observatorio Astronómico los
instrumentos que pertenecieron a la Academia Militar de
Matemáticas, y las obras de su biblioteca que traten de
astronomía, de geodesia y de meteorología. Los otros libros
de la biblioteca pasaron al Colegio de Ingenieros. Consumóse
de esta manera la desintegración de la antigua Academia. 20
La labor cumplida por la Academia de Matemáticas fue
altamente positiva. Ella contribuyó a formar los primeros
tenientes de ingenieros que inician los estudios y construcción
de los caminos carreteros entre Caracas y las poblaciones
vecinas. También formó los primeros agrimensores, cuya
escasez – dice Cagigal- había sido perniciosa al tesoro público
“en la enajenación y contratas de tierras baldías, medidas de
una manera tan poco escrupulosa”. Para el historiador Arcila
Farías, esos ingenieros salidos de la Academia son los que
forman el núcleo matriz del Colegio de Ingenieros cuando éste
se instala, el 28 de octubre de 1861, y son los profesionales
que proyectan y ejecutan las numerosas e importantes obras
públicas que emprende el Presidente Guzmán Blanco.
La universidad central de Venezuela no pudo poner en
marcha todas las cátedras programadas en los Estatutos de
1827, pero con la instalación de las clases de Derecho Público,
Anatomía y Matemáticas empieza a abrir nuevos horizontes
20
Arcila farías, Eduardo: ob. Cit., T.I. p. 326.
145

científicos. En una memorable carta de 31 de enero de 1828,
el doctor Vargas informaba lleno de optimismo posprogresos
de los estudios en la Universidad caraqueña:
“Voy a entretenerle algunos momentos –decía Vargas al
Ministro Revenga- informándole acerca de los progresos de
las luces en nuestro país … La clase de Matemáticas y
Geografía marcha bien. Los jóvenes tiene hoy conocimientos
en estas materias que no tenían nuestro Roscio, Lindo y
Marrero. Espero tener antes de un par de meses un buen
instrumental para la clase de Matemáticas, y antes de concluir
el año estará la de Geografía positiva de globos, y un buen
juego de mapas de Brue que ya he encargado”.
“Mi clase de anatomía va al nivel de mis deseos. Esta
nueva planta va a quedar este año enteramente aclimatada en
nuestro país. Los estudiantes de Anatomía son tan fuertes y
minuciosos en las partes ya demostradas como los tres o
cuatro sobresalientes de los cursos de Europa de cuatrocientos
a quinientos estudiantes. Mi aserción es justa. Concluido este
primer curso hay por lo menos media docena de jóvenes
capaces de seguir por sí solos investigando en este ramo y en
los otros de ciencias naturales que le son correlativos”.
“La clase de física experimental necesitan un gabinete.
Mas, ¿cómo encargarlo a París de modo que sea solicitado
con inteligencia y economía, y venga con cuidado Si
tuviéramos un colombiano ilustrado y amigo en aquella capital
yo entraría en arreglar ya el negocio”.
146

“La Facultad Médica trabaja algo: ha establecido ya su
Sociedad de Instrucción, la ha reglamentado, cuenta con cerca
de treinta socios, y ya ha empezado sus trabajos…” 21
En 1831 se había inaugurado una nueva asignatura, la de
Derecho Público, y la Universidad contaba con quince
cátedras, a saber: Instituciones Teológicas, Instituciones
Canónicas, Historia Eclesiástica, Historia Sagrada, Derecho
Práctico, Derecho Público y de Gentes, Derecho Civil, romano
patrio, Anatomía, Fisiología, Medicina Práctica, Física,
Matemáticas y las cátedras de Latinidad de Mínimos, Menores
y Mayores.
Trazado así a grandes pasos el progreso evolutivo que
vivió la Universidad desde la Colonia hasta la República, vemos
ahora las últimas siete décadas del siglo XIX.
21
Vargas, José María: Obras Completas, T.I., Caracas, 1958, p. 39.
147

148

Cronología
Héctor Pérez Marchelli
1801. Enero. Matrimonio de Gaspar de Cagigal y Matilde
Odoardo Bouchet de Grand – Pré. La familia Cagigal
procedente de Hoz de Anero, cerca de La Rigada, provincia
de Santander, España, se destaca principalmente en el campo
militar, entre ellos Juan Manuel de Cagigal y Monserrat, el protector
de Francisco de Miranda, y Juan Manuel de Cagigal y
Macsungi (también conocido como Cagigal el niño),
gobernador y capitán general de Venezuela entre 1814 y 1815,
vencido en la primera batalla de Carabobo.
1802. Nace Alejandro Cagigal y Odoardo en Cumaná.
1803. 10 de agosto. Nace Juan Manuel Cagigal en
Barcelona.
1810. 5 de Julio. Muere envenenado Gaspar de Cagigal,
en Barcelona. Durante los siguientes seis años la viuda y los
dos menores hijos tuvieron que sufrir la persecución de los
enemigos de Gaspar de Cagigal, la casa de Barcelona,
propiedad de Matilde Odoardo, fue quemada por el coronel
Agustín Arrioja y la de Cumaná fue saqueada por las tropas
del general Santiago Mariño.
149

1813. 20 de abril. Matilde Odoardo se casa en segundas
nupcias con el médico Alonso Ruiz Moreno. A finales de ese
año nace Francisco Ruiz Odoardo.
1815. 9 de noviembre. El Capitán Juan Manuel de
Cagigal, parte rumbo a Cádiz. Nace Isabel Ruiz Odoardo, en
Cumaná.
1816. Diciembre. Juan Manuel Cagigal y Alejandro
Cagigal y Odoardo, embarcan rumbo a Cádiz.
1817. El 26 de enero nace María del Carmen Ruiz
Odoardo en La Guaira. Con la asistencia del teniente general
Juan Manuel de Cagigal se realizan diligencias para la educación
militar de Alejandro y Juan Manuel Cagigal.
1818. En el Real cuerpo de ingenieros de Alcalá de Henares
hasta la invasión de los Hijos de San Luis en 1823.
1820. Revolución liberal en España. Fernando VII forzado
a restaurar la Constitución de 1812. Según Olegario Meneses,
Juan Manuel Cagigal participó en el movimiento revolucionario
de Riego, Quiroga y Lacy. Pero, Lacy había sido fusilado en
1817.
1823. El ejército francés entra en España a fin de ayudar
a Fernando VII a restaurar el absolutismo. El 26 de noviembre
muere el teniente general Juan Manuel de Cagigal en
Guanabacoa, Cuba.
1825 – 1827. En París asiste a los cursos del Instituto de
Francia.
150
1827. A finales de año llega a Caracas. Miembro

corresponsal de la Sociedad Médica de Caracas fundada por
José María Vargas el 3 de noviembre de 1827. Colabora con
Vargas y C. Machado en un trabajo sobre medidas de higiene
pública, para evitar la disminución de las aguas de Caracas.
1828. En el hogar de su madre, en Cumaná.
1829. Muere Alejandro Cajigal y Odoardo a los 27 años
en la fortaleza de San Juan de Ulúa, frente a Veracruz, México.
Juan Manuel Cagigal, desde Cumaná, solicita al Libertador
empleo como capitán de ingenieros. A Caracas llegan informes
del estado de agitación militar que vive Cumaná. El definitivo
rompimiento con Colombia que se venía gestando desde el
30 de abril de 1826, bajo la jefatura del general José Antonio
Páez, culmina con los sucesos que se dan entre el 26 de
noviembre de 1829 y el 13 de enero de 1830.
1830. Permanece en Cumaná. Primer secretario de
correspondencias de la Sociedad Económica de Amigos del
País. Comisionado para examinar los archivos públicos. El
13 de octubre, el Congreso Constituyente, reunido en Valencia,
aprueba la creación de la Academia de Matemáticas, propuesta
por Cagigal a comienzos de 1829.
1831. Enero. En Cumaná, Estanislao Rendón ataca
alevosamente a fuetazos a Cagigal. A finales de enero el
general José Tadeo Monagas insurge contra el Gobierno. El
24 de marzo José Antonio Páez es electo presidente de
Venezuela. El decreto de creación de la Academia de
Matemáticas se firma el 28 de octubre y el 4 de noviembre se
inaugura definitivamente Catedrático de matemáticas sublimes
en la Universidad Central el 14 de ese mismo mes. El general
Páez logra someter al coronel José Dionisio Cisneros,
bandolero que azotó por muchos años la región central.
151

1833. Presidente de la comisión de Artes y Oficios de la
Sociedad Económica de Amigos del País.
Agosto 30. Asciende a la Silla de Caracas acompañado
de 16 estudiantes de la Academia de Matemáticas. Recolecta
especimenes de la flora. Publica su relato en las Memorias de
la Sociedad Económica de Amigos del País. Según Eduardo
Rol, Cagigal colaboró en la redacción del estudio “Geografía
de Venezuela”, publicado en las Memorias de la Sociedad
Económica Amigos del País, cuaderno Nº 7.
1834. Enero 21. Nombrado primer comandante de
ingenieros. 21 de marzo. Persigue en los valles de Aragua al
insurgente Cayetano Gavante. Ingeniero de camino en los
trabajos de construcción de la carretera de Caracas – La
Victoria. En mayo, está al frente de la Oficina General de
Agrimensura. Secretario de correspondencia, luego, presidente
de la comisión de Artes y Oficios de la Sociedad Económica
de Amigos del País, y redactor de las Memorias de dicha
sociedad. Nombrado responsable de la publicación de las
observaciones meteorológicas, estadística de la población y
memorias científicas de ese año sin embargo, no llega a cumplir
ese cargo. En setiembre, electo por Caracas en las elecciones
primarias. Obtiene el quinto puesto. Cayetano Gavante escapa
de la cárcel y, después de una persecución infructuosa, muere
a manos de uno de sus secuaces entre El Sombrero y Ortiz
(Guárico), el 11 de mayo.
1835. 11 de febrero. El doctor José María Vargas toma
posesión de la presidencia de la República. Elegido conjuez
de la parroquia Catedral en las elecciones de mayo y, en
octubre, senador principal por la provincia de de Barcelona.
152
8 de julio. Estalla en Caracas la Revolución de las

eformas, movimiento sedicioso a cuya cabeza se encontraba
el general Santiago Mariño, rodeado de antiguos compañeros
de Bolívar, así como de Pedro Carujo, quien intentó asesinar
al Libertador en setiembre de 1828. Los reformistas, al frente
del batallón Anzoátegui, destituyen al doctor vargas. Tres días
después, expulsan del país al presidente y vicepresidente,
quienes se refugian en la isla de Saint Thomas. Cagigal defiende
la Constitución y pasa a ser primer ayudante del estado mayor
del general Felipe Macero, en los Valles del Tuy. Con esa
fuerza entra a Caracas el 28 de julio, poco después de
restablecido el gobierno del doctor José María Vargas por las
fuerzas victoriosas del general Páez. Por esa época, Cagigal
también estuvo bajo las órdenes del general José de la Cruz
Paredes. El doctor Vargas y el vicepresidente Andrés Narvarte
llegan a Caracas el 20 de agosto. En el sitio de Puerto Cabello,
Cagigal, al frente de la columna Carabobo, retaguardia de las
tropas al mando del coronel Andrés Torrellas combate a los
reformistas. El 26 de octubre, con un total de 280 hombres
cansados, buena parte enfermos, sin oficiales y sin auxilio
dieron frente a un enemigo de 1100 hombres en Paso Hondo.
El coronel Torrellas, al rendir su informe, escribe: “me es
satisfactorio también recomendar la conducta del comandante
Cagigal, quien después de llenar sus deberes a retaguardia,
regresaba al punto combatido, a participar de los fuegos”.
Octubre 27. En el Pino, cerca de San Esteban, el
comandante reformista Pedro Carujo dispersa al coronel
Torrellas. Cagigal, como ayudante del estado mayor del
general José María Carreño, actúa en la acción de Guaparo,
cerca de Valencia. Al día siguiente, el general Carreño, participa
en Camoruco en la derrota de las tres brigadas de Carujo que
intentaron tomar a Valencia. Finalmente, Carujo cae herido en
el combate de Paso Real, en Puerto Cabello, el 25 de diciembre.
153

1836. A comienzos de año, el coronel Francisco Farfán
toma las armas contra el Gobierno hasta principios de julio.
Abril 24. Gobierno provisional de Andrés Narvarte.
Cagigal es elegido conjuez por la parroquia Catedral en las
elecciones del Concejo Municipal.
Octubre. Elegido senador principal por la provincia de
Barcelona.
1837. Miembro de la comisión de Hacienda de la Cámara
del Senado.
Enero 20. Gobierno provisional del general José María
Carreño. Carlos Soublette, como vicepresidente de la
República, ocupa el cargo de la presidencia por el resto del
período de Vargas. A comienzos de año, nueva insurrección
del coronel Farfán, hasta su derrota por el general Páez en las
inmediaciones de San Juan de Payara, el 26 de abril. En ese
mismo mes, el coronel Francisco Farías, uno de los
abanderados de los “reformistas” en Maracaibo, penetra en
Coro y mantiene en jaque a las fuerzas del Gobierno hasta
principios de 1838, y después de ser apresado y sometido a
juicio, muere fusilado el 7 de junio.
1838. Junto con Angel Quintero, Cagigal participa en la
omisión para el informe de los límites en Colombia.
17 de julio. Se crea la Dirección General de Instrucción
Pública y el 8 de agosto se instala. Cagigal ocupa el cargo de
primer director suplente.
1839. En enero, funda con José Hermenegildo García y
Fermín Toro, el semanario Correo de Caracas. José Antonio
154

Páez ocupa la presidencia de Venezuela el 1º de febrero de
1839 hasta el 20 de enero de 1843.
Agosto. El General José Antonio Páez intenta inútilmente
la destitución de Cagigal como profesor de la Universidad
Central.
1840. En febrero, Cagigal sustituye a José Bracho en la
Dirección General de la Institución Pública.
20 de marzo. Junto con estudiantes de la Academia, sirve
de guía al botánico Edward Otto en el ascenso a la Silla de
Caracas.
1841. Enero. Electo por el Congreso como consejero
suplente del Gobierno.
Febrero. Guillermo Smith, secretario de Relaciones
Exteriores solicita el 23 de ese mes el voto del Consejo de
Gobierno para el nombramiento que el presidente ha hecho en
Juan Manuel Cagigal, como secretario de la Legación de
Londres, por renuncia de Fermín Toro. En el mismo día el
Consejo de Gobierno da su aprobación. Manrique la firma. Al
día siguiente la secretaría de las Relaciones Exteriores le
extiende pasaporte.
Mayo. Nombrado secretario de la Legación venezolana
en Londres, en sustitución de Fermín Toro.
27 de Junio. Llega a Nueva York. Visita la Academia
Militar de West Point. Aproximadamente el 1º de julio de 1841
embarca en el vapor Colombia, de Boston para Liverpool, a
donde llegó el 18 del mismo mes. Mrs. Grant, compañera de
viaje. El 21 de julio llega a Francia. Comienza a publicarse La
155

Unión, semanario que sustituyó a El Nacional y El Correo de
Caracas. El Banco Nacional se establece en Caracas el 15 de
octubre por acuerdo del Congreso.
1842. 13 de noviembre. José María Ruiz Odoardo muere
asesinado en Yaguaraparo. Andrés Narvarte se encarga de la
presidencia de la República por ausencia del general Páez.
1843. Enero 26. El general Carlos Soublette resulta electo
presidente de Venezuela hasta enero de 1847. El Congreso
decreta una amnistía general a todos los exiliados por la
Revolución de las Reformas. En junio, Cagigal se encuentra
en Londres. Electo representante principal por la provincia de
Caracas ante el Congreso Constitucional. Una crisis agrícola
afecta la nación durante ese año lo que obliga al Gobierno a
realizar recortes en el presupuesto. A mediados de año, Cagigal
y Rafael María Baralt reciben instrucciones de regresar al país.
Baralt se queda en España. En diciembre, Cagigal llega a
Caracas, recibiendo una calurosa bienvenida de sus amigos.
1844. Enero. Cagigal se incorpora a la Cámara de
Diputados.
Noviembre. En compañía de Ramón Díaz y el doctor
Juan Simón Gáspari visita al coronel Agustín Codazzi, su
compadre, en la Colonia Tovar.
1845. Solicita al general Carlos Soublette acepte su
renuncia a la dirección de la Academia de Matemáticas. Petición
negada.
1846. Renuncia por motivos de salud a su condición de
representante.
156
21 de mayo. Se encuentra en Burdeos, Francia. A partir

de setiembre, en Venezuela estalla un estado de turbulencia
política, conocida mejor como Revolución Popular, que durará
hasta mayo del año siguiente. Antonio Leocadio Guzmán,
candidato presidencial, se esconde. Finalmente es arrestado.
El 3 de setiembre el “Indio” Francisco Rancel, junto con una
banda de 300 hombres, saquea la hacienda Yuma, propiedad
de Angel Quintero, cerca de Villa de Cura.
1847. Con el apoyo del general Páez y del partido
conservador, el general José Tadeo Monagas resulta electo
presidente de Venezuela. Su período dura hasta 1851. El 26
de marzo las fuerzas del Gobierno capturan a Ezequiel Zamora,
quien junto al “Indio” Rancel, el coronel José de Jesús
González, alias “el Agachado”, y Zoilo Medrano, se había
alzado contra el gobierno conservador en setiembre de 1846 y
librado varias acciones militares.
1848. 24 de enero. Asalto al Congreso. En Venezuela se
levantan en armas varios pueblos, principalmente en la provincia
de Cumaná.
Alzamiento del general Páez contra Monagas. El coronel
José Cornelio Muñoz derrota a Páez el 10 de marzo de ese
año en el combate de la Mata de los Araguatos.
A finales de año, José Hermenegildo García, agente
general Páez, adquiere el barco de guerra Scourge, de 231
toneladas, e intenta tomar Puerto Cabello. Fracaso en su
intentona, marcha al exilio, y más tarde muere en Jamaica.
Fermín Toro se refugia en los valles de Aragua. Carlos Soublette
y Agustín Codazzi se radican en Colombia. En Yaguaraparo,
por febrero, el comandante Joaquín Peña libra combate a las
fuerzas del Gobierno al mando del subteniente José Eusebio
Acosta, resultando vencedor aquél. El 8 de mayo, los pancistas
se alzaron en Irapa (Sucre). El día 13, luego de ser rechazados
157

en Güiria, fracasaron en su intento de sitiar a Carúpano. En
Francia se produce una revolución liberal.
1849. Enero. Su poema “Granada” aparece fechado en
Yaguaraparo. El 7 de abril se forma un ejército revolucionario
en Tabara.
15 de agosto. Páez hecho prisionero en Macapo Abajo,
luego encarcelado en el castillo de San Antonio de la Eminencia,
Cumaná, hasta el 20 de mayo de 1850.
1850. En mayo es expulsado del país el general Páez. El
15 de julio muere Matilde Odoardo.
1851. José Tadeo Monagas termina su período
presidencial. Lo sucede su hermano José Gregorio Monagas.
Durante su administración ocurren perturbaciones y son
frecuentes los rumores de insurrección.
1853. el general Santiago Mariño participa en la
Revolución de Mayo (24-25) contra el gobierno del general
José Gregorio Monagas. El coronel Joaquín Peña insurge en
Cumaná. Días después, el 15 de julio, un terremoto devasta a
Cumaná.
1854. 10 de abril. El Congreso promulga, por decisión
del presidente Monagas, la libertad de los esclavos,
indemnizando a los propietarios.
1855. José Tadeo Monagas ocupa de nuevo la presidencia.
Al intentar transformarse en dictador, conservadores y liberales
se unen para derrocarlo en marzo de 1858.
158
1856. 10 de febrero. Juan Manuel Cagigal muere en

Yaguaraparo. Le sobreviven sus hermanos Francisco, Isabel
y Carmelita Ruíz Odoardo. Sus restos fueron enterrados en
Río Caribe y, posteriormente trasladados a la iglesia de San
Juan de Dios, en La Guaira.
** Vásquez Ruiz 1978, 34.
Señores: Secretario de Estado
en el Despacho de Guerra.
Solicitud de Juan Manuel Cagigal al Ministerio
de Guerra y Marina de su hoja de servicios
a Francisco Hernáiz.
Caracas, 17 de julio de 1845.
Por no existir organizado el cuerpo de Ingenieros, a cuya
arma pertenezco, me he visto precisado a formar yo mismo
la hoja de los pocos servicios que a Venezuela he prestado; y
tengo el honor de acompañarla a Usía, para que si la
encuentra arreglada y conforme a los datos que deben existir
en el despacho de Usía, se sirva autorizarla y mandar que
se me dé copia de ella, dejando el original en el archivo
correspondiente. Soy de Usía, atento, obediente servidor,
Juan Manuel Cagigal
1
Francisco Hernáiz (1800 – 1866)
159

** Grisanti 1956, 101.
A Juan Manuel Cagigal.
Señor Comandante de Ingenieros
Juan Manuel Cagigal.
160
Caracas, 31 de julio de 1845.
Acompaño a Ud. su hoja de servicios certificada por la
Inspección General, llenando así sus deseos.
El Secretario de Guerra Marina,
Francisco Hernáiz.
República de Venezuela. Cuerpo de Ingenieros. Hoja de
los servicios prestados por el primer comandante de
Ingenieros Juan Manuel Cagigal, natural de Barcelona, de
edad cuarenta y tres años y de estado soltero.
Empleo. Empieza a servir como Primer Comandante
de Ingenieros el 21 de enero de 1834.
Comisiones importantes que ha desempeñado. La muy
reservada que el Gobierno tuvo a bien conferirle en 21 de
marzo de 1834 para que con fuerzas que salieron de esta
capital, se dirigiera a La Victoria a cercar y sorprender al
Coronel Cayetano Gavante 2 , que con una partida se hallaba
en armas contra el Gobierno, y dicha comisión fue
desempeñada satisfactoriamente.
Servicios de campañas y acciones en que se ha
encontrado. Sirvió en clase de primer ayudante de Estado
Mayor en la División formada en los Valles del Tuy el año
de 1835 a las órdenes del señor general Felipe Macero 3 y
con ella entró en esta capital el 28 de julio de dicho año a
2
Cayetano Gavante (1834).

establecer el gobierno legítimo derrocado por los
revolucionarios el 8 del mismo mes.
También sirvió posteriormente a las órdenes del señor
Coronel Cruz Paredes 4 en clase de Jefe del Estado Mayor
de la primera brigada de infantería que se organizó en esta
capital el citado año de 1835. Se halló en el sitio de Puerto
Cabello como comandante de ingenieros y se batió en la
retirada que desde aquella plaza hasta Valencia ejecutó la
línea sitiadora. Después se incorporó a la División del señor
general José María Carreño 5 en clase de primer ayudante
de Estado Mayor y asistió a la acción dada en Guaparo,
cerca de Valencia, el día 27 de octubre del año 35, en la
cual fueron derrotadas las tropas de los revolucionarios.
Servicios de guarnición. Desde noviembre de 1831
hasta el 30 de marzo de 1841 ha estado desempeñando la
dirección de la Escuela Militar de Matemáticas creada en
esta capital el citado año de 1831, y sólo fue interrumpido
ese servicio por la campaña que se prestó el año de 1835.
Notas de Inspección General. Valor, comprobado.
Conducta, buena. Capacidad, muchísima. Aplicación,
bastante. Modales, los de un buen caballero. Estado, soltero.
Son constantes los servicios que aquí se expresan;
además, este jefe se ha hecho acreedor por su buena conducta
y lealtad a la estimación de sus jefes y a la consideración
del Gobierno.
El comandante Juan Manuel Cagigal tiene la
recomendación de haber hecho servicios importantes en la
instrucción científica militar; él ha sido el primero después
3
Felipe Macero (1777 – 1865)
4
José de la Cruz Paredes (1797 – 1876)
5
José María Crreño (1792 – 1849)
161

de la emancipación, el que ha planteado y fomentado en
Venezuela el estudio de las matemáticas en toda su extensión.
De la Academia Militar de Matemáticas que ha estado a su
cargo por muchos años, han salido los profesores de
matemáticas que hoy leen esta ciencia en la escuela militar
y en los demás colegios de la República.
Caracas, julio 31 de 1845. El secretario de Guerra y
Marina,
Francisco Hernáiz.
** Grisanti 1956, 101-103
“La grafía de las palabras se deja tal cual aparece en el original”
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De esta edición se imprimieron
1.000 ejemplares en los Talleres
Gráficos de Editorial El Viaje del Pez C.A.
en el mes de Junio de 2004.
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