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DOSSIER DE LA ASOCIACION CULTURAL FESTINHUMOUR- Crítico y social- Suiza EN HOMENAJE<br />
AL ESCRITOR DAVID SANCHEZ JULIAO<br />
<strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong> (Lorica, Córdoba, 24 de noviembre de 1945 –Bogotá D.C., 9 de<br />
febrero de 2011). Fue un escritor, periodista, cuentista y diplomático colombiano. Sánchez <strong>Juliao</strong><br />
fue embajador de Colombia en la India durante el gobierno de César Gaviria y en Egiptodurante el<br />
gobierno de Ernesto Samper. Entre sus obras más importantes están: El pachanga, El flecha, El flecha<br />
II el retorno (2006),Abraham al humor, Fosforito, Historias de Racamandaca y Dulce Veneno Moreno,<br />
entre otras. Traducidas a varios idiomas y ganadoras de varios premios literarios, las obras de<br />
Sánchez <strong>Juliao</strong> son un esbozo de la cultura popular de la costa norte colombiana con un enfoque<br />
particular en la región cordobesa. [1] <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong> fue el primer escritor en el mundo en grabar<br />
un audiolibro en 1975 en un Casete en el cual grabo por un lado Porqué me llevas al hospital en<br />
canoa, papá y por el otro El Flecha ganando varios premios tales como Disco de Oro y el Disco de<br />
Platino popularizaron el formato. [2]<br />
Obras publicadas<br />
* Por qué me llevas al hospital en canoa, papá (1973)<br />
Historias de Racamandaca (1974)
El arca de Noé (1976)<br />
Cachaco, palomo y gato (1977)<br />
El Flecha<br />
Pero sigo siendo el rey (1983)<br />
Mi sangre aunque plebeya (1986)<br />
Buenos días, América (1988)<br />
El país más hermoso del mundo<br />
Dulce Veneno Moreno<br />
Fosforito<br />
la cucarachita Martínez<br />
El Flecha II<br />
En Chimá nace un Santo<br />
DAVID SÁNCHEZ JULIAO HA MUERTO, ¡VIVA EL REY!<br />
Álvaro Serrano Duarte - DirectorCORREveDILE - Barranquilla, Colombia<br />
Al momento de escribir este homenaje póstumo al excelso escritor costeño DAVID SÁNCHEZ<br />
JULIAO, no logro recuperarme del impacto de la noticia de su deceso, aunque lo supe 2 horas<br />
después de su último suspiro por las noticias de radio de la madrugada del miércoles 9 de Febrero de<br />
2.011. Aún con el estremecimiento propio que produce conocer de la muerte de un amigo, chocada<br />
mi mente por la sorpresa triste, revuelta en pensamientos y recuerdos que pasan como en una
pantalla de cine, no logro concentrarme para producir palabras que lo exalten o que digan de lo que<br />
fueron nuestros encuentros en Bogotá y su bien amada Lorica, tan llenos de historias que solía contar<br />
y que embobaba a sus interlocutores.<br />
Tan imperfecto como cualquier ser humano, abundando en su personalidad ególatra, difícil de tratarlo<br />
por sus explosivas reacciones rabiosas, pero bien entendido porque quienes se asoman al mundo<br />
creativo en cualquiera de sus manifestaciones son así y es a través de ellas que se sumergen a<br />
construir mundos fabulosos que nos permiten a los demás mortales admirarles y aceptar su carácter.<br />
Para no hablar más sandeces de un amigo que hace 4 horas partió de este plano existencial, mejor<br />
voy a publicar a continuación los títulos y portadas de sus obras, creyendo que es mi mejor manera<br />
de mostrar mi admiración y respeto por un hombre de letras, música y pintura.<br />
Escritor de Novelas, Cuentos, Fábulas, Ensayos, Columnas Periodísticas, Crónicas, Teatro, Humor,<br />
etc., el ex-embajador en la India, <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong>, nos ha dejado un universo costeño<br />
sorprendente que eternizará la maravillosa vida del norte colombiano. A continuación reseñas de sus<br />
novelas:<br />
CACHACO, PALOMO Y GATO
Cachaco, Palomo y Gato<br />
<strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong><br />
Primera Edición: Fundación del Caribe [Monteríaa, 1974]<br />
Segunda Edición: Editorial Mejoras [Barranquilla, 1975]<br />
Tercera Edición: Plaza & Janés [Bogotá, 1977]<br />
Cuarta Edición: Plaza & Janés [Bogotá, 1983]<br />
Cuarta Edición: Plaza & Janés [Bogotá, 1999]<br />
Nuevas ediciones sucesivas hasta el 2009<br />
Los mundos de los tres personajes centrales de Cachaco, Palomo y Gato resultan antagónicos en<br />
apariencia. Un advenedizo comandante de aduana, un veterano capitán de goleta de contrabando y<br />
un comerciante ganadero acosado por la insatisfacción y la soledad, se presentan ante el lector<br />
guardando entre sí las distancias que sus respectivos estilos de vida determinan. Pero la magistral<br />
pluma del escritor logra trabarlos en una serie de imbricadas relaciones que, en los conflictos que<br />
ellas suscitan, terminan armando un retrato crudo y crítico de la realidad que a los tres personajes<br />
rodea.<br />
Primera novela de <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong>, publicada por Plaza y Janés, Bogotá-Barcelona, y que<br />
contó con una versión para televisión dirigida por Jaime Botero Gómez y transmitida<br />
por Caracol Televisión (Colombia) en su espacio “Teatro Popular Caracol”. La serie, de diez<br />
capítulos de una hora, fue transmitida en muchos otros países.<br />
PERO SIGO SIENDO EL REY
Pero sigo siendo el rey<br />
<strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong><br />
Primera Edición: Plaza & Janés [Bogotá, Junio 1983]<br />
Y nuevas ediciones sucesivas hasta el 2009<br />
Premio Plaza & Janés 1983 de Novela Colombiana<br />
Pero sigo siendo el rey fue la obra ganadora del III Concurso de Novela Colombiana Plaza y Janés<br />
en l983, y desde entonces se han hecho de ella varias ediciones en Colombia para su circulación en<br />
todos los países de habla hispana. Ha sido traducida al chino, al italiano y al griego. Su versión para<br />
televisión – con la dirección de Julio César Luna—mereció varios premios India Catalina en el Festival<br />
de Cine de Cartagena y partió en dos la historia del género en Colombia. Hasta hoy, ha sido<br />
presentada en veinte países doblada a no menos de once lenguas. Merecedora de los más altos<br />
elogios de la crítica nacional e internacional, la novela es estudiada en universidades de los cinco<br />
continentes debido a que – como reza el acta de jurados en su premiación--, “está acorde con las<br />
corrientes contemporáneas de la narrativa latinoamericana, pues tiene proyección universal y encaja<br />
dentro de un tratamiento de masas que logra combinar magistralmente lo lírico y lo épico. En ella el<br />
autor rescata para la literatura el cancionero popular mexicano, música sentida en todos los países de<br />
habla hispana‖. Pero sigo siendo el rey abrió la trilogía de novelas musicales de Sánchez <strong>Juliao</strong>,<br />
cuya segunda obra fue Mi sangre aunque plebeya –sobre la llamada música vieja de los Andes – y<br />
que cerró Danza de redención sobre la música tropical colombiana.<br />
“Esta novela está acorde con las corrientes contemporáneas de la narrativa latinoamericana,<br />
pues tiene proyección universal y encaja dentro de un tratamiento de masas que logra<br />
combinar magistralmente lo lírico y lo épico. En ella el autor rescata para la literatura el<br />
cancionero popular mexicano, música sentida en todos los países de habla hispana”<br />
(Aparte del Acta del Jurado del Premio Plaza y Janés, 1983)
MI SANGRE AUNQUE PLEBEYA<br />
Mi sangre aunque plebeya<br />
<strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong><br />
Primera Edición: Editorial Planeta, Bogotá, 1986<br />
Segunda Edición: Editorial Planeta, Bogotá, 1987<br />
Nuevas ediciones hasta hoy<br />
―Mi sangre aunque plebeya sorprenderá a los habituales y a los nuevos lectores de <strong>David</strong> Sánchez<br />
<strong>Juliao</strong>. Quienes disfrutaron Pero sigo siendo el rey (1.983) encontrarán que el novelista ha dado un<br />
giro copérnico en su narrativa, sin por ello abandonar ciertas constantes y cierto virtuosismo de<br />
escritura ya adquiridos. Entre las constantes, vale la pena destacar la presencia estructural de la<br />
música en el relato, que ahora combina dos mundos: el de la música clásica y el de la<br />
música popular. En cuanto al virtuosismo narrativo hay que recordar la destreza de Sánchez <strong>Juliao</strong><br />
como comunicador: no en vano ha sido el exitoso instaurador de la literatura–casete en nuestro país,<br />
con sus series de cuentos extraídos de la tradición oral costeña.<br />
Pero, en Mi sangre auque plebeya, Sánchez <strong>Juliao</strong> abandona el ámbito caribeño para situarse en<br />
los andes y ante la gente andina. En este nuevo marco ambiental, el autor, un caribeño, analiza,<br />
dibuja y nos entrega un personaje sui generis: un arribista, un hombre inauténtico que exhala<br />
esnobismo a los cuatro puntos cardinales. Este protagonista es la bese de un divertido triangulo<br />
sentimental, que tiene como vértices a dos figuras femeninas de carácter fuerte y extraño a la vez,<br />
trazadas con lápiz maestro.‖
“En Mi sangre auque plebeya, Sánchez <strong>Juliao</strong> abandona el ámbito caribeño para situarse en<br />
los andes y ante la gente andina. En este nuevo marco ambiental, el autor, un caribeño,<br />
analiza, dibuja y nos entrega un personaje sui generis: un arribista, un hombre inauténtico que<br />
exhala esnobismo a los cuatro puntos cardinales.” Camilo Calderón<br />
BUENOS DÍAS AMÉRICA<br />
Buenos días, América<br />
<strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong><br />
Primera Edición: Editorial Planeta, Bogotá, 1988<br />
Segunda Edición: Editorial Planeta, Bogotá, 1989<br />
Nuevas ediciones hasta hoy<br />
―Buenos días, América es la confirmación de las calidades narrativas de <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong>. Leer<br />
esta novela es como oírsela contar al propio escribidor, un incesante creador de imágenes. No en<br />
vano el cuento, esta vez, tiene que ver con el mundo de una emisora de radio en una provincia de<br />
macondo. Literatura plácida y llena de buen humor.‖<br />
Camilo Calderón<br />
―En la narrativa de <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong> están vivas y actuantes muchas de las mejores y<br />
singulares condiciones de lo que han dado en llamar el modo de ser costeño. Y además, esas<br />
condiciones se encuentran allí, en una prosa clara, sencilla, directa. Y en un estilo que recuerda<br />
mucho la manera de hablar del propio escritor.‖
Germán Vargas Cantillo<br />
AQUÍ YACE JULIÁN PATRÓN<br />
Aquí yace Julián Patrón<br />
<strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong><br />
Primera Edición: Editorial El Labrador, Bogotá, 1989<br />
Segunda Edición: Editorial Pijao (Colección 50 novelas colombianas y una pintada), 2008<br />
El puerto petrolero de Coveñas desde los comienzos del siglo XX hasta nuestros días, constituye el<br />
tema de ―Aquí yace Julián Patrón‖. En esta novela corta, un anciano relata la historia del pueblo, una<br />
vida agreste interrumpida ocasionalmente por la llegada de compañías extranjeras que, una tras otra,<br />
explotan las ventajas que les brinda tanto el privilegiado Golfo de Morrosquillo como su gente<br />
trabajadora. <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong> regresa aquí a las fuentes de una narración que inició con sus<br />
primeras obras ―¿Por qué me llevas al hospital en canoa, papá‖ e ―Historias de Racamandaca‖, y<br />
que retoma ahora con la riqueza y facilidad de quien se mueve en un mundo que ha venido<br />
observando desde siempre con cariño y precisión.<br />
“<strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong> regresa aquí a las fuentes de una narración que inició con sus primeras<br />
obras ¿Por qué me llevas al hospital en canoa, papá e Historias de Racamandaca”<br />
Joe Broderick
DANZA DE REDENCIÓN<br />
Danza de Redención<br />
<strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong><br />
Primera Edición:<br />
Editorial Grijalbo,<br />
Bogotá, 1998, ediciones sucesivas hasta 2009<br />
San Fernando de Cumbé, lugar de acción de Danza de Redención, es una localidad mítica del<br />
trópico latinoamericano levantada a orillas del un río plagado de caimanes, en cuyos orígenes hay<br />
una fundadora-polizonte que, con siete marineros como maridos, prohija los primeros pobladores de<br />
la región, luego de plantar una ceiba milagrosa en donde habitan los dioses de los esclavos traídos<br />
por los blancos. El nombre del poblado nos remite, como la acción de la obra desde las primeras<br />
líneas, a los más remotos orígenes de los géneros musicales del porro y de la cumbia colombianos.<br />
En estos ritmos, sus lugares de disfrute y sus personajes fantásticos, se afincan las acciones<br />
descritas con profundidad, elegancia de estilo y toques de un humor exquisito.<br />
En la medida en que la obra avanza, en San Fernando de Cumbé se van acrisolando los aportes de<br />
blancos, indios y negros hasta arrojar un producto musical llamado el cumbé (la cumbia). El relato<br />
tiene como espina dorsal la vida del clarinetista Simón Laza y sus diez hijos (músicos los más de<br />
ellos) y concluye con el nacimiento del hijo de Gardenias Dos, la que más tarda en casarse, y con un<br />
diluvio que inunda el pueblo. El recién nacido, uno de cuyos nombres es precisamente Moisés, es
arrojado a las aguas en un canastillo, junto con la grabación de todas las historias que contendrá el<br />
libro. Se supone que el autor encuentra el canastillo y las cintas de la grabación en un día de pesca y<br />
‗desgraba‘ –como mero intermediario– la leyenda del fabuloso poblado y sus extraños habitantes.<br />
Las dos generaciones en las que se centra la novela encarnan de algún modo el apogeo y la<br />
decadencia de San Fernando de Cumbé: el mayor período mágico y mítico en la generación de los<br />
padres y las limitaciones materialistas que trae el progreso (avión, correo, luz eléctrica, radio, discos)<br />
en la de los hijos. Por eso, como debe ser, la localidad, que ha dejado de ser fiel a sí misma, a sus<br />
raíces y a su propia identidad, es tragada por las aguas.<br />
“Esta es la mejor danza de Sánchez <strong>Juliao</strong>, puesto que, aunque es la novela cierre de la tan<br />
comentada trilogía musical del autor, esta obra específica muestra el arribo a su más<br />
acendrada madurez literaria y a su más evidente purificación de estilo’. Carlos Arboleda<br />
González<br />
DULCE VENENO MORENO<br />
Dulce Veneno moreno<br />
<strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong><br />
Primera Edición: Seix Barral (Planeta) Colección<br />
Biblioteca Breve, Bogotá, 2005<br />
Cuatro ediciones hasta 2009
En un vuelo de Montería a Bogotá, una pareja tropieza con mesié Poulanc, un parisino desesperado<br />
por desahogarse confesando su tormentosa historia de amor con una monumental monteriana de<br />
piel melaza llamada Ludisbel. El relato se extiende justo durante la hora que tarda el viaje, y concluye<br />
y se cierra de una manera sorprendente cuando el avión comienza a descender hacia el aeropuerto<br />
Eldorado de Bogotá. Mientras tanto la historia le ha dado la vuelta a medio mundo, desde París hasta<br />
los confines del Oriente, para concluir en las feraces riberas del Sinú.<br />
Deleitoso contador de historias, <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong> se ha regodeado en la escritura de esta intensa<br />
y divertida novela. La sola anécdota que da pie a Dulce Veneno Moreno nos suscita una risa<br />
nerviosa, propia del saber de los duelos del corazón ajeno, y no paramos de sonreír y de saborear<br />
cada capitulo, en el mejor sentido: el de apreciar los placeres del amor y del mundo, ya que este<br />
relato esta servido en las mejores sábanas y manteles.<br />
En la vena mordaz y deliciosa de su famosa novela Pero sigo siendo el rey, este libro se lee de<br />
un envión. Lo cual no quiere decir que al lado de la gracia y la alegría que adoban el relato no<br />
se puede paladear también una pizca del cartesianismo que aporta el abatido y herido<br />
amor mesié Poulenc, quien, sin duda alguna, aprendió a contar historias con agarre allá en<br />
Montería con su compadre Sánchez <strong>Juliao</strong>.<br />
EL FLECHA
El Flecha II<br />
<strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong><br />
Primera Edición: Editorial Planeta, Bogotá, 2006<br />
Segunda Edición, 2006; Tercera Edición, 2007<br />
Nuevas ediciones sucesivas hasta el 2009<br />
Vuelve El Flecha, pero esta vez no se queda quieto en su pueblo, Lorica, sino que emprende un<br />
picaresco recorrido por toda la Costa, que lo lleva a Riohacha, Valledupar, Santa Marrrrrrta –como<br />
dice él mismo Flecha–, Barranquilla, Cartagena, Sincelejo y Montería. Entre chanzas y bromas, El<br />
Fecha registra el carácter peculiar y ocurrente de cada una de estas ciudades y sus regiones, cosa<br />
que para un cachaco sería imposible.<br />
Perspicaz olfateador de la chispa cotidiana de los costeños, Sánchez <strong>Juliao</strong> revive en este libro a su<br />
querido personaje El Flecha, tan gracioso o más que El Pachanga, otra de sus criaturas literarias con<br />
varias versiones en discos. También Gallito Ramírez y los protagonistas de su famosa novela Pero<br />
sigo siendo el rey, llevados con gran éxito a la televisión.<br />
El Fecha es un seductor natural. Su labia es su magia. Su vida de aventuras y enredos, que no por<br />
ser –quizá– inventados dejan de parecer reales, las peripecias de sus compadres y comadres, y sus<br />
dichos, exclamaciones y carajadas, conforman una especie de pintoresca y divertida stand-up<br />
comedy difícil de olvidar.<br />
El Flecha tiene el encanto de esos sabios y sabrosos relatores de historias que han venido<br />
desapareciendo en aldeas y campos. Resulta tan elemental pero tan atractivo como esas pinturas<br />
naïf que adornan las paredes de los bares de la Costa, o como esos coloridos busecillos escalera de<br />
Pitalito que siempre nos arrancan una sonrisa.<br />
El Flecha tiene el encanto de esos sabios y sabrosos relatores de historias que han venido<br />
desapareciendo en aldeas y campos. Resulta tan elemental pero tan atractivo como esas<br />
pinturas naïf que adornan las paredes de los bares dela Costa, o como esos<br />
coloridos busecillos escalera de Pitalito que siempre nos arrancan una sonrisa. “El Fecha es<br />
un seductor natural. Su labia es su magia.”<br />
---------------------------------<br />
El <strong>Homenaje</strong> Póstumo que CORREveDILE rinde a <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong> no termina aquí. Seguirán<br />
siendo publicadas todas las manifestaciones de amigos y admiradores y dando a conocer sus demás<br />
obras literarias y periodísticas que fueron abundantes y deliciosas en su construcción.<br />
Paz en su tumba, <strong>David</strong>!!<br />
¡QUE VIVA EL REY!!
Editorial de Eltiempo.com<br />
Sánchez <strong>Juliao</strong> no solo fue un investigador del folclor costeño, sino una parte integral de este.<br />
La última colaboración de <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong> que publicó EL TIEMPO corresponde al 18 de julio<br />
del año pasado. Se disputaba el Mundial de Fútbol y el cordobés sorprendió con una deliciosa crónica<br />
sobre animales famosos, que empezaba con 'Paul', el pulpo capaz de adivinar resultados deportivos,<br />
y terminaba con los perros que viajaban a bordo del 'Titanic' cuando naufragó el famoso barco.<br />
Era una nota de tema atípico, si pensamos que Sánchez <strong>Juliao</strong> se distinguió sobre todo por sus<br />
historias costeñas, pero estaba escrita con la información, la gracia y el dominio del idioma que<br />
caracterizó a este loriquero que acaba de fallecer en Bogotá a los 65 años de edad. El autor de<br />
múltiples relatos encarnó en forma desbordada, laboriosa y creativa la tradición oral de la Costa<br />
Atlántica. Se le recordará sobre todo por sus divertidos relatos grabados y los personajes que los<br />
poblaban, como El Flecha, aquel boxeador cobardón y rebuscador. Pero es justo recordar que su<br />
pluma se desempeñó en otros campos de las letras.<br />
Fue novelista de éxito, casi siempre en clave de humor, y se ocupó con interés especial en la<br />
música popular. Así, escribió una trilogía narrativa que abarca las rancheras mexicanas -Pero sigo<br />
siendo el rey-, las melodías andinas -Mi sangre aunque plebeya- y la música tropical -Danza de<br />
redención-. La primera marcó un hito en las telenovelas colombianas, cuando se llevó con gran<br />
suceso nacional e internacional a la pantalla chica. Si sus cuentos y novelas lo hicieron merecedor de<br />
numerosos premios literarios, entre ellos el Dulcinea, que otorga la Asociación Cervantina de<br />
Barcelona, sus trabajos en cine y televisión le dejaron 17 estatuillas de la India Catalina, y sus<br />
grabaciones, dos discos de oro.<br />
Sánchez <strong>Juliao</strong> no solo fue un juicioso investigador del folclor costeño, sino una parte integral de<br />
este. Su presencia era una especie de embajada permanente del humor y la idiosincrasia del Caribe.<br />
Eran célebres, por su simpatía, sus participaciones en mesas redondas y conversatorios y contó entre<br />
sus mejores amigos a muchos cachacos que sabían que sus boutades contra el interior no eran más<br />
que cariñosas muestras de mamagallismo. Residió en Bogotá en muchas ocasiones y aquí se ha<br />
dejado morir. Es una prueba final e inesperada de la acogida general que tenía en todo el país.<br />
editorial@eltiempo.com.co
___________________________<br />
Era conocido por obras como 'El Pachanga', 'El Flecha' y la novela 'Mi sangre aunque Plebeya'.<br />
Sánchez <strong>Juliao</strong> nació el 24 de noviembre de 1945 en Lorica, departamento de Córdoba.<br />
Según informó la emisora RCN, el escritor falleció en la Clínica Shaio de Bogotá, tras sufrir una<br />
afección cardíaca.<br />
De acuerdo a la reseña en su página de Internet, estudió literatura, comunicaciones y sociología, con<br />
doctorados en la Universidad Simón Bolívar y la Universidad de Córdoba, y con estudios en CIDOC,<br />
Cuernavaca, México, en donde luego se desempeñó como profesor.<br />
Entre sus obras más destacadas están las novelas 'Mi sangre aunque plebeya' y 'Pero sigo siendo el<br />
rey', ganadora del Premio Nacional de Novela Plaza y Janés. Estas dos obras fueronllevadas con gran<br />
éxito a la televisión en los años 80.<br />
Además de eso, Sánchez <strong>Juliao</strong> fue pionero de los audiolibros, en los que mezclaba un libro y un<br />
disco con la narración. El primero de ellos fue una serie de cuentos llamada "¿Por qué me llevas al<br />
hospital en canoa, papá", en 1975.<br />
Pero sin duda en esta modalidad los más recordados son Abraham Al Humor, 'El Pachanga' y 'El<br />
Flecha'. (Escuche acá la grabación de 'El Flecha').<br />
Se trata de tres historias que tienen como fondo su natal Lorica y en las que, como lo reseñó el crítico<br />
Pedro Cuadro Herrera en la página de internet del escritor, sus protagonistas se caracterizan por ser<br />
"seres atrapados en el círculo vicioso de la pobreza y la desesperanza, pero también por sospechar<br />
que -en medio de sus desgracias- no tienen otro remedio que burlarse de su propia suerte".<br />
Sus historias grabadas han ganado cinco galardones de Disco de Platino Sonolux y Disco de Oro<br />
M.T.M y las adaptaciones de sus obras para cine y televisión lograron 17 Premios India Catalina en el<br />
Festival de Cine de Cartagena.<br />
Precisamente, a la pantalla grande fueron llevadas sus obras 'El pargo rojo' y 'Luz de enero'.<br />
También escribió cuentos para niños como 'El país más hermoso del mundo', 'La muy divertida<br />
historia de la Cucarachita Martínez y su goloso marido el señor don Ratón Pérez', Geografía animal y<br />
Roberto el terco, entre otras<br />
Además de su obra literaria, Sánchez <strong>Juliao</strong> incursionó en la diplomacia: fue embajador de Colombia<br />
en la India y en Egipto entre 1991 y 1995, donde además de ejercer la jefatura de esas misiones<br />
diplomáticas, fue profesor universitario.
"Fue escritor y amigo con todas las de la ley. Me produce mucha pena su muerte. Era el rey del<br />
diálogo. Construía y reconstruía situaciones del ámbito popular de forma admirable. Su robusta<br />
humanidad cuando se presentaba era esplendorosa. Era una montaña que se le venía al público",<br />
dijo el ex presdidente Belisario Betancur, a través de 'La W'.<br />
Lea algunos textos de <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong><br />
El pargo Rojo<br />
Cinco puntos cardinales<br />
Fama animal<br />
Crónica de la apertura<br />
Éxito del criollismo<br />
Título: La muy divertida historia de la Cucarachita Martínez y su goloso marido el señor don Ratón<br />
Pérez<br />
Editorial: Norma<br />
Fecha de publicación: 1/25/2007<br />
Torre de Papel Azul<br />
La muy divertida historia de la Cucarachita Martínez y su goloso marido el señor don Ratón Pérez<br />
Autor(es)<br />
<strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong>
Esta es la historia de la dulce y vanidosa Cucarachita Martínez que, después de oír a muchos<br />
pretendientes, decide casarse con su adorado Ratón Pérez.<br />
Su nueva vida de casados parece ir de maravilla, hasta que los dulces que cocina la Cucarachita, la<br />
afición a nadar del Ratón y los sospechosos planes del tío Conejo le dan una curiosa y divertida vuelta<br />
a esta historia de animales, que es un ingenioso retrato de la cultura del Caribe.<br />
COLECCIÓN DE CUENTOS Y RELATOS DEL CARIBECOLOMBIANO EN LA VOZ DE SU AUTOR<br />
DAVID SÁNCHEZ JULIAO<br />
Pocos meses después de haber lanzado <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong>, Contador de Historias en el 2003, y<br />
agotadas sus sucesivas ediciones ante una acogida sin precedentes en todos los países de habla<br />
hispana, la compañía de grabación MTM decidió realizar un nuevo CD-doble: <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong>,<br />
Contador de Historias DOS en el 2004. Esta segunda grabación ha contado con el respaldo del público<br />
y el mismo éxito que el anterior.
Entre las historias que se cuentan en estos discos compactos están algunos cuentos<br />
internacionalmente galardonados de Sánchez <strong>Juliao</strong> como El pargo rojo, con el cual obtuvo el<br />
"Premio Dulcinea 2000", otorgado por la Asociación Cervantina de Barcelona, España y su obra de<br />
teatro breve Pedrito, el soñador, la cual fue publicada por primera vez en las páginas de la Revista<br />
Literaria Baquiana.<br />
Leer a <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong> es una experiencia de enriquecimiento personal, pero escuchar a <strong>David</strong><br />
Sánchez <strong>Juliao</strong> es un acercamiento a la cultura popular de nuestra América Latina.<br />
PRODUCTOR FONOGRÁFICO MTM Ltda<br />
Colección de Discos Compactos<br />
(CD-DOBLE) MTM 018297-2<br />
www.discosmtm.com<br />
Hecho en Colombia (2004)<br />
Blog/ Sardi<br />
09<br />
feb Dos loriqueros recuerdan a<br />
<strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong><br />
HB Hoja Blanca
El maestro <strong>David</strong><br />
Por: Lorena Vergara Agámez, invitada especial a Sardi en Lorica.<br />
Hace más de tres años conocí al maestro <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong>. Recuerdo que mi profesora<br />
de periodismo Ginna Morelo me ayudó a contactarlo para llevarlo de invitado a un evento de<br />
literatura que estaba organizando en el municipio de San Antero en Córdoba.<br />
La primera vez que hablé con él por teléfono sólo conversamos de Lorica…teníamos en<br />
común éste pueblo que nos vio nacer…él estaba en Bogotá y yo estaba ya en Córdoba por<br />
lo cual no podríamos vernos hasta el día del evento pero conversamos mucho por teléfono y<br />
el día que llegó yo lo fui a recoger al aeropuerto.<br />
Recuerdo que todos me decían que era un hombre con un gran sentido del humor pero de<br />
carácter muy fuerte, por lo cual por supuesto tenía cierto nerviosismo…una vez me vio<br />
mencionó mi primer nombre que casi nadie lo sabe en voz alta y con ese cantadito propio de<br />
su voz, me dio un gran abrazo e inmediatamente le pregunté quién le había dicho mi primer<br />
nombre ―Tu sabes que uno en Lorica se entera de todo‖ dijo, lo cual respondí ―Es cierto<br />
maestro pero usted viene de Bogotá‖. ―Yo vivo en Bogotá en vivo y en Lorica por teléfono‖<br />
dijo. Un rato después me confesó que Ernesto MacCausland, periodista barranquillero<br />
amigo y con quien había trabajado meses antes haciendo un cortometraje que recreaba uno<br />
de los cuentos del maestro <strong>David</strong>, le había hablado de mi y entre muchas otras cosas le<br />
había contado el pequeño detalle del nombre.<br />
Le caí bien, me lo dijo cuando lo dejé en casa de su madre. Nos volvimos a ver una vez yo<br />
aterricé en Bogotá y nos vimos muchas veces más, hablábamos de literatura, de Lorica, de
música, de viajes, nos tomábamos un café ―chorriao‖ que había aprendido a preparar en<br />
Costa Rica y que le encantaba… lo llamamos el café de las buenas noticias porque aunque<br />
hablábamos por teléfono con cierta regularidad ―los mejores cuentos‖ los dejábamos para<br />
cuando nos veíamos.<br />
Podías pasar horas y horas conversando con él y si estabas en su casa sacaba<br />
cuidadosamente cada archivo y te mostraba con cuidado sus tesoros, te ubicaba en tiempo<br />
y espacio, te pedía opinión sobre como actualizarlos, en el caso de las fotos preguntaba si<br />
podría digitalizar todas las fotos de ―El Flecha‖ que tenía en su archivo y que con el paso del<br />
tiempo iban perdiendo su color.<br />
No tengo un solo recuerdo del maestro <strong>David</strong> donde no pueda sonreír con alguna de sus<br />
historias. Siempre le dije Maestro porque lo era sin dudas, aunque él decía mi gran amiga<br />
―….. Lorena‖ y siempre mencionaba mis dos nombres aunque le insistiera una y otra vez<br />
que el primero no me gustaba. Pero le daba igual, tan igual que envió una foto a un<br />
periódico de la reconocida venta de jugos ―El Siboney‖ de Lorica, una foto de hacía mas de<br />
40 años y al pie de la foto puso ―ésta foto para mi amiga ―…. Lorena‖ nos debemos el jugo!!‖.<br />
Obviamente una vez llegó nos tomamos el jugo, primero porque me encantaba conversar<br />
con él y segundo porque no quería que volviera a boletearme el nombre.<br />
Una vez llamó a mi casa, yo estaba de vacaciones en Lorica y mi madre contestó el<br />
fijo…recuerdo que mi madre habló como media hora y luego gritó ―te llama <strong>David</strong>‖ y cuando<br />
contesté dijo ―a soy amiguísimo de tu mamá y eso que no nos conocemos en persona‖ y<br />
soltó su sonora risa.<br />
Hace una semana, le envié un mail contándole que existía la probabilidad que me fuera del<br />
país y quedamos que nos tomaríamos ―el café de las buenas noticias‖ en Bogotá una vez<br />
llegara. Me dijo que en diciembre nos debimos haber tomado un jugo donde el Siboney pero<br />
ninguno de los dos sabía que el otro estaba en Córdoba, quedamos en el café que quedará<br />
para la eternidad porque hoy 9 de febrero día del periodista murió el maestro <strong>David</strong>,<br />
llevándose consigo el secreto del ―café chorríao‖. Un abrazo enorme a su familia, a sus<br />
amigos, a los que lo acompañaron, a los que alimentaron sus historias, a los que creyeron y<br />
a los que no…un abrazo a todos y cada uno de los que tuvieron contacto con el maestro<br />
<strong>David</strong>…con <strong>David</strong>…con el viejo Deivid…<br />
El Embajador de la India (El Lord…iquero)<br />
Por: Jaime de Vargas Severiche, Sardi, el anfitrión de este blog.<br />
Lastimosamente la grandeza de un personaje está ligada a la cantidad de veces que su<br />
imagen es expuesta en los medios. De ahí que muchas veces quienes han hecho grandes<br />
obras mueran sin dejar de respirar víctimas del olvido.
Hoy despiden a <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong> como un grande de las letras puesto que tiene más<br />
que ganado por todo lo que su pluma colocó en el papel. No puedo explayarme en mas<br />
elogios porque caería en algo que siempre he criticado: la hipocresía lambona que nos lleva<br />
a ir en contravía de nuestros verdaderos sentimientos.<br />
Fue grande sí, pero no el más grande, como algún colega suyo puso en Twitter, ―el más<br />
grande de Lorica‖. Ni el más grande, ni de Lorica. Porque al contrario de lo que piensa la<br />
gente él no fue un personaje que convivió entre nosotros, es más, tenemos un recuerdo muy<br />
poco agradable en donde insultó, megáfono en mano, a quienes acompañaban el sepelio de<br />
Manuel Zapata Olivella, otro grande que volvió a su pueblo hecho cenizas.<br />
Insultó a su pueblo porque solo habían hecho presencia 6 canoas del centenar que había<br />
pedido para adornar el acto de arrojar las cenizas de Zapata Olivella a las aguas del<br />
devaluado Sinú. En la más profunda ignorancia sobre la realidad del pueblo al que le acudía<br />
a reciclar las historias que lo hicieron famoso, reclamó la falta de solidaridad al no convocar<br />
a los pescadores y sus artesanales embarcaciones. Lo que él nunca se le ocurrió a su<br />
pensamiento capitalino seudocachaco fue que el inventario de canoas de pescadores en el<br />
casco urbano de Lorica no supera la docena, es más, en todo el bajo Sinú no hay 100<br />
canoas.<br />
Añadió unas palabras que aun retumban en los corazones de quienes ese día,<br />
desilusionados veían como el escritor al que Lorica y sus historias habían hecho famoso,<br />
despreciaba los esfuerzos hechos para el entierro de un personaje al que muchos sentían<br />
como ajeno. ―Le quedó grande el entierro de Zapata Olivella a este pueblo‖, dijo para luego<br />
rematar diciendo ―a mí que no me entierren en Lorica‖.<br />
A diferencia de la sencillez que pretendía en sus libros (nunca percibí nada de eso), tenía<br />
mas perfil de jugador de golf que de tirador de trompo, no se si pretendió ser un lord, sin<br />
saber que toda la vida fue un lord…iquero.<br />
Yo hablo del ―síndrome de Gossaín, gran periodista, que denuncio todo en la vida menos lo<br />
que han hecho en su pueblo, donde políticos y delincuentes tienen un paraíso para hacer<br />
sus fechorías. Así Fue <strong>David</strong> <strong>Sanchez</strong> <strong>Juliao</strong> el mismo personaje que se negó a dejar unas<br />
palabras en el mural del maestro Adriano Rios Sossa cuya obra permanece al igual que él,<br />
engrandeciendo al pueblo que lo vio nacer.<br />
García Márquez no sería nadie si Aracataca no le regala las historias, al igual que Sánchez<br />
<strong>Juliao</strong> y Zapata con Lorica y Gossaín, recién estrenado escritor con El Viento, pueblo al que<br />
dijo que no volvería porque quería recordarlo como él lo dejó. Si es por eso puede volver<br />
mañana mismo porque los políticos se han encargado de mantenerlo intacto, yo creo que<br />
hasta mas acabado.
Si el deseo de <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong> es igual al de su colega Zapata Olivella, quien pidió<br />
que regaran sus cenizas en uno de los símbolos de la tierra que el amo, deberían de regar<br />
sus cenizas en el cerro de Monserrate. No sé si ese síndrome sea típico de los intelectuales,<br />
también tengo historias de García Márquez quien nuca volvió por las tierras sucreñas de<br />
donde sacó muchas de sus historias (Sucre y Sincé) y no creo que Aracataca sea su más<br />
cercano destino.<br />
10 de febrero de 2011<br />
La muerte de <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong><br />
<strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong>: palabrero mayor<br />
Por Jorge Eliécer Pardo<br />
Jamás he conocido escritor más lleno de amor y vida que <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong>.<br />
Siempre, en estos largos y agitados años de amistad, escucharlo al calor de un café<br />
relatar historias escritas y por escribir, deleitaba a contertulios y espontáneos que<br />
se acercaban. Tampoco he conocido autor de mi generación que llene tanto una<br />
sala de conferencia y que su exposición, matizada con referencias intelectuales y<br />
populares, no sacara admiración; la gente quería que siguiera hablando, sin<br />
papeles ni ayudas audiovisuales. Un verdadero palabrero. Uno de esos escritores<br />
colombianos —escasos ya— que no se expresaba en malos términos de nadie;<br />
siempre ponderando lo bueno de los demás, en especial de los que lo<br />
acompañaban en la literatura.
Carlos Orlando Pardo, Jorge Eliécer Pardo y <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong> en los años 70s<br />
Escuché, en la época de los primeros libros de <strong>David</strong>, a esos acartonados<br />
sociólogos —bautizados por entonces como científicos sociales— que Sánchez<br />
<strong>Juliao</strong> pretendía apropiarse del discurso popular que no beneficiaba ni a la<br />
sociología ni a la literatura. Bastó el paso del tiempo para entender que <strong>David</strong><br />
daba comienzo en Colombia a una nueva lectura donde sus textos vivos y llenos<br />
de tejido social y poético, conformaban la idiosincrasia de diferentes zonas del<br />
país, sobre todo la de la Costa Caribe. Primero lo tomaron con humor (El<br />
Pachanga, El Flechas) y después se dieron cuenta de que su discurso narrativo y<br />
estético no sólo estaba impregnado del lenguaje propio de sus protagonistas sino<br />
que allí navegaba una juiciosa investigación que leía e interpretaba la sociedad,<br />
más allá de los marmóreos estudios o informes de científicos sociales. Y <strong>David</strong><br />
esperó, no necesitaba más. Insistió en su forma expresiva y en sus contenidos<br />
vernáculo. Muchos, como Orlando Fals Borda y la antropóloga Nina de<br />
Freidemann comentaron la importancia de esos textos en la cultura<br />
colombiana. Allí está la esencia viva de nuestras comunidades, me dijo alguna vez<br />
Nina.
Silvia Aponte, Magil, <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong>, Jorge Eliécer Pardo y Fabio Martínez, 2009<br />
Se nos fue <strong>David</strong> y su parsimonia para relatar viajes y anécdotas, amores y<br />
despedidas. En la radio, entrada la mañana cuando supe la noticia, oí un<br />
viejo reportaje donde narraba cómo se formaban las identidades. La<br />
trascribo de memoria: un negrito que se mira al espejo de frente y se dice:<br />
soy chévere. Se mira el perfil izquierdo y se dice: soy chévere. Se mira el<br />
perfil derecho y se dice: soy chévere. Un blanco, que está cerca le<br />
reprocha: usted no es más que un negro hijueputa. El negro no lo mira,<br />
sólo se dice: pero chévere.
Buen viaje <strong>David</strong>.<br />
<strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong> sigue siendo el rey<br />
Por Carlos Orlando Pardo<br />
Alguna vez, <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong> dijo que escribía para que la muerte no tuviera la<br />
última palabra. Y así será, en su caso, porque toda su obra está impregnada de<br />
sabiduría popular, la que supo beber en cada viaje por pueblos de la costa en su<br />
continuo ir y venir de trashumante irredimible. Me parece verlo mostrar su<br />
incomparable sentido de pertenencia con el orgullo de todo un campeón que<br />
levanta un trofeo. Y de reclamar, inclusive, su origen tolimense, porque fue<br />
precisamente su abuelo, el gallo Sánchez, nacido en Venadillo, quien diera lugar al<br />
comienzo de su origen, muchos años atrás, cuando llegó al Ministerio de<br />
Educación a pedir su traslado como educador y allí se vería de frente por primera<br />
vez con la señora Margoth Cárdenas que se hallaba en las mismas. Al no existir<br />
sino la plaza para un matrimonio tras haber pasado semanas a la espera de una<br />
respuesta, se encontrarían los dos y para siempre como una bonita jugada del<br />
destino.
Ahora que se ha marchado de un momento a otro traicionado por su corazón y<br />
despertando no risas sino lágrimas en un país que realmente lo quería, vemos que<br />
todos los presupuestos tenían descartada su partida porque si algo hizo fue vibrar<br />
con la vida y convertirse, gracias al esfuerzo de su palabra oral y escrita, en un<br />
símbolo vital de la alegría, el permanente buen humor y en el traductor del mundo<br />
de la cultura del caribe arrancado de las raíces populares.<br />
<strong>David</strong> con Rubén Blades<br />
Este palabrero entrañable cuya amistad me honró por cuatro décadas, dijo adiós<br />
de la manera más inesperada para sacudir nuestro dolor cuando estábamos<br />
preparados para recibirlo otra vez en Ibagué con los brazos abiertos. Sólo unas<br />
semanas atrás estuvo en Ibagué deleitando con su gracia incomparable,<br />
abrazando a sus primos, como llamaba a Benhur y Héctor Sánchez, haciendo las<br />
venias y los reconocimientos respetuosos y de admiración al gran Rodrigo Silva,<br />
recorriendo el museo de arte bajo el clima grato del barrio Belén mientras se<br />
conocía más de cerca con Darío Ortiz, autor de la carátula de su última novela<br />
publicada por Pijao Editores y compartiendo agradado el lanzamiento del nuevo<br />
libro de Alberto Santofimio.
Desde la pizzería de la plaza de Bolívar o una mesa grande en el Círculo lanzaba<br />
sus historias y antes de despedirnos, sin imaginar que era para siempre, entregó<br />
uno de sus libros para niños a mi hija menor con la dedicatoria de su tío <strong>David</strong><br />
porque se consideraba sin dudar mi hermano como yo mismo lo sentía. Salvo el<br />
periplo que lo llevaría de embajador a Egipto o la India y su tiempo de profesor<br />
invitado a las universidades norteamericanas o de México donde apenas llegamos<br />
a escribirnos, estuvimos ahí, a su lado, a partir de las ya lejanas tardes cuando nos<br />
presentó el periodista Enrique Córdoba, estrella hoy de la radio en Miami y<br />
oriundo de su amada Lorica. Conocí entonces de primera mano su primer libro<br />
aún sin empastar ¿Por qué me llevas al hospital en canoa, papá, firmado en julio<br />
de 1974. No dudé en escribir entusiasmado una larga nota cuando las hacía como<br />
comentarista en Radio Nacional, adonde le presenté a su director, el inmortal<br />
Germán Vargas Cantillo con quien haría una hermosa amistad. De entonces a hoy<br />
lo vimos convertirse en una figura emblemática de la literatura colombiana, en el<br />
fundador mundial de los libros casete o libros audio con El Flecha y El Pachanga,<br />
en el autor de novelas premiadas que fueron llevadas con éxito rotundo a la<br />
televisión como Pero sigo siendo el rey con 17 estatuillas de la India<br />
Catalina, Gallito Ramírez o Cachaco, palomo y gato, en el conferencista que se<br />
rapaban a lo largo del país y en ese viajero por más de setenta países de cuya<br />
experiencia como agudo observador y mordaz crítico publicó algunos libros con su<br />
sabia y humana visión.<br />
Carlos Vives y Margarita Rosa de Francisco<br />
Su trilogía musical novelística que completara con Danza de redención basado en<br />
melodías andinas y dejando los ritmos tropicales como protagonistas en Mi sangre
aunque plebeya, dejaban su obsesión por un tema que habitó buena parte de sus<br />
horas y que aprendió a matizar desde tiempos tempranos como locutor. Ahí están<br />
palpitantes sus fábulas en El arca de Noé y sus Historias de Raca Mandaca, por<br />
ejemplo, que fueron dándole la consistencia de un escritor disciplinado y<br />
talentoso, para explicarnos en Por qué somos así su capacidad para la sociología y<br />
el arte de comunicar.<br />
Antonio Mora Vélez, Carlos Orlando Pardo y <strong>David</strong> Sánchez <strong>Juliao</strong>, 2009<br />
No sólo su empleada wayú que llevaba con él quince años y Katy, su última esposa<br />
a lo largo de dos cuatrenios quien administraba con amor su agenda, sino además<br />
todos sus innumerables amigos desde expresidentes y políticos hasta colegas en la<br />
escritura y gente humilde, hemos sentido su ausencia con un dolor que lastima<br />
como si la luz se oscureciera.<br />
Antes de partir le dejó a mi hermano Pablo para Caza de libros su primer libro de<br />
poemas y a mi el volumen de cuentos Los premios para que fuera parte de la<br />
nueva colección de Pijao, adonde apareció su última novela reeditada Aquí yace<br />
Julián Patrón.
No habrá sino recuerdos grabados en el mármol y de pronto su mirada perdida en<br />
Ambalema cuando Mapy Gutiérrez lo invitó para que recogiera historias sobre El<br />
Mohan. Seguro que como dijo su hija Paloma, se fue directo para el cielo a hacer<br />
reír a todos en su reino.<br />
Ibagué, febrero 11 de 2011<br />
Antonio Mora Vélez, <strong>David</strong> Sánchez J, Jorge E Pardo, Carlos Perozzo y Magil, 2009
Los primos <strong>Sanchez</strong>: Héctor, <strong>David</strong> y Benhur<br />
Jairo Polanco, Fabio Morales, Carlos O Pardo, Héctor Sánchez, <strong>David</strong> Sánchez J, Benhur<br />
Sánchez y Pablo Pardo,2010