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PUNTO DE INFLEXIÓ N<br />
“Desde mi<br />
enfermedad,<br />
me tomo<br />
la vida con<br />
más calma”<br />
En 2002, Markus Babbel contrajo el<br />
síndrome de Guillain-Barré. Padecer<br />
este grave trastorno neurológico le<br />
enseñó lecciones que hoy le vienen muy<br />
bien en su trabajo como entrenador.<br />
imago<br />
Nombre<br />
Markus Babbel<br />
Fecha y lugar de nacimiento<br />
8 de septiembre de 1972, Múnich<br />
Posición<br />
Defensa<br />
Trayectoria como jugador<br />
1991–2000 Bayern de Múnich<br />
1992–1994 Hamburgo (cedido)<br />
2000–2004 FC Liverpool<br />
2003–2004 Blackburn Rovers (cedido)<br />
2004–2007 Stuttgart<br />
Trayectoria como entrenador<br />
2008–2009 Stuttgart<br />
2010–2011 Hertha de Berlín<br />
2012 Hoffenheim<br />
Todo empezó en el otoño de 2002 con un<br />
cosquilleo aparentemente inofensivo en<br />
los dedos de los pies. Acababa de superar<br />
una mononucleosis infecciosa y aún me<br />
estaba restableciendo. Me dijeron que<br />
aquella desagradable sensación desaparecería<br />
en tres semanas, pero la cosa fue a más y<br />
llegó un momento en el que apenas era capaz de<br />
subir las escaleras por mí mismo. Las piernas no<br />
me respondían.<br />
El 28 de noviembre de aquel año me dieron<br />
la impactante noticia: había contraído el síndrome<br />
de Guillain-Barré (SGB), una dolencia provocada<br />
por la mononucleosis infecciosa. Apenas<br />
sentía las piernas por debajo de las rodillas, una<br />
sensación que, lógicamente, te mete el miedo en<br />
el cuerpo. Cuando la noticia de mi enfermedad<br />
se hizo pública recibí cerca de cuatrocientas<br />
cartas de otras personas afectadas, que contaban<br />
historias terribles que iban desde la necesidad<br />
de someterse a una diálisis hasta la parálisis<br />
completa. Aquello me impresionó.<br />
Pese a todo, decidí no lamentarme, puesto<br />
que, a fin de cuentas, hasta entonces solo había<br />
conocido la cara amable de la vida. “Esto no es<br />
nada agradable, pero hay gente que está mucho<br />
peor, así que manos a la obra y a luchar”, me dije.<br />
Me pasé meses postrado en una silla de ruedas<br />
y tuve que someterme a un difícil tratamiento,<br />
pero al final salí adelante. Para mí significó<br />
mucho que el Liverpool, mi club de entonces, me<br />
brindase su apoyo en todo momento y que incluso<br />
me ampliase el contrato de forma prematura.<br />
Una vez restablecido sentí que algo había cambiado<br />
dentro de mí. Antes de contraer el SGB<br />
nunca me había lesionado de gravedad ni me<br />
había perdido más de un mes de competición<br />
seguido. Después de la enfermedad soy capaz de<br />
entender mejor a los jugadores que sufren lesiones.<br />
Por encima de todo, lo que un futbolista<br />
quiere después de lesionarse es volver a jugar<br />
cuanto antes. Antiguamente yo también era muy<br />
impaciente. Si el entrenador no me ponía, porque<br />
se suponía que todavía no estaba al cien por cien,<br />
yo no lo entendía. Hoy lo veo de otra manera. Un<br />
futbolista tiene que escuchar a su cuerpo y cuidarlo,<br />
porque, al fin y al cabo, estamos hablando<br />
de su principal activo como profesional.<br />
En general, hoy me tomo las cosas con mucha<br />
más calma que antes de la enfermedad,<br />
cuando era obstinado y tenía el éxito como<br />
máxima prioridad. Actualmente trabajo como<br />
entrenador y, aunque sigo siendo ambicioso y<br />
quiero ganar siempre, sé relativizar la importancia<br />
de los resultados y preservar mi relación<br />
con los demás. Una derrota me causa decepción,<br />
pero no es el fin del mundo. Además, el SGB me<br />
enseñó a tomarme las críticas que vienen de<br />
fuera de una forma menos personal. En la vida<br />
hay cosas mucho más importantes que ganar o<br />
perder un partido de fútbol. Å<br />
Redactado por Nicola Berger<br />
Grandes figuras del mundo del fútbol<br />
nos relatan momentos trascendentales<br />
en sus vidas.<br />
THE FIFA WEEKLY<br />
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