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Las cosas del comer<br />

más extendidas son las del grelo y el repollo, siendo la primera de ellas<br />

la más estacional. Para Diego López, no hay discusión. “La nabiza o el<br />

grelo, para mí, le van mucho mejor al cocido por ese amargor, esa acidez<br />

que ayuda a digerir las grasas y a que el plato sea más llevadero,<br />

porque el cocido es un plato muy fuerte. El grelo hace su función”.<br />

Siempre que el producto sea bueno, la clave para alcanzar la perfección<br />

en el cocido está en los diferentes puntos de cocción de cada uno de<br />

los ingredientes. “El lacón necesita sus dos horas y media, y los grelos,<br />

chorizos y patatas, todo lo más tres cuartos de hora”, recogía Álvaro<br />

Cunqueiro en Cocina Gallega. Diego López, que puede llegar a servir<br />

hasta 3.000 cocidos en una temporada en La Molinera, sabe solo con<br />

ver las piezas cuánto tiempo necesitarán para estar en su punto y reconoce<br />

la dificultad de hacer un buen cocido. “La gente no se da cuenta,<br />

a veces, del trabajo que da. Cuesta más hacer un cocido que un menú<br />

degustación”, reconoce el lalinense.<br />

Como entrante, y para preparar el cuerpo para lo que vendrá después,<br />

lo habitual es comer caldo o una sopa hecha con el agua de cocer la<br />

carne, que bien puede llevar pasta o incluso arroz, como detallaba Cunqueiro.<br />

Y como colofón, postres tradicionales como cañas de crema, filloas,<br />

orejas, flores o queso con membrillo. El vino suele ser tinto<br />

gallego, como recomendaba Cunqueiro: “Pide un tinto del país, el más<br />

sereno y graduado que se pueda”. Y el resto, lo pone la compañía.<br />

Precisamente, en las siguientes páginas acompañamos dos recetas de<br />

cocido ‐una tradicional y otra más moderna‐ de sendos vinos (catados<br />

por nuestro sumiller, Juan Ignacio Ayerbe). Porque hay tantos cocidos<br />

como mesas y motivos, sobran.

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