YUKIKO AKAGI - Blog del Auditorio Miguel Delibes
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de Preludios fue compuesto por Debussy<br />
entre 1910 y 1912. Rachmaninov escribió<br />
la primera versión de su segunda Sonata<br />
en 1913. Volvió a ella en 1931 reduciéndola<br />
de forma sustancial. Por último, Prokofiev<br />
compuso los Cinco Sarcasmos op. 17 entre<br />
1912 y 1914 y las Veinte Visiones Fugitivas op. 22,<br />
entre 1915 y 1917. Hablamos, por lo tanto,<br />
grosso modo, de los años inmediatamente<br />
anteriores a la Primera Guerra Mundial.<br />
Hoy en día, retrospectivamente, sabemos<br />
que, más o menos en ese momento, se dio<br />
el salto hacia la abstracción en pintura, o<br />
que el futurismo italiano hizo entonces<br />
una desafiante irrupción en el medio<br />
artístico internacional. Aunque muchos de<br />
los artistas de la época eran conscientes de<br />
esos cambios, es bastante injusto exigirles<br />
a todos la misma voluntad de ruptura que,<br />
además, tuvo como consecuencia que se<br />
tambalease la hegemonía que la música<br />
había consolidado a lo largo <strong>del</strong> siglo xix.<br />
De ser considerada, en el siglo xviii, un<br />
mero “ruido agradable”, a lo largo <strong>del</strong> siglo<br />
siguiente, la música alteró por completo<br />
la jerarquía de las artes, convirtiéndose<br />
en el mo<strong>del</strong>o al que aspiraban las demás.<br />
La búsqueda de sensaciones transitorias,<br />
siempre cambiantes, y el enorme poder<br />
emocional de la inmaterialidad <strong>del</strong> sonido<br />
explicó su hegemonía. También podremos<br />
“escuchar” ambas cosas en las obras que<br />
forman parte <strong>del</strong> programa de esta noche.<br />
El segundo volumen de Preludios de<br />
Debussy combina de forma ejemplar dos<br />
aspectos. Por un lado, la relación con<br />
la tradición, representada en el género<br />
musical elegido, que remonta a Bach<br />
y que permanece, por ejemplo, en el<br />
carácter casi improvisatorio de las piezas.<br />
Éste se revela particularmente en el papel<br />
predominante de la sonoridad como<br />
elemento fundamental de la composición.<br />
En algunos casos, por ejemplo los dos<br />
primeros preludios, parece ser su elemento<br />
fundamental. Así, ambos permanecen<br />
en el límite de lo audible y lo inaudible,<br />
sacando partido de la combinación de<br />
dinámicas piano y pianissimo con diferentes<br />
tipos de digitación o de ataque pianístico.<br />
Por otro, la incorporación de elementos<br />
rabiosamente contemporáneos. Éstos no<br />
son meramente estilísticos, sino también<br />
culturales. Debussy fue un atento oyente<br />
de su época, capaz de transformar las<br />
experiencias cotidianas más frívolas en<br />
un arte que, un siglo después, nos fascina<br />
por su elegancia y su levedad. Encontró<br />
inspiración en la literatura infantil –Les Fées<br />
sond d´exquises danseuses–, el teatro de variedades<br />
–General Lavine-Eccentric– o las fiestas cívicas<br />
–Feux d’artifice– o en evocaciones exóticas –La<br />
puerta <strong>del</strong> vino, La terrasse des audiences du clair de lune,<br />
Canope–.<br />
El estilo de Debussy es inseparable<br />
de un entendimiento profundo de<br />
la íntima relación que existe entre el<br />
cuerpo <strong>del</strong> pianista y el piano y también<br />
de una exploración de las posibilidades<br />
expresivas y composicionales <strong>del</strong> ritmo.<br />
Comparte estos elementos con Prokofiev<br />
y Rachmaninov, quienes, en su papel de<br />
“representantes” de la Escuela rusa, parecen<br />
estar secundariamente interesados en el<br />
trabajo muy variado sobre los efectos de la<br />
pura sonoridad pianística. Sin embargo,