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<strong>RECUERDOS</strong> Y <strong>REFLEXIONES</strong> <strong>SOBRE</strong> <strong>LOS</strong> PRIMEROS<br />

CUARENTA AÑOS DE LA ACADEMIA DE INGENIERÍA DE<br />

LA ARGENTINA<br />

Ing. Arturo J. Bignoli<br />

Presidente Honor<strong>ar</strong>io<br />

Academia Nacional de Ingeniería<br />

Queridos Amigos y Académicos,<br />

Esta es una fiesta de cumpleaños; hoy se cumplen los primeros 40 años de<br />

existencia de la Academia de Ingeniería, una institución pública de derecho<br />

privado, en plena actividad. Cuando nació, ya existían Academias Nacionales<br />

casi centen<strong>ar</strong>ias, fundadas por próceres de nuestra Historia. S<strong>ar</strong>miento fundó la<br />

segunda academia <strong>ar</strong>gentina, que fue la primera de Ciencias, en 1869 en<br />

Córdoba. La primera fue la de Medicina, fundada por Rivadavia en 1822. La<br />

Medicina no es una ciencia, es una profesión, es “el <strong>ar</strong>te de cur<strong>ar</strong>” basado en las<br />

Ciencias Biológicas y en la experiencia profesional. Resulta que puede haber<br />

Academias de Ciencias y de Profesiones.<br />

Por lo tanto, nuestra Academia, que nació en 1971, es una joven de 40<br />

años de edad, en plena actividad. Demos gracias a Dios que es así y tratemos<br />

que llegue a tener una excelente y prolongada existencia. De nosotros, sus<br />

miembros, depende.<br />

Mis buenos amigos, integrantes de la Mesa Directiva, presidida por mi ex<br />

alumno, como el dice, Osc<strong>ar</strong> V<strong>ar</strong>dé, me encomend<strong>ar</strong>on que dijera unas palabras<br />

alusivas a este cumpleaños, justamente cuando se cumple por cuadragésima vez.<br />

Y yo he aceptado, por disciplina, por afecto, porque creo que es neces<strong>ar</strong>io<br />

tener una idea, lo más cl<strong>ar</strong>a que sea posible, de nuestros orígenes, a los que ya<br />

ha comenzado a borrone<strong>ar</strong> el inevitable olvido y las incertidumbres resultantes<br />

del mismo.<br />

Pero, después de haber aceptado, por todas las circunstancias mencionadas,<br />

pero especialmente por afecto, he caído en la cuenta que no soy historiador, sino<br />

ingeniero civil y que, por otra p<strong>ar</strong>te, estoy seguro de no ser un buen orador.


Contando con vuestras disculpas y sufrida aceptación, comienzo con las<br />

palabras del cumpleaños.<br />

El título de esta exposición es: “Recuerdos y reflexiones sobre los<br />

primeros cu<strong>ar</strong>enta años de la Academia de Ingeniería de la Argentina”. Es<br />

mi testimonio, son mis recuerdos y las reflexiones que ellos me generan;<br />

después de casi 40 años como Académico Titul<strong>ar</strong> de esta querida Academia de<br />

Ingeniería (en adelante ANI), que he presidido durante un l<strong>ar</strong>go lapso.<br />

En 1950 se sancionó la Ley 14.007 y en 1952 el Decreto 7.500 que<br />

imponían a las nueve Academias existentes entonces, la jubilación de sus<br />

miembros, al cumplir los 60 años de edad.<br />

Siendo esa edad, la mínima más frecuente de ingreso en las Academias del<br />

mundo, las locales prácticamente, se vaci<strong>ar</strong>on y desap<strong>ar</strong>ecieron.<br />

Recién en 1955 con el Decreto-Ley 4362 - cuya lectura y meditación les<br />

recomiendo- se estableció, además, el “Régimen de las Academias Nacionales”,<br />

que aún regula nuestro funcionamiento, y así, volvieron a la actividad las nueve<br />

preexistentes, adecuándose al mismo.<br />

A p<strong>ar</strong>tir de entonces, comenz<strong>ar</strong>on a fund<strong>ar</strong>se otras Academias, que podían<br />

solicit<strong>ar</strong> al Ministerio correspondiente, su incorporación a dicho Régimen. Ese<br />

<strong>org</strong>anismo oficial, ot<strong>org</strong>aba o no la misma, previa consulta a las Academias ya<br />

incorporadas. También el mismo Decreto-Ley preveía conceder un subsidio<br />

económico.<br />

Hoy, hay más de veinte Academias Nacionales incorporadas al Régimen<br />

del Decreto-Ley 4362. La cantidad me resulta sorprendente.<br />

El nacimiento de la Ingeniería<br />

Cabe pregunt<strong>ar</strong>se por qué la Academia de Ingeniería, fue fundada recién en<br />

1971 y aún así, es la más antigua de Iberoamérica.<br />

Trat<strong>ar</strong>é de encontr<strong>ar</strong> una explicación a esto, pues considero oportuna la<br />

ocasión p<strong>ar</strong>a hacerlo.


Las circunstancias, que podían influir sobre la oportunidad de dicha<br />

fundación eran:<br />

1ra.- ¿Ingeniería, Ciencia o Técnica?<br />

Se pensaba, desde el siglo XVIII, que la Ingeniería es una ciencia; más<br />

concreta y específicamente, una ciencia aplicada, resultante de utiliz<strong>ar</strong> Física,<br />

Matemática y Química, en las proporciones adecuadas, según la especialidad.<br />

No es así, las Ciencias tratan de explic<strong>ar</strong> los comportamientos de las cosas<br />

existentes, naturales o creadas por el hombre, enunciando teorías basadas en<br />

hipótesis, que luego se substituyen por otras que se consideran más próximas a<br />

la realidad, menos inciertas.<br />

Las Ciencias tratan de proporcion<strong>ar</strong>, mediante la observación y el<br />

razonamiento sistemático estructurado, expresado matemáticamente, los<br />

principios y leyes que rigen los “porqué” del comportamiento de lo existente,<br />

aunque generalmente sólo logran describirlo; cont<strong>ar</strong>nos “como” funciona, pero<br />

no “porque” lo hace así.<br />

Un solo ejemplo basta: las leyes de la atracción de los cuerpos, fueron<br />

enunciadas por Isaac Newton hace aproximadamente cinco siglos y mejoradas<br />

por Alberto Einstein hace un siglo; pero sólo sabemos cómo los cuerpos se<br />

atraen, pero no porque lo hacen.<br />

La Ingeniería, en cambio, p<strong>ar</strong>te de ideas (imágenes), crea sistemas,<br />

“cosifica” esas ideas y –por ende- los <strong>ar</strong>tefactos creados por la Ingeniería,<br />

frecuentemente funcionan satisfactoriamente, a veces sin que se sepa el porqué,<br />

hasta un l<strong>ar</strong>go tiempo después.<br />

Las ideas de los ingenieros, no son exclusivamente racionales, sino que<br />

ponen en juego todas las potencias cognitivas humanas, aún las no racionales,<br />

tales como la imaginación, la fantasía y la intuición, que alimentan a la<br />

experiencia y se gu<strong>ar</strong>dan en la memoria.<br />

Piensen en los <strong>ar</strong>cos de medio punto de los Romanos, como magníficos<br />

ejemplos de estructuras construidas hace mas de dos milenios, conociendo el<br />

“como” construirlas p<strong>ar</strong>a que fueran estables. Se supo porqué eran estables,<br />

cuando ya corrían los años 1700 de la Era Cristiana, es decir 20 siglos después.<br />

Hoy, los alumnos de segundo año de Ingeniería lo saben, pero no saben<br />

como construirlos. Conocen el “porque” los <strong>ar</strong>cos son estables, pero desconocen<br />

el “como” construirlos p<strong>ar</strong>a que lo sean y cuando conviene adopt<strong>ar</strong>los.


Les falta la experiencia práctica, los conocimientos empíricamente<br />

adquiridos que les d<strong>ar</strong>ían la aptitud neces<strong>ar</strong>ia p<strong>ar</strong>a ello.<br />

Enrique Butty, uno de los Fundadores de la ANI, escribió en su libro “La<br />

Ingeniería” en 1932: “La escuela no puede hacer ingenieros” y Raúl Ond<strong>ar</strong>ts en<br />

1977 en “La Ingeniería y los Ingenieros”, reiteró el concepto.<br />

Los “porqués” que proporciona la Facultad y los “cómos”, en dosis<br />

suficientes, resultantes del ejercicio profesional, originan la aptitud neces<strong>ar</strong>ia<br />

p<strong>ar</strong>a “cosific<strong>ar</strong> ideas”.<br />

2da.- Origen de la Ingeniería<br />

Todos nacemos siendo “un poco” ingenieros; sin duda hay una “Ingeniería<br />

innata”.<br />

Si aplicamos espontáneamente nuestras ideas innatas p<strong>ar</strong>a resolver<br />

problemas de ingeniería, estamos haciendo “Ingeniería espontanea” y el<br />

resultado puede ser un desastre o no; pero seguramente damos lug<strong>ar</strong> a una<br />

importante propensión a que dicho desastre ocurra; como en las “Villas de<br />

emergencia” de nuestras ciudades, subproductos de la Ingeniería espontánea.<br />

Pero sin duda, por prueba y error, con sucesivos éxitos y fracasos, pueden<br />

lleg<strong>ar</strong>se a encontr<strong>ar</strong> los límites de una “Ingeniería empírica”, que dentro de<br />

ellos, con su sólo sustento empírico y la repetición de casos exitosos, se<br />

transforme en “Ingeniería tradicional”.<br />

Por ejemplo, las catedrales Románicas o Góticas, que fueron construidas<br />

con “cómos” logrados empíricamente, sin conocer los “porqués”.<br />

Si a la “Ingeniería Tradicional” o a <strong>ar</strong>tefactos cualesquiera, productos de<br />

la inventiva, la inspiración o la intuición humanas, y no sólo de la razón, se les<br />

encuentran los “porqués”, deberían poderse enunci<strong>ar</strong> las teorías que son el<br />

sustento (aproximado, incierto y perfectible) de la “Ingeniería Teórica” que es<br />

la que conoce un Graduado en Ingeniería, en el momento de gradu<strong>ar</strong>se.<br />

La práctica profesional, guiada al principio, conducirá a adquirir la Aptitud<br />

profesional, la experiencia y con ellas la “Verdadera Ingeniería”.<br />

Observemos el escudo de la ANI. Bajo los signos alegóricos, se lee:<br />

CIENCIA ARTE TÉCNICA, o lo que es igual, PORQUÉS CÓMOS<br />

INGENIERÍA. La ingeniería es una técnica, resultante de unas ciencias y unas


<strong>ar</strong>tes; la Medicina también y así otras profesiones. No son ciencias puras ni<br />

aplicadas. Las Ciencias las sustentan, pero la experiencia les da la existencia.<br />

Un “verdadero ingeniero” es un técnico que conoce “cómos” y “porqués”.<br />

Un “científico”, conoce “porqués” y lo que en lenguaje corriente denominamos<br />

un “técnico”, es poco más que un obrero, puesto que sólo conoce “cómos” y<br />

tiene pocos conocimientos, muy elementales, adquiridos empíricamente, de<br />

alguna especialidad (gasista, electricista, conductor de automóviles, enfermero,<br />

etc.). Su denominación correcta podría ser la de “auxili<strong>ar</strong>”. Conoce muchos<br />

detalles adquiridos empíricamente y tiene pocos conceptos, muy pobres.<br />

3.-Confusiones semánticas<br />

Hay por lo tanto una confusión semántica, a propósito de la palabra<br />

técnico, que puede hacer que los “Verdaderos Ingenieros”, que son técnicos,<br />

sean inexplicablemente descalificados, en cuanto a merecer la dignidad<br />

académica, por sólo ser llamados técnicos.<br />

A esta confusión semántica se agrega otra de sentido contr<strong>ar</strong>io, respecto de<br />

la palabra ingeniería. En lenguaje corriente se califica con “ingeniería” a<br />

cualquier actividad que supuestamente logra, gracias a ella, resultados mejores.<br />

Así, se llama “ingeniería electoral”, a la propaganda política bien pensada; a un<br />

lubricante p<strong>ar</strong>a motores lo han llamado “ingeniería líquida” queriendo<br />

exalt<strong>ar</strong>lo!! Y a la acción que se quiera destac<strong>ar</strong> como de gran valor, se dice que<br />

es ingeniería y por ser tal, se supone que es compleja, complicada, difícil de<br />

entender, y todo esto da prestigio.<br />

4ra.- La dignidad académica de la Ingeniería<br />

Sin emb<strong>ar</strong>go, antes de fund<strong>ar</strong>se nuestra Academia, ya existían algunos<br />

“verdaderos Ingenieros”, elegidos como miembros titul<strong>ar</strong>es por Academias de<br />

Ciencias y no solamente ingenieros que habían elegido la dedicación a las<br />

ciencias, sino algunos que ejercían la profesión. Es decir que a la Ingeniería se<br />

le había reconocido la dignidad académica. Un ingeniero podía ser académico,<br />

pese a ejercer una profesión técnica. Tal ocurría en las Academias de Ciencias<br />

en Córdoba, en las de Ciencias Exactas Físicas y Naturales, en la de Ciencias de<br />

Buenos Aires, en la de Geografía y tal vez otras.<br />

5ta.- La Facultad de Ingeniería<br />

La Ingeniería se enseñaba en Facultades de Ciencias o en el mejor de los<br />

casos en Facultades de Ciencias Fisicomatemáticas e Ingeniería. En la UBA, en<br />

La Plata, en Ros<strong>ar</strong>io, en la UCA, en Córdoba, en Tucumán y otras más. No


existían Facultades de Ingeniería, con el agravante que la enseñanza de la misma<br />

en facultades de ciencias, era de tipo teórico y a la vez, se consideraba al<br />

conocimiento de origen empírico o práctico, de inferior nivel intelectual.<br />

En el año 1948 la UBA creó la Facultad de Arquitectura y en 1952,<br />

cumpliendo un Decreto Nacional, sep<strong>ar</strong>ó Ingeniería de Ciencias Exactas y<br />

Naturales creando dos facultades independientes. La Física quedó incluida en<br />

las Ciencias Exactas y la Ingeniería, tuvo personalidad y Facultad propias.<br />

Lamentablemente, sólo fue un cambio de nombres. La Ingeniería siguió<br />

enseñándose como si fuera una Ciencia. Mucho análisis y poca síntesis. Mucha<br />

verificación y poco proyecto, que es lo más importante.<br />

Hoy todo está como entonces, mucho análisis y poquísima síntesis. El<br />

proyecto que siempre es un dato en la Facultad, es en la realidad, el resultado<br />

que se trata de logr<strong>ar</strong>.<br />

6ta.- Un testimonio importante<br />

En 1964 se desprende de la National Academy of Sciences de los EEUU de<br />

América, la National Academy of Engineering.<br />

La Ingeniería se sep<strong>ar</strong>a de las Ciencias, porque es otra cosa.<br />

Un testimonio importante, sin duda.<br />

La fundación de la Academia de Ingeniería<br />

El tema de la fundación de una Academia de Ingeniería en la Argentina<br />

empezó entonces a tom<strong>ar</strong> importancia en las conversaciones entre ingenieros, en<br />

las Facultades, en el Centro Argentino de Ingenieros originando la discusión de<br />

si la Ingeniería era o no una p<strong>ar</strong>te de las Ciencias Fisicomatemáticas, como<br />

p<strong>ar</strong>ecían creer muchos, por el nombre de las facultades en que se enseñaba y la<br />

forma en que se lo hacía.<br />

Esta era la “situación” que se vivía y las “circunstancias” más destacables<br />

que la originaban, las seis antes mencionadas.<br />

De ellas, las dos primeras son las que daban lug<strong>ar</strong> a las mayores<br />

discrepancias, especialmente de p<strong>ar</strong>te de algunos ingenieros, que eran ya<br />

Académicos de Ciencias. Una posición inexplicable: opin<strong>ar</strong> que un ingeniero es<br />

un científico y además, que serlo, es de mayor nivel intelectual que ser lo que<br />

hemos llamado un “verdadero ingeniero”. Sólo sostenible por ingenieros<br />

inactivos en su profesión.


De todos modos, el CAI, el 12 de agosto de 1970, nombró a cuatro<br />

ingenieros civiles, figuras señeras de la Ingeniería en la Argentina, con el c<strong>ar</strong>go<br />

de fund<strong>ar</strong> la Academia Argentina de Ingeniería.<br />

Ellos fueron: Justiniano Allende Posse, Enrique Butty, Manuel F. Castello<br />

y Luis V. Migone. Tres de ellos ya eran miembros de Academias Nacionales, lo<br />

que agregaba un nuevo <strong>ar</strong>gumento a la legitimidad de la fundación de la ANI y<br />

esto ocurrió el 4 de octubre de 1971, hace hoy 40 años, firmándose en esa fecha<br />

el acta correspondiente.<br />

Fue firmada por los 4 fundadores y los 18 Académicos Titul<strong>ar</strong>es por ellos<br />

elegidos. Con 22 firmantes se superó, prudentemente, el mínimo de 20<br />

miembros, neces<strong>ar</strong>ios p<strong>ar</strong>a que la Academia pudiera funcion<strong>ar</strong>, siguiendo las<br />

reglas del Decreto-Ley 4362.<br />

Fue una delicadeza de los Fundadores elegir solamente 18 Miembros<br />

Titul<strong>ar</strong>es y consider<strong>ar</strong>se, legítimamente, aunque no estatut<strong>ar</strong>iamente, ellos<br />

mismos Titul<strong>ar</strong>es, p<strong>ar</strong>a que el Plen<strong>ar</strong>io pudiera super<strong>ar</strong> el mínimo reglament<strong>ar</strong>io<br />

de 20 y elegir libremente la mayor cantidad de miembros, sin super<strong>ar</strong> el máximo<br />

de 40 miembros titul<strong>ar</strong>es.<br />

El primer Plen<strong>ar</strong>io, eligió la M.D. presidida por el Ing. Naval y Almirante<br />

Antonio M<strong>ar</strong>ín. Fue un extraordin<strong>ar</strong>io conductor de la Academia, que se<br />

encontró con todo por hacer, e hizo mucho, hasta el 5 de enero de 1999 en que<br />

falleció.<br />

Fue la suya una difícil y l<strong>ar</strong>ga presidencia en que tuvo que afront<strong>ar</strong> t<strong>ar</strong>eas<br />

de tipo legal, como la redacción del Estatuto y el Reglamento de la Academia,<br />

siguiendo las líneas señaladas por el Decreto-Ley 4362, t<strong>ar</strong>ea en la que tuvo la<br />

valiosa ayuda del ingeniero y abogado Manuel F. Castello, como es natural<br />

suponer.<br />

Seguramente, el inocultable sesgo hacia lo profesional de los Art. 3 y 4 del<br />

Estatuto, resultó del consenso logrado en el Plen<strong>ar</strong>io tras interesantes cambios<br />

de ideas, de los que lamentablemente no se encontr<strong>ar</strong>on rastros escritos, ni<br />

quedan ya testigos.<br />

También tuvieron que decidir cuáles serían las Secciones de la Academia e<br />

integr<strong>ar</strong>las.


La Academia aceptó desde su origen, todas las especialidades u<br />

orientaciones de la Ingeniería, de sustento fisicomatemático y de nivel<br />

universit<strong>ar</strong>io, p<strong>ar</strong>a poder lleg<strong>ar</strong> a ser “verdaderos ingenieros”.<br />

También el Estatuto exige público reconocimiento de honorabilidad, como<br />

condición “sine qua non” p<strong>ar</strong>a ser Académico.<br />

Creo también que todas las orientaciones deberían est<strong>ar</strong> representadas en la<br />

Academia, pero contra esta legítima aspiración, conspira el número máximo de<br />

40 sitiales fijados en el Estatuto de acuerdo con el Decreto-Ley 4362, que es, sin<br />

duda, inferior a la rápidamente creciente cantidad de especialidades, con<br />

conceptos menos generales y más ricas en detalles.<br />

En Agosto de 1971, en una conferencia en el CAI, uno de los cuatro<br />

fundadores, el Ingeniero y Abogado Manuel F. Castello, manifestaba la<br />

dificultad p<strong>ar</strong>a elegir 40 académicos, pues ya había entonces ingenieros que<br />

merecían la dignidad académica como p<strong>ar</strong>a llen<strong>ar</strong> tres academias, es decir 120<br />

candidatos.<br />

Pero, como diría J<strong>org</strong>e Wagensberg, hay que referirse más a los troncos<br />

que a las ramas. Dicho de otro modo, hay que pens<strong>ar</strong> en los sitiales de la<br />

Academia, como ubicados en un árbol jerárquico, cuya copa sería (Ingeniería);<br />

en el segundo nivel, (primero hacia abajo), dos grandes ramas: (Verdadera<br />

Ingeniería) y (Ciencias p<strong>ar</strong>a la Ingeniería)<br />

De allí p<strong>ar</strong>a abajo, las ramas más importantes en un tercer nivel y en el<br />

cu<strong>ar</strong>to los 40 sitiales.<br />

El propósito debe ser el de tener todos los sitiales cubiertos, p<strong>ar</strong>a que la<br />

Academia pueda cumplir sus finalidades, de acuerdo con el Art. 3 del Estatuto,<br />

que desde su primer ítem relaciona dichas finalidades con la ingeniería,<br />

“propendiendo al des<strong>ar</strong>rollo y progreso del país”. Este es el sesgo cl<strong>ar</strong>amente<br />

profesional que deben tener las actividades que realice, pues el progreso del<br />

país, no es tema de teorías.<br />

El Estatuto expresa que la ANI puede manifest<strong>ar</strong> sus juicios respecto de<br />

temas que involucren a la Ingeniería, tanto si le son solicitados por entes<br />

privados o públicos, como también de “motu proprio”, cuando lo crea<br />

conveniente o neces<strong>ar</strong>io.<br />

Así lo ha hecho, siempre por propia decisión, respecto de problemas o<br />

iniciativas que, mal enc<strong>ar</strong>ados desde un punto de vista ingenieril, daban lug<strong>ar</strong> a<br />

falsas noticias en los medios de comunicación.


Tales fueron los casos bien conocidos, de la fábrica de pasta de papel<br />

Botnia sobre la orilla izquierda del río Uruguay; el Decreto del P.E.N. 240 del<br />

año 2004 que convirtió a las Universidades Nacionales en consultoras exclusivas<br />

del Gobierno; la situación de riesgo de algunas presas concesionadas, la<br />

decisión de construir el Tren de Alta Velocidad de Buenos Aires a Ros<strong>ar</strong>io y<br />

Córdoba; las Villas de Emergencia en altura, como las 31 y 31 bis; el Plan<br />

Nacional de Autopistas, la Matriz Energética. En todos los casos se trató de<br />

críticas constructivas, advertencias de riesgos o propuestas de mejoramiento o<br />

abandono de iniciativas inconvenientes.<br />

La Academia como asesora o consultora<br />

El inciso g) del <strong>ar</strong>tículo 4 del Estatuto dice:”Contrat<strong>ar</strong> con el Estado o<br />

con instituciones privadas, mediante adecuada retribución, el estudio de temas<br />

técnicos y científicos”. Esto último permite a la ANI, reforz<strong>ar</strong> su magro subsidio<br />

oficial, aún incrementado por los aportes personales de sus miembros.<br />

La ANI trabaj<strong>ar</strong>ía así como una consultora de Ingeniería, sin serlo,<br />

cumpliendo lo dispuesto por los Art.3 y 4 del Estatuto, dirigida por los<br />

Académicos que correspondan, de acuerdo al tema específico, en forma<br />

honor<strong>ar</strong>ia, guiando a colaboradores ingenieros, no académicos, a quienes<br />

abon<strong>ar</strong>ía los honor<strong>ar</strong>ios profesionales correspondientes, con p<strong>ar</strong>te de la<br />

“adecuada retribución” a que se refiere el Estatuto. La ANI ya ha realizado<br />

trabajos con esa modalidad.<br />

La elección de los nuevos académicos<br />

Después que los cuatro Fundadores elegidos por el CAI en 1970, se<br />

dict<strong>ar</strong>on un Estatuto de acuerdo al Decreto-Ley 4362 y eligieron los primeros<br />

18 Académicos titul<strong>ar</strong>es, considerándose ellos mismos Académicos titul<strong>ar</strong>es,<br />

superando con prudencia el mínimo de 20 miembros.<br />

Recién entonces, estos primeros 22 miembros titul<strong>ar</strong>es, comenz<strong>ar</strong>on a<br />

elegir nuevos Académicos en 1973, esto es, dos años después de la fundación.<br />

Conviene por lo tanto, que la ANI elija en breve plazo, algunos académicos<br />

titul<strong>ar</strong>es, que ya hayan dado pruebas de continu<strong>ar</strong> activos en un nivel profesional<br />

o científico destacado. Debería tenerse presente además que hay áreas de estudio<br />

críticas p<strong>ar</strong>a el país, que no están cubiertas por Académicos, tales como la<br />

Energía y algunas otras especialidades.


Los Institutos de la Academia<br />

La reciente creación de v<strong>ar</strong>ios Institutos, como los del Transporte y de la<br />

Energía, ya en activo funcionamiento, y el de Medio Ambiente, en formación,<br />

ha dado lug<strong>ar</strong> a que destacados ingenieros hayan sido convocados a trabaj<strong>ar</strong> “ad<br />

honorem” en esos temas críticos, de gran importancia, sin tener la categoría de<br />

académicos, con la guía de un Académico titul<strong>ar</strong>.<br />

Lo deseable es que estos Institutos y otros que se creen, lleguen a ser<br />

“semilleros” de nuevos Miembros Titul<strong>ar</strong>es.<br />

Es deseable también, que los Académicos dediquen todo lo que puedan de<br />

su tiempo y energías a resolver las situaciones que aún tiene pendientes la ANI –<br />

la mies es mucha y los obreros pocos-.<br />

Algunas referencias históricas<br />

Demos una mirada retrospectiva a lo realizado por la ANI en estos<br />

primeros 40 años de existencia que conmemoramos, divididos en dos etapas: la<br />

primera desde 1971, año de la fundación, hasta 1980 en que se la incorpora al<br />

Régimen de las Academias Nacionales, del Decreto-Ley 4362.<br />

La primera etapa, fueron 9 años de duras y difíciles gestiones, conducidas<br />

sabia y prudentemente por el Presidente Antonio M<strong>ar</strong>ín, p<strong>ar</strong>a logr<strong>ar</strong> el derecho<br />

de ser la Academia Nacional de Ingeniería.<br />

Las gestiones p<strong>ar</strong>a logr<strong>ar</strong> la incorporación al Régimen se comenz<strong>ar</strong>on en<br />

1972 y deberían haber transcurrido en breve tiempo, en efecto, las cinco<br />

circunstancias antes mencionadas, legitiman cl<strong>ar</strong>amente la existencia de una<br />

Academia Nacional de Ingeniería, independiente de las de Ciencias.<br />

A pes<strong>ar</strong> de lo dicho, pas<strong>ar</strong>on nueve años hasta que el 11 de Noviembre de<br />

1980, se dictó el Decreto 2347 del PEN, incorporando la ANI al Régimen de las<br />

Academias Nacionales.<br />

El tema había sido conversado con autoridades de Academias y otras<br />

instituciones, que se suponía serían consultadas. Se tenía el convencimiento de<br />

haber llegado a un consenso de que la Ingeniería, con su gran cantidad de<br />

especialidades, era algo diferente a los temas propios de las Academias de<br />

Ciencias.


En p<strong>ar</strong>ticul<strong>ar</strong> el concepto de “verdadero ingeniero”, profesional o<br />

“hacedor”, “cosificador de ideas”, que tiene su forma de razon<strong>ar</strong> propia,<br />

sistémica por supuesto, que en estos 40 años ha llegado a ser aceptado, casi sin<br />

discusión, ya estaba expresado en la medalla de la ANI donde dice que la<br />

Ingeniería encierra <strong>ar</strong>te, ciencia y técnica, concepto que la diferencia de las<br />

ciencias, resumiéndolo en esas tres palabras. Dicho de otro modo, contiene los<br />

“porque” de la teoría y los “como” de la experiencia lograda con la práctica.<br />

El Decreto 2347 del PEN fue dictado y la ANI incorporada al Régimen, a<br />

fines de 1980 y en 1982 comenzó a recibir la ayuda económica oficial, muy<br />

magra por cierto, que es reforzada con aportes económicos personales de los<br />

Miembros Titul<strong>ar</strong>es y la realización de informes, asesoramientos o estudios de<br />

alto nivel, conducidos “ad-honorem” por los mismos, según sus<br />

especializaciones, con el régimen del inciso (g) del Art.4° antes mencionado.<br />

La misión de la ANI tiene dos aspectos principales de los que derivan sus<br />

actividades: Sus actividades que llamamos internas, de las que, junto con los<br />

acontecimientos que ocurren e involucran a la Ingeniería, resultan las que<br />

originan decl<strong>ar</strong>aciones públicas y que designamos externas.<br />

Podemos decir que la t<strong>ar</strong>ea de los Académicos, es de observación de la<br />

cambiante realidad di<strong>ar</strong>ia, en cuanto atañe a la Ingeniería y a los ingenieros y<br />

evalu<strong>ar</strong>la. Esto resulta de estudios que se realizan en las Secciones y en los<br />

Institutos de la ANI, es decir según la especialidad del caso, que luego llegan al<br />

Plen<strong>ar</strong>io que puede resolver hacer decl<strong>ar</strong>aciones públicas o dirigidas a quien<br />

corresponda, según convenga, advirtiendo un riesgo o apoyando o aún<br />

proponiendo una iniciativa, en cumplimiento del Art.3° donde dice:<br />

propendiendo al des<strong>ar</strong>rollo y progreso del país.<br />

Conozco bien todo lo ocurrido en la ANI hasta hoy, pues soy, como<br />

Académico, casi coetáneo de la misma y puedo asegur<strong>ar</strong> que, en todos los casos<br />

sus opiniones o juicios han sido los que result<strong>ar</strong>on de intercambios de ideas<br />

entre ingenieros de alto nivel intelectual, referidos a temas ingenieriles.<br />

Nunca hubo interferencias ideológicas en los mismos. La ANI mantuvo<br />

firmemente sus juicios, independientemente de las diferentes ideologías de sus<br />

miembros o de las instituciones, públicas o privadas a las que pudiera afect<strong>ar</strong>. La<br />

veracidad y la prudencia fueron siempre cualidades propias de sus<br />

manifestaciones.<br />

El Estatuto y el Reglamento son una g<strong>ar</strong>antía de que esto seguirá siendo<br />

así, pues imponen una actuación democrática, creando una <strong>ar</strong>istocracia: la clase<br />

de los que considera los mejores ingenieros.


La ANI ha creado ocho premios, algunos de consagración, p<strong>ar</strong>a reconocer<br />

la importancia de la trayectoria de ingenieros en actividad tal como el “Premio<br />

Academia Nacional de Ingeniería”.<br />

Otros p<strong>ar</strong>a exalt<strong>ar</strong> figuras importantes de la historia de la Ingeniería en<br />

nuestro país, tales como el “Premio Ing. Luis A. Huergo”, primer ingeniero<br />

egresado en la Argentina, o el “Premio Ger<strong>ar</strong>do Lassalle”, que tuvo gran<br />

influencia en la renovación de los planes de la c<strong>ar</strong>rera de Ingeniería Industrial.<br />

Otro p<strong>ar</strong>a jóvenes ingenieros, como el Antonio M<strong>ar</strong>ín Primer Presidente de<br />

la ANI.<br />

El “Premio a los mejores egresados de universidades <strong>ar</strong>gentinas”, que se<br />

ot<strong>org</strong>a anualmente al graduado que mejor cumpla en su facultad las condiciones<br />

que establece el reglamento, que no sólo se refieren al promedio general de<br />

exámenes, sino además a cualidades personales y duración de la c<strong>ar</strong>rera. Se trata<br />

de hacerles conocer la cultura del esfuerzo puesto al servicio de la obtención de<br />

la excelencia.<br />

La entrega de los aproximadamente 60 premios recién citados da lug<strong>ar</strong> a<br />

una ceremonia multitudin<strong>ar</strong>ia, a la que asisten también los famili<strong>ar</strong>es de los<br />

premiados, dando un brillo y calor especiales al acto. Lamentablemente, no<br />

encontramos el eco que correspondería en los medios de comunicación de<br />

ningún tipo, que son invitados en todos los casos, si consideramos que todos los<br />

premios o actos públicos tienen además el objetivo común de exalt<strong>ar</strong> la<br />

Ingeniería nacional, haciéndolo con sus figuras, investigaciones y obras más<br />

importantes.<br />

La ANI es la única Academia Nacional con sede en Buenos Aires, que<br />

tiene Miembros Titul<strong>ar</strong>es con domicilio en el interior del país, además de más de<br />

una decena de Miembros Correspondientes en igual situación de domicilio. Esto<br />

extiende la presencia de la ANI a otras ciudades <strong>ar</strong>gentinas.<br />

Las relaciones de la Academia con el mundo<br />

Pensamos que es muy importante la vinculación con países de todo el<br />

mundo y por ello hemos elegido ya 36 Académicos Correspondientes en la<br />

Unión Europea, en Latino y Norte América en Brasil y en China.<br />

En general se trata de destacados investigadores, profesionales o<br />

estudiosos, que se han relacionado con miembros de ANI en congresos, jornadas<br />

o reuniones de trabajo, realizados en dichos países o en nuestra ANI.


Estamos asociados a C.A.E.T.S. (Council of Academies of Engineering and<br />

Technical Sciences) que en 1999 aprobó nuestro ingreso y hemos formado p<strong>ar</strong>te<br />

del Bo<strong>ar</strong>d of Directors del mismo.<br />

En la actualidad hay unas 40 Academias de Ingeniería en el CAETS y de<br />

todas ellas tenemos noticias de tipo social, técnico y científico. Podemos decir<br />

que sabemos que ocurre en diversos aspectos de la Ingeniería en el mundo.<br />

Informamos también al mundo, a través de CAETS, nuestras inquietudes,<br />

proyectos y realizaciones.<br />

Esta relación puede ser institucional, como la que tenemos con la<br />

Academia China de Ingeniería (CAE), con la que hemos firmado acuerdos de<br />

colaboración. Nos han visitado ya tres veces, delegaciones desde el año 2000.<br />

Algunos de nuestros miembros titul<strong>ar</strong>es han hecho visitas individuales a la CAE.<br />

Es una relación importante por el interés que tiene p<strong>ar</strong>a nuestro país.<br />

Cabe mencion<strong>ar</strong> que la CAE es Asesora del Gobierno de la República<br />

Popul<strong>ar</strong> China p<strong>ar</strong>a los planes de gobierno, en los aspectos relacionados con la<br />

Ingeniería. Nos p<strong>ar</strong>ece una práctica inteligente, que sería conveniente que se<br />

adopt<strong>ar</strong>a en nuestro país. El rápido progreso de las obras de infraestructura en<br />

China, muestra el favorable resultado de este modo de proceder, con el sustento<br />

de la CAE.<br />

Los “Verdaderos Ingenieros” <strong>ar</strong>gentinos, podrían realiz<strong>ar</strong> estas obras p<strong>ar</strong>a<br />

mostr<strong>ar</strong> la potencia y oportunidades de trabajo de nuestro país y cre<strong>ar</strong> trabajo,<br />

atraer inversiones, disminuir la pobreza y mejor<strong>ar</strong> la educación.<br />

La ANI espera ser convocada.<br />

Buenos Aires, 4 de octubre de 2011

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