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UN DIOS QUE SE PARECE A NOSOTRAS PSICOLOGÍA ... - OdeMIH

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Aunque en teoría Dios no tiene sexo en la realidad<br />

prima el lenguaje masculino para hablar de su persona.<br />

Sólo en los últimos años, tímidamente, se han<br />

empezado a introducir metáforas y símbolos femeninos<br />

llegando incluso a hablarse de Ella.<br />

No es indiferente el empleo de los dos géneros pues todos<br />

nacemos con un inconsciente colectivo que atribuye a cada<br />

sexo una serie de valores. En el lado masculino: la luz, la justicia,<br />

el infinito, el cielo, el final de la historia... En el femenino:<br />

la tierra, la vida, la generación, la muerte, la misericordia,<br />

el paraíso terrenal... Si suprimimos uno de los polos Dios nace<br />

huérfano de muchos atributos que le favorecen.<br />

Esta escora es culpable de primar la faceta justiciera de<br />

Dios olvidando su misericordia. En cambio, los infiernos de<br />

un Dios femenino están vacíos pues las madres tienden a perdonar<br />

a sus hijos o a minimizar sus faltas. Por otro lado, el<br />

Dios masculino se apoya en su trascendencia lo que le hace<br />

habitar rodeado de luz en un lugar distante que llamamos<br />

cielo. El Dios femenino, más inmanente, escoge como domicilio<br />

el lugar más profundo de los seres creados.<br />

Estas reflexiones también afectan a los atributos con los<br />

que le hemos adornado. Ser todopoderoso es una cualidad<br />

bien vista por el mundo masculino que Dios rechazó a la hora<br />

de encarnarse. Un Dios que tiene fuerza no “está a la puerta y<br />

llama” ya que prefiere entrar en la lógica de un amor que respeta<br />

la independencia. Con ese rechazo al poder intentó<br />

hacernos comprender que el mundo es autónomo<br />

y que Dios se encuentra indefenso ante nuestro<br />

dolor.<br />

Una indefensión que suple con el sufrimiento<br />

propio. El amante auténtico sufre y goza junto al<br />

que ama ¿Quién conoce a una madre que no se<br />

angustie por sus hijos? Incluso se ofrece como<br />

víctima pues prefiere que los males recaigan<br />

sobre ella y evitar el dolor a los que<br />

son de su carne. Si apostamos por el Dios<br />

amor tenemos que olvidar su faceta de<br />

impasible.<br />

Dicen los psicólogos que<br />

todas las personas guardamos<br />

un maravilloso recuerdo en<br />

nuestro inconsciente de la<br />

estancia en el seno materno.<br />

Calor, cobijo, falta de problemas...<br />

Ese regreso al útero<br />

soñado puede servirnos para hablar de la muerte. Volvemos a<br />

los brazos de quién nos dio a luz con lo que ese final pierde su<br />

faceta de paso a lo desconocido que tanto temor genera.<br />

La madre que pare no se puede desinteresar de su criatura<br />

ya que moriría. Muchos místicos cristianos han visto junto al<br />

pan de cada día una faceta de alimento espiritual de la que<br />

Dios era responsable. En los inicios de la vida del creyente ese<br />

nutriente se simbolizada como leche pero en la medida que se<br />

avanzaba, el Espíritu, le proporcionaba alimentos más sólidos.<br />

Un Espíritu que tiene más facilidad para adoptar los rasgos<br />

femeninos. ¡Pocas imágenes hay más bellas para expresar el<br />

don de Dios que la lactancia materna! Una madre que se vacía<br />

en aras del otro sin esperar nada a cambio.<br />

La historia del hombre se caracteriza por unos comienzos<br />

en los que la madre tiene que ir dando independencia<br />

paulatina a su hijo. Este hijo, lanzado a aventuras cada vez<br />

más lejanas del regazo materno, regresa al lugar de donde<br />

partió. Y allí descubre algo que le va a marcar de por vida:<br />

ella le está siempre esperando. Otra imagen inmejorable<br />

para hablar de Dios dispuesto a acoger al hijo,<br />

aunque sea pródigo, en cualquier momento de su<br />

vida.<br />

No se trata de abandonar la imagen de un Dios<br />

varón sino de enriquecerla. “A su imagen los<br />

creó varón y mujer los creó” nos indica que no<br />

es algo que nos hayamos inventado las<br />

mujeres ¿Por qué no la recuperamos?<br />

[Isabel Gómez Acebedo, de la Asociación de<br />

Teólogas Española. Casada y madre de 6<br />

hijos.]<br />

¡Pocas imágenes hay más bellas para expresar el don de Dios que la lactancia materna!<br />

M A R ZO - ABR IL • 2 00 6 3

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