Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
La siguiente vez que lo vi me habló de su guión, que ya tenía escrito con<br />
Miguel Briante. Era <strong>El</strong> habilitado. Me leyó el guión como quien habla de<br />
algo que existe, hablaba de esa película como si ya la hubiera hecho. Y cuando<br />
terminó de leerme el guión, me dijo: “¿Vos me podés pagar el café?”. No era<br />
que se había olvidado la billetera... Por mucho tiempo no iba a poder pagarlo.<br />
Yo pensé: ¿cómo está tan seguro de poder filmarla? ¿Con qué?<br />
<strong>Jorge</strong> Cedrón: Después las cosas mejoraron.<br />
VIII. Un Dios barato<br />
Susana Firpo: <strong>El</strong> 19 de julio de 1968 nació Julián... y ahí empieza la otra<br />
historia. De esa época mucho no me acuerdo porque estaba todo prácticamente<br />
cortado entre nosotros.<br />
Marta Montero: Yo fui descubriendo cómo era su situación gradualmente.<br />
Primero conocí a su familia, a su hermano mellizo y al Tata, que estaban<br />
viviendo en un conventillo de La Boca en ese momento. Después, me llevó<br />
a Mar de Plata a conocer a Pablo, el hijo de Alberto. Ese fue el orden de<br />
presentación. Y a su hijo, por supuesto. Cada vez que lo traía a Julián, que era<br />
un bebito de un mes, o de dos meses, me veía y lloraba, gritaba...<br />
Lo que yo ignoraba es que él tenía una situación matrimonial no resuelta.<br />
Me dijo: “Estoy divorciado”, pero, cuando me conoció, no lo estaba. Como<br />
andaban tan mal económicamente, cuando consiguió sacar a su mujer del<br />
sanatorio, ella se fue a vivir a la casa de los padres y él se quedó viviendo<br />
solo. Tiempo después, la mujer habrá vuelto con su hijo y ahí se le debe<br />
haber hecho un poco más difícil vivir las dos relaciones. No sé cuánto tiempo<br />
habrá tardado en venir a vivir conmigo. Seis meses...<br />
Al principio empezó a pasar temporadas en mi casa pero al mismo tiempo<br />
mantenía su taller, donde tenía el horno de cerámica. Pasaba mucho tiempo<br />
ahí, no había teléfono, no existían los celulares y quedaba muy lejos, cerca de<br />
Don Torcuato. Era medio inaccesible, fui una sola vez en mi vida. Yo vivía en<br />
un dos ambientes, en Libertad y Córdoba, piso diecisiete y desde la ventana se<br />
veía toda la Plaza Lavalle. Un día llegué a mi departamento y sentí un olor raro.<br />
Miré y descubrí que había dos valijas, con un olor a humedad que te tiraban<br />
por el suelo... Y era él, que había traído sus cosas. Cuando estaba en casa no<br />
tenía más que lo mínimo. Y bueno, había tomado la decisión unipersonal de<br />
mudarse. La verdad es que no me cayó bien, pese a que estaba sumamente<br />
enamorada de él. Lo sentí como una cosa invasiva, inconsulta. Bueno, me cayó<br />
mal. Pero me duró poquito.<br />
Después me dijo: “Mirá, traje mis cosas del taller...”. No le dio tanta<br />
trascendencia como le daba yo. Supongo que ahí él debe haber blanqueado con<br />
Susana. Conmigo no lo blanqueó nunca, son cosas que después fui sabiendo.<br />
Pablo Cedrón, <strong>Jorge</strong> Cedrón y Marta Montero, Mar del Plata,<br />
1968.<br />
42