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XV Feria Internacional
dedicada a los soneros del mundo
y a Santiago de Cuba
20 de mayo de 2011
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Honor
a un Premio
Pág. 2
Decir Tiburón
Pág. 4 y 5
Calle
Enramada
Pág. 6

mayo
2011
Por Miguel A. Gaínza
Santiago de Cuba tiene una historia
musical impresionante, que se
remonta al siglo xvi con la capilla de
música de la Iglesia de la Catedral,
la primera de Cuba. Desde aquella
época se fomentó una tradición en la
villa santiaguera que llega a nuestros
días pródiga en nombres célebres.
En la ciudad se juntaron lo español,
lo africano, lo francés, y hasta
el chino puso su condimento en ese
criollo e irrepetible ajiaco musical,
del que nacieron el son, el bolero, la
trova…
Pero a tanta riqueza sonora
le hacía falta un ingrediente, que
vino a sumarse a la mezcla hace
treinta años y que ya es parte de
esta historia, cuando la genialidad
artística del Comandante de la
Revolución Juan Almeida Bosque
propició el surgimiento del Estudio
de Grabaciones Siboney, de la
Empresa de Grabaciones y Ediciones
Musicales (Egrem).
Día memorable aquel 5 de julio
de 1980 en que Almeida, José
Ramón Balaguer –primer secretario
del Partido en Santiago de Cuba–,
el ministro de Cultura, Armando
Hart Dávalos, y el primer director
de Siboney, René Barrera, dejaron
inaugurado el centro, de donde salió
el primer disco: un 45 rpm con “La
Egrem de Santiago de Cuba
Honor a un Premio
Lupe” por una cara y “A Santiago”
por la otra, con el respaldo de la
Orquesta de Música Moderna de
Oriente, bajo la dirección del maestro
Osmundo Calzado.
La huella del artista guerrillero
inspira diariamente el trabajo
de un colectivo que en su momento
garantizó el cincuenta por ciento de
la producción discográfica del país.
A materializar sus sueños musicales
llegaron aquí Lino Borges, Fernando
Álvarez, Gina León, Tejedor…
El lugar se convertiría pronto en
“cuartel general” de la imperecedera
Orquesta Original de Manzanillo, y
de Son 14, Karachi, Orestes Macías,
Rumbavana… Obras antológicas
cobrarían vida en Siboney: Al bate
con Ñico Saquito, Los Compadres
en Siboney –último disco del dúo de
Lorenzo y Reynaldo Hierrezuelo–,
y Santiago, calles y congas, con las
célebres agrupaciones carnavalescas
Los Hoyos, San Pedrito, San Agustín
y Paso Franco. Grabaron aquí
Faustino Oramas, El Guayabero;
Enriquito Bonne y sus tambores;
el primer “Chan Chan” (Francisco
Repilado con Eliades Ochoa y el
Cuarteto Patria).
Es orgullo de Siboney haber legado
a la posteridad la obra musical
de Pepe Sánchez, el padre de la trova
cubana, y la Antología integral del
son, trabajo minucioso en el que el
Dr. Danilo Orozco rescata y sitúa en
el lugar merecido a la Familia Valera
Miranda.
El alcance de la Egrem en
Santiago de Cuba se extiende a la
Casa de la Música, en la calle Corona;
y la Agencia Son de Cuba (altos de
la Casa de la Trova) con su catálogo
de excelencia: Septeto Santiaguero,
Ecos del Tivolí, Son de Buena Fe,
Los Guanches, las Hermanas Ferrín,
Los Jubilados, el Septeto de la Trova.
Y hay más a la sombra de Siboney:
la Casa de la Trova Pepe Sánchez, el
Patio Los Dos Abuelos, la Claqueta
Bar, en el patio del cine Rialto…
Para Gonzalo González, promotor
de Siboney, entre lo más exitoso
del sello está su interrelación con la
ciudad. “No hay festival en Santiago
de Cuba –de la Trova, del Caribe, el
Matamoroson, de Coros… y ahora el
CUBADISCO– en que no esté presente
la Egrem. Los estudios Siboney
son parte de la cultura santiaguera,
no sólo en lo netamente artístico,
sino en el apoyo que brindan a
cuanta acción política se genera en
el territorio”.
Treinta años es una muestra de
constancia. Músicos, grabadores,
productores, asistentes de grabación,
directivos, han laborado con la vista
puesta en el ejemplo que les legó el
Comandante de la Revolución Juan
Almeida Bosque. Y quienes en Cuba
y especialmente en Santiago de Cuba
también aman la música, agradecen
estas tres décadas de existencia de la
Egrem de Santiago de Cuba, que a su
vez agradece a CUBADISCO 2011 la
entrega de su Premio de Honor.
Por acuerdo número 78
de fecha 13 de mayo de 2011,
del Consejo de Dirección de
la Empresa de Grabaciones y
Ediciones Musicales, se aprobó
otorgar nuevamente el reconocido
Premio Egrem a instituciones y
personalidades que por sus relevantes
aportes contribuyan a promover
el sonido y la imagen de la
matriz de la música cubana.
En el marco de las celebraciones
de la 15 edición de la Feria
Internacional CUBADISCO, y
considerando su papel como eje
integrador que ha dado impulso al
registro de la música cubana, a la
promoción de creativas iniciativas
de compilación que, con la música
de archivo, han salido de la primera
casa discográfica cubana, y
Premio Egrem para CUBADISCO
Foto: Yander Zamora
Mario Escalona, director general de la Egrem, entrega el Premio Egrem
a Ciro Benemelis, presidente de CUBADISCO.
por resultar un aliado que apuesta
por el registro, la conservación,
la investigación, la promoción y
la mejor utilización de la música
de la Egrem; en ejercicio de las
facultades que me están conferidas,
resuelvo otorgar el Premio
Egrem a la Feria Internacional
CUBADISCO. Entréguese el presente
en el marco de la 15 edición
de la Feria Internacional
CUBADISCO, a celebrarse en la
ciudad de Santiago de Cuba.
Dado en La Habana, a los 18
días del mes de mayo de 2011.
(Fragmentos de la Resolución
no. 61/2011, leída en la Sala
Dolores el miércoles 18, en ocasión
de la Gala de la Egrem de
Santiago de Cuba en homenaje al
Comandante Juan Almeida).

mayo
2011
Tocar una ciudad…
Por Reinaldo Cedeño Pineda
Tocar el fuego primigenio, el espíritu
de una ciudad. Veneración apuesta a lo
inasible… o será que el verso y la canción
todo lo pueden.
Santiago de Cuba es una guitarra.
En su villorrio fundador nació
Miguel de Velázquez, primer músico de
la Isla. Tañedores de vihuela hubo en la
tropa de Hernán Cortés, cuando partió
de esta región rumbo a la conquista
mexicana. Acaso mítica, Teodora Ginés
tocaba la bandola por las calles, las mismas
por donde aparecieron, andados los
1600, los desfiles de mamarrachos, antecedentes
de los carnavales.
A finales del siglo xviii, Esteban
Salas convirtió la catedral santiaguera
en un verdadero conservatorio. En los
albores de la centuria siguiente, con la
emigración franco-haitiana desde la excolonia
de Saint Domingue, llegó un universo
de creencias y ritmos. Poco a poco,
una tropa de juglares asaltó los barrios,
guitarra en mano… y comenzó la bohemia.
Desde entonces, no hay madrugadas
sin cuerdas en Santiago de Cuba.
Entre tijeras y boleros, Pepe Sánchez
hizo “Tristezas” (1883), primera gran síntesis
vocal de la música cubana. En pleno
siglo xx, Sindo Garay calificó uno de los
bares de la ciudad como Scala de Milán
de la trova. No había estudiado música,
como tantos; pero sabía dónde poner el
acorde, sabía muy bien lo que decía. Los
trovadores reconvirtieron esquinas y corredores
en teatros, se las arreglaron para
atrapar en el aire el sustrato del bell canto
estrenado en el Teatro de la Reina, luego
Oriente. Y legaron la poesía conmovedora
y sutil, imbatible y eterna que, traspasando
todos los olvidos, logró seducir a
los grandes escenarios del mundo.
Santiago de Cuba fue la artesa
donde el son comenzó a expandir su
sonido de montaña; donde una pléyade
de guitarreros y cantadores hallaron su
fusión definitiva.
Aunque el término cuatro grandes
de la trova tradicional suele reservarse
a Rosendo Ruiz, Alberto Villalón, Sindo
Garay –todos santiagueros–, y al caibarenense
Manuel Corona, los desvelos y
grandezas, el último desgarrón de amor,
la picardía criolla, fueron constantes de
toda una generación. Fieles e irreductibles,
nada les hizo capitular. La guitarra
fue su manera de aferrarse a la vida. Don
Miguel Matamoros, Compay Segundo
y Ñico Saquito son columnas de esa
heredad.
Veneración intenta devolver la estirpe.
Y detrás de cada tema, asoma una
historia.
La riqueza tímbrica y la pluralidad
de formatos musicales –desde los solistas
y los dúos hasta el formidable septeto– es
una de las apuestas del disco. Detenerse
en algunos títulos de un álbum antológico,
donde se entrelazan autores legendarios,
es siempre un riesgo.
Resulta inevitable, sin
embargo, apuntar el señorío
de Reinaldo Creagh
y el Septeto Santiaguero
en “Sublime ilusión”,
de Salvador Adams; la
lección de autenticidad
de Eliades Ochoa y el
Cuarteto Patria en “Como
cambian los tiempos”, de
Lorenzo Hierrezuelo –el
célebre creador del dúo
Los Compadres–; la sólida
herencia de la Familia Foto: Era
Valera Miranda, en su excelente
versión de “Vendo
agua”, de Francisco Repilado; y la estampa
raigal del Quinteto de la Trova al
asumir “Frutas del Caney”, de Félix B.
Caignet.
Dos interpretaciones de lujo se reservan
a dos gigantes de la composición
musical, cada uno en su cuerda:
Zulema Iglesias en “Dame la mano”, de
Enrique Bonne, y la voz de terciopelo
de José Armando Garzón con el universal
“Murmullo”, de Electo Rosell
(“Chepín”). El joven septeto Azabache
se revela en la bachata “La fórmula”,
de Cándido Fabré, y el trovador José
Aquiles regala su canto a la ciudad de
siempre: insólita, bravía, enamorada.
La gema final la corona el Órgano
París, como un caballero antiguo, enhiesto
aún en época de sintetizadores.
La casa disquera Bis Music ha entregado
con Veneración un tributo a la
cultura santiaguera, y con él, a uno de
los pilares de la identidad nacional. Los
maestros de las artes plásticas Antonio
Ferrer Cabello, José Julián Aguilera
Cedeño en una de sus “veneraciones”: la calle Padre Pico.
Vicente y Miguel Ángel Botalín dejaron
su huella en el fonograma; y un
hijo ilustre de la tierra de Heredia, Luis
Carbonell, desliza a modo de pórtico la
décima de Gabriel Soler.
Federico García Lorca, el granadino
color aceituna, se inspiró en una ciudad
de cintura caliente y gota de madera.
Paul McCartney saltó de las Bahamas
a la Casa de la Trova para escuchar los
cantos de una ciudad anfiteatro, de una
ciudad rotunda, en la que no cabe asombrarse
de nada.
Veneración tiene el nombre bien
puesto.
El álbum se inscribe en el legado profundo
de la tradición, pero no se apega a
las cenizas, sino a la vitalidad. Ahí radica
uno de sus aciertos. Veneración es, a la
vez, braza viva y manantial inagotable de
la música cubana.
(El autor de este texto mereció por él
el Premio CUBADISCO 2011 en la categoría
Notas discográficas).
Mañana, a las 8:30 pm, en la Sala Dolores, se presentará el álbum Veneración, de Bis Music
Por Liliana Casanella Cué
Según el diccionario, venerar significa
“Respetar en sumo grado a alguien
por su santidad, dignidad o grandes
virtudes, o a algo por lo que representa
o recuerda”, y también “Dar culto a
Dios, a los santos o a las cosas sagradas”.
Cualquiera de estas acepciones se
aviene perfectamente al disco que bajo
este significativo título entrega el sello
Bis Music como homenaje a Santiago de
Cuba, tierra de excepcional capacidad
engendradora de música.
Veneración. Antología santiaguera / Varios Intérpretes
Premio Especial y Premio en la categoría Notas discográficas
Santiago es una guitarra
No quiso la casa disquera acudir a
las recurrentes compilaciones de temas
de santiagueros famosos –que también
resultan válidas–, sino que apostó por
una selección de autores e intérpretes
de esta zona oriental grabados expresamente
para la ocasión. El proyecto
generó tres discos donde se recogen
temas y artistas con diverso grado de
reconocimiento social. Algunos no han
logrado una popularidad más allá de
las fronteras de lo que se ha dado en llamar
irónicamente “el interior del país”.
Otros han tenido la posibilidad de ver
su nombre con grandes letras en otros
lares. Lo seguro es que cada uno ama la
ciudad a la que hoy dedica su arte.
Resulta interesante la convivencia
de obras de diversas generaciones musicales.
La fecha de nacimiento de sus
autores, dato inteligentemente agregado,
aporta a quienes intentan conocer
más a fondo el contenido del tríptico,
pues hubiera sido facilista una distribución
cronológica de las piezas y
no el enjundioso entretejido epocal
que se conforma entre los que concibieron
cada tema y quienes le dan
vida en la contemporaneidad. De este
modo se pinta el panorama sonoro del
Santiago de siempre, en las voces de las
Hermanas Ferrín, Reinaldo Creagh y el
Septeto Santiaguero, la Familia Valera-
Miranda, Eva Griñán, la Estudiantina
Invasora, Eliades Ochoa y el Cuarteto
Patria, Garzón y la Ronda Lírica, Los
Jubilados, el Septeto Turquino y José
Aquiles, junto al Orfeón Santiago,
Trovangelus, Granma, Cañambú y
otros, hasta completar treinta y nueve
obras que honran con decoro a la calurosa
ciudad.
Varios son los modos en que este
disco venera a Santiago: la emotiva introducción
en la voz de Luis Carbonell
con el poema “Ciudad”, de Gabriel
Soler; la selección, para el diseño del fonograma,
de obras de relevantes maestros
de la plástica local –José Julián
Aguilera Vicente, Antonio Ferrer
Cabello y Miguel Ángel Botalón– que
tributan a lugares notorios de la ciudad
y su gente; y la excelente nota discográfica
escrita por el periodista Reinaldo
Cedeño Pineda –investigador él mismo
de la cultura musical de su tierra, autor
del libro Son de la loma. Los dioses de
la música habitan en Santiago de Cuba–
que trasunta y trasmite el sentimiento
de respeto y amor sumo por la creación
sonora que se recoge en el volumen.
Según Cedeño, “Santiago de Cuba
es una guitarra”. Veneremos entonces a
quienes la mantienen viva.

¿Cómo se forma Son 14?
Rodulfo Vaillant, quien
hoy es presidente de la
UNEAC en Santiago, habló
con Adalberto Álvarez para
armar un grupo en esta ciudad.
Eso fue con el apoyo
de una serie de dirigentes,
incluyendo a Juan Almeida.
Como Adalberto estaba al
frente de la agrupación, todo
el mundo quería integrarla, y
no fue tan difícil encontrar
los músicos. Comenzamos
a ensayar en Vista Alegre y
se empieza a buscar la so-
noridad que quería Adalberto, que
es tremendo compositor, para mí
el mejor de los últimos cien años
dentro de la música sonera. El 11 de
noviembre de 1978 nos presentamos
en Santa Úrsula, y creo que el pueblo
de Santiago de Cuba se dio cuenta de
que había surgido algo nuevo. Desde
el principio tuvimos la aceptación
y el apoyo popular. Hoy Son 14 es
del mundo, un pilar de la música
bailable internacional.
maYo
2011
Por Meysis Carmenati
La vanguardia musical
cubana de los 70 va a incluir
entre sus protagonistas a la
orquesta Son 14. Dirigida por
Adalberto Álvarez, inaugura
una nueva sonoridad, introduce
el trombón y, sobre todo,
rescata la herencia de músicos
como Arsenio Rodríguez y
Félix Chappottín. Dentro de
las leyendas que nacen con el
grupo está la voz de Tiburón
Morales, actual director y
uno de los timbres representativos
del son cubano.
¿Qué provoca el impulso de ese
momento?
Hubo muchos factores, pero,
en mi opinión, el mayor fue la
presencia de Adalberto. Desde el
principio tuvimos la seguridad de
que era una orquesta para toda la
vida, que mantendría su música, su
estilo. Actualmente Son 14 está en
México, de donde tuve que regresar
por problemas de salud, aunque ya
me encuentro bien. Te puedo decir
que después de tantos años el grupo
mantiene sus principios, sigue
defendiendo la música cubana, fiel
a las tradiciones soneras. Sus integrantes
hemos tenido la oportunidad
de ver un sueño hecho realidad,
que es la obra de Son 14, con más
Si no dicen Tiburón,
Foto: Meysis Carmenati
no llaman a
Eduardo Morales
de treinta años haciendo música.
Yo, personalmente, lo sentí desde
el principio, por la confianza en
Adalberto y porque contamos con
el apoyo del Ministerio de Cultura
y de otras autoridades. Hemos sido
parte de una obra mayor, que se
refleja cuando veo tantos jóvenes
treseros participando en la competencia
del CUBADISCO. Eso nos da
una idea de que la música cubana y
el son siguen viviendo con la misma
fuerza con que nació Son 14. La
tierra de Miguel Matamoros, Sindo
Garay, Benny Moré y otros grandes
músicos cubanos no puede dejar de
ser una nación sonera.
¿Cómo alcanza el grupo esa
nueva sonoridad que será su sello?
Empezamos ensayando hasta
con platos. Nos buscaron un piano
para que Adalberto hiciera los arreglos,
y el resto de los instrumentos
apareció poco a poco. Estábamos con
mucho entusiasmo, porque teníamos
al frente un hombre que sabía lo que
hacía. Nos dimos a la tarea de buscar
cuatro trompetas y un trombón. Fue
un poco difícil encontrarlos, pero
este formato contribuyó mucho a
la nueva sonoridad. De Camagüey,
del grupo de Adalberto, habíamos
venido un trompeta, un tumbador,
un bajista, un director y un sonero.
Entre todos fuimos aprendiendo y
enseñando a los que se integraban.
Ya con eso se compone un son.
¿Qué significó ser dirigido
por un músico como Adalberto
Álvarez?
Adalberto es un niño privilegiado.
Santa Cecilia se lo entregó
todo. Es un hombre cuyas palabras
son música, son notas musicales.
Desde pequeño ya se oía hablar de
él por las ideas que tenía. Además,
en su personalidad hay una capacidad
de creación interminable. Yo
he visto muy pocos hombres con el
don de Adalberto, y eso lo ha hecho
inmortal. Creo que se merece todos
los honores, en primer lugar porque
se ha dedicado a desarrollar talentos
con una paciencia increíble. Yo no
estaba seguro de seguir el camino
de la música, pero cuando conocí a
Adalberto en Camagüey me uní a
él. Es como dice el proverbio: “Hay
que guindarse del ala de una potente
águila para subir”. Él me enseñó el
camino de la música y me enseñó lo
más importante, que es otra virtud
que tiene: trabajar con moral,
con ejemplo, no olvidar los
principios y la honestidad.
Son 14 acude a grandes
músicos como
Arsenio Rodríguez y Félix
Chappottín para encontrar
su propio sonido.
Y hasta hoy sigue igual.
Hemos tenido la suerte de
tocar en escenarios de todo
el mundo, y nos hemos dado
cuenta de la importancia de
la música cubana. Todos esos
famosos de la música internacional
están haciendo carrera
mientras nosotros regalamos
el verdadero poder de esta
música que viene de Cuba.
Como dijo Faustino Oramas:
“Óigame, compay, no deje camino
por vereda”. Esperamos
que CUBADISCO llegue a
más oídos receptivos, porque
no podemos dejar de trabajar
en lo que nos da identidad y
verdadero valor. Somos los
que mejor tocamos el son en
el mundo, como no puede
haber en el mundo ningún
grupo de mariachis que toque
mejor su música que los
mexicanos. Recuerdo una vez
en Colombia que alternamos con
Roberto Roena y su grupo Apolo, y
antes de tocar dijo por micrófono:
“Con permiso de los cubanos, espero
que me permitan tocar su música,
que con ella mantengo a toda mi familia”.
Los integrantes de Son 14 nos
paramos y aplaudimos a Roberto
por sus palabras de hombre sencillo.
Por el mismo motivo me siento
orgulloso de participar como jurado
en el concurso de CUBADISCO,
porque nuestra música necesita eso:
espacios donde se mantenga viva la
verdadera tradición musical. Y eso
fue parte del propósito de Son 14
cuando surge: encontrar las raíces
de la sonoridad cubana, ser auténticos
herederos de una riqueza cultural
inmensa.
Hábleme de la experiencia de
compartir con orquestas de talla
internacional.
La música cubana es lo mas bailable
que existe. En Finlandia alternamos
con un grupo de Brasil que
tocaba samba. La gente disfrutó con
la música brasileña, pero cuando
arrancó la cubana no quedó pájaro
con cabeza. Todo el que toca esta
música, incluyendo a Oscar D’ León,

maYo
2011
reconoce que el cubano es el dueño.
Cuando suena una orquesta cubana,
todo el mundo la respeta. Incluso
agrupaciones de fama mundial,
cuando se enfrentan con un grupo
importante de Cuba, a veces no
quieren cerrar el concierto, porque
cuando terminan de tocar los cubanos,
ya no hay más nada que hacer. Y
ese respeto se siente hasta con músicos
de talla mundial. Gilberto Santa
Rosa estuvo tres horas sentado en un
cabaret esperando a Son 14. Quería
conocernos, compartir su arte con
nosotros. Nos llena de regocijo ver
que un artista como Gilberto haga
eso. Compartimos también con
Andy Montañez, Oscar D’ León
–nuestro hermano– y tantos grandes
cantantes que no caben en esta
entrevista. Esa es la música cubana:
una presencia viva en el mundo.
Me decía hace un rato que no
siempre quiso ser músico...
Yo era pelotero y músico a la vez.
Mi hermano tenía un conjunto y yo
cantaba ahí. Él me permitía que lo dirigiera
también, y así me fui formando
como músico, pero me gustaba
más el beisbol. Lo que pasa es que la
vida es así: te pone al frente oportunidades
únicas, es como el destino.
Y eso pasó cuando los Álvarez me
acogieron, y luego cuando integré
Son 14 con Adalberto. Entonces fue
como si el destino decidiera que yo
tenía que partir hacia la música, y lo
hice.
¿Qué recuerda de sus inicios?
Cuando tenía 23 años vivía en
el central Amancio y a cada rato
cantaba e improvisaba. En
una ocasión estuve
improvisando la
Guantanamera
como treinta
minutos, alternando
con Pío Leyva y su grupo.
Al terminar, Pío me dice: “Si tú haces
esto en la música, obtendrás el
éxito seguro, porque tienes la rima
e incluso el alma de poeta para ser
compositor”. No le hice caso en ese
momento, pero con el tiempo sus
palabras se hicieron realidad. A mí
no me gustaba componer, pero al
apartarme de Adalberto, que era el
compositor, tuve que hacerlo.
Otro momento que recuerdo
con mucho cariño, quizás el más
alegre de mi vida como artista, ocurrió
en mi pueblo, alternando con
Benny Moré y su banda. El Benny,
sentado con una latica, tomaba
ron. Me llamó, me dio un trago y
me dijo que cuando fuera a La
Habana lo buscara en el Palacio
En la fila inferior, al centro, Adalberto Álvarez y Tiburón Morales.
Foto: Meysis Carmenati
de los Músicos, en la calle Prado.
Pero cuando fui a Prado, iba como
pelotero de los Granjeros, y nunca
entré. Siempre voy a recordar ese
momento.
A Tiburón se le conoce por el
timbre particular de su voz.
Ha sido mi propio sonido. Tuvo
mucho que ver la época en que estudié
música en Camagüey, con el
Maestro Cortina. También tomé
clases con un cantante de coro y
profesor de voz llamado Joaquín,
que con el piano me educó el timbre
y buscó el color de mi voz.
Siempre me decía: “Tú tienes que
cantar así” o “Tu voz tiene que oírse
de esta forma”. Y hasta ahora.
Todo eso gracias a la exigencia
del padre de Adalberto Álvarez.
Recuerdo que una vez me aconsejó:
“Esto no es cantar y ganar
dinero, esto es cantar y
estudiar para saber
qué es lo que estás
haciendo, y
así ganar el
sustento
para tu
vida”.
¿Cómo empiezan a llamarlo
“Tiburón”?
En el antiguo central Francisco,
hoy Amancio Rodríguez. Desde
niño me sabía todos los números
de Barbarito Diez. Como soy de un
puerto, acostumbraba bañarme desnudito
en el mar, con la boca abierta,
siempre cantando. Entonces la
gente empezó a decirme “tiburoncito”.
Ha pasado el tiempo, y si no me
dicen Tiburón, no están llamando
a Eduardo Morales. Yo al principio
no quería que me llamaran así en la
música, pero el Maestro Álvarez me
decía que Eduardo era un nombre
sin efectividad, que cuando el artista
no tiene un nombre llamativo, tiene
que buscarlo. Que no me pusiera
bravo, que hay otros, como León.
En esa época, yo no me imaginaba
que mi vida tomaría este camino y
me traería tanto orgullo ser Tiburón
Morales, de Son 14. Ni siquiera me
creía cantante, y es parte de cómo
soy. Siempre voy a creer que nunca
es tarde para aprender, y que en el
más simple artista y en el más simple
habitante del pueblo se puede encontrar
una crítica constructiva, que
mejore mi trabajo y mi persona.
¿Qué consejo les daría a los jóvenes
soneros?
Para ser cantante de son hay que
empezar por oír a aquellos cantantes
que, cada cual con estructura distinta,
han establecido el son. Hay que
dar espacio a las inspiraciones, las
improvisaciones, la imaginación. Se
tiene que estar abierto, y al mismo
tiempo atento a cada sílaba, que no
haya ninguna sin identidad, porque
sin identidad no hay son, sin rima
tampoco: es la diferencia entre ser
sonero y cantor. El texto de la canción
tiene que estudiarse para que se
viva sobre el escenario, porque la expresión
es muy importante. Además,
un sonero tiene que ser hacha y machete,
porque lo oyen dondequiera.
Si un sonero cubano no hace las cosas
bien, ¿a quién puede enseñar en
el mundo? Yo quisiera que el futuro
de la música cubana pueda combatir
la chabacanería, que no sea buscar
un estribillo y ya eso es la obra. En
el mundo, incluso, se está utilizando
la letra como antes, dándosele importancia.
No se trata de la famosa
diferencia entre el son y la salsa, o
con cualquier otro género. De lo que
se trata es de reconocer entre música
buena y música mala, y defender la
primera. En eso nosotros los artistas
tenemos la palabra.

MAYO
2011
Calle Enramada
una ciudad
y un símbolo
Por Meysis Carmenati
“El canto fue para mí lo primero”,
confiesa Pedro Gómez con
sencillez extraordinaria. Fundador,
junto a su padre Olavo, del emblemático
conjunto guantanamero
Cuban Mambo, integrante de la orquesta
Hermanos Avilés y del combo
de Juanito Márquez, Pedro ha vivido
una trayectoria musical de momentos
excepcionales. Sin embargo,
quizás se le conozca más por su obra
“Calle Enramada”, tema representativo
de la ciudad de Santiago.
“Comencé a los 15 años como
cantante profesional junto a mi
padre, que tenía una orquesta en
Guantánamo. Ahí descubrí que
podría ser intérprete de música popular.
Intervine en varios grupos,
hasta llegar a lo que se puede llamar
‘un músico realizado’. Así me siento,
aunque al mismo tiempo no lo estoy
del todo, porque esta lucha es inacabable
para mí y siempre comienza de
nuevo. Debe ser porque estoy enamorado
de la música. La composición
llegó un poco más tarde, alrededor
del año 68. Hoy mis temas pasan de
doscientos. Es, en gran parte, porque
nunca he dejado de estudiar de forma
autodidacta. También estuve en
la escuela de música en Santiago de
Cuba, que me proporcionó un notable
desarrollo profesional. Además,
me casé con una gran artista, Nancy
Maura. Coincidimos en la música
desde hace treinta y ocho años; compartimos
con grandes figuras en importantes
escenarios dentro y fuera
del país.
Usted proviene de una familia
con larga tradición musical…
Mi padre, Olavo Gómez, siempre
llevó la música con gran orgullo. Mis
abuelos y todos sus hermanos eran
músicos en Gibara. Ahí se formaron
desde muy jóvenes mis tíos y mi
papá, y de ahí me viene la herencia.
Mi padre me dio los mejores ejemplos
y los mejores consejos; desde el
principio vio en mí un futuro cantante
y saxofonista, aunque esto último
lo dejé para dedicarme al canto.
En la década del 30 surge la agrupación
de los Hermanos Gómez, que
para la familia es un momento significativo.
Imagina que tengo hasta
primos que han salido músicos, y
que tocaban en Gibara, en tres sociedades
que existían por esa época.
En 1951 se funda Cuban Mambo, a
propósito de una gira de seis meses
por Jamaica con varios músicos
guantanameros. Para mí fue
casi el lanzamiento como cantante.
Después estuve con Julio Delgado y
su Orquesta. Me trasladé un tiempo
a La Habana, donde viví de tocar
música en los cabarets hasta mi regreso
a Holguín.
Y se vincula con la Orquesta
Avilés...
Precisamente. Es por el año 60
que llego a Holguín. Allí integro
varias agrupaciones, pero la orquesta
Avilés fue muy importante.
Es la más añeja del país, con más
de ciento veinte años de fundada, la
que por primera vez tocó el Himno
Invasor. Como se fundó en 1882, intervino
en la lucha por la independencia
de Cuba. El combo de Juanito
Márquez también fue una experiencia
muy valiosa, “alta fidelidad”,
como le llamábamos. Con Juanito
voy a La Habana, donde grabamos
con grandes músicos como Chucho
Valdés, Juan Formell y Pedro Justiz
“Peruchín”. Yo hice un contrato
como solista en el cabaret Caribe del
hotel Habana Libre.
¿Cuándo viene a Santiago?
En el 72, cuando comienzo a trabajar
en una gran producción ideada
por el Comandante Juan Almeida.
Recorrimos gran parte del país
con una revista de música cubana.
Era una demostración de nuestra
identidad musical. Interveníamos
Foto: Meysis Carmenati
todos los artistas seleccionados de
Santiago: Nancy Maura, Esperanza
Ivis, Caridad Hierrezuelo, Nancy
Palacios, Andrés Hérnandez, Ana
Potrié… El recorrido llegó hasta
Varadero, y de esa forma, con tanta
cubanía, dimos a conocer la riqueza
de nuestra música. Desde ahí empieza
a desarrollarse la vinculación
entre los cabarets y los artistas, y
aparecen las revistas de música cubana.
Esa producción de Almeida
fue el punto de partida para todo
ese resurgimiento de nuestra música,
especialmente en Santiago de
Cuba.
Actualmente dirige un grupo
de música.
Se llama Los Jubilados, porque
todos tenemos ya algunos añitos.
Cuando empezó, la mayoría pasaba
de los 60 años. Ahora han entrado
algunos un poco más jóvenes.
Imagínate que el grupo tiene más o
menos quince años de creado, y desde
hace unos cuatro es que yo lo dirijo.
Viajamos hace algún tiempo a países
como Brasil y México, y se grabaron
siete discos. Recientemente hicimos
uno más, titulado Pura tradición.
Pertenecemos a la agencia Son de
Cuba. Estamos muy contentos de
presentarnos en CUBADISCO, que
felizmente se celebra en Santiago
de Cuba. Esta ciudad se merece esa
gran fiesta de la música cubana.
Como compositor ha obtenido
muchos premios…
Es una de mis mayores alegrías.
Mis temas han salido ganadores en
diez guzmanes, que es el evento más
importante de la cancionística cubana.
Creo que soy el que más veces
ha intervenido como finalista, con
cuatro Grandes Premios, incluyendo
“Calle Enramada”. En la última
edición del Guzmán alcancé el Gran
Premio de música popular bailable,
con el tema “Rumba y ajiaco”, que
interpretó El Nene. El primero lo
obtuve en el 78, con la Original de
Manzanillo, y se tituló “Mi tierra
montuna”.
¿Cómo y por qué compone
“Calle Enramada”?
“Calle Enramada” surge espontáneamente.
Yo estaba un día parado
en la puerta del cine Cuba, como
otras veces lo hago, y comencé a mirar
las personas que iban y venían.
Pensaba cómo, a pesar del calor sofocante,
los santiagueros siempre
tienen una sonrisa en los labios. Fue
un tema que surgió del alma, no fue
elaborado, y quizás por eso tuvo
tanta aceptación. Es una de las obras
que más quiero y vino para quedarse,
el pueblo mismo dice que es el
himno sonero de Santiago de Cuba.
Tengo muchos otros temas sobre la
ciudad, porque la vida, la identidad
de Santiago, es para mí una fuente
de inspiración constante; pero
“Calle Enramada” se convirtió en lo
que dice la canción:
Calle Enramada,
mayor novia de nuestra ciudad,
populosa arteria principal
de mi Santiago.
Resulta tan familiar
ver las parejas pasear,
como van y vienen
calle arriba y calle abajo.
Me gusta ver, al calor del sol ardiente,
la sonrisa de la gente,
felices al caminar…

maYo
2011
Graciano
Gómez
y el son
Por Lino Betancourt Molina
Cuando hablamos de compositores
de sones, casi siempre se ignora el
nombre de Graciano Gómez Vargas,
quien aportó piezas importantes al
rico caudal de este género, como veremos
más adelante.
Nació el 28 de febrero de 1895.
Su padre, Marcial, era tabaquero, y
Graciano heredó el oficio; su madre,
Mercedes, ama de casa. Su inclinación
por la música le vino de Juvenal, tío
paterno, que era cantante y guitarrista.
En 1912 ya se le consideraba un buen
ejecutante de la guitarra, hasta tal
punto que se atrevía a acompañar a
trovadores de la talla de María Teresa
Vera, Oscar Hernández y Manuel
Luna.
Por vivir cerca del café Vista
Alegre, que estaba en Belascoaín y
Malecón, frecuentaba ese sitio donde
se daba cita la bohemia aristocrática
de La Habana de principios del siglo
xx. Allí solían departir con los trovadores
personajes tales como Gustavo
Sánchez Galarraga, Alberto Yarini
y Eduardo Robreño. Manuel Luna,
Sindo Garay, Isaac Oviedo, Oscar
Hernández y Manuel Corona iban
allí a buscarse la vida cantando sus
canciones. Luego, a partir de 1930, se
les uniría Barbarito Diez. En ese café
y en otro cercano, el Mar y Tierra,
Graciano departía con Sánchez
Galarraga, al cual le musicalizó muchos
poemas, como el que dio pie al
célebre bolero “En falso”.
En 1920 se presentaba como
cantante de la orquesta Curbelo, y al
mismo tiempo se unió a un curioso
personaje llamado Santiago Small,
apodado “El Americano”, que tocaba
Cuarteto Selecto. A la izquierda, Graciano Gómez y
Barbarito Diez; a la derecha, Isaac Oviedo en el tres.
muy bien el tres, según opinión del
propio Graciano y de otros trovadores
que lo conocieron. Aquel dueto se
llamó Los Americanos, y tuvo como
lugar preferente de presentación el
café Dos Hermanos, en la Avenida
del Puerto.
En 1921, Graciano Gómez viaja
por primera vez al extranjero, junto
a Santiago Small, Miguel Zaballa
y Guáimaro del Castillo. El rumbo
es Miami; van a la inauguración del
casino del balneario de esa ciudad
norteamericana. Se suma también la
Banda de la Marina de Guerra.
En la década del 30 funda el quinteto
Selecto, que organiza las fiestas
del Vedado Tennis Club. Con esa
agrupación se inició Barbarito Diez,
y la integraban además Isaac Oviedo,
tres; Juan Cisneros,
contrabajo; y Rolando
Scott, piano. Antes,
en 1926, Graciano tocaba
en el aristocrático
Country Club. En
1933 viaja de nuevo
con su quinteto, esta
vez a San Juan, Puerto
Rico, a la inauguración
del Escambrón Club.
Luego siguieron a Haití,
República Dominicana
y Jamaica.
Como compositor,
Graciano Gómez tiene
registrados siete afros, un bambuco,
cincuenta y dos boleros, ocho boleros-son,
un bolero moruno, cinco boleros-canción,
siete guajiras, catorce
guarachas, siete pregones, trece sones
–incluyendo cuatro sones-afro– y dos
sones montunos.
En la discoteca del ICRT encontré,
entre otras grabaciones, los
sones “Cadencias tropicales” (sello
Victor 82119a), por el Septeto Cauto;
“Criollo jaragán” (Victor 30618a),
por el Septeto Habanero; y “El tomatero”
(Victor 30643-2), por el Septeto
Habana, con Miguelito García como
cantante. Pudieran existir muchas
más grabaciones en otros archivos
musicales.
Graciano Gómez falleció en La
Habana el 22 de mayo de 1980.
canSonERO
(La pieza seleccionada está incluida en la antología 100 sones cubanos, realizada por Edesio Alejandro
para J&N Records, nominada en la última edición de los Grammy como mejor álbum latino tropical, y
Premio CUBADISCO 2011 en la categoría Compilación).
Emiliana
(Carlos Puebla)
Emiliana es una cubana
que en el albergue es fundamental.
Emiliana es muy cumplidora
es halagadora, alegre y cordial.
Emiliana no se demora
y en la colada es siempre puntual.
Si no fuera por Emiliana
nos quedaríamos con las ganas
de tomar café.
Emiliana, por la mañana,
piensa en nosotros, piensa en usted,
se levanta muy tempranito
y en un ratito cuela el café,
y reparte en cada buchito
todo lo bueno que usted le ve.
Si no fuera por Emiliana…
Emiliana es como una hermana
que nunca, nunca, dice que no.
Emiliana tiende su mano
a cualquier hermano trabajador,
su sonrisa es como la brisa
por la mañana, en que alumbra el sol.
Si no fuera por Emiliana…
Emiliana, doña Emiliana,
que en el albergue es fundamental,
si no fuera por Emiliana
nos sentiríamos todos mal,
si no fuera por Emiliana,
que en la colada siempre es puntual.
Si no fuera por Emiliana…
Emiliana ya es de avanzada,
se lo ha ganado con su sudor.
Yo la aplaudo con entusiasmo
con alegría y con calor.
Emiliana como cubana
es un ejemplo y es un honor.
Si no fuera por Emiliana…

mayo
2011
programación
20 DE MAYO
Salón de los Grandes, Casa de la Trova
11:30 am: Presentación de CD-DVD de
la Compañía Teatral La Colmenita.
Teatro Heredia
5:00 pm: Compañía Infantil La
Colmenita. “Las nuevas aventuras de
Elpidio Valdés con Adalberto Álvarez y su
Son”.
San Bartolomé e/ San Antonio y
San Ricardo
6:00 pm: Entrega de Premio de Honor a
Rodulfo Vaillant.
Parque Céspedes
9:00 pm: Concierto de Pancho Amat y
su Cabildo del Son y orquesta Karachi.
Cochera de la Uneac
Exposición de humor gráfico “Cuidadito,
compay gallo”, del caricaturista Román
Emilio Pérez (“Chicho”). Se mantiene hasta
el domingo 22.
Otras locaciones
Salón del Son (10:00 pm): Son Caliente
/ Casa de la Música (10:00 pm): La Botija,
Septeto Luz / Patio de los Dos Abuelos
(10:00 pm): Son Amigos / Salón de los
Grandes (Casa de la Trova) (10:00 pm):
Ecos del Tivolí y Pancho Amat y su Cabildo
del Son / Salón principal de la Casa de la
Trova (tarde): Eliades Ochoa y el cuarteto
Patria; (noche): Changüí Santiago / La
Trovita (Casa de la Trova) (11:00 am): Eva
Griñán y Gabino, Dúo Los Cubanitos, Dúo
Madrigal / Casa del Joven Creador (8:30
pm); Uneac (8:30 pm): Septeto Guitarras
y Trovadores / Casa del Caribe (5:00 pm y
6:00 pm): Presentación artística de la delegación
de Bahamas.
21 DE MAYO
Parque Céspedes
6:00 pm: Compañía Infantil La
Colmenita. “Las nuevas aventuras de
Elpidio Valdés con Adalberto Álvarez y
su Son”. Entrega de Premio de Honor a
la Organización de Pioneros José Martí.
Premiación de los ganadores del concurso
de dibujo infantil en Santiago de Cuba.
Sala Dolores
8:30 pm: Presentación del álbum
Veneración. Antología de la música santiaguera,
de Bis Music.
Parque Céspedes
9:00 pm: Concierto de Andy Montañez,
Adalberto Álvarez y su Son y el septeto
Son del Nene.
Cochera de la Uneac
Exposición de humor gráfico “Cuidadito,
compay gallo”, del caricaturista Román
Emilio Pérez (“Chicho”). Se mantiene hasta
el domingo 22.
Otras locaciones
Salón del Son (10:00 pm): Septeto la
Trova y Pancho Amat / Casa de la Música
(10:00 pm): Locomoción / Patio de los
Dos Abuelos (10:00 pm): La Botija / Salón
de los Grandes (Casa de la Trova) (10:00
pm): grupo Granma, Son de Salón / Salón
Principal de la Casa de la Trova (tarde):
Son Amigos, Omar Corales y el sexteto
Oriente, Guitarras y Trovadores, Garzón y
su Ronda Lírica; (noche): Los Guanches /
La Trovita (Casa de la Trova) (11:00 am):
Fernando Pecchia (Argentina), Aracelis
Romero y Lorenzo Manso, dúo Voces
Latinas, Israel Gutiérrez / Casa del Joven
Creador (8:30 pm) / Casa del Caribe:
Noche santiaguera; (5:00 pm y 6:00 pm):
Haití Leve, grupo Cimarrón, Banda Afa,
Proyecto En Negro.
diario / 20 de mayo de 2011
7/9
Dirección
ciro benemelis
Dirección Editorial
cary diez
Edición y corrección
jorge fernández era
Diseño Gráfico
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JOSÉ REYES FORTÚN
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Fax: (53-7) 833-3716
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Impresión: UEB Gráfica Santiago
Versión digital: http://www.cubarte.cult.cu
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