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Danza de bolsillo<br />
DANZA DE BOLSILLO<br />
Escriben Abigail Nant y Ornela Sabbatini<br />
Bailarinas, Profesoras de danzas,<br />
desarrollan su práctica pública y<br />
privada en torno a la infancia.<br />
De bolsillo: que denota ser la hechura y tamaño de una cosa adecuados para llevarla<br />
en la faltriquera.<br />
El bolsillo es un lugar íntimo y forma parte de<br />
Lo Propio: lo que allí se encuentra, nos pertenece.<br />
Es el espacio en el que guardamos pequeños<br />
fragmentos trasladables de nuestra<br />
cotidianeidad a fin de que nos acompañen<br />
a transitar el día: monedas, papeles, llaves;<br />
incluso objetos que han tomado a través del<br />
tiempo formatos adecuados para poder caber<br />
allí: pañuelos, billeteras, encendedores,<br />
relojes. Suele ser también un lugar en el cual<br />
metemos nuestras manos en busca de calma,<br />
protección o bien por simple curiosidad,<br />
hallando siempre cosas inesperadas como<br />
papelitos, envoltorios, retazos o agujeros; pequeños<br />
rastros de nuestro andar.<br />
En el campo del Arte, la aparición del libro<br />
de bolsillo las obras digitales para soportes<br />
móviles, implican un acto de apropiación<br />
colectivo de innumerables hechos artísticos.<br />
Desde esta óptica, meter la danza en el bolsillo,<br />
sería un modo de apropiarse de ella: generar<br />
vivencias que puedan llevarse a casa,<br />
pequeñas ideas adaptables, que entren en<br />
una vereda, en un living o en el patio de la<br />
escuela. Que quepan en nosotros y también<br />
en otros.<br />
DANZA EN LOS BOLSILLOS DE LA INFANCIA<br />
La danza entra en un bolsillo impulsada por<br />
la curiosidad, en busca de abrigo, adaptándose<br />
a las texturas y formas propias del<br />
espacio. Entra en busca de experiencia, impulsada<br />
por el deseo, descubriendo grietas,<br />
jugando con los elementos que encuentra,<br />
repasando los bordes, descubriendo los límites.<br />
Pero sin olvidar que son lugares transitorios;<br />
vehículos que permiten que la danza se<br />
esparza y llegue a otros escenarios, en busca<br />
de un otro.<br />
La danza que un niño puede llevar en el bolsillo<br />
y desde allí a todas partes, es aquella<br />
que se siente como propia y deseada, nacida<br />
de manera espontánea, como un juego.<br />
La danza que cada niño acune, crecerá<br />
interactuando con lo que otros saquen desde<br />
ese rincón de protección para mostrar<br />
y compartir, habilitando a todos por igual,<br />
tanto desde lo que tienen en común como<br />
desde lo que los diferencia.<br />
Esta danza que habita en los diferentes bolsillos<br />
de la infancia, claro está, no es como<br />
la pequeña llave o los papelitos con los que<br />
hacemos bolitas con los dedos para distraernos;<br />
no se palpa como un objeto, pero<br />
sí puede dar calor y acompañar, puede ser<br />
apreciada por otros, puede ser transformada<br />
y a la vez, transformar a cada niño. Puede<br />
volverse tangible para ser en diferentes situaciones<br />
y lugares, no sólo en un salón o en un<br />
teatro. Es flexible, maleable y no pretenciosa,<br />
generada desde el contexto propio de la infancia,<br />
como territorio fértil del cual surge y a<br />
cual se adapta, tomando su forma, entrando<br />
en su lógica.<br />
Así, un niño puede sacar su movimiento del<br />
bolsillo en los diferentes lugares que transita y