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188 CONVERGENCE CULTURE<br />
sobre los propios libros, los comparan con otras obras literarias o establecen conexiones<br />
con tradiciones filosóficas y teológicas; debaten sobre los estereotipos<br />
de género en los personajes femeninos; citan entrevistas eon la autora o leen<br />
análisis críticos de las obras; manejan conceptos analíticos que probablemente<br />
no aprenderían hasta los últimos afíos de licenciatura.<br />
Las escuelas siguen confinadas en un modelo de aprendizaje autónomo que<br />
contrasta drásticamente con los tipos de aprendizaje que se precisan conforme<br />
ingresan los alumnos en las nuevas culturas dei conocimiento. A Gee y a otros<br />
educadores les preocupa que los alumnos que se sienten cómodos participando<br />
en los conocimientos e intercambiándolos mediante los espacios de afinidad vayan<br />
perdiendo facultades aI entrar ai aula:<br />
EI aprendizaje deviene una trayectoria personal y única a través de un complejo<br />
espacio de oportunidades (es decir, el rnovimiento exclusivo de unapersona a través<br />
de varias espacíos de afinidad a lo largo dei tiempo) y, a la par, uo viaje social,<br />
a medida que uno comparte aspectos de esa trayectoria con otros (que pueden<br />
ser muy diferentes de uno mismo y habitar, por lo dernás, espacios bastante<br />
distintos) durante un tiempo más o menos largo antes de avanzar. En comparación<br />
sale perdiendo lo que estas jóvenes aprendeu eu la escuela. Este aprendizaje<br />
escolar puede antojarse falto de la imaginación que impregna las dimensiones no<br />
escolares de su vida. Cuando menos, pueden pedir que les den razones para ir a la<br />
escuela."<br />
Gee se centra en la estructura de apoyo que surge en tomo ai aprendizaje individual,<br />
mientras que Pierre Lévy se centra en las contribuciones de cada<br />
aprendiz a la inteligencia colectiva más rica; pero ambos describen partes de la<br />
misma experiencia: vivir en un mundo donde el conocimiento se comparte y<br />
donde la actividad crítica es un proceso que dura toda la vida.<br />
No es de extrafiar que alguien que acaba de publicar su primera novela en<br />
la red y ha recibido docenas de cartas con comentarios encuentre decepcionante<br />
regresar a la clase donde su obra va a ser leída sólo por el profesor y la respuesta<br />
puede ser muy limitada. AIgunos adolescentes confiesan haber introducido<br />
clandestinamente borradores de relatos en sus libros de texto y haberlos<br />
corregido durante las clases; otros se sientan en tomo a la mesa deI comedor a<br />
hablar de argumentos y personajes con sus cornpafieros, o intentan trabajar en<br />
sus historias en los ordenadores de la escuela hasta que los bibliotecarios 1es<br />
acusan de perder el tiempo. No pueden esperar a que suene el timbre de salida<br />
para centrarse en sus escritos.<br />
Lawver no fue la única en percatarse de la rentabilidad educativa de la escritura<br />
amateur. Numerosas bibliotecas han invitado a conferenciantes imaginarios<br />
para hablar de la vida muggle o han organizado cursos de fin de semana<br />
modelados a imagen de los impartidos en la extraordinaria escuela. Un grupo de<br />
editores canadienses organizó un campamento de verano de escritura para ninos,<br />
disefíado para ayudarles a perfeccionar su oficio. Los editores respondían