El-Peregrino-42
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e piscopeo<br />
La Diócesis de Durango<br />
Habiendo interrumpido la dinámica de esta<br />
columna, del domingo 3 de mayo al domingo 14<br />
de junio, con motivo de la campaña electoral,<br />
para elegir a los diputados federales, para la<br />
próxima Asamblea Laegilativa del Congreso de la<br />
Unión, ahora continuamos enfilándonos a la<br />
reflexión de nuestra historia misionera y civil en la<br />
Provincia de la Nueva Vizcaya.<br />
Habiamos tocado los temas de las Instituciones<br />
de Caridad y la Inquisición. Ahora retomamos el<br />
hilo sobre nuestra Provincia de la Nueva Vizcaya,<br />
después Durango. Este territorio, primeramente<br />
formaba parte de la Provincia de la Nueva Galicia<br />
con sede en Compostela, (cerca de Tepic,<br />
Nayarit), pronto trasladada a Guadalajara,<br />
Jalisco.<br />
Los territorios demasiado extensos, pues llegaban<br />
más allá de los actuales límites de México y los<br />
muy variados grupos étnicos con sus culturas y<br />
sus lenguas, dificultaban la atención pastoral de<br />
los Obispos. Por lo que pronto se vió la necesidad<br />
de una nueva Diócesis en la Provincia de la<br />
Nueva Vizcaya y en la Villa de Durango.<br />
Fue el Papa Paulo V, quién el 11 de octubre de<br />
1620, erigió la Diócesis de Durango, separándola<br />
de la Diócesis de Guadalajara, con sede esta<br />
Villa, “no como quiera separada sino muy remota<br />
de la Ciudad de Guadalajara, y que sus<br />
habitantes no podían ocurrir de ella al propio<br />
Obispo para recibir lo que es propio del cargo y<br />
Orden Episcopal”, la cual, por el mismo nombramiento<br />
adquirió el rango de Ciudad, conforme al<br />
uso de aquellos tiempos.<br />
<strong>El</strong> razonamiento incluye que, “por la amplitud de<br />
la Diócesis de Guadalajara se desmembrasen y<br />
separasen algunos de sus pueblos, Ciudades,<br />
Villas y lugares con sus distritos, términos,<br />
territorios, clero, pueblo y personas, y así mismo<br />
con sus diezmos, derechos y emolumentos que<br />
el Obispado de Guadalajara solía o debía<br />
percibir”. La nueva Diócesis quedó como<br />
sufragánea del Arzobispado de México.<br />
La Diócesis comprendió a todo el pueblo del<br />
territorio llamado de la Nueva Vizcaya: es decir<br />
en una línea recta, arrancando desde el Oceáno<br />
Pacífico, por el río de las cañas, siguiendo en<br />
línea recta entre Acaponeta y Chiametla (al sur<br />
de Mazatlán), pasando por las actuales parroquias<br />
de Durango en territorio de Zacatecas,<br />
dejando Saltillo para Guadalajara,siguiendo en<br />
línea recta hasta el Golfo de Mexico; desde esa<br />
línea hacia el norte, hasta lo que pertenecía a<br />
México.<br />
<strong>El</strong> primer Obispo Fr. Gonzalo de Hermosillo<br />
Alvarez, de la Orden de Hermitaños de S.<br />
Agustín, originario de Ciudad de México, fue<br />
nombrado el 24 de octubre de 1620; cuando<br />
fue nombrado Obispo, era Prior del Convento de<br />
S. Agustín en la Ciudad de México. Al llegar,<br />
Mons. Gonzalo de Hermosillo, ya encontró<br />
misioneros franciscanos y jesuitas por varios<br />
rumbos de la extensa Diócesis; en 1722 recibió<br />
religiosos de su orden, que primero levantaron<br />
una capilla y luego construyeron el templo de S.<br />
Agustín.<br />
Antes de la erección de la Diócesis, del 17 al 20<br />
de noviembre de 1818, sucedió la más grande<br />
rebelión indígena; instigada de tiempo atrás por<br />
indígenas tepehuanes, inconformes con la nueva<br />
religion, las celebraciones de los misioneros o<br />
por las exigencias en los trabajos mineros:<br />
dejando ocho misionersos jesuitas, un francisano,<br />
un dominíco y más de cien laicos martirizados<br />
con flechas, macanas y fuego; fueron<br />
incendiados varios templos o capillas, las habitaciones<br />
de los misioneros y casas de los indígenas;<br />
rebelión que fue controlada hasta el año<br />
siguiente. Pero, las misiones de franciscanos y<br />
jesuitas continuaron hasta la expulsión de los<br />
jesuitas en 1787. Ha habido intentos de beatificar<br />
o canonizar a estos mártires; pero no han<br />
cristalizado. Actualmente la Compañía de Jesús,<br />
tiene vigente un proceso que incluye a los ocho<br />
padres jesuitas y a un laico acólito. <strong>El</strong> P. Promotor<br />
pidió mi parecer; respondí afirmativamente;<br />
pero, sugerí que los más de cien laicos que<br />
murieron junto con los Padres, participaron de la<br />
misión y del martirio; que me parecía justo y<br />
conveniente que se les incluya tambien en el<br />
reconocimiento de la Beatificación. Al P. Promotor<br />
de la Causa le pareció bien, pero como se<br />
necesitan nombres y otros datos, lo estamos<br />
investigando en archivos.<br />
21 de junio del 2015<br />
Héctor González Martínez<br />
Arzobispo Emérito