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NACIMIENTO ESPIRITUAL DE JESÚS - OdeMIH

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Tarragona. Su vida correspondió a lagenerosidad con que había despreciadoel mundo y sus halagos. Era muy observantey puntual en todo y la primera enacudir al coro, donde solía quedarsedespués de los maitines de media nochehasta prima, quitando ese tiempo alsueño.Usaba ásperos cilicios hasta en laplanta de los pies. No comió carne hastaque en la vejez la obligaron a ello losmédicos. Absteníase de beber aun aguados y tres días seguidos. Trabajadoraincansable, repartía las horas entre lalabor y la lectura de libros espirituales,con los que enriqueció su monasterio.Sus autores predilectos eran San Pedrode Alcántara, San Francisco de Sales,cuya dulzura y suavidad procurócopiar, y sobre todo la Imitación de Cristoy Santa Teresa. Alcanzó permiso decomulgar diariamente, cosa entonces nogeneral.Encantadas de su virtud las monjas,quisieron hacerla superiora a los veintinuevearios, alcanzando para ello dispensadel P. General y del Nuncio. Despuésla reeligieron cuarenta y tres añosseguidos.Su virtud predilecta era la mansedumbre,conservada en medio de las contradiccionesy choques con caracteresopuestos al suyo. Era muy caritativa contodas y en particular con las enfermas,a las que se esmeraba en consolar yalegrar por todos los medios. Reñíanlaalguna vez los confesores, pero ellacontestaba: Déjenlas tener algún consuelo;tiempo tendrán de pasarlo mal.No se encerraba su caridad en los murosdel monasterio, sino que socorríacon largueza cuantas necesidades conocíafuera de él, sobre todo a pobresviudas, a quienes vestía, alimentaba ypagaba el cuarto. Socorría también acomunidades necesitadas, y en toda laCorte se conocía su virtud y generosidadContaba para todo ello con la confianzaen Dios y con el caudal de sus padres,que la amaban tiernamente y ladieron con creces su legítima, que enellos había renunciado.Al fin de su vida hallóse con que loslibros del convento arrojaban un saldo asu favor de mas de cuatrocientos milreales, cosa que admiró a las mismasque llevaban las cuentas, pues no comprendíande dónde había salido tantodinero.Era prudentísima y tenía una visiónclara del resultado que habían de dar lascosas, lo que algunos reputaban profecía,pero ella contestaba modestamente:Con la experiencia basta.Tuvo la alegría de recibir en su conventoa su hermana menor Sor Angelade Jesús, condesa viuda de la Vega delPozo. Tenia veinticinco años y en nuevede matrimonio había experimentado lasamarguras del mundo, tanto por su faltade vocación al estado, como por el carácterduro de su marido. Perdió tambiénel hijo único que habían tenido y,habiendo logrado que le abrieran la puertareglar, para abrazar a su hermana, seentró en el monasterio, resuelta a nosalir de él. Murió en 1751, de sesenta ydos años, habiendo tenido el hábitotreinta y siete.Finalmente se recogió también en Alarcónal lado de sus hijas la marquesaviuda de Santiago, que profesó el 8 defebrero de 1728 y murió en 1736.Hizo nuestra M. María Antonia grandesmejoras en su convento. Alargó elpresbiterio de la iglesia, retirando atrásel altar mayor, para lo cual hubo de adquiriruna casa contigua.1-lizo el coro bajo con el precioso altarde jaspes que hoy existe y los de SanAntonio y de la Soledad en la iglesia,con sus encantadoras imágenes y otrasmuchas que hay en el convento e iglesia.Ensanchó la sacristía, adquiriendo amucha costa la casa de los patronos contribuna al presbiterio y proveyó la iglesiade ricos ornamentos de todas clases, yde candeleros, macetas y cuanto podíadesearse.Conociendo su ardiente deseo de queel Smo. Sacramento fuera expuesto conel mayor ornato posible, el Marqués deSantiago hizo la custodia grandiosa dediamantes y esmeraldas que llamaban el«dios verde», valuada en 40.000 ducadosy un cáliz gemelo de ella. Podemos darla noticia sin temor, pues las piedrashan sido vendidas oportunamente parahacer el colegio gratuito donde se labranotras margaritas más preciosas a losojos de Jesús. Aun después de sustituidaslas esmeraldas con humildes amatistas,las dos joyas son de lo más hermosode Madrid.Dió también el Marqués las dos colgadurasde seda para adorno de la iglesia,de las cuales se conserva una, ydotó muchas capellanías, funciones ynovenas anuales, por el grande amorque tenía a su hija. Adornó igualmenteel coro y claustro con hermosas pinturasde los mejores pinceles, sobre todo dePalomino.La M. Comendadora, que tan buengusto tenía en las bellas artes, escogíatambién los mejores predicadores parasu iglesia, exigiendo de ellos doctrina yno hojarasca. Preocupada estaba conbuscar quien predicara la cuaresmacuando se sintió enferma, y aunque tuvoalguna mejoría continuó en disponersepara el viaje a la eternidad con fervororosactos de amor a Dios hasta el 26 demayo de 1748 en que el Señor la llamóa Si.Tuvo el consuelo, que mucho habíadeseado, de ver a su lado en la últimahora, no sólo al confesor sino también atres PP. Maestros del convento de laMerced, entre ellos el comendador, loscuales cantaron el credo en la agonía,pues las monjas no podían hacerlo anegadasen llanto.Su biografía en el libro de difuntosestá hecha también por uno de los pa -dres, de letra inconfundible, con lo queantecede y sigue. La M. María Antoniaescribió las vidas de las monjas muertasen su tiempo, que son treinta y dos, interesantes.En sus honras predicó el M. Fr. CristóbalManuel Ximénez, catedrático deAlcalá y luego provincial de Castilla yGeneral de la Orden, cuya excelente oraciónfúnebre imprimió sor Angela, hermanade la difunta (1).Esta había agenciado para su conventola hermandad con la provincia de Castilla,en cuyos veinte conventos se habíade celebrar una misa por las monjas quefallecieran en Alarcón, haciendo estacomunidad otro tanto por los frailes.FR. GUILLERMO VÁZQUEZ(1) Madrid, 1798. En 8.° de 12-36 págs.NO QUIERO OTRO PREMIO...Ante el portal de BelénDulce Jesús mío,de mi vida dueño:mi dicha seríaser siempre tu siervo.No deseo en pagode aqueste mi anhelohalagos, ternuras,premios de este suelo...Una sola cosa,mi Jesús, yo quiero:Tú eres mi señor,yo siervo perpetuo;tu Madre, mi Madre...¡No quiero otro premio!— 360 — — 361 —

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