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La Madre Máximo <strong>Gorki</strong><br />
-Te acordarás -dijo a Makhotine, haciendo girar sus ojos oblicuos-, hace cuatro años,<br />
los sinvergüenzas habían recogido dinero para construir baños. Reunieron tres mil<br />
ochocientos rublos. ¿Dónde están? Y de baños, ni uno.<br />
Paul explicó <strong>la</strong> injusticia de este descuento y mostró el gran provecho que <strong>la</strong> fábrica<br />
sacaría de <strong>la</strong> operación. Después de lo cual, se marcharon los dos, el aspecto irritado.<br />
Después de acompañarlos, <strong>la</strong> <strong>madre</strong> dijo sonriendo:<br />
-Ya ves, Paul, también los viejos vienen junto a ti a hacer provisión de inteligencia.<br />
Sin responder, el joven, preocupado, se sentó a <strong>la</strong> mesa y se puso a escribir. Unos<br />
minutos después, le dijo:<br />
-Hazme el favor: ve en seguida a <strong>la</strong> ciudad y entrega este papel...<br />
-¿Es peligroso?<br />
-Sí. Hay que ir donde se imprime nuestro periódico. Es absolutamente necesario que<br />
esta historia del kopek aparezca en este número...<br />
-¡Está bien, está bien! -dijo el<strong>la</strong>-, voy inmediatamente.<br />
Era <strong>la</strong> primera comisión que su hijo le confiaba. Se sintió muy contenta al ver que le<br />
decía abiertamente de qué se trataba. -Lo comprendo, Paul -dijo, mientras se vestía-. ¡Es, ni<br />
más ni menos, que un robo! ¿Cómo se l<strong>la</strong>ma ese hombre: Iégor Ivanovitch?<br />
Volvió ya tarde, de noche, fatigada pero satisfecha.<br />
-He visto a Sandrina -dijo a Paul-. Te manda sus saludos. Y ese Iégor, no es nada<br />
orgulloso. Bromea constantemente.<br />
-Me alegra que te gusten -dijo dulcemente Paul.<br />
-¡Qué gente tan sencil<strong>la</strong>, hijo mío! Cuando <strong>la</strong> gente es sencil<strong>la</strong>, está bien... Y todos te<br />
quieren.<br />
El lunes, Paul no fue tampoco a trabajar: tenía jaqueca. Pero a mediodía, Théo Mazine<br />
vino corriendo, agitado y feliz; cuando recuperó el aliento, anunció:<br />
-¡Ven! Toda <strong>la</strong> fábrica está alborotada. Me han mandado a buscarte. Sizov y<br />
Makhotine dicen que tú puedes explicar el asunto mejor que nadie. ¡Si vieras lo que pasa!<br />
Paul se vistió sin decir pa<strong>la</strong>bra.<br />
-Las mujeres se han reunido: ¡esto marcha!<br />
-Yo voy también -dec<strong>la</strong>ró <strong>la</strong> <strong>madre</strong>-. ¿Qué están tramando t allí? Voy a ir.<br />
-Ven -dijo Paul.<br />
Caminaron en silencio, rápidamente. La <strong>madre</strong> desfallecía de emoción y sentía que<br />
algo grave iba a suceder. A <strong>la</strong>s puertas de <strong>la</strong> fábrica, una masa de mujeres chil<strong>la</strong>ba y discutía.<br />
Cuando los tres consiguieron entrar en el 'patio, cayeron de pronto entre una muchedumbre<br />
compacta, negra, bordoneante de excitación. La <strong>madre</strong> vio que todas <strong>la</strong>s cabezas estaban<br />
vueltas del mismo <strong>la</strong>do, hacia el muro del taller de forjas: allí, en pie sobre un montón de<br />
chatarra y destacándose sobre el fondo de <strong>la</strong>drillo rojo, estaban, gesticu<strong>la</strong>ntes, Sizov,<br />
Makhotine, Vialov y otros cinco o seis obreros influyentes, de edad madura.<br />
-¡Aquí está V<strong>la</strong>ssov! -gritó alguien.<br />
-¿V<strong>la</strong>ssov? Que venga.<br />
-Silencio -gritaron al mismo tiempo desde varios puntos.<br />
En alguna parte, muy cerca, sonó <strong>la</strong> voz monótona de Rybine:<br />
-No es por un kopek por lo que debemos resistir, sino por <strong>la</strong> justicia, eso es. Lo que<br />
interesa no es nuestro kopek, que no es más grueso que los otros, pero sí más pesado:<br />
contiene mayor cantidad de sangre humana que un rublo de director, eso es. Y no es el kopek<br />
lo que nos preocupa, sino <strong>la</strong> sangre y <strong>la</strong> verdad..., ¡eso es!<br />
-¡Cierto! ¡Bravo, Rybine!<br />
-Tiene razón el fogonero.<br />
-¡Aquí está V<strong>la</strong>ssov!<br />
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