You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
La Madre Máximo <strong>Gorki</strong><br />
Llegada a su puesto, <strong>la</strong> <strong>madre</strong> puso en el suelo sus bolsas y echó una mirada a su<br />
alrededor, secándose el sudor de <strong>la</strong> cara.<br />
Inmediatamente dos cerrajeros, los hermanos Goussev, se le acercaron, y Vassili, el<br />
mayor, preguntó en alta voz, frunciendo <strong>la</strong>s cejas:<br />
-¿Hay pasteles?<br />
-Los traeré mañana -respondió el<strong>la</strong>.<br />
Era una contraseña. El rostro de los dos hombres se iluminó. No pudiendo contenerse,<br />
el más joven dijo:<br />
-Ah, <strong>madre</strong>, eres una buena mujer...<br />
Vassili se puso en cuclil<strong>la</strong>s, miró en una bolsa y un paquete de hojas se deslizó bajo<br />
su chaqueta.<br />
-Juan -dijo en voz alta-, no vayamos a casa. Comeremos lo que trae. -Y escondió<br />
rápidamente los folletos en el tubo de sus botas-. Hay que ayudar a <strong>la</strong> nueva cantinera.<br />
-¡Cierto!, aprobó Juan, y rompió a reír.<br />
La <strong>madre</strong> miraba atentamente en torno suyo, y de cuando en cuando, gritaba:<br />
-Sopa, pasta caliente...<br />
Y sacando subrepticiamente los folletos, paquete tras paquete, los deslizaba en <strong>la</strong><br />
mano de los trabajadores amigos. A cada paquete que salía, el rostro del oficial de <strong>la</strong><br />
gendarmería se presentaba ante sus ojos, como una mancha amaril<strong>la</strong>, semejante a <strong>la</strong> l<strong>la</strong>ma de<br />
un fósforo en una habitación oscura, y se decía mentalmente con perverso júbilo:<br />
-Toma, por ti, hijo mío...<br />
Al entregar el paquetito siguiente, añadía satisfecha:<br />
-Toma, ahí va otro...<br />
Cuando los obreros se acercaban con su p<strong>la</strong>to en <strong>la</strong> mano, Juan<br />
Goussev se echaba a reír ruidosamente, y Pe<strong>la</strong>gia, cesando en <strong>la</strong> distribución, servía sopa de<br />
coles y pasta, mientras que los Goussev bromeaban:<br />
-Es hábil, <strong>la</strong> Pe<strong>la</strong>gia.<br />
-La necesidad enseña a cazar ratas -dijo un fogonero con aire sombrío-. Se han<br />
llevado a quien te sostenía... ¡Canal<strong>la</strong>s! Dame tres kopeks de pasta. No te preocupes, <strong>madre</strong>.<br />
Saldrás ade<strong>la</strong>nte.<br />
-Gracias por tus pa<strong>la</strong>bras. -Y Pe<strong>la</strong>gia sonrió.<br />
El obrero se alejó gruñendo:<br />
-Una buena pa<strong>la</strong>bra no cuesta dinero.<br />
Pe<strong>la</strong>gia volvió a vocear.<br />
-¡Sopa caliente! ¡Pasta! ¡Sopa de coles!<br />
Y se decía que tenía que referir a su hijo aquel primer paso. El rostro amarillo del<br />
oficial, perplejo y malvado, estaba continuamente ante el<strong>la</strong>. Los bigotes negros se agitaban<br />
traicionando su confusión, y bajo el <strong>la</strong>bio superior, contraído en un rictus de cólera, bril<strong>la</strong>ba<br />
el marfil de los dientes apretados. La alegría cantaba como un pájaro en el corazón de <strong>la</strong><br />
<strong>madre</strong>, sus ojos se arrugaban maliciosos, y mientras distribuía hábilmente sus mercancías, se<br />
hab<strong>la</strong>ba a sí misma:<br />
-Toma..., otro más..., otro más...<br />
XVI<br />
Por <strong>la</strong> tarde, mientras tomaba su té, resonó ante <strong>la</strong> ventana el ruido de los cascos de un<br />
caballo en el fango, y se oyó una voz conocida. Dio un salto desde <strong>la</strong> cocina a <strong>la</strong> puerta:<br />
alguien atravesaba a grandes zancadas el vestíbulo. Su vista se nubló y, apoyándose en el<br />
montante, empujó <strong>la</strong> puerta con el pie.<br />
48