Le pregunté bajito a <strong>Pablo</strong> y ahí mismo me salé; se armó el gran re<strong>la</strong>jo. Empezó a l<strong>la</strong>mar a todos, aPedrito Cap<strong>de</strong>vi<strong>la</strong>, que era tremendo mecanógrafo, mi maestro, y tremendo amigo hasta que murió;también l<strong>la</strong>mó a Rubén, que estaba en ese momento en el bufete y hasta el propio don Fernando,quien al final me explicó qué cosa era un mojón <strong>de</strong> camino. <strong>Pablo</strong> sólo hacía reírse…Otras veces <strong>la</strong> trastada venía en el rapto <strong>de</strong>l huevo hervido <strong>de</strong>l almuerzo, <strong>la</strong> <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> <strong>la</strong>mitad <strong>de</strong> un pan, <strong>de</strong> un choco<strong>la</strong>te y hasta una tableta <strong>de</strong> maní entera; y <strong>Pablo</strong>, serio eimpertérrito, marcados aún sus carrillos y buró por <strong>la</strong>s huel<strong>la</strong>s <strong>de</strong>l <strong>de</strong>lito, juraba por todos lossantos y patriotas que ni sabía ni había visto nada. Sólo cuando ya se sentía traicionado por <strong>la</strong>risa confesaba su pecado, se <strong>de</strong>c<strong>la</strong>raba vencido y, en el mejor <strong>de</strong> los casos, le ponía un mediosobre <strong>la</strong> mesa, porque lo más seguro es que se comiera <strong>de</strong> un bocado lo que no había alcanzadoa tragar.De esa etapa es también un manuscrito hal<strong>la</strong>do entre los papeles <strong>de</strong> Conchita Fernán<strong>de</strong>z, cuyooriginal fue entregado a <strong>la</strong> Oficina <strong>de</strong> Asuntos Históricos <strong>de</strong>l Consejo <strong>de</strong> Estado y <strong>la</strong> copia a este<strong>Centro</strong>, <strong>de</strong>l cual sólo me limito a citar un fragmento:¡…Oh, Conchita, que interrumpes el vaso f<strong>la</strong>mígero <strong>de</strong> mi imaginación, turbulenciada por <strong>la</strong>sexequias festivas <strong>de</strong> mi «Luna <strong>de</strong> Miel», ¡cuan culpable eres, oh tú, <strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> cabellerarizopermanenteada a fuerza <strong>de</strong> <strong>la</strong>s filtraciones acuosas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tuberías viboreñas, ¡cuán culpable eres<strong>de</strong> que esta oda <strong>de</strong>l más fino estilo postmo<strong>de</strong>rnista, no alcance <strong>la</strong>s cumbres más señeras y distanciadas<strong>de</strong> <strong>la</strong> inspiración…Entre <strong>la</strong>s pasiones <strong>de</strong> <strong>Pablo</strong> y Concha estaba irse por Obispo y por O’Reilly a conocer gente.Simple y extraordinario acontecimiento: conocer a otros seres humanos. En esas andanzas, a <strong>la</strong>sque no pocas veces se sumaba el siempre <strong>de</strong>sbordante Raúl Roa, <strong>de</strong>scubrieron a AntonioGattorno —el futuro autor <strong>de</strong> los guajiros que asombrarían a Nueva York—, a Fi<strong>de</strong>lio Ponce y amuchos otros l<strong>la</strong>mados a inscribirse en el cielo <strong>de</strong> Cuba. También se iban a los gallineros <strong>de</strong>lTeatro Auditorium —hoy Ama<strong>de</strong>o Roldán— don<strong>de</strong> el<strong>la</strong>, que había nacido entre repiques <strong>de</strong>tambor <strong>de</strong> un so<strong>la</strong>r, aprendió con él a <strong>de</strong>leitarse con los clásicos.En sus memorias, Conchita confesaría:Nunca olvidaré cómo lo emocionó que le llevara a una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s visitas en <strong>la</strong> cárcel el programa <strong>de</strong> unconcierto al que yo había ido y en el que interpretaron <strong>la</strong> Sinfonía <strong>de</strong>l Nuevo Mundo, <strong>de</strong>l compositorcheco Dvorák, que era su música preferida. Decía que esa noche iba a dormirse soñando con el<strong>la</strong>.Con frecuencia, este <strong>Pablo</strong> ciclónico, recién casado, ya bullente en <strong>la</strong> revolución, le pedía: «Metienes que ayudar Conchita, yo no tengo tu velocidad», y para que <strong>Pablo</strong> pudiera escribir susartículos para los periódicos, el<strong>la</strong> le transcribía <strong>la</strong>s cartas personales que le encargaba Ortiz,firmadas bajo el seudónimo <strong>de</strong>l Iyamba…Mientras Conchita tecleaba en complicidad para protegerle <strong>la</strong>s espaldas a <strong>Pablo</strong>, este se iba alperiódico Línea a llevar sus artículos. Al regreso, <strong>Pablo</strong> siempre revisaba el trabajo, sobre todoal comienzo. Muchas veces <strong>la</strong> acompañaba a La Víbora, don<strong>de</strong> el<strong>la</strong> residía por aquel entonces, yluego seguía a su refugio <strong>de</strong> amor en Punta Brava para retornar al siguiente día al bufete <strong>de</strong> LaHabana Vieja.Años <strong>de</strong>spués, cuando <strong>la</strong> confianza entre Conchita y Ortiz alcanzara niveles ejemp<strong>la</strong>res, el<strong>la</strong>confesaría al sabio sus pecadillos y él le haría saber, sin entregar a <strong>Pablo</strong>, que todos erancómplices en aquel bufete, que sabía <strong>de</strong> <strong>la</strong>s andanzas <strong>de</strong> cada uno, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> los propios, queera instigador y responsable <strong>de</strong> sus actos y los protegía a todos.Por eso, Conchita secunda gozosa a <strong>Pablo</strong> para ir a recibir el bautismo <strong>de</strong> fuego en <strong>la</strong> tánganafamosa <strong>de</strong>l 30 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1930. Es Conchita —con cara <strong>de</strong> «boba <strong>de</strong>safiante»— quienentra aquel<strong>la</strong> tar<strong>de</strong> al Hospital <strong>de</strong> Emergencias don<strong>de</strong> agoniza Trejo y yace herido en unacamil<strong>la</strong> su carnal, que <strong>la</strong> recibe con una pregunta alegre: «¿Ya te dijeron a cuántos les metí unguantazo?».Es Conchita quien escon<strong>de</strong> <strong>la</strong>s pruebas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s conspiraciones <strong>de</strong> <strong>Pablo</strong> antes <strong>de</strong> los registros enel bufete <strong>de</strong> Ortiz, quien peregrina a <strong>la</strong> loma <strong>de</strong> El Príncipe con <strong>la</strong> misma puntualidad y riesgoscon que casi veinte años <strong>de</strong>spués lo hará por Chibás, y quien enfrenta los registros en su casa,don<strong>de</strong> <strong>la</strong> policía machadista pretendía hal<strong>la</strong>r pruebas para inculpar a <strong>Pablo</strong>. El<strong>la</strong> estará en los
juicios <strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong> <strong>la</strong>rga cabellera y barba que —como un Dios griego— se ha paseadoesposado pero altivo y digno <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> estación <strong>de</strong> trenes hasta <strong>la</strong> cárcel habanera.Y es Conchita quien <strong>de</strong>finitivamente sustituye a <strong>Pablo</strong> cuando este va al presidio, para queconserve su sa<strong>la</strong>rio y pueda seguir Teté manteniendo el hogar común, a <strong>la</strong> vez que el<strong>la</strong> le envíabuena parte <strong>de</strong> sus rec<strong>la</strong>mos periodísticos y literarios.Ya libre <strong>de</strong>l presidio, en el efímero tiempo que pasó en La Habana, antes <strong>de</strong> marchar al exilio,Conchita lo recuerda así:En <strong>la</strong> mañana o pegado al mediodía pasaba por Mural<strong>la</strong>, don<strong>de</strong> yo vivía en esa época, en un cuartocon una división <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, me pegaba cuatro gritos con aquel vozarrón que tenía: —¡ConchaEspinaaa, Concha Espinaaa!, y si mi madre se asomaba al balcón le <strong>de</strong>cía: —¡Paisana, ¿tiene algopara mí? ¿Hizo bastante potaje hoy?, pa´que le eche agua, que voy pa´llá arriba!, y subía y se sentabaa conversar y a bromear. Se disparaba el p<strong>la</strong>to <strong>de</strong> potaje o si no, un vaso <strong>de</strong> maltina con lechecon<strong>de</strong>nsada, y me atormentaba a preguntas sobre el bufete, <strong>la</strong>nzándome a <strong>la</strong> cara sus p<strong>la</strong>nes e i<strong>de</strong>as, ytambién, contándome parte <strong>de</strong> sus andanzas y sustos revolucionarios, como el día en que él y Roatuvieron que correr por todo Obispo y Merca<strong>de</strong>res, huyéndole a un policía, porque andaban concartuchos <strong>de</strong> dinamita en los bolsillos, y él se reía haciendo el cuento, porque <strong>de</strong>cía que el policía nosabía que estaba entrenando para competir en <strong>la</strong>s Olimpíadas.Muchas veces aquel<strong>la</strong>s conversaciones terminaban en confesiones <strong>de</strong>l presidio, <strong>de</strong>l que <strong>de</strong>cíasentirse enfermo <strong>de</strong> por vida. Quizás por eso, al exorcizar sus fantasmas pudieron brotaraquel<strong>la</strong>s páginas inmortales <strong>de</strong> «La Is<strong>la</strong> <strong>de</strong> los 500 asesinatos» y Presidio Mo<strong>de</strong>lo y, como nosrecuerda Conchita, esperan aún por el guión cinematográfico en que <strong>Pablo</strong> quiso transformar<strong>la</strong>sy no tuvo tiempo <strong>de</strong> escribir.Nadie se imagine conversaciones estiradas: ahí están <strong>la</strong>s cartas, recogidas cuidadosamente porVíctor Casaus, que nunca se sabe si son bromas, si son conspiración o qué ur<strong>de</strong>n bajo sus,muchas veces incomprensibles, renglones. Son los diálogos entrecortados y escondidos <strong>de</strong>lregreso tras <strong>la</strong> caída <strong>de</strong> Machado, <strong>de</strong>l diálogo mudo tras <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> Rubén, en que sólointercambian duras y <strong>de</strong>so<strong>la</strong>das miradas mientras otros se abandonan al dolor. Son los otrosdiálogos entre Ortiz y <strong>Pablo</strong> que Conchita conduce, sin ser propiamente <strong>la</strong> interlocutora, ya en elexilio segundo previo a su partida a España:Era un correo oral, extraño y cómplice, —re<strong>la</strong>ta Conchita— en el que empezábamos hab<strong>la</strong>ndo <strong>de</strong>lbufete y terminábamos comentando cualquier tema y, en primer lugar, <strong>la</strong>s cosas que estabaescribiendo para Ahora. Es que ya para aquel momento el doctor Ortiz tenía un gran respeto yadmiración por <strong>Pablo</strong>; <strong>de</strong>cía que ya sabía andar por <strong>la</strong> vida, y lo hacía en el mismo tono <strong>de</strong> orgullo, yno <strong>de</strong> ese paternalismo tute<strong>la</strong>r que nos revienta a los cubanos, <strong>de</strong> <strong>la</strong> misma manera que lo pudiera<strong>de</strong>cir un padre <strong>de</strong> un hijo que ha criado y educado.Conchita siempre se reprochó no haber sacado un extra para comunicarse más directo y seguidocon <strong>Pablo</strong> en el momento cumbre en que este cruza el océano rumbo a España.Implicada hasta <strong>la</strong>s últimas consecuencias en <strong>la</strong> vida política y social <strong>de</strong>l bufete <strong>de</strong> Ortiz, estáenamorada y va a contraer nupcias por primera vez.Quizás por eso me dolió tanto <strong>la</strong> noticia <strong>de</strong> su muerte, que llegó primero como un rumor, hasta quefue absolutamente confirmada. Creo que lo supimos un día <strong>de</strong> Nochebuena, una semana <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>haber ocurrido. Ortiz estuvo varios días sin hab<strong>la</strong>r y sin ir por el bufete. Y cuando se apareció estabaseco, distante e insoportable. Yo, para qué te voy a <strong>de</strong>cir: no quería creerlo porque no concebía que sepudiera matar a <strong>la</strong> vida. <strong>Pablo</strong> era <strong>la</strong> vida misma. Él <strong>de</strong>cía que nadie le iba a cerrar los ojos sin queantes no contara todas <strong>la</strong>s cosas maravillosas que había visto y no podía enten<strong>de</strong>r que no me <strong>la</strong>scontara a mí, que me lo había contado todo, y que lo pudieran matar así como así. Bueno, con tantosgolpes que me dio <strong>la</strong> vida, como dice el poema, todavía no lo entiendo. Valga esta memoria quetengo y que me lo ha preservado vivo, con su «edificio tronante <strong>de</strong> guerrero», como lo <strong>de</strong>scribióMiguel Hernán<strong>de</strong>z.Lo <strong>de</strong>más, amigos, es leyenda y es historia, es vida y combate.
- Page 3: Centro Cultural Pablo de la Torrien
- Page 6 and 7: NOVIEMBRE DE 2006Unas palabras para
- Page 8 and 9: cometa acompaña a don Félix, su p
- Page 10 and 11: Pero pronto Santiago de Cuba lo atr
- Page 12 and 13: 12Véase «C2D. Caballo Dos Damas»
- Page 14 and 15: El 3 de noviembre de 1927 se inici
- Page 16 and 17: Según consta en el expediente univ
- Page 18 and 19: septiembre, en la que fue brutalmen
- Page 20 and 21: 5«Informe oficial estudiantil sobr
- Page 22 and 23: […] Yo iba silbando de júbilo. H
- Page 24 and 25: […] Era un hombre generoso. Parti
- Page 26 and 27: […] propiciar el control del movi
- Page 28 and 29: El caso es que ya, con trece años,
- Page 32 and 33: Este es el recuento de una amistad
- Page 34 and 35: ágil correspondencia, que merecía
- Page 36 and 37: 30, del enfrentamiento a las tentat
- Page 38 and 39: No obstante las rúbricas del confi
- Page 40 and 41: * Periodista y escritor cubano, ya
- Page 42 and 43: Por el pequeño libro de recuerdos
- Page 44 and 45: Está en Nueva York y decide, final
- Page 46 and 47: que es bello vivir. Y el vino de Es
- Page 48 and 49: Mucho se ha hablado de la influenci
- Page 50 and 51: imposible de pasar por alto, y, muc
- Page 52 and 53: Por la significación, sin duda tra
- Page 54 and 55: Los constantes paréntesis en el ti
- Page 56 and 57: siguiente resultado: En 1990, de un
- Page 58 and 59: Che manda a Camilo a una misión y
- Page 60 and 61: El modo de ser del nuevo intelectua
- Page 62 and 63: nosotros que lo creemos venido del
- Page 64 and 65: se parte de una posición irraciona
- Page 66 and 67: Pablo de la Torriente tenía un con
- Page 68 and 69: Debo reconocer que yo fui el héroe
- Page 70 and 71: 15Ibíd., p. 56.16ob. cit., p. 61.1
- Page 72 and 73: aseguro que nunca en mi vida he est
- Page 74 and 75: Hiliodomiro, ante aquel espectácul
- Page 76 and 77: Y si nos acusan de ligar la políti
- Page 78 and 79: tenemos baloncesto y tenis pero no
- Page 80 and 81:
Notas1Pablo de la Torriente Brau: R
- Page 82 and 83:
favor de una Asamblea Constituyente
- Page 84 and 85:
Pensar con luz propiaPablo y su ép
- Page 86 and 87:
en muchos lugares asumieron todas l
- Page 88 and 89:
superficial ni gracia neutra, resul
- Page 90 and 91:
La posteridad de Pablo de la Torrie
- Page 92 and 93:
prólogo y notas de Víctor Casaus]
- Page 94 and 95:
pensador liberal, no hay que olvida
- Page 96 and 97:
abarcar a la totalidad del pueblo d
- Page 98 and 99:
CREATIVIDAD EN LA PRAXIS POLÍTICA
- Page 100 and 101:
dentro de ellas, al menos dos, se d
- Page 102 and 103:
Juana Rosales García*Esta ponencia
- Page 104 and 105:
Con respecto a la concepción de un
- Page 106 and 107:
9Pablo de la Torriente Brau: Cartas
- Page 108 and 109:
Ante esta inestabilidad y siendo pe
- Page 110 and 111:
putschistas—, ningún grupo aisla
- Page 112 and 113:
1Pablo había sustentado su denunci
- Page 114 and 115:
30Nombre utilizado por Pablo para o
- Page 116 and 117:
Estos trabajos nos muestran al Pabl
- Page 118 and 119:
pensamiento conservador, no cabe du
- Page 120 and 121:
el sentido más estricto, la de cro
- Page 122 and 123:
Somorierra —1 mes— Transporte d
- Page 124 and 125:
momento el ejército republicano ha
- Page 126 and 127:
Rambla de Barcelona y en el subway
- Page 128 and 129:
Ese es el privilegio de la llamada
- Page 130 and 131:
Cecilio se había incorporado a la
- Page 132 and 133:
debía celebrarse en Valencia. Urge
- Page 134 and 135:
todos los días, y el importante La
- Page 136 and 137:
5El Almanaque de las Letras es otra
- Page 138 and 139:
popular. Madrid era el ejemplo terr
- Page 140 and 141:
¡Cómo tan sin respeto va a instal
- Page 142 and 143:
Todo esto motivó el establecimient
- Page 144 and 145:
Folletos informáticos de dos campa
- Page 146 and 147:
El Centro Pablo ha promovido estas
- Page 148 and 149:
que han colaborado en las actividad
- Page 150 and 151:
Desde esta otra ala del pájaroSalu
- Page 152 and 153:
organizar este Coloquio por su cent
- Page 154 and 155:
iban a sacar a la mitad de los cuba
- Page 156 and 157:
El coloquio por dentroUno de los gr
- Page 158 and 159:
El espíritu vive *Víctor Casaus«
- Page 160:
Voluntarios de la libertad: las voc