12.07.2015 Views

La señora de los gatos. Biblioteca de Medianoche - Anaya Infantil y ...

La señora de los gatos. Biblioteca de Medianoche - Anaya Infantil y ...

La señora de los gatos. Biblioteca de Medianoche - Anaya Infantil y ...

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Título original: The Midnight Library. The Cat <strong>La</strong>dyRelatos escritos por: Allan Frewin Jones1.ª edición: septiembre 2009© Working Partners Limited, 2006Publicado por primera vez en Gran Bretañapor Hod<strong>de</strong>r Children's Books© De la traducción: Miguel Azaola, 2009© De la fotografía <strong>de</strong> cubierta: Getty Images© Grupo <strong>Anaya</strong>, S.A., Madrid, 2009Juan Ignacio Luca <strong>de</strong> Tena, 15. 28027 Madridwww.anayainfantilyjuvenil.come-mail: anayainfantilyjuvenil@anaya.esDiseño <strong>de</strong> cubierta:Miguel Ángel Pacheco y Javier SerranoISBN: 978-84-667-8466-5Depósito legal: NA. 1948/2009Imprime y encua<strong>de</strong>rna RODESA.Impreso en España - Printed in Spain<strong>La</strong>s normas ortográficas seguidas en este libroson las establecidas por la Real Aca<strong>de</strong>mia Españolaen su última edición <strong>de</strong> la Ortografía, <strong>de</strong>l año 1999.Reservados todos <strong>los</strong> <strong>de</strong>rechos. El contenido <strong>de</strong> esta obra está protegidopor la Ley, que establece penas <strong>de</strong> prisión y/o multas, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> las correspondientesin<strong>de</strong>mnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyereno comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica,o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo <strong>de</strong> soporteo comunicada a través <strong>de</strong> cualquier medio, sin la preceptiva autorización.


Índice<strong>La</strong> Señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> Gatos. . . . . . . . . . . . . . . . . . 9Atrévete y gana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63No <strong>de</strong>spiertes al bebé . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157


<strong>La</strong> Señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> Gatos–¡Miedica! ¡Miedica!Los gritos <strong>de</strong> burla resonaban en <strong>los</strong> oídos<strong>de</strong> Chloe Forrester mientras pedaleaba furiosamentepor el paseo que separaba el casco antiguo <strong>de</strong>la ciudad <strong>de</strong> la nueva urbanización. Con las mejillasardiéndole, lanzó su bici a toda velocidad entre las altasvallas <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra hasta llegar al pie <strong>de</strong>l ampliomontículo, <strong>de</strong>spejado y cubierto <strong>de</strong> hierba, conocidolocalmente como la Campa Vieja.Chloe, <strong>de</strong>safiante, contestó a gritos a Heather y alresto <strong>de</strong> la pandilla:—¡No tengo miedo! ¡No lo hago porque no meda la gana!9


BIBLIOTECA DE MEDIANOCHE—¡Chloe es una cobardica! —voceó Heather.—¡Cobardica! —gritaron a coro Maggie y Emma,haciendo eco a Heather.—¡Callad ya! —aulló Chloe —¡Callad ya <strong>de</strong> unavez!Hayley y Megan empezaron a corear rítmicamente.Ahora le gritaba toda la panda.—¡Cobar<strong>de</strong>, gallina! ¡Cobar<strong>de</strong>, gallina!Chloe dio un tirón <strong>de</strong>l manillar y se levantó <strong>de</strong>lsillín para subir al bordillo sin bajar <strong>de</strong> la bici y acontinuación meterse por la hierba. Imprimió fuerzaa sus pedaladas, esforzándose por mantener la velocidada pesar <strong>de</strong> la pendiente. En lo más alto <strong>de</strong> laver<strong>de</strong>ante y redonda loma, <strong>de</strong>tuvo la bici y se volviósobre el sillín.Tenía trece años, era alta y <strong>de</strong>lgada, con un pelodorado como el trigo y pecas en la cara, aunque ahorael sofoco había puesto brasas en sus mejillas y susojos azules le picaban con el viento frío.Todo había empezado cuando Heather había <strong>de</strong>safiadoa Chloe a lanzar unas piedras contra las ventanas<strong>de</strong> la Señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> Gatos y salir corriendo a continuación.Chloe se había negado. Entonces Heatherla había llamado miedica y ella se había largado en subici, furiosa y humillada.10


<strong>La</strong> señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>gatos</strong>Chloe se quedó mirando cómo Heather y las <strong>de</strong>másllegaban en sus bicis hasta el final <strong>de</strong>l camino.Heather les dijo algo a las otras y todas se echaron areír a carcajadas. A Chloe le ardían las mejillas <strong>de</strong>lbochorno. Sabía que se estaban riendo <strong>de</strong> ella y nopodía soportarlo.Al mirar al regocijado grupo se dio cuenta <strong>de</strong>cuánto <strong>de</strong>seaba no haberse peleado nunca con Tina.<strong>La</strong>s cosas habían sido mucho más sencillas cuandoTina y ella eran amigas.El encontronazo había tenido lugar hacía un par<strong>de</strong> meses. Una discusión estúpida a propósito <strong>de</strong> unacamiseta. Chloe se la había pedido prestada a Tinapara una fiesta, y al <strong>de</strong>volvérsela tenía una manchaque no se quitaba. Tina dijo que la camiseta estabaperfecta antes <strong>de</strong> <strong>de</strong>jársela, pero Chloe parecía convencida<strong>de</strong> que ella no la había manchado. Ninguna<strong>de</strong> las dos cedió.Chloe se había ido dando un portazo tras <strong>de</strong>cirlea Tina que no quería volver a dirigirle la palabra ensu vida. Luego, para darle ce<strong>los</strong> a su amiga, habíaempezado a salir por ahí con Heather y su pandilla,en parte porque todo el mundo las encontraba muymarchosas, pero también porque sabía que a Tinano le gustaban. Pensaba que eran todas un hatajo <strong>de</strong>11


BIBLIOTECA DE MEDIANOCHEestúpidas que seguían ciegamente a Heather. A Chloeno le gustaba mucho Heather: era sarcástica y cruel, ya<strong>de</strong>más una mandona. Pero Maggie, Megan, Emmay Hayley no estaban mal…, si no fuera por la forma enque hacían siempre cualquier cosa que les dijera Heather,lo que podía ser realmente irritante.Chloe miró hacia el camino por el que había venido.<strong>La</strong> nueva urbanización se extendía, cuidada, or<strong>de</strong>naday pulcra, en forma <strong>de</strong> una gran media luna, ala izquierda <strong>de</strong> la Campa Vieja. A la <strong>de</strong>recha, quedabael antiguo y sucio casco victoriano <strong>de</strong> la ciudad.<strong>La</strong> línea divisoria entre lo viejo y lo nuevo era un paseo.Estaba asfaltado y tenía vallas a ambos lados. Enla acera izquierda, las elegantes puertas <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra seabrían a <strong>los</strong> jardines <strong>de</strong> la nueva urbanización, y en la<strong>de</strong> la <strong>de</strong>recha las vallas eran más viejas y corroídas,<strong>de</strong>terioradas y semiocultas por la maleza y las enreda<strong>de</strong>ras.Para Chloe era como si <strong>los</strong> que habían levantadolas vallas no quisieran que la gente <strong>de</strong> unaparte <strong>de</strong> la ciudad tuviera acceso a la otra.Eso sí, aquello no disuadía a <strong>los</strong> <strong>gatos</strong>. Había cantidad<strong>de</strong> el<strong>los</strong>. Casi todos procedían <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> laseñora Tibbalt, un lugar <strong>de</strong>startalado, medio ocultoinmediatamente <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la valla que bor<strong>de</strong>aba elpaseo por el lado <strong>de</strong> la ciudad vieja. <strong>La</strong> señora12


<strong>La</strong> señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>gatos</strong>Tibbalt era un poco extraña. Se la conocía en la zonacomo la Señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> Gatos. A veces Chloe y el resto<strong>de</strong> la pandilla contemplaban su jardín lleno <strong>de</strong> <strong>gatos</strong>por encima <strong>de</strong> la alta valla. Y a menudo Heathergolpeaba la valla y daba un grito para espantar a <strong>los</strong>animales. A Chloe aquello no le gustaba. Le parecíacruel.<strong>La</strong> casa <strong>de</strong> la Señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> Gatos era el refugio <strong>de</strong>cientos <strong>de</strong> <strong>gatos</strong>. Los había por todas partes. Gatosnegros y <strong>gatos</strong> atigrados, <strong>gatos</strong> rojizos y <strong>gatos</strong> pardos,<strong>gatos</strong> peludos y <strong>gatos</strong> escuálidos, <strong>gatos</strong> jóvenes y <strong>gatos</strong>viejos…, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> relucientes y nerviosos gatitos, <strong>de</strong>ojos chispeantes y garras afiladas como agujas, hastafieros gatazos fornidos, viejos cascarrabias que bufabany enseñaban sus dientes rotos y amaril<strong>los</strong> a cualquieraque se acercara.Chloe había oído historias terribles sobre la señoraTibbalt <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que podía recordar…Y precisamente Tina había sido la primera en contarletales historias, años atrás, cuando la familia <strong>de</strong>Chloe se trasladó a vivir a la urbanización.—Es verdad… Te aseguro que es cierto —le dijoTina, con <strong>los</strong> ojos muy abiertos, aquel primer día <strong>de</strong>colegio—. <strong>La</strong> Señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> Gatos secuestra niños.Chloe no parecía convencida.13


BIBLIOTECA DE MEDIANOCHE—¿Y por qué iba a hacer una cosa así? —preguntó.<strong>La</strong> voz <strong>de</strong> Tina se había convertido en un susurro.—Los baja al sótano y <strong>los</strong> hace picadillo que luegousa como comida para <strong>gatos</strong> —dijo—. ¿Cómo crees,si no, que podría dar <strong>de</strong> comer a todos <strong>los</strong> <strong>gatos</strong> quetiene?Chloe se la quedó mirando, inquieta.—¡No me lo creo!Tina se rio.—¡Pregúntaselo a cualquiera! —dijo—. Aunqueserá mejor que an<strong>de</strong>s con cuidado. Si te acercas a sucasa, vendrá arrastrando <strong>los</strong> pies a ofrecerte carame<strong>los</strong>para hacerte entrar. Luego, una vez que estés <strong>de</strong>ntro,te dará una bebida con droga para que te sientasadormilada y floja.—¿Y <strong>de</strong>spués qué? —preguntó Chloe alarmada,con <strong>los</strong> ojos muy abiertos.—Después te arrastrará hasta su oscuro y malolientesótano —dijo Tina— con tu cabeza haciendobom, bom, bom por las escaleras. Y no serás capaz <strong>de</strong>hacer nada para impedirlo. Allí abajo es don<strong>de</strong> tieneesa enorme máquina <strong>de</strong> picar carne. Y estarás allí tirada,sin po<strong>de</strong>r moverte, mientras ella la pone enmarcha. Y empezarán a sonar el traqueteo y las revoluciones…,y verás que una gran muela trituradora14


<strong>La</strong> señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>gatos</strong>empieza a girar allá abajo, al final <strong>de</strong> la tolva. Entoncesla Señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> Gatos te irá haciendo bajar muypoco a poco, con <strong>los</strong> pies por <strong>de</strong>lante…, y eso será lopeor <strong>de</strong> todo: ¡que, aunque no podrás moverte, estarásconsciente mientras la máquina te mastica en trocitospequeños!Chloe nunca llegó a convencerse <strong>de</strong> que la Señora<strong>de</strong> <strong>los</strong> Gatos convirtiera a <strong>los</strong> niños en comida para <strong>gatos</strong>en su sótano, pero a pesar <strong>de</strong> todo se había mantenidoa una distancia pru<strong>de</strong>ncial <strong>de</strong> la casa. <strong>La</strong> Señora<strong>de</strong> <strong>los</strong> Gatos no salía con mucha frecuencia, perocuando lo hacía, Chloe la observaba con recelo cojearcalle abajo con su grueso bastón, bien envuelta en suamplio y apolillado abrigo y con su viejo pañuelo en lacabeza. Después <strong>de</strong> tantos años, Chloe seguía cruzandola calle para evitar acercarse <strong>de</strong>masiado a la casa.Pocos días antes se lo había confesado a Heathery al resto <strong>de</strong> la pandilla.—Ya sé que en realidad no es más que una triste yanciana señora —les dijo—, y que las historias quese cuentan sobre ella no son verdad, pero me siguedando repeluco.Heather se burló <strong>de</strong> ella.—¡Qué vergüenza! —dijo—. ¿Cuántos años tienes?¿Seis?15


BIBLIOTECA DE MEDIANOCHE<strong>La</strong>s <strong>de</strong>más se habían unido a la burla, a pesar <strong>de</strong>que Chloe estaba segura <strong>de</strong> que la Señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> Gatostambién les daba miedo a la mayoría.—¡Tienes que espabilar un poco! Yo sé cómo curarte<strong>de</strong> tu miedo a la Señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> Gatos —dijoHeather, montando en su bici —Venga, vamos a divertirnostodas un rato.—¿A divertirnos cómo? —preguntó rápidamenteChloe.—Po<strong>de</strong>mos empezar por tirarle piedras a la puerta—dijo Heather—. Nos reiríamos mogollón.—Yo no quiero hacer eso —dijo Chloe—. ¿Paraqué? No es más que una forma <strong>de</strong> fastidiar.—Haz lo que quieras, miedica —dijo Heather,riéndose, mientras arrancaba en su bici.<strong>La</strong>s <strong>de</strong>más la habían seguido, <strong>de</strong>jando a Chloeplantada y sola. Le había puesto furiosa que Heatherse burlara <strong>de</strong> ella y le irritaba que aquellas cuatrochicas estúpidas la siguieran como un puñado <strong>de</strong>zombis. Sabía que Tina tenía razón en lo que pensaba<strong>de</strong> ellas, y eso agudizaba mucho más su sensación<strong>de</strong> aislamiento y soledad. Se le había revueltoel estómago y unas lágrimas calientes le habían escocido<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> <strong>los</strong> ojos, aunque estaba <strong>de</strong>cidida ano llorar.16


<strong>La</strong> señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>gatos</strong>Y ahora se encontraba otra vez en la misma situación,sola en lo alto <strong>de</strong> la Campa Vieja mientras elresto <strong>de</strong> la pandilla se reía <strong>de</strong> ella.«Son unas idiotas», se dijo mientras las miraba,«pero si no hago lo que quieren, van a hacerme lavida totalmente imposible». Frunció el ceño. «Voy aterminar con esto <strong>de</strong> una vez por todas», <strong>de</strong>cidió.Dio la vuelta a la bici y bajó otra vez por la pendientecubierta <strong>de</strong> hierba.—¡Mirad, chicas! ¡<strong>La</strong> miedica ha vuelto! —se burlóHeather.—¿Y qué querrá ahora la miedica? —intervinoEmma.Maggie también metió baza.—Deberías ir corriendo a casa con mamá —dijo—.¡No vaya a atraparte la Señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> Gatos!—¡Callaos <strong>de</strong> una vez! —saltó Chloe, furiosa.—¿O <strong>de</strong> lo contrario qué…? —dijo Hayley—.De repente va a resultar que eres valiente.Chloe no le hizo caso.—Voy a aceptar ese estúpido <strong>de</strong>safío —dijo mirandofijamente a Heather—. Tampoco es para tanto.Lo que pienso es que es absolutamente lamentable.Y punto.Heather le respondió con una mirada ladina.17


BIBLIOTECA DE MEDIANOCHE—Tendrás que atravesar la puerta —dijo— y entrarpor el jardín <strong>de</strong> <strong>de</strong>lante.—Me da igual —dijo Chloe, tratando <strong>de</strong> aparentarque la cosa no le importaba un pimiento; «les harécreer a estas que lo he hecho bien», pensó, «y, en vez<strong>de</strong> tirar a la ventana, apuntaré a la pared»—. Peroeso será lo único que haga —prosiguió dirigiéndoseal grupo—. Nada más. Es algo totalmente estúpido einmaduro.Heather le lanzó una mirada penetrante que Chloemantuvo por unos instantes.—De acuerdo. Pero solo si lo haces como es <strong>de</strong>bido—una sonrisa <strong>de</strong> complicidad se dibujó lentamenteen el rostro <strong>de</strong> Heather mientras miraba a las otras—.¿Os he hablado alguna vez <strong>de</strong> cuando me metí en lacasa <strong>de</strong> la Señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> Gatos? —preguntó.—¡No me lo puedo creer! —dijo Megan, boquiabierta.Heather asintió con la cabeza.—Pues lo hice —<strong>de</strong>claró; las <strong>de</strong>más la mirabanpasmadas—. Había salido a la compra y se había <strong>de</strong>jadoabierta la puerta <strong>de</strong> entrada, así que <strong>de</strong>cidí entrary echar un vistazo.—¿Y cómo era? —musitó Emma.Heather miró a Chloe.18


<strong>La</strong> señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>gatos</strong>—¡Asqueroso! —dijo—. Todo oscuro y maloliente;estaba realmente sucio. No había habitación queno estuviera atestada <strong>de</strong> montones mohosos <strong>de</strong> revistasy periódicos viejos, atados con cuerdas. Y habíabolsas <strong>de</strong> supermercado llenas <strong>de</strong> basura… y sacosnegros con más basura que <strong>de</strong>sbordaba por fuera.También había latas abiertas <strong>de</strong> comida para <strong>gatos</strong>por todas partes. Y toda la casa apestaba a pis <strong>de</strong>gato. Olía como si <strong>los</strong> <strong>gatos</strong> estuvieran usando la casaentera como un gran urinario.Hubo grititos y mohines <strong>de</strong> repugnancia por parte<strong>de</strong>l resto <strong>de</strong>l grupo, pero Chloe sospechaba queHeather estaba inventándoselo todo con intención<strong>de</strong> ponerlas a prueba e impresionarlas.Heather continuó con su siniestra historia.—Debajo <strong>de</strong> <strong>los</strong> pies, las alfombras se notabanpegajosas y como viscosas —dijo—. Y el empapeladocolgaba hecho tiras <strong>de</strong> las pare<strong>de</strong>s en <strong>los</strong> sitosdon<strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>gatos</strong> se afilaban las uñas. ¡Había <strong>gatos</strong> portodos lados! Y todos me miraban con mala cara. Algunosme bufaron…, pero no me importó. ¡Si alguno<strong>de</strong> el<strong>los</strong> se me hubiera echado encima se hubiera llevadola patada <strong>de</strong>l siglo!—¡Pero la Señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> Gatos podría haber vueltoy haberte pillado! —dijo Hayley con voz ahogada.19


BIBLIOTECA DE MEDIANOCHEHeather le dirigió una dura mirada.—¿Y qué? —dijo—. ¿Qué iba a hacerme? No letengo miedo —miró otra vez a Chloe con intención—.Así que subí al piso <strong>de</strong> arriba —continuó— yencontré su dormitorio. Resulta que no tiene unacama como la <strong>de</strong> la gente normal. Lo que había erauna gran cesta <strong>de</strong> mimbre redonda en el suelo. Dentrohabía unas mantas viejas y sucias. Ahí es don<strong>de</strong>duerme. También vi una caja gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> arenilla higiénicapara <strong>gatos</strong> junto a la cama —dirigió a las <strong>de</strong>másuna mirada significativa—; ¡y estaba usada!Los ojos <strong>de</strong> Maggie se abrieron aún más.—No irás a <strong>de</strong>cirme que…Heather asintió con la cabeza.—¡Era su orinal!Hubo miradas <strong>de</strong> asqueado horror por parte <strong>de</strong>todas, menos Chloe.—Aquello era tan asqueroso que me di la vuelta yme largué <strong>de</strong> inmediato —dijo Heather—. <strong>La</strong> casaentera me daba náuseas.—No creo que sea tan horrible como todo eso nimucho menos —objetó Chloe—. ¡Nadie podría vivirasí! ¡Y no me creo ni por un momento que duermaen una cesta <strong>de</strong> gato!Heather se encogió <strong>de</strong> hombros.20


<strong>La</strong> señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>gatos</strong>—Como quieras. Yo sé lo que vi —dijo, y lanzó aChloe una mirada <strong>de</strong>safiante—. A ver, ¿cuándo piensashacerlo?Chloe la miró, retadora a su vez.—Mañana, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> clase.Heather sonrió con gesto <strong>de</strong> suficiencia.—Te estaremos esperando.—Allí estaré —dijo Chloe.Impulsó con fuerza el pedal y se lanzó cuesta abajocon su bici por el largo paseo que conducía a sucasa. Era consciente <strong>de</strong> que Heather seguramente estaríahablándoles a las otras mal <strong>de</strong> ella y diciéndolesque no aparecería.Bien, pues esta vez Heather se equivocaba.De todas formas, Chloe se sentía ligeramente temblorosamientras pedaleaba. Era sobre todo por la iraque le producían Heather y su puñado <strong>de</strong> maja<strong>de</strong>ras,pero también porque en un rinconcito <strong>de</strong> su ánimono sentía el menor <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> poner en práctica lo quese había comprometido a hacer al día siguiente.Era una tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> llovizna, nubosa y gris, cuando Chloero<strong>de</strong>ó la pequeña rotonda montada en su bici y salió<strong>de</strong> la urbanización dirigiéndose al casco antiguo <strong>de</strong> la21


BIBLIOTECA DE MEDIANOCHEciudad. Dobló una esquina y entró en la calle don<strong>de</strong> vivíala señora Tibbalt. En la acera <strong>de</strong> enfrente, vio a Heathery a las otras <strong>de</strong> pie junto a sus bicis, esperándola.Chloe pedaleó hasta llegar a ellas y se <strong>de</strong>tuvo.Heather se a<strong>de</strong>lantó. Llevaba algo en la mano. Eraun pedrusco tan gran<strong>de</strong> como su puño.—Esto es lo que vas a tirarle a la ventana —dijo.Chloe se quedó mirando aquel consi<strong>de</strong>rable pedazo<strong>de</strong> roca.—¡Dijiste piedras!Heather se encogió <strong>de</strong> hombros.—Ya. Es una piedra… gran<strong>de</strong> —miró a las otras,que asintieron con la cabeza—. Hemos <strong>de</strong>cidido entretodas que si quieres que <strong>de</strong>jemos <strong>de</strong> incordiarte,esto es lo que tienes que tirar a esa ventana. Pero escosa tuya, claro. Siempre pue<strong>de</strong>s rajarte.Chloe era consciente <strong>de</strong> que un pedrusco <strong>de</strong> semejantetamaño rompería cualquier ventana contrala que se lanzara. Miró las caras, una por una. Todastenían la misma expresión <strong>de</strong> impaciencia morbosa.Si se negaba a tirar el pedrusco, volverían a empezarcon las pullas. Si accedía, la rotura <strong>de</strong> la ventana <strong>de</strong> laSeñora <strong>de</strong> <strong>los</strong> Gatos les proporcionaría un placer intenso.En todo caso, Chloe supo en aquel precisoinstante que odiaba y <strong>de</strong>spreciaba al grupo entero.22


<strong>La</strong> señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>gatos</strong>Pero no podía echarse atrás. Era <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong>para eso.Tomó la piedra <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> Heather.—Tírala como es <strong>de</strong>bido —dijo Heather, con unbrillo cruel en la mirada.Chloe <strong>de</strong>jó la bici apoyada en la acera. <strong>La</strong> piedrapesaba lo suyo y se le hacía enorme en la mano. Sevolvió sin <strong>de</strong>cir una palabra, echó a andar y cruzó lacalle. Deseaba que terminara aquello <strong>de</strong> una vez.<strong>La</strong>s casas estaban ro<strong>de</strong>adas <strong>de</strong> altos árboles <strong>de</strong>hoja perenne que producían una fría y húmeda penumbrabajo el goteo <strong>de</strong> las ramas. <strong>La</strong> casa <strong>de</strong> la señoraTibbalt quedaba al fondo <strong>de</strong> un cuarteado camino<strong>de</strong> acceso, semioculta tras una <strong>de</strong>scuidada maraña<strong>de</strong> arbustos <strong>de</strong> espino. Chloe miró por entre las ramaspunzantes intentando vislumbrar a la anciana através <strong>de</strong> las cochambrosas ventanas. Pero estaba <strong>de</strong>masiadooscuro. Sacó la cabeza <strong>de</strong> la capucha <strong>de</strong> suchaqueta para ver mejor y sintió las punzadas <strong>de</strong> lalluvia en la cara.Pudo percibir que las otras la observaban mientrasse acercaba a la <strong>de</strong>svencijada cancela <strong>de</strong> hierro forjadoque colgaba, torcida, <strong>de</strong>l pilar <strong>de</strong> la entrada al jardín.Sobre el pilar había un gato <strong>de</strong> piedra churretosoy <strong>de</strong>teriorado. Y en la cancela podía verse el perfil,23


BIBLIOTECA DE MEDIANOCHEcarcomido por la herrumbre, <strong>de</strong> la silueta metálica <strong>de</strong>un gato rampante.Chloe se <strong>de</strong>slizó al otro lado <strong>de</strong> la cancela. Respiróhondo y dirigió la mirada hacia la vetusta casa, al final<strong>de</strong>l camino <strong>de</strong> gravilla cubierto <strong>de</strong> hierbajos. Vio que aun lado había un cobertizo viejo y <strong>de</strong>startalado, mediooculto entre <strong>los</strong> árboles. Como siempre, la casa estabaa oscuras. Contempló las ventanas grises que sobresalían<strong>de</strong> la fachada. Caminó <strong>de</strong> puntillas un pequeñotrecho, evitando las ortigas, alerta y a la escucha.Se <strong>de</strong>tuvo un momento y miró el pedrusco. Eranegro y lleno <strong>de</strong> aristas. Calculó que <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> pesarun kilo o más. Echó un vistazo por encima <strong>de</strong>l hombro.Pudo oír una especie <strong>de</strong> abucheo lejano proce<strong>de</strong>nte<strong>de</strong>l grupo…, un indicio <strong>de</strong> cómo se portaríancon ella si se echaba atrás.Se volvió hacia la casa. Apretó la piedra en elpuño. Levantó el brazo y lo echó hacia atrás, preparadapara lanzar (apuntando hacia una <strong>de</strong> las ventanaspequeñas) y sintiéndose fatal consigo misma.Los visil<strong>los</strong> se movieron. Chloe se quedó paralizaday notó que el corazón le latía con fuerza. A través<strong>de</strong> la mugre <strong>de</strong> las ventanas vio la cara <strong>de</strong> un gato quela miraba fijamente con sus luminosos ojos ver<strong>de</strong>s.Un segundo gato vino a sentarse junto al primero. Su24


<strong>La</strong> señora <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>gatos</strong>cara era jaspeada con vetas pardas y doradas; sus ojoseran amaril<strong>los</strong>.<strong>La</strong> estaban observando.No podía tirar la piedra contra aquella ventana. Losvidrios rotos herirían a <strong>los</strong> <strong>gatos</strong>. A continuación, aparecieronmás <strong>gatos</strong> tras <strong>los</strong> otros paneles <strong>de</strong> cristal <strong>de</strong>la repisa <strong>de</strong> la ventana… hasta que hubo caras <strong>de</strong> <strong>gatos</strong>observándola con sus ojos ver<strong>de</strong>s, amaril<strong>los</strong> y dorados<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> mugrientos cristales.Chloe oyó unos crujidos tras ella. Supuso que seríanHeather y las <strong>de</strong>más, acercándose con cautela ala valla, para mirar.Los pensamientos se le arremolinaban <strong>de</strong>sbocadosmientras <strong>los</strong> <strong>gatos</strong> la contemplaban.—¡No puedo! —dijo en voz baja.Luego oyó <strong>de</strong> nuevo el abucheo burlón <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>de</strong>trás<strong>de</strong> la valla. Si no lanzaba el pedrusco, la pandillanunca la <strong>de</strong>jaría en paz.Respiró hondo, intentando calmar <strong>los</strong> frenéticoslatidos <strong>de</strong> su corazón. Los <strong>gatos</strong> la miraban fijamente.Echó el brazo bien atrás y lanzó. Pero apuntó bajoadre<strong>de</strong>, tratando <strong>de</strong> evitar las ventanas.Se oyó un golpe sordo, estremecedor, y un horriblemaullido <strong>de</strong> dolor. <strong>La</strong> piedra había hecho blancoen algo que se escondía entre la maleza.25

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!