Les Ballets de Monte-Carlo - Festival Internacional de Música y ...
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Vers un Pays SageJean-Christophe Maillot creó en 1995 la coreografía Hacia un país sabio, enhomenaje a su padre Jean Maillot, pintor <strong>de</strong>saparecido muy tempranamente.Apasionado y obseso <strong>de</strong>l trabajo, este reputado artista, firmóaproximadamente cerca <strong>de</strong> 260 cuadros, <strong>de</strong>corados y vestuarios <strong>de</strong> operas.La energía que consagró a su pintura y a la vida misma, <strong>de</strong> manera general,ha sido el hilo conductor <strong>de</strong> este ballet poseído <strong>de</strong> una rara fisicalidad.Hacia un país sabio se mete <strong>de</strong> lleno en la <strong>de</strong>senfrenada y envolventemúsica <strong>de</strong> John Adams y no <strong>de</strong>ja ningún reposo a los bailarines. De algunamanera los <strong>de</strong>safía a llegar al final <strong>de</strong> este ballet y a traspasar la meta...Terminando bruscamente con su existencia (<strong>de</strong> Jean Maillot), la muerte sedirige a aquellos que han quedado, preguntándoles si creen que vale la penavivir en la pru<strong>de</strong>ncia o apostar por ser un goloso insaciable <strong>de</strong>l tiempo quenos toca vivir. Hacia un país sabio es una oda a ese apetito <strong>de</strong> vidairrefrenable <strong>de</strong> Jean Maillot. Querer apurar la vida a bocanadas no significapor tanto ce<strong>de</strong>r a la facilidad. El corógrafo ha recibido <strong>de</strong> su padre la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>que hay que ser tan rigurosos a la hora <strong>de</strong> enfrentar el trabajo, comoigualmente saber hasta qué punto se pue<strong>de</strong>n sobrepasar los límites que nosimponen. Ser escrupuloso, metódico y exigente, pero siempre teniendo a lavista la posibilidad <strong>de</strong> traspasar algunas fronteras.Hacia un país sabio traduce en movimientos esta convicción,imponiéndoles a los bailarines un ritmo <strong>de</strong> intensidad difícilmentesoportable y al mismo tiempo dándoles la posibilidad <strong>de</strong> superarlo. Este<strong>de</strong>safió por así <strong>de</strong>cirlo es lo que ha incitado a que muchas compañías comoel Royal Danish Ballet, el Stuttgart Ballet e igualmente el Ballet <strong>de</strong> la opera<strong>de</strong> Viena, lo hayan incluido en sus respectivos repertorios.Más allá <strong>de</strong> esta noción <strong>de</strong> esfuerzo liberador, el ballet nos hace <strong>de</strong>scubririgualmente la felicidad <strong>de</strong> estar juntos y rin<strong>de</strong> homenaje a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>solidaridad que Jean Maillot sobreponía por encima <strong>de</strong> todos sus valores.Los bailarines giran, se <strong>de</strong>jan manipular, guiar en numerosos movimientosque llegan al punto máximo <strong>de</strong> equilibrios precarios, peligrosos que seconsiguen y se resuelven gracias a ese vínculo que los sostiene, don<strong>de</strong> todosse soportan mutuamente. Al final <strong>de</strong>l ballet, cuando la calma regresa al fin ala escena, un cuadro <strong>de</strong> Jean Maillot aparece, para <strong>de</strong>sviar nuestra mirada <strong>de</strong>una pareja <strong>de</strong> bailarines. Sus colores nos recuerdan el amor <strong>de</strong>l pintor poresos tonos incalificables, las mezclas, la complementariedad y los tonosparticulares. Esos mismos tonos, que son los que han dirigido las luces <strong>de</strong>Dominique Drillot para este ballet, son los que utilizó el pintor en su últimaexposición titulada «País sabio».