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día 27

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me conocen lo saben, que tengo una personalidadpor escrito y una personalidad hablada;y hablado tiendo a ser muy condescendiente,a darle la razón a la otra persona”.Al terminar la frase bromea sorprendidoal descubrir que es la primera vez que ve ados personas hablando a la vez que escriben.Luego aclara que la costumbre de darla razón al otro está enraizada en su educación.“Fuimos educados en el Manual deurbanidad y buenas costumbres de Carreño.Y ahí dice que contradecir es parte de malaeducación. Aunque eso hace que uno sevuelva un interlocutor idiota porque siemprele da la razón al otro”. Entonces improvisa:“¿Que por qué no lo remedio? Me vienelo más ancestral, que es ser una personacordial. Nosotros los latinoamericanos estamosllenos de cortesía, siempre envolvemosel pensamiento en buenas maneras”.Afuera la gente sigue guareciéndose de lalluvia en los marcos de las dos puertas del ABrasileira. Ante las teorías antropológicas ysociológicas de que buena parte de esa cortesíahispanoamericana se debe a los rezagosdel servilismo de la Conquista, la Colonia yla Independencia, Héctor Abad está deacuerdo. Aprovecha para recordar que él crecióen el voseo, en el “vos” como tratamientoentre iguales. Una característica de sutierra y de otras regiones como el Río de laPlata, Chile o Costa Rica. “No sabemos dóndeestá el límite entre la cortesía y el servilismo.Pero yo no soy servil. No me gusta nimandar ni obedecer, pero sí tenemos muyinculcadas normas de cortesía demasiadorígidas que son probablemente las que hacenque para mí sea difícil comunicarmeverbalmente. Y eso tiene que ver tambiéncon un problema audiopersonal, y es queviví rodeado de mujeres que hablaban muchomejor. Ellas siempre hablan mejor quelos hombres. Más rápido, con más gracia,son más ocurrentes”.Parece escucharse, entonces, el barullode diez mujeres de todas las edades que vany vienen por esa casa de la infancia de Antioquiadonde un niño se siente arrullado yapabullado por sus voces. Pero gracias a esoel niño habrá de refugiarse en la lectura y laescritura. Por eso le encanta cuando su padrelo lleva a la universidad. El doctor se va adar clases y el niño, que aún no va a laescuela, se queda en su despacho, sentadoen una silla enorme frente a una máquinade escribir enorme, colocando hojas en blancoen el rodillo que aprende a girar rápido,¡Rrrrrrrrm! Luego empieza a jugar con lasteclas, sacando con sus pequeños dedos índicessonidos como en un piano de letras.Tac, tic, toc, tac, tac, toc… Una hoja llena deletras. ¡Rrrrrrrrm! La saca y pone otra. Cuandoel padre vuelve de clase el niño se lasenseña y recibe una gran felicitación.De allí procederá este experimento decontestar esta entrevista con su puño y letray luego leer la respuesta. “Cuando escribopienso mejor, no oigo mi voz, no vigilo mivoz, es la voz de otro, una voz no interiorsino exterior que me dicta aunque no sea elEspíritu Santo, pero sí creo que mi mano secomunica mucho mejor con mi cerebro quemi lengua. La escritura también tiene su ritmoy se parece más a mi pensamiento. Sabes,siempre he fingido que sé hablar”, y suburla bordea la carcajada. Hasta que confiesa:“Yo pienso muy despacio”. Así es que sellega al acuerdo de que algunas preguntastendrán una respuesta más amplia o matizadaa través del correo electrónico para poderavanzar en la conversación.Vuelve a escribir. En silencio y sin tachaduras.Con la mano derecha, mientras laizquierda la pone extendida cuidadosamentesobre el pupitre, sobre la mesa.Acaba. Inclina un poco el cuaderno y lee:“El escritor tiene que tener una personalidaddisociada, algo esquizofrénica. Tieneque ser capaz de salirse de sí mismo, deponerse en el lugar de la otra persona. Siempre,cuando un periodista me pregunta algo,yo soy el periodista, no estoy pensandoen su pregunta sino en lo que hay detrás deesa pregunta. Los escritores podemos definirnosasí: somos detectores de mentiras,detectores biológicos de mentiras. Cuandotú me preguntas esto, yo pienso ¿qué es loque me está preguntando realmente? Entoncesme desconcentro y no sé qué contestar ydigo: usted tiene razón, es una manera deganar tiempo”.Tiempo. En mayúscula. Ésa es una de laspresencias latentes en sus libros. Sobre todoen las tres crónicas o relatos de Traiciones dela memoria. Recuerdo, olvido, memoria, vida,vidas disociadas, sueños, futuro, pasado,“El escritor tiene quetener una personalidaddisociada. Los escritorespodemos definirnos comodetectores de mentiras”El escritor Héctor Abad Faciolince, que publica Traicionesde la memoria y El amanecer de un marido, durantesu visita a Lisboa este mes.reinvención; todo bajo el amparo del Tiempo.Como si apareciera el río de Heráclitocitado a su vez por Borges. El último de lostextos es una pieza sobre los ex futuros. “Esuna idea muy bonita de don Miguel de Unamuno.Los ex futuros son esos yoes que sequedaron en la vera del camino de la vida, loque nunca llegaron a ser, lo que pudieronhaber llegado a ser. Todo el mundo tienedespojos de yoes que se van quedando anteuna encrucijada…”.Rrriiinnnggg… rrriiinnnggg…Ante la sorpresa del móvil, él coge la grabadoracon la mano derecha para acercárselaa la cara mientras dice: “Tranquilo, yo levoy contestando a la máquina. Cuando unollega a una encrucijada, a una disyuntiva ytoma por un lado de la ye (Y), pues en Colombiadecimos una ye, sea la parte izquierdao derecha eso hace que la vida se alejedel tronco; tome por un camino muy distinto.Todos tenemos de alguna manera unacierta nostalgia por el camino que no tomamos,una cierta curiosidad por saber quéhubiéramos llegado a ser si nos hubiéramosido por otro lado. Eso es de lo que trata eltercer relato de ese libro. Indago en eso queUnamuno dejó esbozado. Como te dascuenta, a mí me gusta más hablar solo o conuna máquina o con un papel que con alguien”,y sus palabras terminan entre risasque eclipsan el rugido de la máquina de ABrasileira.Un tema perfecto en un café de Pessoa,porque él creó yoes absolutos con susheterónimos, a los que hizo incluso horóscoposy dotó de una personalidad definida.“Una vez leí esto: ‘Los cuatro poetas portuguesesdel siglo XX son Fernando Pessoa’. Esverdad, y se llaman Ricardo Reis, Álvaro deCampos, Alberto Caeiro y Fernando Pessoa”.Es el paso a la procesión de ex futuros deHéctor Abad Faciolince. “Pienso en ellos permanentemente.La vida de cada uno estácolgada de un hilito. La mayoría de mis exfuturos son muertos. Yo vivo en un mundode pesadilla donde mis hijos se viven muriendo.Y yo sé que el hecho de que un hijomío sufra una catástrofe transformaría micerebro en una mente loca y desesperada ydestrozada”.Echa un vistazo atrás en su vida y veque varios de sus ex futuros quedaron enla Italia de comienzos de los noventa. LoPasa a la página siguienteEL PAÍS BABELIA <strong>27</strong>.03.10 5

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